-Playita… sol… mojito… - le oigo suspirar – la vida de casado
no me esperaba que fuese así… - dice irónico –
-Ya… - sonrío – espera que volvamos a España… que aquí estás
tú muy tranquilito… - me mira alzando una ceja – hombre… qué te piensas? Pienso
ser una mantenida en cuanto a tareas domésticas…
-Qué morro tienes… - bebe de su mojito sonriendo – no quieres
mojito o qué?
-Uf no… no puedo ni olerlo… - digo con cara de asco –
-Qué mal te está sentando el matrimonio… - dice gracioso –
-Tu hígado te agradecería que hicieras lo que yo… - me
incorporo en la toalla – que me estás saliendo muy alcohólico…
-No seas exagerada, que esto es una excepción… - se pone las
gafas de sol – ya veo mi vida cuando volvamos a casa… - sonríe de medio lado –
sin alcohol, limpiando y fregando todo el día, disminuyendo nuestra media de
coitos…
-Jajajajajajaja – me arranca una carcajada – eso último no te
lo has creído ni tú… - le miro con cara pícara –
-Menos mal… - suspira –
-Aunque creo que la media de este viaje es para frenar un
poquito eh? – sonrío – que menudo ritmo…
-Tendrás queja… - dice convencido –
-Y tú? – digo haciéndome la enfadada – tendrás morro… si vas
más salido que el pico de una mesa…
-Le dijo la sartén al cazo… - suspira – que en hotel ya nos
han puesto mote…
-Qué mote? – le miro extrañada –
-Los señores Grey… - dice riéndose –
-Gilipollas… - me río –
Le observo sonreir, tumbado en la arena, con las gafas de sol
puestas y el bañador. Dios, no puedo parar de pensar en lo mismo. Es cierto que
estoy salida, muy salida. De hecho, noto calor… y no es por estar torrándonos
al sol. Se ha puesto moreno, igual que yo. Y eso le hace estar todavía más
bueno. Me acerco sigilosamente hasta tumbarme a su lado. Veo como esboza una
pequeña sonrisa.
-Quique… - digo mordiéndome el labio – no te cansas de tomar
el sol?
-No – contesta sin mirarme –
-Vaya… - paso una de mis piernas por encima de la suya – yo
es que tengo mucho calor…
Suspira sonriendo. Creo que ha pillado lo que quiero decirle.
-Quieres aprovechar las últimas horas en Miami en el hotel
no? – pregunta mirándome –
-Algo así… - digo mordiéndome el labio –
-Ese gesto lo tienes que patentar… es muy eficaz… - suspira –
-Entonces… nos vamos? – nunca se me ha dado bien irme por las
ramas –
-Ya estás tardando en recoger la toalla… - dice quitándose
las gafas de sol y mirándome –
Damos bandazos al entrar a la habitación. Una suite bastante
mona, donde llevamos 9 días desde que salimos de Madrid tras estar 3 días en el
pueblecito. La verdad es que ha sido una luna de miel… cómo describirla?... muy…
aprovechada por nuestra parte. Quizá queda mejor así. Cómo voy a encontrar las
palabras adecuadas con esa forma que tiene de agarrarme y levantarme del suelo?
Me apoya con fuerza contra el armario, besando mi cuello y mis labios, paseando
sus manos por mi trasero, apretando fuerte.
Me aferro a su cuello con fuerza, no dejo que su cara se
separe de mi cuello, no quiero que lo haga. Le oigo suspirar cada vez con más
fuerza y ni siquiera me ha dejado hacer nada. Creo que esta noche vamos a
aprovecharla.
Ya en la cama, con el sobre mí, casi desnuda por completo, se
levanta y me mira con cara pícara. No entiendo ese gesto. Se levanta de la
cama, semidesnudo, alejándose de mí.
-Donde vas? – digo casi indignada –
-Señora Sánchez… es usted muy impaciente… - aparece con cubo lleno
de hielo y una botella de champán dentro – esto habrá que bebérselo no?
-Dios… eres alcohólico… - digo riéndome –
-A mí creo que me interesan más estos hielos… no crees? –
vuelve a mirarme con esa cara que no consigo descifrar – esto también me
interesa… - coge de la silla el pareo que llevaba en la playa –
-Qué haces? – digo sin entender nada –
-Innovar… - vuelve a arrodillarse en la cama, con el pareo
entre las manos – cierra los ojos…
-Quique… - digo con una sonrisa nerviosa –
-Hazme caso… - me pide –
Accedo y cierro los ojos. Noto como se acerca a mí. El pareo
roza mis párpados y siento como hace un nudo con el en mi nuca. Estupendo… esto
si que no me lo esperaba. Ahora si que somos los señores Grey. Mi respiración
está algo acelerada. No sé qué está haciendo ni lo que me espera… pero sé que
va a ser bueno. Demasiado bueno. Aunque no puedo evitar estar nerviosa. Mis
sentidos se agudizan y escuchar el sonido del hielo. Madre mía… qué calor
tengo.
-Date la vuelta… - escucho su voz dulce –
Le obedezco. Le noto a mi lado, arrodillado. De repente, el
frío en mi espalda me hace pegar un respingo.
-Ay! – me quejo – Quique! – digo riéndome –
-Schh… - susurra pegado a mi cuello –
Madre mía, creo que me voy a quedar sin respiración. Noto de
nuevo el frío en mi nuca y su aliento. Entremezclado. Creo que tiene un hielo
en la boca. Piensa hacer esto de verdad? Dios… no sabía que me podía poner más
cachonda todavía. Voy notando el frío recorriendo mi espalda mientras sus manos
se pasean por mi trasero y mis muslos. Todavía llevo las braguitas puestas,
pero me sobran. Mucho. Estiro mis manos totalmente encantada con lo que está
haciendo, pegando ligeros respingos cuando noto el frío en los costados. Va
descendiendo hasta llegar mis muslos.
-Date la vuelta – me ordena –
Acepto sin rechistar. Esto se pone interesante. Me abre las
piernas cuidadosamente. Noto el frío intermitente entre mis muslos. Empiezo a
suspirar cada vez más fuerte. Qué sensación tan rara y placentera a la vez.
Escucho el sonido del cubo de nuevo. Es posible que el hielo se haya deshecho
de lo caliente que estoy? Sí, es posible. Me respondo yo misma, no hace falta
ni verlo. De pronto, noto que sube hasta arriba, mis labios notan el frío y doy
un respingo. No me lo esperaba. Noto su aliento de nuevo, lo lleva en la boca,
no hay duda.
Comienza a bajar por mi cuello. Noto como se coloca sobre mí,
con sus rodillas a cada lado de mis caderas, rozándome con las suyas. Creo que
está igual de caliente que yo por lo que puedo notar. Desciendo por mi cuello
hasta llegar a mis pechos. Creo que podría rayar cristales en este momento.
Hace círculos con el hielo sobre los pezones. Estoy muy tentada de quitarme el
pareo de los ojos y acabar con esto, ya estoy suficientemente caliente. Pero mi
afán por saber qué es lo que va a hacer, me hace tener algo de paciencia. Se
detiene bastante sobre mis pechos, que no notan el frío como algo extraño, sino
que lo agradecen. Mi abdomen si que se tensa al notar de nuevo el hielo.
Escucho como se ríe tímidamente. Llega a mi ombligo y comienzo a respirar algo
nerviosa. Está llegando a una zona que creo que, ahora mismo, podría derretir
el polo norte. Sus manos cogen con delicadeza mis braguitas y las van bajando
por mis piernas. Colaboro en que desaparezcan de mi cuerpo, me sobraban desde
hace bastante tiempo. Me pone nerviosa no ver lo que hace. Pero me pone muy
cachonda al mismo tiempo este jueguecito.
No ha dicho ni una palabra desde hace rato, solo le oigo
respirar sobre mi cuerpo con ese hielo en su boca. Siento como se acerca a mis
caderas y mi respiración se acelera. Suelto un gemido cuando noto el frío en la
zona. Le escucho reírse y me sale una sonrisa placentera sin querer. Dios… qué
sensación… está tan frío y yo estoy tan caliente… Escucho de nuevo el sonido del
cubo y no puedo evitar reirme nerviosa. Él también se ríe. Se ha deshecho.
Normal. Si estoy con fiebre me parece a mí. De nuevo el hielo se pasea por la
zona con total libertad, y yo empiezo a notar que no puedo más… necesito algo
más que un hielo, me voy a volver loca. Eleva mis piernas sin avisarme y el
frío se reparte por la cara interna de mis muslos. Joder… estoy sudando… qué
calor… no puedo más…
Cuando pienso en quitarme ya el pareo, de repente dejo de
notar el frío para notar la calidez de sus labios. Gimo con fuerza, no me lo
esperaba. Justo a tiempo. Elevo mis brazos hasta tocar el cabecero de la cama,
ahora la que se está deshaciendo soy yo. Mueve su lengua por la zona,
arrancándome gemidos sin descanso. Qué placer más grande joder. Cómo agradezco
haberme casado con alguien a quien le encante hacerme esto. Me revuelvo sobre
la cama, elevando mis caderas para intentar que haya más contacto, aunque creo
que es imposible. La velocidad de su lengua se vuelve frenética y comienzo a
notar como un orgasmo tremendo me va a atravesar. Me agarro con las manos a su
cabeza, con fuerza, presionando con mis caderas, hasta que noto esa descarga.
El tono de mis gemidos creo que puede escucharse en España ahora mismo, no
puedo parar. Noto mi cuerpo temblar por completo y, tras unos segundos, mi
respiración entrecortada se abre paso.
No tengo fuerzas ni para quitarme el pareo de los ojos, solo
me concentro en respirar. Le noto trepar por mi cuerpo hasta notar sus labios
sobre los míos. Sin deshacer el beso, quita lentamente el pareo de mis ojos.
Los entreabro despacio mientras sonrío. Nos miramos un segundo y comienza a reírse
tímidamente mientras se dirige a dejar tiernos besos por mi cuello.
-Madre mía… - susurro –
-Qué? – alza su mirada hacia mí – tienes frío?
-Frío? – pregunto incrédula –
-Ya sé que no… - se pone a reírse – 3 hielos… y luego soy yo
el caliente…
Sonrío pícaramente y algo avergonzada al mismo tiempo. Saco
toda la fuerza que tengo y le hago rodar sobre la cama, sentándome sobre sus
caderas. Parece que le ha gustado mucho el jueguecito por lo que puedo notar,
pero ahora me toca jugar a mí.
-Qué miedo me das cuando me miras así… - dice sonriendo –
-Ahora me toca a mí… - digo decidida y coloco el pañuelo
sobre sus ojos –
Resopla con una media sonrisa. Creo que estoy temblando, pero
saco toda la decisión que tengo en este momento. Voy a jugar, aunque no creo
que pueda hacerlo durante mucho tiempo. Necesito hacerle el amor. Pero le voy a
poner nervioso antes. Me pongo un hielo en la boca. Tengo ganas de reirme por
lo que voy a hacer. Hasta que escucho como suspira cuando nota el frío sobre su
cuerpo. Recorro su cuello, sentada sobre él. Intenta agarrarme las caderas pero
se lo impido y pongo sus manos sobre su cabeza. No opone ninguna resistencia.
Mientras paseo el hielo por su cuerpo, muevo mis caderas sobre él. Suspira muy
fuerte, hace gestos con la cara, entre dolor, desesperación y placer. Me lo
estoy pasando bomba haciendo esto. Me deslizo por su cuerpo hasta llegar con el
hielo a su abdomen. Su erección es evidente aún con los bóxers puestos.
Lentamente, rozo con el hielo el bóxer y suelta un gemido. Sonrío triunfante.
Casi sin darle tiempo para pensar, bajo la prenda por su cuerpo, dejando su
erección imponente ante mí. Saco el hielo de la boca, esto si que no se lo va a
esperar. Mi boca está fría por el hielo, y se estremece al notar como paseo mis
labios fríos por su miembro. No sé cuanto voy a poder aguantar esto, me muero
de placer y de deseo.
Repito varias veces los movimientos hasta que no puedo más.
Sin avisar, sin decirle nada, me siento a horcajadas sobre él y hago lo que
quería hacer desde hace ya un rato.
-Dios! – exclama gimiendo –
Sonrío triunfante de nuevo. Aparto el pareo de sus ojos e,
instantáneamente, me mira sorprendido. Apoyo mis manos sobre su pecho y
comienzo a moverme sobre él.
-No podía más… - susurro pegada a su oído –
-Ni yo… - susurra gimiendo – Joder Malú… no voy a aguantar
mucho…
-Un poquito… - digo mimosa –
Me muevo despacio, arriba y abajo, notando como entra y sale
de mi cuerpo. Me incorporo y, automáticamente, hace lo mismo. Agarra mi trasero
con fuerza y, con la otra mano, mi espalda. Besa mis pechos sin descanso, el
ritmo está aumentando por mi parte, necesito más y parece que él también. Así
que comienzo a mover mis caderas cada vez más rápido.
-Aggg… - gime con fuerza – sigue… - me suplica –
Cómo voy a parar? No puedo parar de gemir, cada vez más
fuerte. Y mis caderas no pueden parar de moverse cada vez más deprisa. Se
aferra a mi espalda, pegándome todavía más a su cuerpo. Noto como mueve sus
caderas debajo de mí, al mismo ritmo que el mío. Cruzo mis manos por detrás de
su cuello. Se tensa, noto como lo hace. No voy a apartarme y lo sabe. No me
importa. No podré mantener ese ritmo mucho más, pero quiero correrme así, sobre
él, llevando yo el mando.
-Malú… - susurra gimiendo –
-Un poco más… - gimo –
Noto como voy a correrme. Y noto como va a hacerlo él.
-No puedo más… - dice gimiendo –
-Hazlo… - le ordeno –
Me obedece sin decir nada. Al mismo tiempo que noto esa
corriente nacer de mis caderas, noto como se corre. Arqueo mi espalda, moviendo
mis caderas más despacio cada vez. Apoyo mi cabeza sobre su hombro al terminar
de notar ese orgasmo tan tremendo. Se deja caer sobre la cama, arrastrándome
con él, ya que no suelta sus manos de mi espalda.
-Me vas a matar… - dice respirando agitadamente –
-Jajajaja… - me da por reirme –
-Buah… - exclama –
Le miro triunfante mientras me hago a un lado y me tumbo
pegada a él. Abre sus brazos para envolverme y me abrazo a su cuerpo, que ya
parece más tranquilo, respirando con normalidad.
-Me ha gustado mucho la idea que has tenido… - digo sonriendo
– así me gusta, que seas un buen marido…
-Y tú eres muy mala… - dice riéndose –
-No lo sabías? – alzo mi cabeza con gesto irónico – iba en la
letra pequeña…
-Me encanta que seas así de mala… - me da un beso en el pelo –
Me abrazo más fuerte a él. Estoy agotada, quizá de estar
tensa al notar el hielo sobre mi cuerpo. No tardo mucho en dormirme. El último
día de nuestra luna de miel. El primer día del resto de nuestra vida juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario