sábado, 28 de febrero de 2015

CAPÍTULO 179: TE ODIO A MOMENTOS

Padre. Dios. Voy a ser padre. La sola palabra ya me da vértigo. Y cuánto más lo pienso, más nervioso me pongo. Y más ganas de llorar tengo. Qué momento tan romántico el de ayer, después de hacer el amor con sumo cuidado, cuando nos pusimos a llorar los dos mientras no podíamos parar de reir bromeando lo que pensaría nuestro hijo escuchándonos. Ni un mes casados y ya tenemos 9 meses por delante que se antojan complicados y bonitos a la vez.

Si antes de esto tenía una sensación de responsabilidad que jamás había sentido, ahora todavía más. Antes sentía la responsabilidad de cuidar y hacer feliz a Malú, pero ahora lo siento por partida doble. Joder, qué puntería tengo. Cuando se entere la familia va a pensar que estamos de coña. Pero no, no es coña, Malú está embarazada. De hecho, el desayuno de hoy lo estoy preparando con más esmero del normal. Me he despertado con ella abrazada a mí, durmiendo plácidamente, y he decidido seguir con mi rito de llevarle el desayuno a la cama. Hoy con más motivo.

Subo las escaleras con la bandeja repleta de comida. Me encanta la cara que pone cuando abre los ojos y me ve ahí, como si fuera un camarero, esperando a que se despierte.

-Buenos días mami… - susurro dejando la bandeja en la mesita –

-Mmm… - se revuelve graciosamente –

-Mira lo que le he preparado a mi reina… - me siento al borde de la cama, apartándole el pelo de la cara – unas tostadas ricas, con su zumito de naranja y su…

-Bufff… - resopla abriendo solo un ojo – agg… - se queja – aparta! – grita dando un salto de la cama –

-Pero… - me quedo con cara de póker al ver como sale corriendo y se encierra en el baño –

-Buaggggg… - la escucho vomitar y pongo los ojos en blanco, el cuento no podía ser tan bonito –

-Cariño, estás bien? – abro la puerta y la veo abocada a la taza del váter –

-No puedo oler el tomate… - resopla – buaggggg – vuelve a vomitar –

Mi plan ha sido un fracaso. He conseguido despertar a mi mujer embarazada vomitando. Precioso. El cuento me está quedando precioso. Soy un romeo espectacular.  Niego con la cabeza hasta que la veo aparecer, tocándose la cabeza, toda despeinada. Hasta así está guapa… pero creo que se ha levantado de mal humor.

-Qué asco de vida… - susurra –

-Veo que lo único positivo en este embarazo va a ser el test eh? – digo de broma riéndome hasta que veo su cara de pocos amigos – emm…. – hago un gesto de cerrar la boca –

-Si, cierra la boca mejor… - me apunta con el dedo – dios! – se desploma en la silla – y qué desayuno yo? Todo me da asco…

-Puedo ir a comprar unos churros… - propongo con toda mi buena intención hasta que veo su cara –

-Quieres que vuelva a vomitar? – me mira seria e intento aguantarme la risa – pues no vuelvas a decir la palabra “churro” – asiento aguantándome la risa – esto va a ser siempre así?

-Claro que no cariño… - me pongo detrás de ella acariciando su pelo – solo será al principio…

-Quiero berberechos… - se levanta de la silla directa al frigorífico –

Berberechos? Me miro el reloj. Las 10 de la mañana y quiere berberechos. Mi cara podría resumirse en boca abierta y ojiplático. Más aún cuando veo como, tranquilamente, se abre una lata, coge un tenedor, y comienza a engullir.

-Te clavo el tenedor en el ojo como me sigas mirando así… - dice sin alzar la mirada –

-Si no he dicho nada… pero…

-No puedo con el olor a naranja exprimida, ni con el tomate, ni con las tostadas… - engulle y engulle berberechos – y nuestro hijo tiene que alimentarse y ha decidido que berberechos es la mejor opción…

-Que así sea… - me siento a su lado con gesto divertido, en realidad me divierta verla tan… rara –

-No puedo tomarme ningún jarabe para las náuseas verdad? – dice compungida tras acabarse la lata –

-Los normales no… pero hay uno que si que puedes tomarte… - me mira sorprendida – y va muy bien… quieres que vaya a la farmacia?

-Quieres que te mate si no vas? – contesta irónica –

-A sus órdenes… - pongo los ojos en blanco intentando no reirme – qué bien tener un médico en casa eh? – digo intentando sacarla de sus casillas –

-Desaparece de mi vista y no vuelvas sin ese jarabe, medicucho – contesta seria –

Sonrío enternecido. Me encanta cuando se pone de esa manera tan enfadada y tan graciosa. Le doy un tierno beso en los labios. Por fin ha sonreído. Supongo que las hormonas van a hacer su labor durante todo el embarazo. Tendré que acostumbrarme a esta bipolaridad.



-Bueno… - dejo las llaves sobre la mesita – ahora si que podemos ir a contárselo a tu madre no?

-Puff… - resopla – no sabes cómo se va a poner Quique… - sonrío – el papel ese lo podemos enmarcar no? – señala refiriéndose al análisis que acaba de hacerse – estás enfadado?

Frunzo el ceño extrañado. Por qué pregunta eso ahora? Ah, se me olvidaba, la bipolaridad.

-Enfadado? – pregunto sin entender nada –

-Esta mañana te he hablado fatal… - pone cara de niña – encima que me has cortado las náuseas de golpe con el jarabe ese…

-Ay gordita… - le abrazo cuidadosamente – pero si es normal que me grites, y que me llames de todo… ahora mismo hay un manojo de células dividiéndose en tu útero, tomando forma de persona… eso desestabiliza a cualquiera…

-Deberías dejar de describir a nuestro hijo como “un manojo de células” – dice seria -

-Es verdad… - digo riéndome – pero estás ahora mismo en esa fase… cuando se te pasen las náuseas, verás la vida de otro color… - digo restándole importancia –

-No te vas a enfadar si a veces se me va la pinza verdad? – dice algo preocupada – que presiento que te voy a dar un embarazo muy malo…

-Que no me enfado… - comienzo a darle besos por el cuello – si luego eres adorable cuando me miras así… - imito su mirada de niña – y recapacitas…

-Eres gilipollas… - sonríe avergonzada – te juro que me noto super rara… - se toca la barriga – son sensaciones extrañas…

-Se llama embarazo Malú… - digo de broma sentándome en el sofá –

-Hablo en serio! – dice indignada – cuéntame qué es lo que está pasando en mi cuerpo, tú que sabes de esto… - se tumba a mi lado –

-A ver… - carraspeo – supongamos que estás de un mes más o menos no?... – asiente – tu última regla fue el 21 de mayo… - saco cuentas de cabeza – y estamos a 1 de Julio… estás a punto de empezar la sexta semana de embarazo…

-Ya? – pregunta sorprendida – me tomas el pelo o qué? – me mira incrédula –

-Se suele contar desde la última regla… aunque no sepamos exactamente cuando hicimos esto… - señalo su barriga riéndome – si todo va así… se estará formando su corazoncito…

-En serio? – pregunta ilusionada –

-Y ya se habrán comenzado a formar los riñones… el hígado… - me siento tan raro pensando esto de mi propio hijo – pero ahora mismo medirá algo así como una lenteja…

-Jajajajajaja! – estalla en una carcajada – ves? No me da asco pensar en las lentejas…

-A mí, a partir de ahora, tampoco… - sonrío enternecido – ya se habrán formado las cuencas de los ojitos… las partes que luego serán los brazos y las piernas… pero todo así, en pequeño…

-Qué fuerte… - se toca la tripa con sumo cuidado –

-Mañana podríamos pedir cita con algún ginecólogo… - propongo – yo solo sé lo que se suele hacer por la seguridad social… las fechas en las que se hacen las ecografías y tal… - me quedo pensativo – tengo varios compañeros de carrera ginecólogos, pero ninguno en Madrid…

-No te preocupes… - sonrío – me han recomendado algunos…

-Te has estado informando? – digo sorprendido –

-Vero me ha estado informando – puntualiza – está más ilusionada que yo…

-Jajajajaja! – me río con ganas – lo haremos como tú quieras… - se recuesta sobre mis piernas – se supone que en la seguridad social se hace una analítica y una ecografía cada trimestre… hasta la semana 12 no se suele hacer la primera…

-No puedo esperar tanto… - dice convencida – estará bien verdad?

-Por qué no va a estar bien? – pregunto sorprendido – mejor todavía cuando no vuelvas a fumar…

-No me lo recuerdes… - dice de mala gana – tengo mucho mono… me voy a poner como una foca de la ansiedad…

-Que no… - le resto importancia – además, voy a dejar de fumar yo también… - alza su mirada y me mira incrédula – me solidarizo con mi gorda… - se ríe tapándose la cara – nuestro hijo nos va a conocer con 20 kilos de más a cada uno, pero con los pulmones limpios…

-Gilipollas… - susurra riéndose – y a tus padres cuando vamos a decírselo?


Mis padres. Van a dar saltos. Botes. Creo que es mejor decírselo en persona, pero deberíamos hacerlo con las dos familias a la vez. No sé, se nos ocurrirá algo. O eso creo.

sábado, 21 de febrero de 2015

CAPÍTULO 178: SÉ QUE SOBRARON MOTIVOS

Hoy me siento mucho mejor. Ayer pasé un día tremendo. Entre las náuseas que tenía y lo floja que me sentía… Miro el calendario y sonrío. 30 de Junio. Dentro de nada, se cumplirá un mes de nuestra boda. Y hoy se cumple un mes de esa despedida de soltera tan apoteósica y divertida. Lo que daría por volver a Miami... qué luna de miel tan bonita... desde que hemos vuelto, Quique no para de hacerme detallitos todos los días. Como despertarme con el desayuno en la cama, por ejemplo. Seguro que Quique me tiene alguna preparada para nuestro mes de casados. 30 de Junio. Espera. Se me cambia la cara de repente. Cojo mi iphone nerviosa y abro la aplicación del calendario. No puede ser. Ay dios mío. Malú, respira, respira hondo. Vale… piensa… cuándo te vino la regla? A ver… Mayo… Pero cuando? Mayo… joder… calcula coño… cuento los días con los dedos intentando acordarme de cuando fue la última vez. Antes de la despedida… una semana antes… o quizá unos días más… pero menos de 2 semanas… ahí dios mío… que si, que la he liado… que hace más de un mes que no me viene la regla. De pronto, como si todo encajase, recuerdo las náuseas de ayer, nada más despertarme. Me pongo la mano en la frente. Dios mío…  Pero yo soy gilipollas o qué? A qué estaba esperando para darme cuenta de esto? Estás tonta? Asegúrate. A ver… en junio no me ha venido, eso seguro.  Repasemos… el viaje… no…. Ni antes ni después del viaje… no puede ser. Esta vez si que no hay duda. Joder!! Tengo que llamar a Vero. Dios! Me vino la regla hace… - me quedo pensativa contando los días – 40 días! Si, fue el 21 de Mayo, era Jueves, estuve ese finde jodida, lo recuerdo. Pero si yo soy de que me venga la regla cada 28-30 días!!! Estás chalada Malú! No puede ser!!! Tengo que llamar a Vero. Tengo que llamarla. Tengo que tranquilizarme… respira Malú… inspira… espira… inspira…

-Si?

-Vero! Ay dios mío… no puede ser… no sabía si contártelo… dios mío, soy subnormal!!! – hablo acelerada -

-Malú? Qué pasa?

-La regla Vero… la regla… - digo nerviosa -

-Qué regla? – pregunta extrañada – qué dices Malú?

-Dios! – exclamo frustada – hace 40 días que no me viene la regla! – grito pegando el teléfono a mi boca –

-Cómo? – grita Vero – qué dices???

-Acabo de darme cuenta! Soy tonta!!

-Iiiiii… - la escucho gritar emocionada – estás preñada Lula!!

-Cállate!! Necesito que me traigas un predictor… lo necesito ya… ahora mismo…

-Marchando, no te muevas de casa.

Cuelgo el teléfono y miro a mis perros. Me miran interrogantes. Pensarán, por qué grita nuestra madre? Que por qué grito? QUE POR QUÉ GRITO? Me ha preñado. Dios mío, estoy preñada, no puede ser!! – miro mi barriga – joder, estoy hinchada o estoy paranoica???!!! Me cago en mi vida!! Lo sabía!!! Esto iba a pasar!! No estoy en mis días fértiles, le decía. No pasa nada, le decía. Joder… necesito sentarme… madre mía… - pongo mis manos en mi cabeza – no puede ser… Malú, estás embarazada… ni siquiera sé por qué me hago ese predictor, si lo sé! Las náuseas! Los mareos! El hambre voraz! El sueño! El asco que me daba el olor a mojito el último día en Miami!

Suena el timbre poco después. Tiene que ser Vero. Por favor, que sea ella, que no puedo más y no me queda tila en casa. Abro la puerta y aparece sonriente mostrándome esa cajita con el predictor dentro.

-IIiiiiiii!! – se pone a dar saltitos a mi lado – esto tenía que pasar!!

-Vero! Para! – me pongo la mano en la frente – dios mío… dame eso… - cojo la caja y la inspecciono – no me lo puedo creer… mira mi cara! – me señalo – es la cara de una gilipollas que se da cuenta de estas cosas casi al mes y medio.

-Jajajajaja! – se descojona – vamos, háztelo ahora mismo… - me coge de la mano arrastrándome al baño –

-Quieta… - me paro en seco – debería llamar a Quique… se ha ido con mi hermano a jugar al padel y luego se iban de cervezas con la banda y…

-Podemos - me corta sin hacerme caso - hacer una twitcam y narrar en directo el desenlace… - dice irónica – quieres hacértelo de una vez?? Imagínate su cara cuando venga y se lo cuentes!

-Es verdad… si es negativo… - tuerzo el gesto - la otra vez ya pasó…

-Negativo? – comienza a reírse – Malú, estás preñada… pero quiero verlo!! – me arrastra de nuevo hacia el baño – mea ahí y ahora sales…

La miro con algo de miedo y parece que se da cuenta de lo nerviosa que estoy. Suaviza un poco el gesto y me agarra de las manos.

-Vale… tranquila… - me acaricia el pelo, tengo ganas de llorar – qué quieres que salga? – pregunta comedida –

-Pf… - resoplo sin saber qué decir –

-Yo creo que quieres que sea positivo… - me acaricia la cara y sonrío – por eso estás tan nerviosa… así que entra ahí, que me voy a tener que tomar un Orfidal al final joder!.

Casi me encierra ella en el baño. Me miro al espejo. Es posible que estés embarazada Malú? Es posible? Ay dios… claro que es posible… y tan posible… lo que va a ser imposible es saber cuándo me quedé embarazada… menudo ritmo llevamos… y yo preñada y él ahí, embistiendo mi útero! Dios! Cálmate!... vale… vale… respira… Me sereno como puedo y sigo las instrucciones de la cajita para que el test sea efectivo. A esperar dos minutos. Dios mío… dos minutos… los dos minutos más largos de la historia.

-Está ya? – grita Vero desde fuera –

-Cállate que me pones nerviosa! – grito fuera de mí –

Madre mía. Lo sabía. Sabía que iba a pasar esto. Ha sido casi en el tiempo de descuento. El tiempo justo para no casarme de penalti. O quizá ya estaba embarazada cuando me casé. Va a ser imposible saberlo. Ay joder, la cara de Quique cuando se lo cuente. Dios! Quiero que sea positivo. Que sea positivo por favor! – miro al cielo con las manos cruzadas – Hostia… quiero que sea positivo… qué fuerte… me sorprende ese pensamiento… pero cómo no voy a querer que sea positivo si es de él!! Madre mía, qué ganas de llorar tengo. Doy vueltas en el baño, mirando el reloj, hasta que veo que ya han pasado de largo los dos minutos. Me acerco temerosa al lavabo y cojo entre mis manos el test. Rompo a llorar sin poder evitarlo.

-Nena! Qué pasa? – grita Vero desde fuera –

Saco fuerzas de donde puedo para quitar el pestillo y que Vero entre. Necesito un abrazo ahora mismo. Me observa interrogante y le entrego el test.


-Ahhhhh!!! – grita descontrolada – lo sabía!!!!!



-Bufff… - resopla secándose el pelo con la toalla – qué cansancio llevo encima… tu hermano no se mueve cuando jugamos… menuda paliza me he pegao corriendo... - le observo divertida - voy a tener que buscarme otra pareja para el padel.

Sonrío. Qué nervios joder. Se lo tengo que decir ya. No sé ni cómo no se lo he dicho cuando ha llegado. Quizá porque no sé cómo hacerlo. Le observo coger un libro bastante gordo. Es de medicina. Ay qué mono. Va a estudiar. Pues no, no va a hacerlo.

-Oye… - se gira hacia mí – estás mejor del todo verdad? – toca mi tripa mientras me mira y sonrío – me asustaste ayer… que lo sepas…

-Ya estoy bien… si te lo he dicho esta tarde antes de irte… - sonrío dulcemente –

-Ya… pero te noto algo rara… - me mira alzando las cejas – no te muerdes el labio… - suelto una pequeña carcajada – eso es raro en ti, a esta hora siempre sueles hacerlo… - dice riéndose - todo bien?

-Si… solo estoy algo cansada - sonrío bajando la cabeza – anda, ven a la cama ya…

Vale Malú, tú sigue a lo tuyo. Devuelvo la mirada a esas agujas y sigo haciendo punto. Observo por el rabillo del ojo como Quique se pone el pijama. Se mete en la cama. Ha llegado el momento. Se va a quedar de piedra.

-Oye, qué haces? – me mira extrañado –

-Punto – contesto sin alzar la mirada –

-No sabía que sabías hacerlo… - se ríe – me acuerdo que a mi abuela le encantaba… siempre nos hacía alguna cosa, sobre todo cuando éramos pequeños…

-Podrías probar… es muy relajante… - sonrío – me enseñó mi abuela…

-Amm… - asiente apoyando la espalda en el cabecero de la cama y coge su libro de la mesita - 

Suelto las agujas sobre la mesita y cojo los pequeños patucos de color blanco que he hecho esta tarde. Los miro un segundo y noto mi corazón latir cada vez más fuerte. Me muerdo el labio nerviosa. Sonrío emocionada. Sin decir nada, los pongo sobre la cama.

-Los he hecho esta tarde…

-Mm… - dice antes de levantar la mirada –

Le observo atentamente. Su gesto cambia por completo al ver los patucos. Suelta el libro y, lentamente, coge los patucos con sumo cuidado. Tengo muchas ganas de reirme y llorar a la vez. Suelta una breve risa nerviosa y me mira sorprendido. Le miro con una sonrisa de oreja a oreja, emocionada. Hace un gesto dirigiendo los patucos hacia mi tripa con cara interrogante. Asiento sin decir nada y se queda boquiabierto.

-Estás… - no termina la frase –

-Si… - sonrío emocionada –

-Dios! – exclama mirando los patucos – Dios! – se remueve en la cama – Malú! – se gira hacia mí rápidamente y me abraza de manera dulce – vamos a tener un hijo? – pregunta abrazado a mí –

-Si… - contesto a punto de llorar –

-Pero por qué no me lo has dicho antes? – se separa de mí y veo como están cayéndole un par de lágrimas por las mejillas – Desde cuando lo sabes?

-Pero no llores… - aparto sus lágrimas con mis pulgares – que lloro yo joder… - me pongo a reirme y a llorar a la vez – me he hecho el test esta tarde…

-Pero…

-No quería que pasara lo de la otra vez… - sonrío tímida – y no he podido resistirme… - observo su cara todavía boquiabierto mirando los patucos – reconoce que mi forma de decírtelo ha sido muy romántica…

-Joder… - resopla – Joder… - vuelve a resoplar – Tú sabes lo feliz que soy ahora mismo? – dice ilusionado con los ojos húmedos –

-Por eso me he casado contigo… - sonrío emocionada – sabía que ibas a reaccionar así…

-Pero cómo quieres que reaccione? – pregunta exaltado – Dios! – exclama – que vamos a ser padres!! – dice riéndose – por eso tenías náuseas! - dice con gesto de darse cuenta de repente - de cuánto estás? – pregunta interrogante –

-De verdad esperas que sepa cuándo me has hecho esto? – señalo mi tripa –

-Jajajajajaja – estalla en una carcajada – hola? – se aboca a mi tripa, hablando – hija, perdona por haberte molestado con mis embestidas… pero tu madre está muy buena…

-Quique! – le doy un manotazo en la espalda muerta de risa – no le digas esas cosas! – digo enternecida – como que hija? – pregunto – es que quieres que sea una niña?

-Yo quiero que sea lo que sea… - sonríe mirándome – en el caso de que seas un chico, perdona hijo… - vuelve a hablar a mi tripa – llevaremos más cuidado a partir de ahora…

-Deja de hablarle a mi barriga! – digo riéndome – ay Quique… vamos a poder con esto? – digo algo preocupada –

-Claro que vamos a poder! – dice convencido sentándose a mi altura – te quiero… - acaricia mi cara suavemente –

-Y yo a ti… - intento no llorar –

-Dios… - resopla abrazándose de nuevo a mí – vamos a ser padres Malú…

Vamos a ser padres… dios mío… con las veces que he pensado en cómo sería tener un hijo. Con la de tiempo que llevo teniendo el instinto maternal a flor de piel. Y ahora estoy cagada y feliz a partes iguales. Y miro a Quique y le veo igual que yo. Es perfecto. Es el padre perfecto. 

CAPÍTULO 177: JURAMOS JAMÁS CAER EN ESTA LUNA DE MIEL

-Playita… sol… mojito… - le oigo suspirar – la vida de casado no me esperaba que fuese así… - dice irónico –

-Ya… - sonrío – espera que volvamos a España… que aquí estás tú muy tranquilito… - me mira alzando una ceja – hombre… qué te piensas? Pienso ser una mantenida en cuanto a tareas domésticas…

-Qué morro tienes… - bebe de su mojito sonriendo – no quieres mojito o qué?

-Uf no… no puedo ni olerlo… - digo con cara de asco –

-Qué mal te está sentando el matrimonio… - dice gracioso –

-Tu hígado te agradecería que hicieras lo que yo… - me incorporo en la toalla – que me estás saliendo muy alcohólico…

-No seas exagerada, que esto es una excepción… - se pone las gafas de sol – ya veo mi vida cuando volvamos a casa… - sonríe de medio lado – sin alcohol, limpiando y fregando todo el día, disminuyendo nuestra media de coitos…

-Jajajajajajaja – me arranca una carcajada – eso último no te lo has creído ni tú… - le miro con cara pícara –

-Menos mal… - suspira –

-Aunque creo que la media de este viaje es para frenar un poquito eh? – sonrío – que menudo ritmo…

-Tendrás queja… - dice convencido –

-Y tú? – digo haciéndome la enfadada – tendrás morro… si vas más salido que el pico de una mesa…

-Le dijo la sartén al cazo… - suspira – que en hotel ya nos han puesto mote…

-Qué mote? – le miro extrañada –

-Los señores Grey… - dice riéndose –

-Gilipollas… - me río –

Le observo sonreir, tumbado en la arena, con las gafas de sol puestas y el bañador. Dios, no puedo parar de pensar en lo mismo. Es cierto que estoy salida, muy salida. De hecho, noto calor… y no es por estar torrándonos al sol. Se ha puesto moreno, igual que yo. Y eso le hace estar todavía más bueno. Me acerco sigilosamente hasta tumbarme a su lado. Veo como esboza una pequeña sonrisa.

-Quique… - digo mordiéndome el labio – no te cansas de tomar el sol?

-No – contesta sin mirarme –

-Vaya… - paso una de mis piernas por encima de la suya – yo es que tengo mucho calor…

Suspira sonriendo. Creo que ha pillado lo que quiero decirle.

-Quieres aprovechar las últimas horas en Miami en el hotel no? – pregunta mirándome –

-Algo así… - digo mordiéndome el labio –

-Ese gesto lo tienes que patentar… es muy eficaz… - suspira –

-Entonces… nos vamos? – nunca se me ha dado bien irme por las ramas –

-Ya estás tardando en recoger la toalla… - dice quitándose las gafas de sol y mirándome –



Damos bandazos al entrar a la habitación. Una suite bastante mona, donde llevamos 9 días desde que salimos de Madrid tras estar 3 días en el pueblecito. La verdad es que ha sido una luna de miel… cómo describirla?... muy… aprovechada por nuestra parte. Quizá queda mejor así. Cómo voy a encontrar las palabras adecuadas con esa forma que tiene de agarrarme y levantarme del suelo? Me apoya con fuerza contra el armario, besando mi cuello y mis labios, paseando sus manos por mi trasero, apretando fuerte.

Me aferro a su cuello con fuerza, no dejo que su cara se separe de mi cuello, no quiero que lo haga. Le oigo suspirar cada vez con más fuerza y ni siquiera me ha dejado hacer nada. Creo que esta noche vamos a aprovecharla.

Ya en la cama, con el sobre mí, casi desnuda por completo, se levanta y me mira con cara pícara. No entiendo ese gesto. Se levanta de la cama, semidesnudo, alejándose de mí.

-Donde vas? – digo casi indignada –

-Señora Sánchez… es usted muy impaciente… - aparece con cubo lleno de hielo y una botella de champán dentro – esto habrá que bebérselo no?

-Dios… eres alcohólico… - digo riéndome –

-A mí creo que me interesan más estos hielos… no crees? – vuelve a mirarme con esa cara que no consigo descifrar – esto también me interesa… - coge de la silla el pareo que llevaba en la playa –

-Qué haces? – digo sin entender nada –

-Innovar… - vuelve a arrodillarse en la cama, con el pareo entre las manos – cierra los ojos…

-Quique… - digo con una sonrisa nerviosa –

-Hazme caso… - me pide –

Accedo y cierro los ojos. Noto como se acerca a mí. El pareo roza mis párpados y siento como hace un nudo con el en mi nuca. Estupendo… esto si que no me lo esperaba. Ahora si que somos los señores Grey. Mi respiración está algo acelerada. No sé qué está haciendo ni lo que me espera… pero sé que va a ser bueno. Demasiado bueno. Aunque no puedo evitar estar nerviosa. Mis sentidos se agudizan y escuchar el sonido del hielo. Madre mía… qué calor tengo.

-Date la vuelta… - escucho su voz dulce –

Le obedezco. Le noto a mi lado, arrodillado. De repente, el frío en mi espalda me hace pegar un respingo.

-Ay! – me quejo – Quique! – digo riéndome –

-Schh… - susurra pegado a mi cuello –

Madre mía, creo que me voy a quedar sin respiración. Noto de nuevo el frío en mi nuca y su aliento. Entremezclado. Creo que tiene un hielo en la boca. Piensa hacer esto de verdad? Dios… no sabía que me podía poner más cachonda todavía. Voy notando el frío recorriendo mi espalda mientras sus manos se pasean por mi trasero y mis muslos. Todavía llevo las braguitas puestas, pero me sobran. Mucho. Estiro mis manos totalmente encantada con lo que está haciendo, pegando ligeros respingos cuando noto el frío en los costados. Va descendiendo hasta llegar mis muslos.

-Date la vuelta – me ordena –

Acepto sin rechistar. Esto se pone interesante. Me abre las piernas cuidadosamente. Noto el frío intermitente entre mis muslos. Empiezo a suspirar cada vez más fuerte. Qué sensación tan rara y placentera a la vez. Escucho el sonido del cubo de nuevo. Es posible que el hielo se haya deshecho de lo caliente que estoy? Sí, es posible. Me respondo yo misma, no hace falta ni verlo. De pronto, noto que sube hasta arriba, mis labios notan el frío y doy un respingo. No me lo esperaba. Noto su aliento de nuevo, lo lleva en la boca, no hay duda.

Comienza a bajar por mi cuello. Noto como se coloca sobre mí, con sus rodillas a cada lado de mis caderas, rozándome con las suyas. Creo que está igual de caliente que yo por lo que puedo notar. Desciendo por mi cuello hasta llegar a mis pechos. Creo que podría rayar cristales en este momento. Hace círculos con el hielo sobre los pezones. Estoy muy tentada de quitarme el pareo de los ojos y acabar con esto, ya estoy suficientemente caliente. Pero mi afán por saber qué es lo que va a hacer, me hace tener algo de paciencia. Se detiene bastante sobre mis pechos, que no notan el frío como algo extraño, sino que lo agradecen. Mi abdomen si que se tensa al notar de nuevo el hielo. Escucho como se ríe tímidamente. Llega a mi ombligo y comienzo a respirar algo nerviosa. Está llegando a una zona que creo que, ahora mismo, podría derretir el polo norte. Sus manos cogen con delicadeza mis braguitas y las van bajando por mis piernas. Colaboro en que desaparezcan de mi cuerpo, me sobraban desde hace bastante tiempo. Me pone nerviosa no ver lo que hace. Pero me pone muy cachonda al mismo tiempo este jueguecito.

No ha dicho ni una palabra desde hace rato, solo le oigo respirar sobre mi cuerpo con ese hielo en su boca. Siento como se acerca a mis caderas y mi respiración se acelera. Suelto un gemido cuando noto el frío en la zona. Le escucho reírse y me sale una sonrisa placentera sin querer. Dios… qué sensación… está tan frío y yo estoy tan caliente… Escucho de nuevo el sonido del cubo y no puedo evitar reirme nerviosa. Él también se ríe. Se ha deshecho. Normal. Si estoy con fiebre me parece a mí. De nuevo el hielo se pasea por la zona con total libertad, y yo empiezo a notar que no puedo más… necesito algo más que un hielo, me voy a volver loca. Eleva mis piernas sin avisarme y el frío se reparte por la cara interna de mis muslos. Joder… estoy sudando… qué calor… no puedo más…
Cuando pienso en quitarme ya el pareo, de repente dejo de notar el frío para notar la calidez de sus labios. Gimo con fuerza, no me lo esperaba. Justo a tiempo. Elevo mis brazos hasta tocar el cabecero de la cama, ahora la que se está deshaciendo soy yo. Mueve su lengua por la zona, arrancándome gemidos sin descanso. Qué placer más grande joder. Cómo agradezco haberme casado con alguien a quien le encante hacerme esto. Me revuelvo sobre la cama, elevando mis caderas para intentar que haya más contacto, aunque creo que es imposible. La velocidad de su lengua se vuelve frenética y comienzo a notar como un orgasmo tremendo me va a atravesar. Me agarro con las manos a su cabeza, con fuerza, presionando con mis caderas, hasta que noto esa descarga. El tono de mis gemidos creo que puede escucharse en España ahora mismo, no puedo parar. Noto mi cuerpo temblar por completo y, tras unos segundos, mi respiración entrecortada se abre paso.

No tengo fuerzas ni para quitarme el pareo de los ojos, solo me concentro en respirar. Le noto trepar por mi cuerpo hasta notar sus labios sobre los míos. Sin deshacer el beso, quita lentamente el pareo de mis ojos. Los entreabro despacio mientras sonrío. Nos miramos un segundo y comienza a reírse tímidamente mientras se dirige a dejar tiernos besos por mi cuello.

-Madre mía… - susurro –

-Qué? – alza su mirada hacia mí – tienes frío?

-Frío? – pregunto incrédula –

-Ya sé que no… - se pone a reírse – 3 hielos… y luego soy yo el caliente…

Sonrío pícaramente y algo avergonzada al mismo tiempo. Saco toda la fuerza que tengo y le hago rodar sobre la cama, sentándome sobre sus caderas. Parece que le ha gustado mucho el jueguecito por lo que puedo notar, pero ahora me toca jugar a mí.

-Qué miedo me das cuando me miras así… - dice sonriendo –

-Ahora me toca a mí… - digo decidida y coloco el pañuelo sobre sus ojos –

Resopla con una media sonrisa. Creo que estoy temblando, pero saco toda la decisión que tengo en este momento. Voy a jugar, aunque no creo que pueda hacerlo durante mucho tiempo. Necesito hacerle el amor. Pero le voy a poner nervioso antes. Me pongo un hielo en la boca. Tengo ganas de reirme por lo que voy a hacer. Hasta que escucho como suspira cuando nota el frío sobre su cuerpo. Recorro su cuello, sentada sobre él. Intenta agarrarme las caderas pero se lo impido y pongo sus manos sobre su cabeza. No opone ninguna resistencia. Mientras paseo el hielo por su cuerpo, muevo mis caderas sobre él. Suspira muy fuerte, hace gestos con la cara, entre dolor, desesperación y placer. Me lo estoy pasando bomba haciendo esto. Me deslizo por su cuerpo hasta llegar con el hielo a su abdomen. Su erección es evidente aún con los bóxers puestos. Lentamente, rozo con el hielo el bóxer y suelta un gemido. Sonrío triunfante. Casi sin darle tiempo para pensar, bajo la prenda por su cuerpo, dejando su erección imponente ante mí. Saco el hielo de la boca, esto si que no se lo va a esperar. Mi boca está fría por el hielo, y se estremece al notar como paseo mis labios fríos por su miembro. No sé cuanto voy a poder aguantar esto, me muero de placer y de deseo.

Repito varias veces los movimientos hasta que no puedo más. Sin avisar, sin decirle nada, me siento a horcajadas sobre él y hago lo que quería hacer desde hace ya un rato.

-Dios! – exclama gimiendo –

Sonrío triunfante de nuevo. Aparto el pareo de sus ojos e, instantáneamente, me mira sorprendido. Apoyo mis manos sobre su pecho y comienzo a moverme sobre él.

-No podía más… - susurro pegada a su oído –

-Ni yo… - susurra gimiendo – Joder Malú… no voy a aguantar mucho…

-Un poquito… - digo mimosa –

Me muevo despacio, arriba y abajo, notando como entra y sale de mi cuerpo. Me incorporo y, automáticamente, hace lo mismo. Agarra mi trasero con fuerza y, con la otra mano, mi espalda. Besa mis pechos sin descanso, el ritmo está aumentando por mi parte, necesito más y parece que él también. Así que comienzo a mover mis caderas cada vez más rápido.

-Aggg… - gime con fuerza – sigue… - me suplica –

Cómo voy a parar? No puedo parar de gemir, cada vez más fuerte. Y mis caderas no pueden parar de moverse cada vez más deprisa. Se aferra a mi espalda, pegándome todavía más a su cuerpo. Noto como mueve sus caderas debajo de mí, al mismo ritmo que el mío. Cruzo mis manos por detrás de su cuello. Se tensa, noto como lo hace. No voy a apartarme y lo sabe. No me importa. No podré mantener ese ritmo mucho más, pero quiero correrme así, sobre él, llevando yo el mando.

-Malú… - susurra gimiendo –

-Un poco más… - gimo –

Noto como voy a correrme. Y noto como va a hacerlo él.

-No puedo más… - dice gimiendo –

-Hazlo… - le ordeno –

Me obedece sin decir nada. Al mismo tiempo que noto esa corriente nacer de mis caderas, noto como se corre. Arqueo mi espalda, moviendo mis caderas más despacio cada vez. Apoyo mi cabeza sobre su hombro al terminar de notar ese orgasmo tan tremendo. Se deja caer sobre la cama, arrastrándome con él, ya que no suelta sus manos de mi espalda.

-Me vas a matar… - dice respirando agitadamente –

-Jajajaja… - me da por reirme –

-Buah… - exclama –

Le miro triunfante mientras me hago a un lado y me tumbo pegada a él. Abre sus brazos para envolverme y me abrazo a su cuerpo, que ya parece más tranquilo, respirando con normalidad.

-Me ha gustado mucho la idea que has tenido… - digo sonriendo – así me gusta, que seas un buen marido…

-Y tú eres muy mala… - dice riéndose –

-No lo sabías? – alzo mi cabeza con gesto irónico – iba en la letra pequeña…

-Me encanta que seas así de mala… - me da un beso en el pelo –


Me abrazo más fuerte a él. Estoy agotada, quizá de estar tensa al notar el hielo sobre mi cuerpo. No tardo mucho en dormirme. El último día de nuestra luna de miel. El primer día del resto de nuestra vida juntos.

sábado, 14 de febrero de 2015

CAPÍTULO 176: ROMEOS, JULIETAS (III)

-Eh eh, dónde va usted señorita Sánchez? – noto como me agarra del brazo justo cuando voy a entrar a la habitación – la novia no puede entrar andando a la habitación en su noche de bodas… - sonríe irónicamente –

-Querrás decir, señora de Valverde… - digo con tono chulesco –

-Qué bien suena eso… - se acerca a mí sonriendo –

-Sigues un poco borracho… - sonrío tímidamente -

-Ven aquí…

De un movimiento, me agarra por la espalda y las piernas y me coge en brazos. Suelto un gritito de emoción y  me pongo a reirme como si estuviera loca. Abre la puerta con el pie y, al pasar adentro, la cierra con la misma pierna. Sin soltarme y no sé cómo, consigue poner la tarjeta en la cerradura. Camina conmigo en brazos y me quedo sorprendida al ver la habitación. Un hotel a la orilla del mar, un mar al que me encantaba ir de pequeña. La habitación decorada con mis flores favoritas y, en la cama, un montón de pétalos de color rojo y blanco.

-Vaya… - noto como está sorprendido - la han decorado justo como les dije… - dice sin soltarme –

Camina conmigo en brazos hasta el borde de la cama. Me deja suavemente sobre ella y se va tumbando poco a poco sobre mí mientras nos besamos. Mi vestido no es que me haga mucha falta ahora mismo, es más, me da muchísimo calor. Se incorpora lentamente sin dejar de mirarme y me hace levantarme de la cama. Sin decir nada, hace que le dé la espalda y va bajando la cremallera de mi vestido poco a poco, dejando tiernos besos por mi cuello y mis hombros.

-Creo que hoy has batido el récord… - dice en voz baja –

-De qué? – contesto tímida –

-De belleza… - me río avergonzada – no creo que haya una novia más preciosa que tú…

-Pelota… - contesto riéndome –

Noto como mi vestido se desliza por mi cuerpo hacia el suelo. Me da hasta pena quitármelo… es tan bonito… Una vez en el suelo, no coge cuidadosamente, dejándolo sobre una silla. Ya habrá tiempo mañana de guardarlo como si fuera oro.

-No te muerdas el labio… - dice con voz ronca –

No me he dado cuenta… es un gesto que parece ponerle nervioso. Sonrío mirando al suelo y, alzando la vista hacia él, vuelvo a hacerlo. Resopla acercándose a mí.

-No – habla lentamente – te muerdas – se quita la chaqueta – el labio…

-En el fondo te gusta que lo haga… - digo con tono sugerente –

Sin dejarme decir nada más, me agarra por la cintura, poniendo una mano en mis nalgas y me levanta de nuevo del suelo para dejarme sobre la cama, con él encima. Comenzamos a besarnos cada vez con más desesperación. La verdad es que ha sido el día perfecto, pero no podía evitar pensar en cómo sería la noche de bodas. Qué tontería, con la de noches que hemos pasado juntos, pero no podía evitar pensar en lo importante que era esta noche. Y, para qué negarlo, le miraba con ese traje tan elegante y que le hace estar todavía más bueno, y tenía que pensar en otra cosa para no perder la cabeza.
A mi mente viene ese increíble discurso que ha soltado, delante de más de 600 personas, en el que me ha demostrado con palabras lo que ya sabía. Me quiere. Más de lo que me ha querido nadie, eso seguro.

-Ese vestido te sentaba muy bien… - susurra pegado a mi oreja – pero desnuda me gustas más…

-A ti te sobra ropa, no crees? – pongo una mano en su pecho, separándole un poco de mí –

Se abre de brazos sonriendo, esperando a que le quite la ropa supongo. Le quito la corbata despacio y, después, botón a botón, la camisa. Recuerdo la primera vez que vi su torso desnudo, en la isla. Me pareció perfecto, justo lo que me parece ahora. Su mirada llena de dulzura me traspasa, más aún cuando, con su mano derecha, acaricia suavemente mi mejilla. Tengo hasta ganas de llorar cuando se pone así de tierno. Desabrocho su cinturón y, después, el botón y la cremallera del pantalón. Pocos segundos después, ya estamos los dos desnudos, arrodillados en la cama, envueltos en pétalos. 

Volvemos a comenzar a besarnos y me recuesto lentamente, incitándole a que lo haga sobre mí.
Mientras me besa, nuestros cuerpos se rozan como siempre… o como nunca, no sabría cómo describirlo. Me agarro a su espalda cuando sus labios rozan mis pechos para dejar paso a su lengua, que se pasea por ellos con total libertad. Vuelve a subir hasta mi cuello, haciendo que se me escapen los primeros gemidos de los que creo que van a ser muchos esta noche.

Rodamos en la cama varias veces hasta que consigo ponerme sobre él. Comienzo a mover las caderas, todavía en los preámbulos, rozándole lentamente. Se incorpora, cruzando sus brazos por mi espalda, y llegando con sus labios a los míos. Noto que el romanticismo y la ternura ya se han mezclado con la pasión y el desenfreno. Tras varios minutos así, me agarra con rabia y me tumba boca arriba para comenzar la segunda parte del baile. Gimo levemente al notar como se adentra en mi cuerpo, y los gemidos van apareciendo conforme va moviendo las caderas. Le escucho suspirar, con su cara escondida en mi cuello. Sus manos agarran las mías y las elevan hasta apoyarlas en la almohada, sin dejarme que le toque.

Mueve sus caderas cada vez más rápido. Ya soy incapaz de reprimir un solo gemido, es imposible. Pocas veces le he escuchado gemir así, está desatado. Su dulzura se ha transformado en deseo, mucho deseo. Le hago girar y me siento a horcajadas sobre él. Necesito dar rienda suelta a mis movimientos. Noto como su espalda se arquea cuando comienzo a moverme de esa manera. Apoyo mis manos en su torso desnudo para estar más cómoda. Se incorpora para intentar besarme, pero le evito varias veces, haciendo que ponga cara de rabia. No puedo evitar sonreir al verle tan desesperado.

El orgasmo me recorre desde las caderas. He gritado demasiado, o eso creo. Me siento agotada, pero tengo ganas de más, sin duda. Tras dejarme unos segundos recuperar el aliento, me agarra con fuerza y vuelve a poner mi espalda sobre el colchón. De manera desesperada, me agarra de los muslos, abriendo mis piernas para encajar sus caderas entre ellas. El ritmo desde el principio es agotador, pero me encanta. Me encanta haberle desesperado tanto. Me encanta ver como pierde el control. Mi corazón va rápido, muy rápido. Cada vez que pienso que sus caderas no pueden moverse más rápido, lo hacen. Se agarra a una de mis piernas, elevándola, embistiéndome con rabia, con deseo, sin control. De repente, vuelve a transformarse en ese ser tan dulce y, moviendo sus caderas lentamente, se inclina hacia mí, dejándose caer sobre mi cuerpo, besándome despacio. Y eso todavía me vuelve más loca. Separa su rostro a escasos centímetros del mío y veo como sonríe. Me contagia.

-Me vuelves loco… - dice sin dejar de mirarme –

-Me encanta que te vuelvas loco… - me muerdo el labio a posta –

Resopla al verme y sonrío triunfante. De nuevo vuelve a transformarse y a perder el control. Me agarro a su espalda para intentar soportar ese ritmo tan bestial que está llevándome de nuevo a un orgasmo inevitable. Me corro de nuevo, mezclando gemidos y gritos a partes iguales. Sus gemidos van en aumento al escucharme y no me da ninguna tregua. Acelera todavía más sus movimientos hasta que noto su cuerpo tensarse y suelta un gemido profundo, enlentenciendo sus movimientos y haciéndolos más profundos. Cae rendido sobre mí. Por su forma de respirar, parece que le cuesta hacerlo, como a mí. En silencio, recobramos el aliento al mismo tiempo.

-Te quiero… - susurra en voz baja –

-Y yo a ti…

Me sorprende el tono de voz que sale de mi garganta. Un tono emocionado y un nudo en la garganta. No puedo ser tan sentimental. Se incorpora un poco y me mira. Cuando quiero darme cuenta, estoy llorando como una gilipollas.

-No hagas eso… - se queja suspirando – no llores…

-Te has casado con una gilipollas… - digo frustrada –

-Jajajaja – se ríe – me he casado con la mujer más maravillosa del mundo… - dice dulcemente –

Lo que me faltaba, que se ponga así de tierno. No lo puedo evitar y rompo a llorar de nuevo. Qué cojones me pasa? Ponerme a llorar después de hacer el amor en mi noche de bodas… es absurdo…

-Pero cariño… - deja tiernos besos por mis mejillas –

-No lo puedo evitar… no sé qué me pasa… - contesto contrariada –

-Demasiadas emociones hoy…

Su voz algo emocionada me hace darme cuenta que tiene los ojos algo rojos. Pobrecito, siempre le contagio cuando me da por emocionarme por algo. Consigo serenarme y dejar de hacer el ridículo. Con el polvazo que acabamos de tener y yo voy y me pongo a llorar… El hombre tierno con el que me he casado, vuelve a aparecer. No ha dejado de besarme tiernamente hasta que me he calmado.

-Voy a empezar a pensar que lloras porque lo hago muy mal… - dice alzando las cejas –

-Claro… - digo irónica – con los gritos que me haces pegar… - niego con la cabeza – qué vergüenza… me ha escuchado todo el hotel seguro…

-Y se están muriendo de la envidia seguro… - me besa en los labios –

Se acomoda con su cabeza apoyada en mi pecho, haciéndome cosquillas lentamente en el costado. Me encanta que haga eso, me encantan las cosquillas. Hago lo mismo por su espalda y noto como sonríe.

-Menudo día eh? – dice tiernamente –

-Llevan temblándome las piernas desde que me he despertado… - confieso –

-Y a mí… - contesta sincero – casi me caigo de espaldas cuando has aparecido… - resopla –

-Exagerado… - sonrío tímidamente –

-Hablo en serio… - alza su mirada hacia mi – estaba muy nervioso…

Se puede ser más adorable? Agdfdfdgsdsf… es que me lo comería entero.

-Estoy deseando hacer el viaje… - digo ilusionada –

-Buah… - se incorpora – mañana, en nuestro pueblecito… escuchando el mar… y dentro de unos días, a Miami. A Miami! – grita alzando las manos –

-Te apetece ir eh? – digo riéndome –

-Que si me apetece? – me mira ilusionado – esas playas… sin nadie que nos conozca… nos vamos a quedar allí, que lo sepas… te voy a secuestrar…

-No creo que nadie se extrañe si lo haces… - sonrío – Dos semanitas los dos solos… - suspiro – me voy a aburrir mucho… - digo irónica –

-Menos bromitas esposa… - me apunta con el dedo – tu marido se merece un respeto…

-El respeto te lo perdí cuando la semana pasada te tiraste con un puro a la piscina y te querías beber un cubata de cloro… - comienzo a reirme nada más acabar la frase –

-Ah! Has abierto el cajón de mierda! – dice divertido –

-Jajajajaja – carcajeo – mmm… - suspiro acariciando su mejilla – no puedo acordarme de lo que has dicho en la boda… - retengo un gimoteo – voy a llorar cada vez que lo recuerde…

-Me tenías que haber visto preparándolo… - sonríe avergonzado – llorando en el estudio…

-Por eso te encerrabas! – exclamo –

-Pues claro… no me dejas ninguna intimidad! – exclama divertido – me ha encantado el tuyo… - me acaricia tiernamente – si es que… cuando te pones a escribir…

-Soy una ñoña… - digo poco convencida –

-Mucho… - me da un beso en los labios – sabes qué hora es? – suelta una carcajada y le miro interrogante – las 8 de la mañana!

-Jajajajaja! – estallo en una carcajada – creo que vamos a tener que posponer el viaje hasta la tarde… - me acomodo en su pecho –

-Lo que usted quiera señora Sánchez…

-Vas aprendiendo… - sonrío – buenas noches cariño… - me incorporo para darle un beso –

-Querrás decir buenos días… - dice riéndose –

-Eso… - contesto divertida – te quiero…

-Y yo a ti… - sonríe dándome un beso –


Suspiro al posar mi rostro sobre su pecho. Me da poco tiempo a repasar lo que ha pasado hoy… estoy rendida. Solo acierto a pensar que hoy comienza una parte de mi vida que intuyo que va a ser, si cabe, más feliz que la anterior. 

viernes, 6 de febrero de 2015

CAPÍTULO 175: ROMEOS, JULIETAS (II)

Bajo del coche un tanto abrumado. Desde fuera ya se sabía que esto era una boda, pero la decoración por dentro es increíble. Un altar improvisado, donde figuran nuestros nombres, con 4 sillas, dos delante y dos detrás, imagino que para nosotros dos y los padrinos. Enfrente del altar, montones de sillas más, forradas con tela blanca. El sol luce espectacular, el sueño de toda novia y de todo novio. Mucha gente se gira al escuchar que alguien ha gritado que llegaba el novio. Genial, si antes tenía calor, ahora mucho más.

-Ese máquina!! – el primero en llegar es Álex – ya pensábamos que te habías rajao! – me da una palmadita en el hombro – pero tío… - me mira de arriba abajo – no te veía tan formal desde la graduación! – estalla en una carcajada y sonrío –

-Madre mía! – exclama Marta al verme – qué guapo! – se lleva las manos a la boca – qué ilusión!! – exclama de manera divertida –

-Y mi princesa dónde está? – digo refiriéndome a mi ahijada –

La primera vez que veo a Rocío tan tímida. Se asoma por detrás de la pierna de su padre, mirándome con cara tímida.

-Has visto qué guapo está el tito? – dice Marta – venga, dale un beso!

La niña camina juntando sus manos tímidamente hasta llegar a mí. Me agacho a su altura.

-Pero cómo puede ser tan guapa esta niña? – exclamo y le doy un sonoro beso en la mejilla – a ver… - le obligo un poco a que se de la vuelta – qué vestido más bonito cariño!

Se ríe tímida. Qué ternura me provoca. El vestidito de la niña es ideal, de color blanco con volantes. Maravilloso. La gente allí presente se acerca a mí a darme la enhorabuena y todas esas cosas que hacen que el novio se ponga más nervioso. No puedo evitar mirar el reloj y cuando dan las 17:00, mis nervios se acrecentan. Se acrecentan mucho.

Mi madre me mira con tanta ternura que tengo que hacer verdaderos esfuerzos por no explotar. Entre lo nervioso que estoy, las miradas de todos y el imaginarme a Malú llegando, las ganas de llorar son evidentes. Y, por si fuera poco, Vero llega en el momento justo para desatar todavía más mis nervios. Pensaba que iba a llegar con ella, pero parece que va a llegar con sus padres y ella se ha adelantado. Richard, vestido de traje, baja del coche con Lucía de la mano. Hostia, pero si van igual igual vestidas Rocío y ella! Rose llega con Juliet, Rose con un vestido de chaqueta y Juliet con el mismo vestido también que Rocío y Lucía. Qué guapa está la niña… Vero , con un vestido verde turquesa que le sienta muy bien, se acerca a mí haciendo aspavientos en cuanto me ve.

-Dios mío!! – se lleva las manos a la cabeza – Ay! Ay! Ay!! – exclama algo emocionada – que voy a llorar!!

-Tan feo voy? – digo de broma sonriendo –

-Madre mía… qué emoción!! – exclama y me da dos sonoros besos –

-Dónde está la novia? – pregunto nervioso –

-Ahora vendrá… - sonríe – nervioso?

-Yo? – intento hacerme el fuerte – para nada… - digo irónico –

-Hola Rick… - Juliet me saluda tímida – vas muy guapo… - parece ruborizarse -

-Ven aquí anda… - le doy un abrazo sentido – tú si que estás guapa… - cojo su mano y hago que se de la vuelta – pero bueno!! Por qué creces tanto cada día?? – se ríe tímida –

Rose y Richard me saludan amistosamente y Lucía se queda en un segundo plano, cogida de la mano de su madre. Me mira con ese gesto suyo tan tímido y tan pillín a la vez. Sonrío de nuevo conmovido y vuelvo a agacharme como he hecho con Rocío antes.

-Dónde está mi bombón? – veo como Lucía se esconde un poco avergonzada detrás de su madre –

-Venga Lucía, saluda al tito Quique…

La niña se acerca a regañadientes porque ve como todo el mundo observa la escena. Se abraza a mí tiernamente.

-Tas muy guapo tito… - dice tímidamente –

-Ay que me la como… - digo enternecido dejando sonoros besos en sus mejillas – si pareces una princesa!! – exclamo y se ruboriza un poco –

-Quique, necesitas un hijo urgentemente… - aparece Alejandro por mi espalda que ya me ha saludado anteriormente –

-Calla calla… - digo intentando restarle importancia – sabes algo de Malú? – pregunto nervioso –

-Tú no sabes que la novia tiene que llegar tarde o qué? – pregunta Pastora acercándose – mírale, qué nervioso está…

-Que no estoy nervioso! – me ajusto la chaqueta un tanto ansioso –

-Apenas… - susurra Vane sonriendo irónicamente –

Me sudan las manos. Mi madre ha decidido dejar de hacer comentarios, cosa que agradezco, porque me pone cada vez más nervioso. Miro al cielo desesperado, necesito que llegue ya. Yo creo que un cuarto de hora de retraso está bien. De pronto, comienzo a escuchar murmuros y afino la vista. Un coche llega. Tiene que ser ella. Noto mis piernas temblar. Tiemblan muchísimo. Escucho un sonido en el cielo y alzo la mirada. Qué cosas… está pasando un avión justo por encima de nosotros. Sonrío intentando contener la emoción. El momento ha llegado.


-Llego tarde papá… qué desastre… - digo mirando la hora –

-Desastre? – pregunta mi padre – tú crees que puedes decir que qué desastre con lo preciosa que vas? – sonrío avergonzada – además, que la novia tiene que retrasarse…

-Tu padre tiene razón… - dice mi madre sin girarse hacia mí – tranquilízate hija, estamos llegando…

Mi hermano es el que conduce. Se le nota algo nervioso, aunque no lo diga. Precisamente cuando está tan callado es cuando se le nota que está nervioso. No me puedo creer hacia donde estoy yendo. Hacia mi propia boda. Me imagino a Quique esperándome y los nervios en el estómago aumentan. Qué difícil es encontrar a alguien con quien estés dispuesto a casarte. Pero mucho más difícil es encontrar a alguien que sepas que está dispuesto a casarse contigo. Lo difícil es encontrar la correspondencia en el amor.  Y yo lo tengo. Le he encontrado.

Entramos en el cortijo y cientos de coches se agolpan a la entrada. Siento unos nervios parecidos a cuando voy a salir al escenario. La responsabilidad de estar ante un momento importante. Debe ser eso. El momento más importante de mi vida quizás. El coche se para, y parece que mi corazón lo hace a la vez. Respiro hondo un par de veces antes de que mi padre me abra la puerta del coche. Al abrirlo, escucho ese murmuro de mucha gente hablando. Alzo la mirada y veo lo que me espera. Quique esperándome frente a una gran alfombra roja que llega hasta un altar que lleva nuestros nombres y un montón de gente mirándome. Dirijo la mirada al suelo para no caerme al bajar del coche. No voy a llorar. No tengo que llorar. Dios, qué ganas tengo que llorar joder!



-Dios… - exclamo en voz baja –

No es que vaya guapa. Es que es una absoluta princesa con ese vestido. No se puede ser más preciosa joder. Pensaba que no iba a ponerme más nervioso de lo que ya estaba, pero sí, si se puede. Miro de reojo a mi madre que está a punto de llorar. Malú camina agarrada a su padre, mirándome fugazmente y bajando la cabeza avergonzada. Escucho a la gente exclamar al verla. No es para menos. Conforme va acercándose a mí, es como si viera pasar todos estos meses por delante de mis ojos. Sin querer, vienen flashes a mi mente de todos esos momentos que hemos pasado juntos. Y entonces comprendo que todo ha valido la pena. Absolutamente todo.

Llega a mi altura y detecto que está haciendo verdaderos esfuerzos por no llorar. Pero sonríe. Sonríe iluminándolo todo. Sonríe y me hace sonreir a mí. Su padre me estrecha la mano sonriente y coge su mano y la alarga hasta mí. Qué gesto tan simbólico. Cómo si me la entregase para siempre. Cuando cojo su mano, noto como tiembla levemente. Mi madre, algo nerviosa, le da dos besos de manera muy delicada. No quiero mirar a mi madre, sé que debe estar llorando y no quiero hacerlo yo. Cojo su mano con firmeza y me la aprieta en señal de que está nerviosa. Como yo.

-Estás preciosa… - susurro sonriente –

-Tú si que estás guapo… - dice tímida – cuánta gente… - hablamos en voz baja –

-Ya ves… - sonrío – has tardado jefa… - digo nervioso – estaba que me subía por las paredes…

-Idiota… - ríe levemente –



Una música comienza a sonar y me sorprendo. Nos damos la vuelta, dispuestos a dar esos pasos cogidos de la mano. Al lado del altar está su banda, tocando una canción que conozco muy bien. Joder… me cago en la puta, esto no se hace, no sabía nada. Y parece que Malú tampoco a juzgar por su cara de emoción. De refilón, veo como detrás de nosotros se sitúan Juliet, en el centro, y Rocío y Lucía agarradas de las manos. Detrás de ellas, los padrinos, mi madre y su padre. Y detrás, su madre y mi padre. No pienso desmayarme, aunque ganas no me faltan. Sobre todo cuando noto esas palpitaciones en el pecho. Comenzamos a caminar agarrados de la mano. Observo a la gente agolpada alrededor de la alfombra, mirándonos conmovidos. Escucho piropos y comentarios, aprobando su vestido. Cómo para no hacerlo. Sencilla y elegante a la vez, justo como es ella. En el altar improvisado, nos espera el hombre que va a celebrar la ceremonia. Me lo habían presentado hace unos días. Es un amigo de Pepe, y concejal de la ciudad. Pues nada, ya está, ya estamos llegando. Ya no hay marcha atrás, por fin va a pasar.

Al llegar al altar, saludamos al concejal y nos sentamos en nuestras sillas. Las niñas, muy atentas y adorables, colocan la cola del vestido de Malú para que quede bien. Nos sentamos sin soltarnos de la mano, creo que si la suelto, me caeré redondo al suelo. Cojones, qué rápido me va el corazón en este momento. Sigue sonando la música, casi acabando. La canción adecuada para el momento sin duda. Pero qué hacen con todos los instrumentos aquí? Jajajaja! Están como las putas cabras.



No puede ser que mi banda esté tocando ahí al lado. Qué hijos de puta. Qué calladito se lo tenía Jose. Vale, estoy llorando, no lo puedo evitar. No se me ocurre una manera mejor de llegar al lugar donde voy a casarme con él. Ni una manera más emocionante. La madre que los parió. Mientras camino, siento la tentación de ponerme a cantar y liarla parda. Será la costumbre. Me da por reirme, me cago en todo, voy a salir en las fotos como una retrasada, llorando y riendo a la vez. Cómo puede ir tan guapo Quique? Dios mío, no le puede sentar mejor un traje a nadie que a él. Veo entre los invitados a la gente de la isla y todavía tengo más ganas de llorar. Cómo puede ser que hace un año estuviéramos perdidos en una isla y ahora estemos aquí? No es lógico.

La música sigue mientras intento sentarme y las niñas, monísimas, me ayudan con el traje. Ay por favor, todo lo que pasa me hace llorar. Verás tú cómo acabo. La ceremonia va a comenzar y mi mano no se separa de la de Quique. Si lo hago, me caeré redonda al suelo.



-Buenas tardes – comienza a hablar el concejal – Nos encontramos hoy aquí reunidos para unir en matrimonio a Quique y Malú. Antes de dar lectura al acta matrimonial, me gustaría dirigir unas palabras a los novios y a todos los presentes.

Miro a Quique, que no deja de mirarme con esos ojos llenos de ternura y emoción.

-Ante todo, muchas felicidades por haberos decidido a dar el gran paso que supone unir vuestras vidas. En este feliz momento constatáis ante vuestros seres queridos que habéis encontrado en el otro a esa persona que os completa – nos miramos sonrientes – y con la que merece la pena pasar el resto de vuestros días – sin duda es así – Ahora tenéis frente a vosotros un viaje lleno de sorpresas: una vida entera. – sonrío – En el camino os encontraréis de todo. Eso es el matrimonio. Desde momentos de gran felicidad a situaciones que pondrán a prueba vuestras fuerzas y que, sin duda, ya habéis podido comprobar.

Pienso, sobre todo, en el momento del accidente. En el hospital, con Quique sin recordar nada y el sufrimiento que eso supuso para mí y para él.

-Tendréis que sortear los obstáculos, pero, si sois firme en vuestro amor, lograréis superarlos. – nos miramos sonrientes –

-Guapa… - me susurra –

-Guapo… - susurro tímida –

-Tolerancia – sigue el concejal – respeto, paciencia, cariño, confianza, capacidad para perdonar las faltas del otro y amor son los ingredientes imprescindibles de esa fórmula mágica y secreta que os dará la felicidad.

El concejal hace una pequeña pausa donde todo el mundo permanece en silencio. Solo se escuchan el sonido de los flashes.

-Para finalizar, quisiera daros un pequeño consejo: Quique, Malú… - le miramos atentamente – encontrad el amor en los gandes acontecimientos, como el día de hoy, pero también en las cosas más pequeñas y simples. Por ejemplo, en el último beso de buenas noches antes de dormir. – nos miramos sonriendo – Sólo me queda desearos, de corazón, que la ilusión que hoy vemos en vosotros, perviva para siempre.

Un tímido aplauso, que creo que ha arrancado por parte de Vero, por quién si no, se extiende por el jardín. Noto el rubor en mis mejillas. Quique mira al suelo avergonzado y algo nervioso.

-Tras estas palabras, procedo a dar lectura al acta matrimonial – carraspea – Siendo las 17:30 horas del día 6 de Junio de 2015, comparecen quienes acreditan ser María Lucía Sánchez Benítez y Enrique Valverde Bernal, al objeto de contraer matrimonio civil en virtud de autorización recaída en el expediente número 343987.

Las miraditas entre nosotros siguen. Miradas cómplices, cómo las que siempre tenemos, solo que ahora se producen en un altar, en nuestra boda.

-Quiero hacer constar que se han cumplido todas las prescripciones legales para la celebración de este matrimonio civil, sin que en la audiencia sustitutoria de edictos se haya presentado ni denunciado impedimento ni obstáculo para esta celebración – no he entendido una puta palabra, pero creo que es bueno lo que acaba de decir… me entra una ligera risa – A continuación, Álex, amigo del novio, nos leerá algo que ha escrito en honor de la pareja.




Joder. Puto Álex. A saber lo que ha escrito. Seguro que algo que me va a hacer llorar y reirme a la vez. La música de fondo vuelve a sonar y creo que lo va a hacer durante toda la lectura. Qué emocionante joder, y encima esta canción, que la hemos cantado millones de veces.

-Bueno… - carraspea. Se nota que está nervioso – me gustaría, antes de empezar a leer lo que he escrito, desearos toda la suerte y toda la felicidad del mundo. – vuelve a carraspear – Quique… somos amigos creo que desde que nacimos… que parecerá una exageración, pero no es exagerar si digo que desde que tengo uso de razón, eres mi mejor amigo. Hoy no puedo evitar acordarme de mi boda con Marta, y de cómo nos hiciste llorar con eso que leíste ese día. Así que hoy me lo voy a cobrar, y con muchos más invitados delante que van a ver cómo lloras – me entra la risa – Tengo tantos recuerdos contigo que me ha sido muy difícil destacar alguno en concreto… quizá porque los que parecen más insignificantes son los que, realmente, hacen que una amistad sea de verdad. Cómo aquel día en el que yo salía de mi último examen de la carrera y estabas en la puerta de la facultad con un litro de mi cerveza favorita en la mano y un paquete de Marlboro. Te aseguro que diste en el clavo con lo que necesitaba en ese momento – se escuchan risas de fondo – o cómo cuando, aquella vez, que teníamos unos 8 o 9 años, estábamos jugando al fútbol con los mayores y uno de ellos me pegó un codazo y me partió la nariz. Todavía me acuerdo de lo que me dolió. Pero lo que más recuerdo es ver cómo te encarabas con un tío que te sacaba una cabeza por defenderme. Te llevaste una buena hostia de recuerdo, te acuerdas no? – vuelven a escucharse risas y yo noto como voy emocionándome poco a poco – Pero no solo has estado presente en los momentos más pequeños, sino en los momentos más grandes… si tengo que destacar uno por encima de todos, ese es el nacimiento de Rocío. Mi hija, tu ahijada, o tu sobrina, como solemos decir. Porque eres mi hermano, aunque no ponga lo mismo en el libro de familia. – Vale, ahora si que se me va a escapar una lagrimilla – nunca se me olvidará tu cara al ver como salía del paritorio con la niña en brazos. Esa cara no se finje. Esa cara se siente. Y esas lágrimas que echaste también. Que eres un puto llorón y lo sabes.  – pongo gesto irónico y alzo mi cabeza un poco para no ponerme a llorar – Hace poco más de un año, sentí un vacío que jamás pensé que sentiría. El pensar que había perdido a mi mejor amigo es una sensación que no puedo explicar. Recuerdo ese dolor en el pecho que me atravesó y que no dejó de hacerlo hasta que volviste. Y no volviste solo. Volviste con la que hoy va a convertirse en tu mujer. Casi nada… - suspira algo emocionado – tú es que o haces las cosas a lo grande o no las haces. – me río y noto como Malú también se está riendo – Y yo me siento muy orgulloso de que estéis aquí, por una razón que creo que es el momento de contarla. Soy el responsable de que te cases con esta mujer. – abro la boca algo extrañado – o no te acuerdas de aquella conversación en la terraza, antes de que empezáseis esta historia? – resoplo sonriendo – te convencí para que te lanzaras. Que lo sepas Malú – Malú se ríe – estaba cagao. – lo voy a matar. Se escuchan risas de fondo de nuevo – Nunca jamás pensé que aquella chica de la que no parabas de hablar en el instituto – resoplo de nuevo, qué vergüenza – no me mires así, que te molaba un huevo – se escuchan risas – nunca pensé que esa chica se iba a convertir en tu mujer. Una vez más te digo, lo haces todo a lo grande. – carraspea – hoy es uno de los días más felices de tu vida, vendrán más, sin duda, pero no sabes lo feliz que me siento de verte tan feliz y de compartir este día contigo. Y los que quedan amigo. – sonrío emocionado – espero que seáis muy felices… te quiero colega.

Un aplauso estalla en el jardín de nuevo. Hijo de puta, ha conseguido que llore. Me levanto de la silla al ver que se acerca a nosotros y nos fundimos en, quizá, uno de los abrazos más sinceros que he dado en mi vida.

-Gracias tío… - digo sincero – qué cabronazo eres…

-Te la debía… - dice riéndose –

Se abraza también con Malú, que se seca sutilmente las lágrimas. A ella también le ha emocionado. No me extraña.

-También Alejandro – el concejal mira a los asistentes – no es el de antes eh? Es otro – se escuchan risas – Alejandro, amigo de la novia, desea dirigirnos unas palabras. Adelante.




Tras la emoción por el texto tan bonito que ha escrito Álex, llega mi momento. Ahora Alejandro va a leerme algo que ha escrito. Y con esta canción de fondo. Voy a matar a Rubén lentamente. Conociendo a Alejandro, voy a llorar más que en toda mi vida.

-Es difícil superar a mi tocayo – dice divertido – pero lo voy a intentar. – dirige su mirada al papel – Lula… no sabes las ganas que tenía de compartir un momento tan feliz como este contigo. Tu familia y la mía han estado unidas incluso desde antes de nacer nosotros. Te he visto crecer, no solo físicamente… sino desde lo que importa, desde dentro. Y desde pequeña sabía que tenías dentro un corazón que, el que lo conquistase, tendría mucha suerte. Tus virtudes son muchas, todas las que la gente se pueda imaginar. Sensible, cariñosa, honesta, divertida… imagino que Quique sabe que eres todas esas cosas. E imagino que, por eso, quiere compartir su vida contigo. – hace una pausa – siempre he sentido un sentimiento de protección hacia ti. Eres fuerte y frágil a la vez. Eso es lo que te hace tan especial. Recuerdo muchos momentos contigo, muchas conversaciones quizá tan profundas que poca gente las entendería si las cuento hoy aquí. Profundas porque, en el fondo, nos entendemos como si tuviéramos la misma sangre. En concreto, recuerdo aquella conversación contigo en tu 30 cumpleaños. – sonrío al recordarla… para mí fue un antes y un después sin duda - Aquel día supe que habías aprendido a disfrutar de la vida. Que todo lo malo que, en algún momento podría haberte hecho caer, ahora hacía que te levantases. Y no sabes lo orgulloso que me sentí. Y lo orgulloso que me siento al ver que has crecido sin perder el norte. La pena, la rabia, la angustia que sentí hace un año, hoy se transforma en felicidad. La vida es como la energía. No se destruye, se transforma. En tu caso, se transforma cada vez en algo mejor. – hace una pausa algo emocionado y yo hago esfuerzos por no llorar – Siempre me ha dado miedo que te hagan daño. Ya te he dicho que tengo un instinto de protección hacia ti, como si fueras mi hermana pequeña. Desde que conocí a Quique, ese miedo ha desaparecido. – miro a Quique, que resopla – me bastó un minuto. Un minuto observando tu sonrisa cuando le mirabas. Suficiente para saber que estabas en buenas manos. Y hoy no solo estoy contento por ti, estoy contento por mí. Porque la tranquilidad de saber que tu hermana pequeña es feliz, es la mayor tranquilidad que un hermano puede sentir. Y si este amigo que observa tu vida ahora mucho más tranquilo, puede hacer lo que esté en su mano para ayudarte, no dudes que lo hará. Eso te lo puedo jurar. – Ya no puedo reprimir las lágrimas – Muchas veces bromeábamos con que tú eras una aprendiz y yo el maestro… ahora eso ha quedado atrás. Ahora yo me siento un aprendiz cuando te miro. Desde hace un año, siento que tú eres una maestra. Una maestra de la felicidad. Y yo quiero seguir aprendiendo. Y espero que siga siendo así toda la vida. Te quiero Lula.

La emoción me puede y rompo a llorar entre risas. Alejandro me abraza como si verdaderamente fuese su hermana pequeña. Como tantas otras veces ha hecho. Y abraza a Quique como su compadre. No sabía que iba a emocionarme tanto. Ni imaginándolo, alcanzaba a saber hasta qué punto iba a llegar.

-También Vero, amiga de la novia, y Richard, amigo del novio, desean dirigiros unas palabras conjuntamente. Adelante.

Genial, no me he recuperado de una y ya estoy metida en otra. Y la música? Jajajaja la canción de la despedida de soltera. Voy a matarla, es una crack.


-Buenas tardes – comienza hablando Vero – he elegido yo la música cariño... se nota no? - me río y escucho risas entre las que asistieron a mi despedida - que sepas que esto va de parte del trío calavera… - señala a Vane y Pastora – pero quedaba mucho más bonito si salía yo sola con Richard, las cosas como son – me río – Malú cariño… cuántas cosas hemos vivido juntas… - sonrío – todavía recuerdo aquel mes que pasaste en mi casa cuando estabas tan malita. Si es que eres una superviviente, no me digas que no… - comienzo a reirme – el día que volviste y que se acabó esa pesadilla que vivimos todos los que te queremos, es sin duda uno de los días más felices de mi vida. Te lo digo desde el corazón. Te lo decimos todos. Todos sabemos que eres una persona especial, quizá la persona más especial que conocemos. – noto como se emociona – tu ahijada, con 5 añitos, también lo sabe, así que imagínate lo especial que eres para que una personita tan pequeña se dé cuenta de eso. – me giro para mirarla y me sonríe tímida – Pero es que… encima no volviste sola… es que encima te traes a este hombre – señala a Quique que alza las cejas irónico – y, sobre todo, me traes a este que está aquí a mi lado – me río sin poder evitarlo – es que eres experta en hacer la vida más fácil a los demás. Siempre he querido verte feliz, como toda la gente que te quiere… y, sin duda, ahora es cuando te veo así. Y no me extraña, porque tu marido es tela… - hace un gesto con la mano – también experto en hacer la vida más fácil a los demás. Tal para cual sin duda. Dais asco. – se escuchan risas – con todo el cariño del mundo, pero lo dais. Bueno, ahora me dais menos… - mira a Richard embelesada – Llevo días nerviosa, me atrevería a decir que más que tú – la miro irónica – y es que cuando se casa tu mejor amiga, la responsabilidad de que esté todo bien organizado es de una. Si o no chicas? – mira hacia las demás, que se ríen – no sabes el estrés… ni cuando estaba embarazada he pasado tantas náuseas como estos días… - se escucha una risa general – y es que todo tenía que ser perfecto para tu día. Para vuestro día mejor dicho, porque no solo tú eres amiga mía. Es que considero a Quique también amigo mío. – le mira sonriente – por todo lo que hemos vivido y por todo lo que ha hecho también por mí… y por Lucía. Que te adora, lo sabes no? – Quique sonríe mirando al suelo – Malú… espero que seas todo lo feliz que te mereces… te quiero amiga. – un breve aplauso, deja paso a las palabras de Richard –

-He estado perfeccionando mi español… Vero me ha ayudado… - dice con acento inglés – conocí a Quique en las peor situación posible, pero desde el principio supe que tenía un gran… - mira su papel – corazón. – ríe nervioso – Te considero mi amigo, y para mí, amigo es una palabra muy seria. Amistad y amor son las palabras más serias que existen. Y yo he conocido la amistad por ti. Y el amor gracias a ti también – mira a Vero – me refiero a ella – señala a Vero -  no a él – aclara mirando al público, que ríen, algunos a carcajadas – no quiero extenderme más porque ya sabéis mi problema con los verbos – me río en una leve carcajada – solo quería deciros que, si se puede sacar algo bueno de aquello que vivimos, sin duda, una de esas cosas sois vosotros. Os quiero.
Vaya. Qué bien ha hablado el tío. Río emocionada y me abrazo a Vero mientras Richard se abraza a Quique y viceversa. Espero que no haya ninguna sorpresita más porque mi rímel va a soportar poco ya.


-Ahora, unas personitas también quieren dedicaros unas palabras – noto como las sillas de detrás se mueven… oh dios, van a hablar las niñas… maldita sea… - Juliet, Rocío, Lucía, Guillermo, es vuestro turno – Guillermo! También va a hablar Guillermo!... respira Malú, respira. Joder, no han empezado y ya tengo ganas de llorar. Y esta música! Me cago en la puta! –



-Hola – comienza tímida Juliet – me siento como si mis padres se casaran. – vale, empezamos fuerte – cuando lo hicieron, yo no estaba presente, pero tengo la suerte de estarlo hoy. – qué bien pronuncia la niña joder – Malú y Quique son como mis padres, o, al menos, se han portado así conmigo. Me han cuidado, enseñado, y querido tanto durante este año… - suspira algo nerviosa – no sé lo que hubiera hecho sin ellos… sois geniales – sonrío emocionada y miro a Quique. El pobre no puede disimular que está llorando – hay personas que te cambian la vida… y vosotros habéis hecho eso conmigo – resoplo, no puedo más – sé que soy muy joven todavía, pero también sé que lo que he vivido con vosotros me va a servir para ser mejor persona. – Quique susurra un joder. No puede parar de llorar – Estoy muy feliz de haberos conocido. Mi abuela y yo nunca os podremos agradecer lo suficiente lo que habéis hecho por nosotras. Os quiero.

Un aplauso cada vez más fuerte se escucha en el jardín. Maldita niña, se me va a correr el rímel al final…

-Hola – se escucha la voz segura de Guillermo – tenía muchas ganas de veros – dice inocentemente y me arranca una sonrisa – estáis muy guapos, pero sobre todo tú Malú – se escuchan risas – lo siento Quique pero ella es más guapa – escucho como se ríe. Este niño es espontáneo a más no poder – cuando mis padre me dijeron que os casábais yo les dije que ya lo sabía. – le miro sorprendida – lo sabíamos todos los que estuvimos en esa isla. Aunque sea pequeño, me doy cuenta de las cosas. – se me escapa una carcajada – Malú y Quique son para mí como mis ángeles de la guarda. Mamá siempre lo dice. Quique me salvó la vida y Malú no paró de cuidarnos a Juliet y a mi durante aquellos días. Me alegro mucho de haberos conocido y espero que seáis muy felices.

Otro aplauso se escucha en el jardín cuando acaba de hablar Guillermo. Ahora parece que es el turno de las niñas. No puedo evitar reirme cuando, de repente, veo aparecer sus cabecitas asomando por encima del atril. Les han puesto una banqueta para que llegasen al micrófono. Qué monas van por favor.

-Hola – dice Rocío riéndose –

-Hola – dice Lucía de manera tímida –

Se miran como haciéndose señas. Me estoy muriendo de amor y de la risa.

-Os queremos mucho – dicen a la vez y desatan una risa general –

Veo como Juliet les chiva algo en el oído.

-Que seáis muy felices – dicen a la vez. Juliet les vuelve a chivar algo – sois los mejores titos del mundo.

Un oh unánime se escucha en el jardín. Se puede ser más adorable que estas dos crías? No, no se puede. Tras el “oh” sigue el aplauso de rigor cada vez que ha hablado alguno de ellos. Nos abrazamos durante unos segundos y vuelven todos a sus puestos. Se lo han aprendido. Se han aprendido lo que tienen que hacer parece ser. Es que me los como con patatas.

-Bien – habla el concejal – en este punto, paso a dar lectura a los artículos del 66 al 68 del Código Civil, a los cuales vosotros, Malú y Quique, estaréis facultados y obligados una vez hayáis contraído matrimonio. Estos artículos resumen lo que debe ser vuestra vida en común. – carraspea – Artículo 66: Los cónyuges son iguales en derechos y deberes. Artículo 67: Los cónyuges deben respetarse y ayudarse mutuamente y actuar en interés de la familia. Artículo 68: Los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente – nos miramos tiernamente – Deberán, además, compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes y descendientes – nos miramos sonriendo – y otras personas dependientes a su cargo.

Hay una pausa. Creo que ha llegado el momento en que, nosotros, leemos lo que hemos escrito.

-Ahora Malú, la novia, desea dirigirnos unas palabras. Tu turno Malú.

Nos levantamos de la silla y nos ponemos frente a frente. El concejal coge el micrófono y pone cerca de mi boca. Espero no llorar y poder terminar de decir todo lo que quiero. Carraspeo. Siento un nudo en la garganta importante. Quique me mira con esos ojos que, nada más verlos, me hacen sentir ganas de llorar. Me coge las manos suavemente, como intentando transmitirme tranquilidad. Y, como si fuese magia, de repente, no siento que esté delante de cientos de personas. Solo le veo a él. De fondo, la canción que he elegido para este momento. No podía ser otra.


-Había perdido, sin querer, la esperanza de encontrar a alguien que me comprendiera y me quisiera como yo necesitaba. No pedía mucho, solo amor correspondido y cariño. Lo que no esperaba era encontrarme con alguien como tú – hago una breve pausa, para coger fuerzas, las lágrimas ya han asaltado mis ojos – no esperaba encontrarme con alguien tan comprensivo, tan cariñoso, tan divertido y tan buena persona. Incluso he llegado a pensar que eres demasiado para mí. – me mira negando con la cabeza con media sonrisa – Primero un ángel que apareció de la nada, luego un salvavidas en medio del mar al que aferrarme, después un amigo que me escuchaba y me calmaba y, finalmente, el amor de mi vida – baja la cabeza algo emocionado y tengo que hacer serios esfuerzos por no ponerme a llorar – Deprisa y despacio a la vez, quizá a la velocidad en la que los dos nos sentimos cómodos, todo fue ocurriendo, sin forzarlo y sin esperarlo. Hasta llegar aquí. Hasta llegar al lugar donde nunca pensé llegar con alguien como tú. La vida nos ha dado algún revés durante este tiempo, pero me has enseñado que el amor es tan grande, que puede hacer que superemos todo. Me has enseñado a no sentir que debo cambiar nada. Con mis virtudes y mis defectos, cada día me demuestras que nadie en el mundo me quiere más que tú. Y eso me parecía tan difícil encontrarlo. Estar segura de algo así no es algo que se encuentre todos los días. Pero yo lo he hecho. He encontrado a mi otro trocito de ser. – paro de nuevo, sin darme cuenta, estoy llorando – Parece mentira, pero me subiría a ese avión mil veces si me dijeran que estás en él. Has hecho que valga la pena todo lo que hemos pasado. Y lo haces cada día, con cada desayuno que preparas mientras sigo dormida, con cada beso, con cada palabra, con cada caricia. Con cada segundo que pasamos juntos. Lo eres todo. El ángel de la guarda, la tabla de salvación, el amigo, el amante, el amor de mi vida. Absolutamente todo. Te lo dije en una ocasión delante de mucha gente, y hoy quiero volver a decírtelo. Gracias por cruzarte en mi camino ese día. Te quiero.

Justo al acabar, no puedo más. Me abraza tiernamente. Noto sus lágrimas por sus mejillas, y las mías también. Me ha costado la vida decir todo eso sin echarme a llorar y ahora lo estoy soltando todo. Intento serenarme, pero me es imposible escuchando los aplausos de la gente. Quique deshace el abrazo lentamente, secando cuidadosamente sus lágrimas y las mías. Respiro hondo varias veces hasta conseguir dejar de llorar, aunque sé que solo va a ser por un instante.

-Bueno… - el concejal parece también algo emocionado – Quique también quiere decirnos unas palabras. Adelante.

Coje aire tras repasar en mi mente todo lo que ha dicho Malú. Jamás me han dicho cosas tan bonitas. Siento que tengo una suerte inmensa y quiero que ella se sienta igual cuando termine de decir lo que tengo preparado. Creo que va a gustarle.



- Ella se desliza y me atropella. – abro los ojos sorprendida al escuchar la primera frase y la música de fondo - Me atropella con esa forma que tiene de acelerar en el momento justo, alcanzarme, y frenar de repente, haciéndome sentir el vértigo. Mi vida ha sido vértigo a su lado. Como una flor que va abriéndose poco a poco. – está haciendo lo que creo? Mezclar parte de mis canciones para decirme que me quiere? Dios… ya estoy llorando otra vez - Frágil como un hilo de cristal. Fuerte como el acero. Brillante como esa luz que buscas cuando no consigues encontrar respuestas. Y sin su luz, el apagón. Y sin sus manos, la oscuridad más tenebrosa. Su espalda, marcada por palabras que perduran en el tiempo y que me devuelven a casa cada vez que las leo. – qué forma tan bonita de describir mi tatuaje… me lo quiero comer a besos ahora mismo - Sus brazos, grabados con letras de almas que caminan con ella, no dejándola caer. Y entre esas almas estoy yo, encargado de levantarla y hacer que vuele como un ángel caído que necesita impulso. – hace una pausa algo emocionado. Lo agradezco, me van a salir las lágrimas por las orejas - Te observo cada día alzar el vuelo con sus alas, aquellas que alguna vez quisiste partirte por no encontrar el rumbo. – vuelve a usar parte de letras de mis canciones… me va a dar algo - Y te veo alzarte fuerte, imponente, y siento que tú me has hecho más fuerte. He dejado de ver la vida en blanco y negro. Dicen que el amor es suficiente, pero eres mucho más que eso. Me peinas el alma y me la enredas solo con sonreir. Me acompañas desde aquellas noches desiertas, sin horizonte visible. Lo que no sabía es que eras mi horizonte, aquel lugar al que quería llegar. Y cuando te aferrabas a mí, en realidad era yo el que me aferraba a ti. – he comenzado a llorar en silencio más de lo que nunca he llorado - En realidad era yo el que te buscaba allí donde no llega la razón. En realidad era yo el que soñaba con encontrarte. Y sumergido en una pesadilla, apareciste rompiendo el mar con tu voz. Y me salvaste. – hace un parón y coge aire, con sus ojos llenos de lágrimas - Me escuchaste cuando pensaba que el silencio era lo último que escucharía. Tu voz de aprendiz convertida en maestra. Tu voz de niña a veces y de mujer en otras. Tu rostro tranquilo, diciéndome sin palabras que todo saldrá bien. No necesito nada más. Solo necesito todo. Todo lo que me das sin pedir nada a cambio. Todo lo que te mereces que te dé. Y solo así lo haré. – aprieto los labios intentando tragar saliva, pero el nudo es evidente - Solo jurándote que nunca dejaré de estar a tu lado, sin miedo a perder. Solo prometiéndote que no volverás a estar sola mientras yo esté aquí. Solo así lo haré. Y, si consigo que seas feliz, yo lo seré. Tan feliz como ahora. Tan feliz como la primera vez que nuestras miradas se encontraron. Tan feliz como la primera vez que nuestros labios se rozaron. – sonrío al recordarlo - Tan feliz como saber que todos los días que me quedan, los pasaré a tu lado. Y, cuando el último suspiro de mi alma se escape de mi cuerpo, sabré que todo tenía un por qué. Mi por qué eras tú. No me hará falta ni un segundo para saberlo. No me hizo falta pensarlo. Porque nuestro amor es grande como el universo. – sonrío emocionada - El universo que creas en cada aliento, en cada palabra, en cada segundo que le robamos al tiempo. Porque te conozco desde siempre. Y siempre seguirá siendo así. No vas a cambiar. No pienso dejar que lo hagas. Eres perfecta así. – me sonrojo - Porque tu amor es una cosa simple y, a la vez, complejo. Complejo porque hace que sienta dientes en el alma. Así dicen que se sabe si un amor es verdadero. – se me escapa un gemido con el llanto - Y este lo es. Verdadero como tu risa. Verdadero como la mía cuando pienso en ti. Verdadero como la brisa que mueve tu pelo. Verdadero como el destino, que te puso en mi camino, haciendo que mi vida cambiara para siempre. Poniéndolo todo en su lugar. Verdadero como que yo nací el día en que te conocí. Verdadero como que, aquel día, estaba escrito. Estaba escrito que emprendiéramos ese viaje uno al lado del otro. Verdadero como que eso es el destino. Nuestro destino era estar juntos. Te quiero pequeña.

Termina de hablar y un silencio atronador durante unos segundos, deja paso a un aplauso y a unos sonidos de llanto que prefiero no ver para no contagiarme más. Me abraza dulcemente pero de manera fuerte, apretándome contra él. Quiero dejar de llorar pero no puedo.

-Bien eh… - el concejal ahora si que está emocionado, no me extraña – hemos llegado al momento clave de la ceremonia en el que vosotros debéis confirmar lo que sentís el uno por el otro… pero creo que ya lo habéis hecho. – nos reímos sin querer –Así pues, os pregunto: Malú – miro a Quique y noto mi corazón latir más fuerte que nunca - ¿Quieres contraer matrimonio con Quique y efectivamente lo contraes en este acto?

Sonrío primero tímidamente y luego mi sonrisa se va ampliando cada vez más. Me mira con una cara de felicidad que creo que voy a desmayarme.

-Si quiero – digo emocionada –

-Quique – prosigue el concejal - ¿Quieres contraer matrimonio con Malú y efectivamente lo contraes en este acto?

Me mira y aprieta mis manos, entrelazándolas.

-Si quiero – contesta sonriendo –

-Ahora podeis proceder al intercambio de los anillos – dice el concejal –

Quique saca de su bolsillo los dos y me entrega el que yo tengo que colocarle a él. Ríe nervioso, creo que no le he visto tan nervioso nunca como ahora.

-Yo, Quique – habla seguro cogiendo mi mano para ponerme el anillo – te tomo a ti Malú – me mira y sonríe – como esposa, y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida – introduce suavemente el anillo en mi dedo y, tras hacerlo, coge mi mano y deja un beso en ella. Creo que estoy empezando a deshacerme por los pies –
Cojo su mano nerviosa y el anillo en mi otra mano.

-Yo, Malú, te tomo a ti, Quique, como esposo y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida – hago lo mismo, introduzco su anillo en su dedo y dejo un beso en su mano.

-Bueno… - carraspea el concejal aclarándose la voz – como concejal del ayuntamiento de Algeciras y en virtud de los poderes que me confiere la legislación del Estado español, yo os declaro unidos en matrimonio. – me voy a desmayar, lo veo – Enhorabuena, podéis besaros – dice apartándose hacia atrás.


Miro sus ojos, todavía llenos de lágrimas y agarro de nuevo sus manos. Me he hartado de llorar cuando me ha dicho todas esas cosas… y me he hartado de llorar por dentro cuando las he dicho yo. Ahora ya no hay que llorar. Ahora solo puedo expresar la emoción con una gran sonrisa. Lentamente, como si no importase el tiempo, como si no hubiera nadie más, nos acercamos el uno al otro. Sonríe más que nunca. Mi mujer. Increíble, no me lo puedo creer. Cruza sus manos lentamente por mi cuello, acariciándome el pelo justo antes de besarnos. Nada de beso corto, que esperen los que nos quieran dar la enhorabuena. El primer beso como marido y mujer tiene que ser de película. Me da igual todo. Pongo mis manos en su cintura, sujetándola o, quizá, sujetándome para no caerme. A lo mejor no soy objetivo, pero creo que ha sido la boda más bonita del mundo.