jueves, 20 de agosto de 2015

CAPÍTULO 182: CAMBIÓ LA VIDA ENTERA DE COLOR

Ya son 3 meses de embarazo, 3 meses en los que noto como mi cuerpo va cambiando poco a poco y se va amoldando para recibir 2 vidas. No tenía bastante con una, tienen que ser 2. Voy a ponerme como una foca monje. Como una ballena azul. Como un elefante, sobre todo por estos tobillos, que empiezan a hincharse de manera despiadada.

-Pfff… - resoplo al mirarme al espejo – mira qué perfil tengo… parezco Kiko Rivera…

-Igualita… - dice sin mirarme – anda, no digas tonterías cariño… que estás preciosa…

-Si… tú di eso, que de 3 meses y ya se me nota… voy a ser una orca cuando esté de 8 meses…

-Una orca asesina… - dice sin darle importancia –

-Qué ganas tengo de pegarte… - digo indignada dándome la vuelta – ay no! – exclamo mirándome al espejo – Quique!

-Que…. – dice desganado –

-No… esto si que no… - digo indignada mientras me llevo las manos al trasero – se me están cayendo las nalgas!

Me mira alzando una ceja de manera graciosa y se pone las manos en los mofletes, con gesto de sorpresa fingido.

-Qué fatalidad! – grita irónico - Cuando se te caigan al suelo avísame… - dice con voz irónica devolviendo la mirada al libro –

-Mira eh? – le miro hasta con odio – qué poca comprensión… - me meto en la cama de mala gana – apaga la luz que me molesta…

Le escucho suspirar y dejar el libro sobre la mesita. Pasa una mano sobre mi cuerpo, acariciando mi tripa.

-Cómo puedes pensar que se te está cayendo el culo, a ver… - dice con voz tierna – si mi niña está preciosa…

-Ya… - contesto sin ganas – estoy horrible Quique…

-Que no… - me obliga a darme la vuelta – estás embarazada… y mi pequeña es una embarazada preciosa…

-Jo… - mis emociones se van descontrolando por días. Tengo ganas de llorar – cómo voy a quitarme todos estos kilos después?

-Malú, has engordado unos kilos solamente… es lo normal… - comienza a darme besos por el cuello – y no me vuelvas a decir que se te está cayendo el culo, que es imposible… - lleva su mano hacia él y aprieta dulcemente – con lo buena que está mi mami…

Sonrío sin poder evitarlo. Otra cosa que he notado es que las hormonas me hacen estar todavía más salida. Me da apuro hacerlo con mis hijos formándose… pero cómo voy a estar 9 meses sin hacerlo?

La verdad es que hacer el amor embarazada es una experiencia extraña. Por un momento, me he olvidado que tenía dos personas viviendo en mi útero. Aunque es muy diferente, Quique ha sido muy cuidadoso. Qué guapo es, míralo como duerme plácidamente. Y yo aquí estoy despierta… Dios. No puedo dormir… qué calor cojones… Me giro y Quique sigue durmiendo plácidamente. Pero como puede dormir con este calor? Joder… qué hambre… buah, tengo un hambre ahora mismo como si hiciera años que no como… Dios… me apetece algo… salado. Mmmm… salado. No, amargo… ahhhh pepinillos… pepinillos… dios qué ricos… y galletitas saladas. Muy saladas.

-Quique… - le toco suavemente pero ni se inmuta – Quique… - le toco un poco más fuerte pero sigue sin moverse – Quique! – exclamo desesperada –

-Que! – se levanta de golpe asustado – qué pasa?, estás bien? – pregunta alterado –

-No… - me mira interrogante – tengo mucha hambre…

-Qué? – me mira incrédulo – Me despiertas para eso? – vuelve a tumbarse – en la nevera hay de todo…

-Quique! Que quiero pepinillos y no hay! – digo indignada –

Se vuelve hacia mí mirándome con cara sorprendida.
-Pepinillos… - alza una ceja – pepinillos, Malú… - se mira el reloj – las 3 de la mañana y quieres pepinillos…

-Si… - contesto avergonzada – en vinagre… - me relamo los labios y me cojo las manos con gesto de caérseme la baba - Dios! Están riquísimos… y galletitas saladas, de estas pequeñitas, con forma de pececito…

-No me lo puedo creer… - vuelve a acostarse – anda, duérmete cariño…

-Quique!! – exclamo – te estoy diciendo que tengo hambre y quiero pepinillos y galletas saladas!

-Y qué quieres que haga? Que los pinte? – se reincorpora indignado –

-No… - bajo la cabeza avergonzada – pero si tu pudieras… ir… a comprarlos…

Me mira alzando las cejas.

-A ver si lo he entendido… - carraspea – quieres que, a las 3 de la mañana, vaya a buscar pepinillos en vinagre… y galletitas saladas en forma de pez – me mira con gesto irónico y excéptico -

-Si… - contesto avergonzada – por favor… - pongo mi cara de cuando quiero chantajearle – hazlo por tus hijos…

-Por mis hijos… - contesta irónico –

-Por favor… no puedo dormir Quique… vas a dejar que tu mujer y la madre de tus hijos no duerma porque tiene hambre? – le miro haciéndole ojitos y me mira incrédulo hasta que resopla -

-La madre que te parió Malú… - se levanta de la cama resoplando –

-Ay por dios! Qué hombre tengo más bueno! – grito –

-Que no grites! – me mira poniéndose los pantalones – las 3 de la mañana… y voy a comprarle pepinillos a mi mujer… es que soy el mayor calzonazos de este mundo…

-Jajajajajaja! – estallo en una carcajada hasta que veo la forma que tiene de mirarme y decido callarme – ay cariño… no te enfades…

-Que no me enfade… - se pone la chaqueta – me puedes explicar donde compro pepinillos a las 3 de la mañana? – reprimo una carcajada, está tan gracioso así de indignado – en fin… - abre la puerta – si no vuelvo, recuerda que fue por hacerte feliz…

-Jajajajajajaja! No te olvides de las galletitas saladas!!

Qué poder tengo. Me tumbo y abro las piernas y los brazos, totalmente encantada. Pepinillos… dios… qué ricos…



-Pero seguro que no tiene? No puede mirarlo en el almacén?

-Y dale… pero señor, que ya le he dicho que en esta gasolinera no tenemos pepinillos hombre! – el dependiente se mete en el cuarto de estar y me deja allí plantado –

Salgo de la gasolinera y arranco el coche. Ya llevo 3 gasolineras que no tienen pepinillos. Pero en qué mundo vivimos? En un mundo injusto, sin duda. Las 4 y media de la mañana y como vuelva a casa sin esto, estoy muerto. Conduzco de nuevo hacia casa, resignado, muerto de sueño, hasta que veo una tienda 24 horas abierta. Dios! Seguro que aquí tienen. Aparco y salgo a toda prisa.

-Hola, buenas noches!

Veo la cara de susto de la dependienta. Quizá he entrado demasiado rápido.

-Tiene pepinillos?

-Eh… - la dependienta me mira asustada – no me haga nada por favor…

-Qué? – pregunto sorprendido – no no… verá… buscaba pepinillos en vinagre… - la dependienta sigue mirándome asustada – antojo de mi mujer… se lo aseguro…

-Segundo pasillo a la izquierda… - responde todavía cariacontecida –

-Gracias…

Camino por el pasillo hasta que veo ese bote de pepinillos alzarse en la estantería. Me parece hasta verlo envuelto en una luz blanca mientras suena una música celestial de fondo. Agarro el bote y me dirijo a la dependienta.

-Algo más? – la dependienta ha cambiado el gesto de susto a broma –

-Galletitas saladas en forma de pez, tenéis?…

Llego a casa hinchado como un pavo. Voy a quedar como el mejor marido y padre del mundo. Me imagino su cara cuando suba a la habitación y vea el bote. Y la bolsa llena de galletas saladas. Me comerá a besos después de comerse el bote entero de una sentada.


Subo las escaleras imaginándome una banda sonora de fondo de estas épicas. Abro la puerta con ese bote y esas bolsitas y ahí está ella. La cabrona de mi mujer, durmiendo espatarrada en mi parte de la cama. Dudo un instante si despertarla o no. Hija de su madre. Despertarla… no, no quiero morir. Resoplo resignado. Hace conmigo lo que quiere. Lo mejor de todo es que soy feliz. Debo ser algo así como un masoquista. Dejo lo que he comprado en su mesita de noche y me acuesto en su lado de la cama, intentando no despertarla. Creo que no podría hacerlo ni la tercera guerra mundial ahora mismo. Malú embarazada es peor de lo que pensaba.

viernes, 3 de abril de 2015

CAPÍTULO 181: MONEDA DE DOS CARAS

El momento de la primera ecografía es algo así como el momento más importante de tu vida. Estaré igual de nerviosa en las siguientes? Porque me va a dar algo… Dios… estará bien? Apenas estoy de 7 semanas según los cálculos de Quique… no sé si es pronto o no para hacerme una, pero no podía esperar a la semana 12. Quique parece estar nervioso. Lo disimula muy bien, ya que solo está leyendo por décimo novena vez el cartel sobre “patología ginecológica” que cuelga en la pared de la consulta.
Cómo será el ginecólogo? Espero que majo, porque como sea un gilipollas corto la ecografía a mitad. Resoplo pensando en cómo será verlo en pantalla. Seguro que no veo nada. Vero me ha dicho que es uno de los momentos más emocionantes del embarazo… pero para Vero todo es emocionante, hasta cagar por las mañanas. Me sale una carcajada sin poder evitarlo, lo que hace que Quique deje de aprenderse ese puto cartel y me preste un poco de atención.

-De qué te ries? – pregunta extrañado –

-De nada… - sonrío – quieres dejar de leer ese cartel? – exclamo – me estás poniendo negra…

Me mira con cara de sorprendido y vuelve a sentarse a mi lado sin decir nada. Tengo unos cambios de humor bastante curiosos. Como estar subiendo y bajando en un ascensor, más o menos así. La puerta se abre y aparece un doctor, de unos 50 años calculo, con una sonrisa y con su bata blanca impoluta.

-Buenas tarde pareja – estrecha la mano de Quique y después la mía – me han hablado de ti – se dirige a Quique – todo cosas buenas…

-Eso espero… - sonríe tímido… me encanta cuando se avergüenza –

-Bueno papás… - se sienta en su sillón frente a nosotros – nerviosos? – nos mira divertido –

-Un poco… - confieso –

-Es normal… primerizos nada menos… - suspira recostándose en el sillón – recuerdo mi primer hijo… había visto millones de ecografías… - ríe – y estaba como un flan… - veo como Quique sonríe impaciente – no os voy a hacer esperar más… - teclea algo en el ordenador – vamos a realizar la ecografía y luego haremos una serie de comprobaciones para asegurarnos que el embarazo va por buen camino… - me mira sonriente – pasad a la salita, en seguida estoy con vosotros.

Creo que estoy temblando. Tumbada en la camilla, mirando al techo, siento las palpitaciones incesantes en mi pecho. Quique suspira de vez en cuando. Está realmente nervioso, lo que me reconforta, ya no soy yo sola.

-Ya estoy aquí – el médico irrumpe en la habitación – tenéis cara de asustados… - sonríe – venga hombre! – le da una palmadita en el hombro a Quique –

Quique ríe avergonzado.

-Bien Malú, vamos a hacer la ecografía, te voy a echar este gel, está algo frío pero es necesario – asiento –

Busco inconscientemente la mano de Quique, que hace lo mismo conmigo. Sonrío mirándole al ver que hemos hecho los dos lo mismo. Fugazmente, deja un beso en mi frente y suelta un suspiro casi de susto.

-Vamos a ver… - susurra el médico concentrado mirando a esa pantalla en la que yo no veo absolutamente nada –

Unos momentos de tensión se ciernen sobre la habitación. Quique, serio, callado, observa la pantalla concentrado. El médico igual. Por un momento me asusto. Que alguien me diga algo por favor!!

-Eso es… - susurra Quique totalmente anonadado –

-Eso parece… - susurra el médico –

-Qué pasa? – pregunto asustada mirando la pantalla. Al ver que ninguno de los dos contesta, vuelvo a insistir – qué pasa Quique? – pregunto asustada de nuevo –

-Ahí están… - dice el médico paralizando la imagen –

-Dios mío… - Quique observa la pantalla ojiplático –

-Me puede decir alguien qué cojones pasa? – pregunto cabreada –

-Cariño… - me mira y detecto sus ojos un poco empañados – hay dos…

-Cómo dos? – pregunto extrañada –

Miro al médico que observa la pantalla con media sonrisa. Vuelve a verse la imagen en movimiento, o eso parece al ver como parpadean esas sombras grises y negras. Dos? Analízalo Malú. Dos qué? Dos úteros? Dos ovarios? Dos… dos bebés? No, no puede ser. Dos? Miro boquiabierta a Quique que se está riendo con esa risa típica de cuando estás a punto de llorar.

-Ahí están… dos latidos – señala el médico – dos bolsas… mellizos…

-Me… mellizos? – tartamudeo todavía impactada –

-Efectivamente Malú… hay dos fetos… con dos bolsas diferentes… - dice el médico con voz suave – parece que está todo en orden… - mueve ese aparato por mi vientre - tienen un buen latido, todo está en su sitio…  

-Madre mía… - Quique se tapa la boca –

-Toma – el médico le cede el aparatito a Quique – quieres hacerla tú?

Quique mira ilusionado al médico, que le cede su sitio.

-Sabes hacerla? – pregunta el médico y Quique asiente – bien… - sonríe algo enternecido al ver la ilusión con la que Quique mira la pantalla con la imagen fija de antes – os dejo un momento solos para que veáis a los pequeños… o pequeñas con tranquilidad… - me mira tiernamente – enhorabuena…

No me sale ni decir gracias. Dios mío. Dos? Dos de golpe? A mi madre le da un jamacuco… de esta no sale seguro… qué disparate… dos??

-Quique… - susurro casi sin poder hablar – hay dos?

-Si… - contesta emocionado con el ecógrafo en la mano – déjame que te  lo haga yo… - posa el ecógrafo en mi vientre y mira atento a la pantalla – es alucinante… - se ríe de manera nerviosa – hay dos tío… - estalla en una carcajada – dos Malú! – me mira ilusionado – mira… - señala a la pantalla – ves eso?

Afino la vista todavía contrariada. No asumo lo que está pasando. En la pantalla veo algo que se mueve. Dos cosas que se mueven. No sé lo que es, pero estoy extremadamente emocionada.



-Son los dos corazoncitos…

Escuchar esas palabras es suficiente para romper a llorar totalmente emocionada. Escucho a Quique hacer lo mismo. Segundos después, noto los brazos de Quique envolverme y me aferro a él sin poder evitarlo.

-No te cansas de hacerme feliz eh pequeña? – susurra medio llorando -  


Suficiente. Ahora si que soy un mar de lágrimas. Dos. Dos niños! O dos niñas! Dios mío… 

miércoles, 18 de marzo de 2015

CAPÍTULO 180: ¿DÓNDE ESTÁ MI VALENTÍA?

-Hiperventilas

Resoplo y suelto el cuchillo sobre la bancada al escuchar la voz tranquila de Quique. Joder, por qué estoy tan nerviosa? Si están todos deseando que les demos esta noticia. No podíamos esperar más… no hemos querido contárselo a nadie más que a Vero hasta que nuestras familias lo supieran. He estado tentada en ir corriendo a contárselo a mi madre… pero entiendo a Quique. Sus padres también deben saberlo al mismo tiempo y en persona. Así que hoy, sábado, comida familiar en casa. Mis padres y los suyos. Y estoy nerviosa. Nerviosísima. No sé si más por imaginarme los gritos de mi madre o la mirada de la madre de Quique. Madre mía, qué rápido va esto. Y qué hambre tengo joder. Sin fumar desde hace días y con una gula superior a la que suelo tener de normal.

-Tú no estás nervioso? – pregunto incrédula –

-Un poco… - le veo sonreir de medio lado – pero estoy feliz… tú no? – me mira sonriente –

-Crees que se lo imaginan? – sonrío bajando la cabeza –

-Pues no lo sé…

Le observo preparar esa paella que tan bien le sale siempre. De vez en cuando, no puedo evitar acordarme de cómo nos conocimos hace ya más de un año. Me parece todo tan surrealista. Que nuestros caminos se cruzasen ese día y que empezásemos a andar juntos hasta llegar hasta aquí. Hasta el día en que le decimos a nuestros padres que vamos a tener un hijo.

El timbre suena y mis manos comienzan a temblar. Escucho a Quique reírse tímidamente mientras me agarra de la cintura y deja un beso en mi pelo.

-Respira gordita, que nos va a salir hiperactivo el nene…

-Gilipollas… - le doy un manotazo – abre ya! – le ordeno –

Escucho la voz de mi madre e intento serenarme. Ay dios, se va a liar parda. Va a hacer la croqueta por el suelo, la estoy viendo. Sé que tiene tantas ganas de tener un nieto desde hace tiempo… y mi padre, tan serio y tan reflexivo como siempre… va a llorar. Lo estoy viendo. Y si llora mi padre, pues lloro yo seguramente. Esto va a ser una inundación hoy, de una manera o de otra.
Mi madre me mira de una manera extraña cuando me saluda. Interrogante. Sé que lo sospecha. Sé que antes de abrir la boca ya lo intuye. Sé que ya lo sabe, porque me ha mirado la tripa. Salvada por la campana, mis suegros llegan justo a tiempo.

Ahora si que parece estar algo nervioso. Por fin! Creía haberme casado con un témpano de hielo. Sus padres, tan cariñosos como siempre, me saludan. Bien, no hemos ensayado esto. Gran error. Cuando lo decimos? Antes de comer? Después? Durante?

-Gordi, vamos a sentarnos anda, lo decimos durante si quieres…

-Como sabes que estoy pensando en eso? – pregunto sorprendida –

-Eres muy transparente… se te ve en la cara… - me acaricia la mejilla tiernamente – no estés nerviosa anda…

-Es que no puedo esperar… no sé ni qué cara poner… - hablo en voz baja – y si lo decimos antes?

-Lo que tu quieras… - me sonríe – en realidad también estoy deseando decirlo…

Allá vamos. Un momento, quién lo dice? Miro a Quique intentando que sepa lo que pienso, pero creo que estoy poniendo cara de… querer ir al baño? Seguramente estoy poniendo esa cara porque me mira muy raro. Suspiro frustrada. Sus poderes mentales han desaparecido. Habrá que improvisar.

-Qué pinta tiene la paella! – exclama mi padre –

Mi madre me observa detalladamente. No hagas eso mamá. No me mires así, que me lo vas a notar. Qué tontería. Si ya lo sabe. Si nada más verme la cara me ha mirado la tripa. Seré yo así de mayor con mis hijos? Dios… Quique me está mirando. Espera que lo diga yo? A que le pego?

-Emmm… - murmura con voz algo temerosa – queríamos contaros algo antes de empezar… verdad? – me mira haciéndome un gesto para que lo diga yo. Lo voy a matar –

-Si… - le hago un gesto con las cejas para que lo diga él –

Y venga a subir las cejas. Está tonto o qué le pasa? Que no sé como decirlo joder! Que lo digas tú, maldito!

-Podéis dejar de haceros gestos y decirlo ya? – pregunta mi madre –

Nos reímos casi sin querer. Teníamos que estar muy ridículos haciéndonos gestos ahora mismo. Mierda, me sudan las manos. Nunca me sudan las manos. Otro cambio más que me está provocando el embarazo. O quizá solo sea que estoy más nerviosa de lo que lo he estado nunca.

-Malú cariño, cuéntaselo tú.

Hijo de su madre. Lo mato. Ahora las miradas de mis padres y los suyos se dirigen a mí. Pongo los ojos en blanco y resoplo. Bien. Sin medias tintas. Suéltalo de una vez.

-Estoy embarazada.

Así de corto y así de simple. Quique me mira como queriendo decirme: "qué tacto tienes cariño". El silencio se adueña de mi salón por unos segundos. Los suficientes para que esas dos palabras entren por los oídos de mi madre, discurran por las conexiones adecuadas hasta la parte del cerebro donde se procesa la información, se conecten las neuronas necesarias para que su boca se abra y comience a emitir una serie de gritos a unos decibelios que ya quisiera cualquier discoteca de moda. Quique se muere de la risa al verla así. Le va a dar un parraque.

-Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhh iiiiii – se pone a dar palmas mientras se levanta de la silla y viene hacia mi – lo sabía!!!! – exclama agitando las manos – en cuanto te he visto la cara lo sabía!!!

-Pero por qué lo sabías? – pregunto riéndome –


Observo como la madre de Quique está… llorando? Oh no, llantos no, que lloro, que estoy extremadamente sensible. Y, como si de un efecto dominó se tratase, a mi madre comienzan a humedecérsele los ojos. Miro a mi padre que sonríe ampliamente, con los ojos llorosos. Y el padre de Quique también. Y, cuando me quiero dar cuenta, estoy llorando como una gilipollas mientras mi madre me abraza y Quique me observa con gesto tierno. Primer reto conseguido. El siguiente va a ser intentar no llorar por absolutamente todo. Putas hormonas.

sábado, 28 de febrero de 2015

CAPÍTULO 179: TE ODIO A MOMENTOS

Padre. Dios. Voy a ser padre. La sola palabra ya me da vértigo. Y cuánto más lo pienso, más nervioso me pongo. Y más ganas de llorar tengo. Qué momento tan romántico el de ayer, después de hacer el amor con sumo cuidado, cuando nos pusimos a llorar los dos mientras no podíamos parar de reir bromeando lo que pensaría nuestro hijo escuchándonos. Ni un mes casados y ya tenemos 9 meses por delante que se antojan complicados y bonitos a la vez.

Si antes de esto tenía una sensación de responsabilidad que jamás había sentido, ahora todavía más. Antes sentía la responsabilidad de cuidar y hacer feliz a Malú, pero ahora lo siento por partida doble. Joder, qué puntería tengo. Cuando se entere la familia va a pensar que estamos de coña. Pero no, no es coña, Malú está embarazada. De hecho, el desayuno de hoy lo estoy preparando con más esmero del normal. Me he despertado con ella abrazada a mí, durmiendo plácidamente, y he decidido seguir con mi rito de llevarle el desayuno a la cama. Hoy con más motivo.

Subo las escaleras con la bandeja repleta de comida. Me encanta la cara que pone cuando abre los ojos y me ve ahí, como si fuera un camarero, esperando a que se despierte.

-Buenos días mami… - susurro dejando la bandeja en la mesita –

-Mmm… - se revuelve graciosamente –

-Mira lo que le he preparado a mi reina… - me siento al borde de la cama, apartándole el pelo de la cara – unas tostadas ricas, con su zumito de naranja y su…

-Bufff… - resopla abriendo solo un ojo – agg… - se queja – aparta! – grita dando un salto de la cama –

-Pero… - me quedo con cara de póker al ver como sale corriendo y se encierra en el baño –

-Buaggggg… - la escucho vomitar y pongo los ojos en blanco, el cuento no podía ser tan bonito –

-Cariño, estás bien? – abro la puerta y la veo abocada a la taza del váter –

-No puedo oler el tomate… - resopla – buaggggg – vuelve a vomitar –

Mi plan ha sido un fracaso. He conseguido despertar a mi mujer embarazada vomitando. Precioso. El cuento me está quedando precioso. Soy un romeo espectacular.  Niego con la cabeza hasta que la veo aparecer, tocándose la cabeza, toda despeinada. Hasta así está guapa… pero creo que se ha levantado de mal humor.

-Qué asco de vida… - susurra –

-Veo que lo único positivo en este embarazo va a ser el test eh? – digo de broma riéndome hasta que veo su cara de pocos amigos – emm…. – hago un gesto de cerrar la boca –

-Si, cierra la boca mejor… - me apunta con el dedo – dios! – se desploma en la silla – y qué desayuno yo? Todo me da asco…

-Puedo ir a comprar unos churros… - propongo con toda mi buena intención hasta que veo su cara –

-Quieres que vuelva a vomitar? – me mira seria e intento aguantarme la risa – pues no vuelvas a decir la palabra “churro” – asiento aguantándome la risa – esto va a ser siempre así?

-Claro que no cariño… - me pongo detrás de ella acariciando su pelo – solo será al principio…

-Quiero berberechos… - se levanta de la silla directa al frigorífico –

Berberechos? Me miro el reloj. Las 10 de la mañana y quiere berberechos. Mi cara podría resumirse en boca abierta y ojiplático. Más aún cuando veo como, tranquilamente, se abre una lata, coge un tenedor, y comienza a engullir.

-Te clavo el tenedor en el ojo como me sigas mirando así… - dice sin alzar la mirada –

-Si no he dicho nada… pero…

-No puedo con el olor a naranja exprimida, ni con el tomate, ni con las tostadas… - engulle y engulle berberechos – y nuestro hijo tiene que alimentarse y ha decidido que berberechos es la mejor opción…

-Que así sea… - me siento a su lado con gesto divertido, en realidad me divierta verla tan… rara –

-No puedo tomarme ningún jarabe para las náuseas verdad? – dice compungida tras acabarse la lata –

-Los normales no… pero hay uno que si que puedes tomarte… - me mira sorprendida – y va muy bien… quieres que vaya a la farmacia?

-Quieres que te mate si no vas? – contesta irónica –

-A sus órdenes… - pongo los ojos en blanco intentando no reirme – qué bien tener un médico en casa eh? – digo intentando sacarla de sus casillas –

-Desaparece de mi vista y no vuelvas sin ese jarabe, medicucho – contesta seria –

Sonrío enternecido. Me encanta cuando se pone de esa manera tan enfadada y tan graciosa. Le doy un tierno beso en los labios. Por fin ha sonreído. Supongo que las hormonas van a hacer su labor durante todo el embarazo. Tendré que acostumbrarme a esta bipolaridad.



-Bueno… - dejo las llaves sobre la mesita – ahora si que podemos ir a contárselo a tu madre no?

-Puff… - resopla – no sabes cómo se va a poner Quique… - sonrío – el papel ese lo podemos enmarcar no? – señala refiriéndose al análisis que acaba de hacerse – estás enfadado?

Frunzo el ceño extrañado. Por qué pregunta eso ahora? Ah, se me olvidaba, la bipolaridad.

-Enfadado? – pregunto sin entender nada –

-Esta mañana te he hablado fatal… - pone cara de niña – encima que me has cortado las náuseas de golpe con el jarabe ese…

-Ay gordita… - le abrazo cuidadosamente – pero si es normal que me grites, y que me llames de todo… ahora mismo hay un manojo de células dividiéndose en tu útero, tomando forma de persona… eso desestabiliza a cualquiera…

-Deberías dejar de describir a nuestro hijo como “un manojo de células” – dice seria -

-Es verdad… - digo riéndome – pero estás ahora mismo en esa fase… cuando se te pasen las náuseas, verás la vida de otro color… - digo restándole importancia –

-No te vas a enfadar si a veces se me va la pinza verdad? – dice algo preocupada – que presiento que te voy a dar un embarazo muy malo…

-Que no me enfado… - comienzo a darle besos por el cuello – si luego eres adorable cuando me miras así… - imito su mirada de niña – y recapacitas…

-Eres gilipollas… - sonríe avergonzada – te juro que me noto super rara… - se toca la barriga – son sensaciones extrañas…

-Se llama embarazo Malú… - digo de broma sentándome en el sofá –

-Hablo en serio! – dice indignada – cuéntame qué es lo que está pasando en mi cuerpo, tú que sabes de esto… - se tumba a mi lado –

-A ver… - carraspeo – supongamos que estás de un mes más o menos no?... – asiente – tu última regla fue el 21 de mayo… - saco cuentas de cabeza – y estamos a 1 de Julio… estás a punto de empezar la sexta semana de embarazo…

-Ya? – pregunta sorprendida – me tomas el pelo o qué? – me mira incrédula –

-Se suele contar desde la última regla… aunque no sepamos exactamente cuando hicimos esto… - señalo su barriga riéndome – si todo va así… se estará formando su corazoncito…

-En serio? – pregunta ilusionada –

-Y ya se habrán comenzado a formar los riñones… el hígado… - me siento tan raro pensando esto de mi propio hijo – pero ahora mismo medirá algo así como una lenteja…

-Jajajajajaja! – estalla en una carcajada – ves? No me da asco pensar en las lentejas…

-A mí, a partir de ahora, tampoco… - sonrío enternecido – ya se habrán formado las cuencas de los ojitos… las partes que luego serán los brazos y las piernas… pero todo así, en pequeño…

-Qué fuerte… - se toca la tripa con sumo cuidado –

-Mañana podríamos pedir cita con algún ginecólogo… - propongo – yo solo sé lo que se suele hacer por la seguridad social… las fechas en las que se hacen las ecografías y tal… - me quedo pensativo – tengo varios compañeros de carrera ginecólogos, pero ninguno en Madrid…

-No te preocupes… - sonrío – me han recomendado algunos…

-Te has estado informando? – digo sorprendido –

-Vero me ha estado informando – puntualiza – está más ilusionada que yo…

-Jajajajaja! – me río con ganas – lo haremos como tú quieras… - se recuesta sobre mis piernas – se supone que en la seguridad social se hace una analítica y una ecografía cada trimestre… hasta la semana 12 no se suele hacer la primera…

-No puedo esperar tanto… - dice convencida – estará bien verdad?

-Por qué no va a estar bien? – pregunto sorprendido – mejor todavía cuando no vuelvas a fumar…

-No me lo recuerdes… - dice de mala gana – tengo mucho mono… me voy a poner como una foca de la ansiedad…

-Que no… - le resto importancia – además, voy a dejar de fumar yo también… - alza su mirada y me mira incrédula – me solidarizo con mi gorda… - se ríe tapándose la cara – nuestro hijo nos va a conocer con 20 kilos de más a cada uno, pero con los pulmones limpios…

-Gilipollas… - susurra riéndose – y a tus padres cuando vamos a decírselo?


Mis padres. Van a dar saltos. Botes. Creo que es mejor decírselo en persona, pero deberíamos hacerlo con las dos familias a la vez. No sé, se nos ocurrirá algo. O eso creo.

sábado, 21 de febrero de 2015

CAPÍTULO 178: SÉ QUE SOBRARON MOTIVOS

Hoy me siento mucho mejor. Ayer pasé un día tremendo. Entre las náuseas que tenía y lo floja que me sentía… Miro el calendario y sonrío. 30 de Junio. Dentro de nada, se cumplirá un mes de nuestra boda. Y hoy se cumple un mes de esa despedida de soltera tan apoteósica y divertida. Lo que daría por volver a Miami... qué luna de miel tan bonita... desde que hemos vuelto, Quique no para de hacerme detallitos todos los días. Como despertarme con el desayuno en la cama, por ejemplo. Seguro que Quique me tiene alguna preparada para nuestro mes de casados. 30 de Junio. Espera. Se me cambia la cara de repente. Cojo mi iphone nerviosa y abro la aplicación del calendario. No puede ser. Ay dios mío. Malú, respira, respira hondo. Vale… piensa… cuándo te vino la regla? A ver… Mayo… Pero cuando? Mayo… joder… calcula coño… cuento los días con los dedos intentando acordarme de cuando fue la última vez. Antes de la despedida… una semana antes… o quizá unos días más… pero menos de 2 semanas… ahí dios mío… que si, que la he liado… que hace más de un mes que no me viene la regla. De pronto, como si todo encajase, recuerdo las náuseas de ayer, nada más despertarme. Me pongo la mano en la frente. Dios mío…  Pero yo soy gilipollas o qué? A qué estaba esperando para darme cuenta de esto? Estás tonta? Asegúrate. A ver… en junio no me ha venido, eso seguro.  Repasemos… el viaje… no…. Ni antes ni después del viaje… no puede ser. Esta vez si que no hay duda. Joder!! Tengo que llamar a Vero. Dios! Me vino la regla hace… - me quedo pensativa contando los días – 40 días! Si, fue el 21 de Mayo, era Jueves, estuve ese finde jodida, lo recuerdo. Pero si yo soy de que me venga la regla cada 28-30 días!!! Estás chalada Malú! No puede ser!!! Tengo que llamar a Vero. Tengo que llamarla. Tengo que tranquilizarme… respira Malú… inspira… espira… inspira…

-Si?

-Vero! Ay dios mío… no puede ser… no sabía si contártelo… dios mío, soy subnormal!!! – hablo acelerada -

-Malú? Qué pasa?

-La regla Vero… la regla… - digo nerviosa -

-Qué regla? – pregunta extrañada – qué dices Malú?

-Dios! – exclamo frustada – hace 40 días que no me viene la regla! – grito pegando el teléfono a mi boca –

-Cómo? – grita Vero – qué dices???

-Acabo de darme cuenta! Soy tonta!!

-Iiiiii… - la escucho gritar emocionada – estás preñada Lula!!

-Cállate!! Necesito que me traigas un predictor… lo necesito ya… ahora mismo…

-Marchando, no te muevas de casa.

Cuelgo el teléfono y miro a mis perros. Me miran interrogantes. Pensarán, por qué grita nuestra madre? Que por qué grito? QUE POR QUÉ GRITO? Me ha preñado. Dios mío, estoy preñada, no puede ser!! – miro mi barriga – joder, estoy hinchada o estoy paranoica???!!! Me cago en mi vida!! Lo sabía!!! Esto iba a pasar!! No estoy en mis días fértiles, le decía. No pasa nada, le decía. Joder… necesito sentarme… madre mía… - pongo mis manos en mi cabeza – no puede ser… Malú, estás embarazada… ni siquiera sé por qué me hago ese predictor, si lo sé! Las náuseas! Los mareos! El hambre voraz! El sueño! El asco que me daba el olor a mojito el último día en Miami!

Suena el timbre poco después. Tiene que ser Vero. Por favor, que sea ella, que no puedo más y no me queda tila en casa. Abro la puerta y aparece sonriente mostrándome esa cajita con el predictor dentro.

-IIiiiiiii!! – se pone a dar saltitos a mi lado – esto tenía que pasar!!

-Vero! Para! – me pongo la mano en la frente – dios mío… dame eso… - cojo la caja y la inspecciono – no me lo puedo creer… mira mi cara! – me señalo – es la cara de una gilipollas que se da cuenta de estas cosas casi al mes y medio.

-Jajajajaja! – se descojona – vamos, háztelo ahora mismo… - me coge de la mano arrastrándome al baño –

-Quieta… - me paro en seco – debería llamar a Quique… se ha ido con mi hermano a jugar al padel y luego se iban de cervezas con la banda y…

-Podemos - me corta sin hacerme caso - hacer una twitcam y narrar en directo el desenlace… - dice irónica – quieres hacértelo de una vez?? Imagínate su cara cuando venga y se lo cuentes!

-Es verdad… si es negativo… - tuerzo el gesto - la otra vez ya pasó…

-Negativo? – comienza a reírse – Malú, estás preñada… pero quiero verlo!! – me arrastra de nuevo hacia el baño – mea ahí y ahora sales…

La miro con algo de miedo y parece que se da cuenta de lo nerviosa que estoy. Suaviza un poco el gesto y me agarra de las manos.

-Vale… tranquila… - me acaricia el pelo, tengo ganas de llorar – qué quieres que salga? – pregunta comedida –

-Pf… - resoplo sin saber qué decir –

-Yo creo que quieres que sea positivo… - me acaricia la cara y sonrío – por eso estás tan nerviosa… así que entra ahí, que me voy a tener que tomar un Orfidal al final joder!.

Casi me encierra ella en el baño. Me miro al espejo. Es posible que estés embarazada Malú? Es posible? Ay dios… claro que es posible… y tan posible… lo que va a ser imposible es saber cuándo me quedé embarazada… menudo ritmo llevamos… y yo preñada y él ahí, embistiendo mi útero! Dios! Cálmate!... vale… vale… respira… Me sereno como puedo y sigo las instrucciones de la cajita para que el test sea efectivo. A esperar dos minutos. Dios mío… dos minutos… los dos minutos más largos de la historia.

-Está ya? – grita Vero desde fuera –

-Cállate que me pones nerviosa! – grito fuera de mí –

Madre mía. Lo sabía. Sabía que iba a pasar esto. Ha sido casi en el tiempo de descuento. El tiempo justo para no casarme de penalti. O quizá ya estaba embarazada cuando me casé. Va a ser imposible saberlo. Ay joder, la cara de Quique cuando se lo cuente. Dios! Quiero que sea positivo. Que sea positivo por favor! – miro al cielo con las manos cruzadas – Hostia… quiero que sea positivo… qué fuerte… me sorprende ese pensamiento… pero cómo no voy a querer que sea positivo si es de él!! Madre mía, qué ganas de llorar tengo. Doy vueltas en el baño, mirando el reloj, hasta que veo que ya han pasado de largo los dos minutos. Me acerco temerosa al lavabo y cojo entre mis manos el test. Rompo a llorar sin poder evitarlo.

-Nena! Qué pasa? – grita Vero desde fuera –

Saco fuerzas de donde puedo para quitar el pestillo y que Vero entre. Necesito un abrazo ahora mismo. Me observa interrogante y le entrego el test.


-Ahhhhh!!! – grita descontrolada – lo sabía!!!!!



-Bufff… - resopla secándose el pelo con la toalla – qué cansancio llevo encima… tu hermano no se mueve cuando jugamos… menuda paliza me he pegao corriendo... - le observo divertida - voy a tener que buscarme otra pareja para el padel.

Sonrío. Qué nervios joder. Se lo tengo que decir ya. No sé ni cómo no se lo he dicho cuando ha llegado. Quizá porque no sé cómo hacerlo. Le observo coger un libro bastante gordo. Es de medicina. Ay qué mono. Va a estudiar. Pues no, no va a hacerlo.

-Oye… - se gira hacia mí – estás mejor del todo verdad? – toca mi tripa mientras me mira y sonrío – me asustaste ayer… que lo sepas…

-Ya estoy bien… si te lo he dicho esta tarde antes de irte… - sonrío dulcemente –

-Ya… pero te noto algo rara… - me mira alzando las cejas – no te muerdes el labio… - suelto una pequeña carcajada – eso es raro en ti, a esta hora siempre sueles hacerlo… - dice riéndose - todo bien?

-Si… solo estoy algo cansada - sonrío bajando la cabeza – anda, ven a la cama ya…

Vale Malú, tú sigue a lo tuyo. Devuelvo la mirada a esas agujas y sigo haciendo punto. Observo por el rabillo del ojo como Quique se pone el pijama. Se mete en la cama. Ha llegado el momento. Se va a quedar de piedra.

-Oye, qué haces? – me mira extrañado –

-Punto – contesto sin alzar la mirada –

-No sabía que sabías hacerlo… - se ríe – me acuerdo que a mi abuela le encantaba… siempre nos hacía alguna cosa, sobre todo cuando éramos pequeños…

-Podrías probar… es muy relajante… - sonrío – me enseñó mi abuela…

-Amm… - asiente apoyando la espalda en el cabecero de la cama y coge su libro de la mesita - 

Suelto las agujas sobre la mesita y cojo los pequeños patucos de color blanco que he hecho esta tarde. Los miro un segundo y noto mi corazón latir cada vez más fuerte. Me muerdo el labio nerviosa. Sonrío emocionada. Sin decir nada, los pongo sobre la cama.

-Los he hecho esta tarde…

-Mm… - dice antes de levantar la mirada –

Le observo atentamente. Su gesto cambia por completo al ver los patucos. Suelta el libro y, lentamente, coge los patucos con sumo cuidado. Tengo muchas ganas de reirme y llorar a la vez. Suelta una breve risa nerviosa y me mira sorprendido. Le miro con una sonrisa de oreja a oreja, emocionada. Hace un gesto dirigiendo los patucos hacia mi tripa con cara interrogante. Asiento sin decir nada y se queda boquiabierto.

-Estás… - no termina la frase –

-Si… - sonrío emocionada –

-Dios! – exclama mirando los patucos – Dios! – se remueve en la cama – Malú! – se gira hacia mí rápidamente y me abraza de manera dulce – vamos a tener un hijo? – pregunta abrazado a mí –

-Si… - contesto a punto de llorar –

-Pero por qué no me lo has dicho antes? – se separa de mí y veo como están cayéndole un par de lágrimas por las mejillas – Desde cuando lo sabes?

-Pero no llores… - aparto sus lágrimas con mis pulgares – que lloro yo joder… - me pongo a reirme y a llorar a la vez – me he hecho el test esta tarde…

-Pero…

-No quería que pasara lo de la otra vez… - sonrío tímida – y no he podido resistirme… - observo su cara todavía boquiabierto mirando los patucos – reconoce que mi forma de decírtelo ha sido muy romántica…

-Joder… - resopla – Joder… - vuelve a resoplar – Tú sabes lo feliz que soy ahora mismo? – dice ilusionado con los ojos húmedos –

-Por eso me he casado contigo… - sonrío emocionada – sabía que ibas a reaccionar así…

-Pero cómo quieres que reaccione? – pregunta exaltado – Dios! – exclama – que vamos a ser padres!! – dice riéndose – por eso tenías náuseas! - dice con gesto de darse cuenta de repente - de cuánto estás? – pregunta interrogante –

-De verdad esperas que sepa cuándo me has hecho esto? – señalo mi tripa –

-Jajajajajaja – estalla en una carcajada – hola? – se aboca a mi tripa, hablando – hija, perdona por haberte molestado con mis embestidas… pero tu madre está muy buena…

-Quique! – le doy un manotazo en la espalda muerta de risa – no le digas esas cosas! – digo enternecida – como que hija? – pregunto – es que quieres que sea una niña?

-Yo quiero que sea lo que sea… - sonríe mirándome – en el caso de que seas un chico, perdona hijo… - vuelve a hablar a mi tripa – llevaremos más cuidado a partir de ahora…

-Deja de hablarle a mi barriga! – digo riéndome – ay Quique… vamos a poder con esto? – digo algo preocupada –

-Claro que vamos a poder! – dice convencido sentándose a mi altura – te quiero… - acaricia mi cara suavemente –

-Y yo a ti… - intento no llorar –

-Dios… - resopla abrazándose de nuevo a mí – vamos a ser padres Malú…

Vamos a ser padres… dios mío… con las veces que he pensado en cómo sería tener un hijo. Con la de tiempo que llevo teniendo el instinto maternal a flor de piel. Y ahora estoy cagada y feliz a partes iguales. Y miro a Quique y le veo igual que yo. Es perfecto. Es el padre perfecto. 

CAPÍTULO 177: JURAMOS JAMÁS CAER EN ESTA LUNA DE MIEL

-Playita… sol… mojito… - le oigo suspirar – la vida de casado no me esperaba que fuese así… - dice irónico –

-Ya… - sonrío – espera que volvamos a España… que aquí estás tú muy tranquilito… - me mira alzando una ceja – hombre… qué te piensas? Pienso ser una mantenida en cuanto a tareas domésticas…

-Qué morro tienes… - bebe de su mojito sonriendo – no quieres mojito o qué?

-Uf no… no puedo ni olerlo… - digo con cara de asco –

-Qué mal te está sentando el matrimonio… - dice gracioso –

-Tu hígado te agradecería que hicieras lo que yo… - me incorporo en la toalla – que me estás saliendo muy alcohólico…

-No seas exagerada, que esto es una excepción… - se pone las gafas de sol – ya veo mi vida cuando volvamos a casa… - sonríe de medio lado – sin alcohol, limpiando y fregando todo el día, disminuyendo nuestra media de coitos…

-Jajajajajajaja – me arranca una carcajada – eso último no te lo has creído ni tú… - le miro con cara pícara –

-Menos mal… - suspira –

-Aunque creo que la media de este viaje es para frenar un poquito eh? – sonrío – que menudo ritmo…

-Tendrás queja… - dice convencido –

-Y tú? – digo haciéndome la enfadada – tendrás morro… si vas más salido que el pico de una mesa…

-Le dijo la sartén al cazo… - suspira – que en hotel ya nos han puesto mote…

-Qué mote? – le miro extrañada –

-Los señores Grey… - dice riéndose –

-Gilipollas… - me río –

Le observo sonreir, tumbado en la arena, con las gafas de sol puestas y el bañador. Dios, no puedo parar de pensar en lo mismo. Es cierto que estoy salida, muy salida. De hecho, noto calor… y no es por estar torrándonos al sol. Se ha puesto moreno, igual que yo. Y eso le hace estar todavía más bueno. Me acerco sigilosamente hasta tumbarme a su lado. Veo como esboza una pequeña sonrisa.

-Quique… - digo mordiéndome el labio – no te cansas de tomar el sol?

-No – contesta sin mirarme –

-Vaya… - paso una de mis piernas por encima de la suya – yo es que tengo mucho calor…

Suspira sonriendo. Creo que ha pillado lo que quiero decirle.

-Quieres aprovechar las últimas horas en Miami en el hotel no? – pregunta mirándome –

-Algo así… - digo mordiéndome el labio –

-Ese gesto lo tienes que patentar… es muy eficaz… - suspira –

-Entonces… nos vamos? – nunca se me ha dado bien irme por las ramas –

-Ya estás tardando en recoger la toalla… - dice quitándose las gafas de sol y mirándome –



Damos bandazos al entrar a la habitación. Una suite bastante mona, donde llevamos 9 días desde que salimos de Madrid tras estar 3 días en el pueblecito. La verdad es que ha sido una luna de miel… cómo describirla?... muy… aprovechada por nuestra parte. Quizá queda mejor así. Cómo voy a encontrar las palabras adecuadas con esa forma que tiene de agarrarme y levantarme del suelo? Me apoya con fuerza contra el armario, besando mi cuello y mis labios, paseando sus manos por mi trasero, apretando fuerte.

Me aferro a su cuello con fuerza, no dejo que su cara se separe de mi cuello, no quiero que lo haga. Le oigo suspirar cada vez con más fuerza y ni siquiera me ha dejado hacer nada. Creo que esta noche vamos a aprovecharla.

Ya en la cama, con el sobre mí, casi desnuda por completo, se levanta y me mira con cara pícara. No entiendo ese gesto. Se levanta de la cama, semidesnudo, alejándose de mí.

-Donde vas? – digo casi indignada –

-Señora Sánchez… es usted muy impaciente… - aparece con cubo lleno de hielo y una botella de champán dentro – esto habrá que bebérselo no?

-Dios… eres alcohólico… - digo riéndome –

-A mí creo que me interesan más estos hielos… no crees? – vuelve a mirarme con esa cara que no consigo descifrar – esto también me interesa… - coge de la silla el pareo que llevaba en la playa –

-Qué haces? – digo sin entender nada –

-Innovar… - vuelve a arrodillarse en la cama, con el pareo entre las manos – cierra los ojos…

-Quique… - digo con una sonrisa nerviosa –

-Hazme caso… - me pide –

Accedo y cierro los ojos. Noto como se acerca a mí. El pareo roza mis párpados y siento como hace un nudo con el en mi nuca. Estupendo… esto si que no me lo esperaba. Ahora si que somos los señores Grey. Mi respiración está algo acelerada. No sé qué está haciendo ni lo que me espera… pero sé que va a ser bueno. Demasiado bueno. Aunque no puedo evitar estar nerviosa. Mis sentidos se agudizan y escuchar el sonido del hielo. Madre mía… qué calor tengo.

-Date la vuelta… - escucho su voz dulce –

Le obedezco. Le noto a mi lado, arrodillado. De repente, el frío en mi espalda me hace pegar un respingo.

-Ay! – me quejo – Quique! – digo riéndome –

-Schh… - susurra pegado a mi cuello –

Madre mía, creo que me voy a quedar sin respiración. Noto de nuevo el frío en mi nuca y su aliento. Entremezclado. Creo que tiene un hielo en la boca. Piensa hacer esto de verdad? Dios… no sabía que me podía poner más cachonda todavía. Voy notando el frío recorriendo mi espalda mientras sus manos se pasean por mi trasero y mis muslos. Todavía llevo las braguitas puestas, pero me sobran. Mucho. Estiro mis manos totalmente encantada con lo que está haciendo, pegando ligeros respingos cuando noto el frío en los costados. Va descendiendo hasta llegar mis muslos.

-Date la vuelta – me ordena –

Acepto sin rechistar. Esto se pone interesante. Me abre las piernas cuidadosamente. Noto el frío intermitente entre mis muslos. Empiezo a suspirar cada vez más fuerte. Qué sensación tan rara y placentera a la vez. Escucho el sonido del cubo de nuevo. Es posible que el hielo se haya deshecho de lo caliente que estoy? Sí, es posible. Me respondo yo misma, no hace falta ni verlo. De pronto, noto que sube hasta arriba, mis labios notan el frío y doy un respingo. No me lo esperaba. Noto su aliento de nuevo, lo lleva en la boca, no hay duda.

Comienza a bajar por mi cuello. Noto como se coloca sobre mí, con sus rodillas a cada lado de mis caderas, rozándome con las suyas. Creo que está igual de caliente que yo por lo que puedo notar. Desciendo por mi cuello hasta llegar a mis pechos. Creo que podría rayar cristales en este momento. Hace círculos con el hielo sobre los pezones. Estoy muy tentada de quitarme el pareo de los ojos y acabar con esto, ya estoy suficientemente caliente. Pero mi afán por saber qué es lo que va a hacer, me hace tener algo de paciencia. Se detiene bastante sobre mis pechos, que no notan el frío como algo extraño, sino que lo agradecen. Mi abdomen si que se tensa al notar de nuevo el hielo. Escucho como se ríe tímidamente. Llega a mi ombligo y comienzo a respirar algo nerviosa. Está llegando a una zona que creo que, ahora mismo, podría derretir el polo norte. Sus manos cogen con delicadeza mis braguitas y las van bajando por mis piernas. Colaboro en que desaparezcan de mi cuerpo, me sobraban desde hace bastante tiempo. Me pone nerviosa no ver lo que hace. Pero me pone muy cachonda al mismo tiempo este jueguecito.

No ha dicho ni una palabra desde hace rato, solo le oigo respirar sobre mi cuerpo con ese hielo en su boca. Siento como se acerca a mis caderas y mi respiración se acelera. Suelto un gemido cuando noto el frío en la zona. Le escucho reírse y me sale una sonrisa placentera sin querer. Dios… qué sensación… está tan frío y yo estoy tan caliente… Escucho de nuevo el sonido del cubo y no puedo evitar reirme nerviosa. Él también se ríe. Se ha deshecho. Normal. Si estoy con fiebre me parece a mí. De nuevo el hielo se pasea por la zona con total libertad, y yo empiezo a notar que no puedo más… necesito algo más que un hielo, me voy a volver loca. Eleva mis piernas sin avisarme y el frío se reparte por la cara interna de mis muslos. Joder… estoy sudando… qué calor… no puedo más…
Cuando pienso en quitarme ya el pareo, de repente dejo de notar el frío para notar la calidez de sus labios. Gimo con fuerza, no me lo esperaba. Justo a tiempo. Elevo mis brazos hasta tocar el cabecero de la cama, ahora la que se está deshaciendo soy yo. Mueve su lengua por la zona, arrancándome gemidos sin descanso. Qué placer más grande joder. Cómo agradezco haberme casado con alguien a quien le encante hacerme esto. Me revuelvo sobre la cama, elevando mis caderas para intentar que haya más contacto, aunque creo que es imposible. La velocidad de su lengua se vuelve frenética y comienzo a notar como un orgasmo tremendo me va a atravesar. Me agarro con las manos a su cabeza, con fuerza, presionando con mis caderas, hasta que noto esa descarga. El tono de mis gemidos creo que puede escucharse en España ahora mismo, no puedo parar. Noto mi cuerpo temblar por completo y, tras unos segundos, mi respiración entrecortada se abre paso.

No tengo fuerzas ni para quitarme el pareo de los ojos, solo me concentro en respirar. Le noto trepar por mi cuerpo hasta notar sus labios sobre los míos. Sin deshacer el beso, quita lentamente el pareo de mis ojos. Los entreabro despacio mientras sonrío. Nos miramos un segundo y comienza a reírse tímidamente mientras se dirige a dejar tiernos besos por mi cuello.

-Madre mía… - susurro –

-Qué? – alza su mirada hacia mí – tienes frío?

-Frío? – pregunto incrédula –

-Ya sé que no… - se pone a reírse – 3 hielos… y luego soy yo el caliente…

Sonrío pícaramente y algo avergonzada al mismo tiempo. Saco toda la fuerza que tengo y le hago rodar sobre la cama, sentándome sobre sus caderas. Parece que le ha gustado mucho el jueguecito por lo que puedo notar, pero ahora me toca jugar a mí.

-Qué miedo me das cuando me miras así… - dice sonriendo –

-Ahora me toca a mí… - digo decidida y coloco el pañuelo sobre sus ojos –

Resopla con una media sonrisa. Creo que estoy temblando, pero saco toda la decisión que tengo en este momento. Voy a jugar, aunque no creo que pueda hacerlo durante mucho tiempo. Necesito hacerle el amor. Pero le voy a poner nervioso antes. Me pongo un hielo en la boca. Tengo ganas de reirme por lo que voy a hacer. Hasta que escucho como suspira cuando nota el frío sobre su cuerpo. Recorro su cuello, sentada sobre él. Intenta agarrarme las caderas pero se lo impido y pongo sus manos sobre su cabeza. No opone ninguna resistencia. Mientras paseo el hielo por su cuerpo, muevo mis caderas sobre él. Suspira muy fuerte, hace gestos con la cara, entre dolor, desesperación y placer. Me lo estoy pasando bomba haciendo esto. Me deslizo por su cuerpo hasta llegar con el hielo a su abdomen. Su erección es evidente aún con los bóxers puestos. Lentamente, rozo con el hielo el bóxer y suelta un gemido. Sonrío triunfante. Casi sin darle tiempo para pensar, bajo la prenda por su cuerpo, dejando su erección imponente ante mí. Saco el hielo de la boca, esto si que no se lo va a esperar. Mi boca está fría por el hielo, y se estremece al notar como paseo mis labios fríos por su miembro. No sé cuanto voy a poder aguantar esto, me muero de placer y de deseo.

Repito varias veces los movimientos hasta que no puedo más. Sin avisar, sin decirle nada, me siento a horcajadas sobre él y hago lo que quería hacer desde hace ya un rato.

-Dios! – exclama gimiendo –

Sonrío triunfante de nuevo. Aparto el pareo de sus ojos e, instantáneamente, me mira sorprendido. Apoyo mis manos sobre su pecho y comienzo a moverme sobre él.

-No podía más… - susurro pegada a su oído –

-Ni yo… - susurra gimiendo – Joder Malú… no voy a aguantar mucho…

-Un poquito… - digo mimosa –

Me muevo despacio, arriba y abajo, notando como entra y sale de mi cuerpo. Me incorporo y, automáticamente, hace lo mismo. Agarra mi trasero con fuerza y, con la otra mano, mi espalda. Besa mis pechos sin descanso, el ritmo está aumentando por mi parte, necesito más y parece que él también. Así que comienzo a mover mis caderas cada vez más rápido.

-Aggg… - gime con fuerza – sigue… - me suplica –

Cómo voy a parar? No puedo parar de gemir, cada vez más fuerte. Y mis caderas no pueden parar de moverse cada vez más deprisa. Se aferra a mi espalda, pegándome todavía más a su cuerpo. Noto como mueve sus caderas debajo de mí, al mismo ritmo que el mío. Cruzo mis manos por detrás de su cuello. Se tensa, noto como lo hace. No voy a apartarme y lo sabe. No me importa. No podré mantener ese ritmo mucho más, pero quiero correrme así, sobre él, llevando yo el mando.

-Malú… - susurra gimiendo –

-Un poco más… - gimo –

Noto como voy a correrme. Y noto como va a hacerlo él.

-No puedo más… - dice gimiendo –

-Hazlo… - le ordeno –

Me obedece sin decir nada. Al mismo tiempo que noto esa corriente nacer de mis caderas, noto como se corre. Arqueo mi espalda, moviendo mis caderas más despacio cada vez. Apoyo mi cabeza sobre su hombro al terminar de notar ese orgasmo tan tremendo. Se deja caer sobre la cama, arrastrándome con él, ya que no suelta sus manos de mi espalda.

-Me vas a matar… - dice respirando agitadamente –

-Jajajaja… - me da por reirme –

-Buah… - exclama –

Le miro triunfante mientras me hago a un lado y me tumbo pegada a él. Abre sus brazos para envolverme y me abrazo a su cuerpo, que ya parece más tranquilo, respirando con normalidad.

-Me ha gustado mucho la idea que has tenido… - digo sonriendo – así me gusta, que seas un buen marido…

-Y tú eres muy mala… - dice riéndose –

-No lo sabías? – alzo mi cabeza con gesto irónico – iba en la letra pequeña…

-Me encanta que seas así de mala… - me da un beso en el pelo –


Me abrazo más fuerte a él. Estoy agotada, quizá de estar tensa al notar el hielo sobre mi cuerpo. No tardo mucho en dormirme. El último día de nuestra luna de miel. El primer día del resto de nuestra vida juntos.