domingo, 1 de febrero de 2015

CAPÍTULO 168: ANTES DE TÍ, NO...

-Danka!

Me encanta salir a pasear a mis perros, pero Danka se descontrola cuando la suelto. No para de ir a olerle el culo a otros perros, me pone enferma. Más que nada porque luego se pone a darme besos. Qué poco higiénico todo. Dios, qué ganas tenía de tener unos días libres… menuda gira más intensa…

Me encanta vivir aquí. La gente ya me conoce y no me trata como una famosa, sino como una vecina más. El parque es tan grande que, cuando salgo a correr, tengo que mentalizarme que las vueltas que voy a dar se me van a hacer eternas. Lo bueno es que es tan amplio que los perros pueden estar sueltos… lo malo es que Danka suelta es un torbellino. Conoce prácticamente a todos los perros de la urbanización y claro, me avergüenza constantemente.

-Urko!! – escucho un grito de hombre que viene por mi derecha – puto perro de los cojones… - susurra – deja a esa perra en paz por favor!

Observo divertida sentada en el banco como ese chico persigue a su perro intentando atarle con la correa. El perro, un labrador precioso, se escabulle como puede. Está jugando.

-Urko por favor, que tengo un sueño que me caigo… ven aquí! – grita y el perro termina por hacerle caso – tú sabes lo que he dormido esta noche? – escucho como le habla agachado – no me mires con esa cara… te he sacado para que mees, no para que te subas encima de todas las perras…

El perro ladra una sola vez, como con un gesto de haber entendido lo que ocurre. Me estoy divirtiendo lo que no está escrito observando desde la distancia a ese chico. Parece joven… unos 30 años diría yo. No le había visto por aquí nunca. De repente, veo como el perro se suelta de la correa y viene directamente hacia Danka. Por un momento pienso en cogerla y salir corriendo, pero decido dejarles a ver qué ocurre. Si se ladran o se ponen a pelearse me iré, pero sino, dejaré que mi chuchita disfrute un poquito jugando con este perro que parece tan simpático.

Tras olerse el culo varias veces, el perro pasa de mi Danka y se queda mirándome. Acerco mi mano a su cabecita y se deja acariciar sin poner pegas.

-Urko joder! – otra vez esa voz de hombre – disculpa, está descontrolado, como no conoce demasiado la zona…

-No te preocupes… - digo sin mirarle – es un perro muy simpático… - alzo la mirada y noto como se queda sorprendido. Sonrío tímidamente –

-Emm… - noto como me mira todavía sorprendido – hostia… tú…

Vale, es nuevo en el barrio, sin duda. Sonrío divertida. Reconozco que me hace gracia ver la cara de la gente cuando me ven vestida con chándal y sin maquillar. Sigue mudo, así que decido cortar por lo sano y ponerle todavía más nervioso.

-Eres nuevo en el barrio? – pregunto casi riéndome –

-Emm… si… - veo como mira alrededor… como buscando a alguien que le diga que si, que soy yo – jajajaja – se ríe nervioso – vives por aquí?

-Si… – digo riéndome – somos vecinos parece ser…

Sonríe avergonzado y dirige su mirada a su perro… y a mi perra…

-Es la tuya no? – se agacha a saludarla – hola Danka…

-Cómo sabes cómo se llama? – pregunto sorprendida –

-Bueno… - veo como se ruboriza – lo he visto en twitter… - dice un tanto avergonzado – Venga Urko, vamos a casa que ya está bien de molestar…

-Pero si no molestáis! – me apresuro en contestar –

-Emm… bueno… - veo como duda – es que no he dormido esta noche… pero me ha mirado con esa cara… y he tenido que sacarle…

-Suele pasar con los perros… es como con los hijos… - sonrío –

-Si… - veo como parece estar incómodo – bueno… me… me alegro de haberte visto por aquí…

-Nos seguiremos viendo… siempre saco por aquí a mis perras… - sonrío amablemente –

La verdad es que tiene unos ojazos realmente. Pero qué hago pensando en un tío que acabo de conocer? Concéntrate Lula… Parecía tímido… pero simpático… y muy guapo la verdad. Ay joder!! Así no puedo yo ensayar… mejor será que salga a despejarme. Estoy inquieta, siempre me pasa hasta que me acostumbro a parar el ritmo de conciertos. Vamos a hacer algo de deporte… eso libera endorfinas y cansa… cansa mucho… a ver si hoy puedo pegar ojo antes de las 5 de la mañana, que falta me hace.

Mi moño de correr es una de las cosas de las que más orgullosa estoy. Es todo tan casual que me hace hasta gracia salir así. Pongo a punto el cronómetro. Una hora de running será suficiente para despejarme antes de que se haga de noche. Corriendo me siento libre, como si nada ni nadie pudieran enturbiar mi descanso mental. Hay más personas corriendo por el parque, se ha puesto de moda lo de ponerse en forma parece ser.

Noto como alguien corre detrás de mí. No hay nada que me ponga más nerviosa. Me giro rápidamente y le veo. El chico del perro tan simpático. Le acabo de pillar. Me estaba mirando el culo? Qué decepción, el buenorro es un salido. Me mira fugazmente y acelera el paso.

-Hola – dice sin dejar de correr adelantándome por la derecha –

-Hola… - contesto de mala gana –

Será cerdo. Corriendo detrás de mí y mirándome el culo. Lo que me faltaba ya. Pues ya no me gusta mi nuevo vecino. Madre mía, qué culo tiene no? Malú! No hagas tú lo mismo joder! Fuera de mi mente, fuera, fuera! Ahora! Joder, cómo corre no? Soy una picada, voy a acelerar el ritmo. Este no sabe quién soy yo. Que yo me tiro 2 horas y media cantando sin parar de correr por el escenario, a mí a resistencia no me gana nadie. En un visto y no visto, le doy alcance. Me pongo a correr a su lado como quien no quiere la cosa.

-Buena tarde para correr eh? – digo intentando sacar conversación –

-Si… hace una tarde estupenda… - contesta tímido –

-Sueles hacer footing?

-Si… de vez en cuando… - contesta un tanto incómodo –

De repente, por mi derecha aparecen dos jóvenes que creo que se están persiguiendo entre ellos. Como si lo viese venir, intento apartarme, pero uno de ellos me empuja, con la mala suerte que noto como mi tobillo derecho se dobla y caigo al suelo.

-Eh! Eres gilipollas o qué te pasa? – escucho como increpa a los jóvenes –

-Jajajaja! – se ríe uno de ellos – se ha caído tío! – me señala –

-Te ríes? – me incorporo un poco y veo como se está encarando con uno de ellos – quieres que nos riamos todos?

-Eh, tranqui tío… - el otro chico parece que se ha asustado un poco… normal… con la camiseta sudada se le marcan todos los músculos… y acojona –

-Lárgate de aquí antes de que te parta la boca… - contesta serio –

-Vale vale, nos vamos… perdona eh? – me señalan – joder… cómo se ha puesto…

Veo como se gira hacia mí y viene a ayudarme a levantarme del suelo.

-Estás bien? Te has hecho daño? – me agarra de la mano ayudándome a levantarme –

-Ay! – me quejo al notar que no puedo apoyar bien el pie derecho –

-Ven… siéntate… - me lleva casi en volandas a uno de los bancos del parque – déjame ver ese pie…

-Que no es nada… - digo tímida –

-No parece que haya nada roto… - frunzo el ceño al ver como explora mi pie cuidadosamente – y la herida esa es superficial… pero deberías curártela…

-Que solo ha sido una caída… no tiene importancia… - digo intentando levantarme –

-Se te va a hinchar… - me agarra del brazo haciendo que me apoye en él – venga, te acompaño a casa…

Vaya… vuelve a caerme bien mi vecino. A pesar de haber estado mirándome el culo y corriendo detrás de mí como un obseso sexual, pero parece majo.

-Ven, vamos a mi casa, así podré curarte y tengo unas muletas para dejarte…

-Para para… - me paro en seco – que no pasa nada en serio, es una torcedura nada más…

-Los esguinces de tobillo hay que curarlos bien… hazme caso…

Habla con tanta seriedad que me veo incapaz de  replicarle. Llegamos a su casa, apenas a dos calles de la mía. Es más, la veo desde aquí. Dudo un momento en si entrar a su casa o no, pero el tobillo me duele horrores, así que decido entrar. Me ayuda a subir las escaleras de la entrada, a la pata coja. Qué vergüenza.

-Ven, siéntate aquí, voy a por una venda…

Desaparece del salón y observo su casa. Un salón bastante amplio, sin demasiada decoración que recargue la estancia. Aparece su perro, Urko se llamaba creo. Qué cariñoso, no me ha ladrado ni nada, sino que se ha puesto a mi lado para que le toque el lomo. Al momento, aparece con un maletín, una botella que creo que es alcohol, algodones… pero este chico que tiene en casa? Una farmacia?

-Vamos a ver ese tobillo de nuevo…

Se arrodilla delante de mí. Me estoy muriendo de la vergüenza, pero puede más el dolor que siento. Explora el tobillo cuidadosamente, haciendo giros suaves y tocando el pie entero.

-No tienes nada roto… voy a vendártelo y te pones hielo de acuerdo?

Le observo detenidamente. Es guapo. Muy guapo definitivamente. Antes de ponerme la venda, me pone una especie de algodón alrededor de todo la pierna, hasta la pantorrilla. Parece profesional. Será médico o algo así?

-Bueno… esto ya está… a ver esa herida… - examina mi herida de la rodilla – es un roce sin importancia… voy a echarte un poquito de alcohol vale? – me quejo en silencio al notar el escozor – voy a tapártela, mañana puedes llevarla ya al aire…

-Eres médico o algo así? – pregunto intrigada –

Sonríe de medio lado sin mirarme.

-Efectivamente… así que vas a tener que hacerme caso… - me mira sonriente – tengo unas muletas… apoya poco al principio, en dos o tres días, camina solo con una… déjate la venda mínimo una semana de acuerdo?

Habla con tanta convicción de nuevo que me inspira confianza. Así que médico. El doctor macizo, como en anatomía de grey. Dios, tengo que dejar de ver series de médicos, me perturban.

-Esto ya está… - se levanta del suelo – toma, sabes llevarlas? – me entrega las muletas –

-No hace falta de verdad, estoy bien…

-Hazme caso anda… necesitas las piernas para trabajar… no querrás quedarte coja no? – alzo una ceja incrédula – jajajaja – se ríe… que risa tan bonita… y qué dientes tan blancos… y qué… - deja de mirarme así… somos vecinos no? Los vecinos se ayudan…

-Como te llamas? – pregunto sin pensar –

-Quique… me llamo Quique…



-Malú! Me estás escuchando?

-Eh? – la voz de Vero acaba de terminar con mi imaginación -


Sacudo la cabeza, volviendo a la realidad. Joder… podría escribir novelas con esta imaginación… Sonrío al pensar en lo gracioso que hubiera sido conocernos de la manera en la que acabo de imaginarme. Qué tonta soy joder…  quizá Vero tenga razón… quizá Quique y yo estábamos destinados a encontrarnos, de cualquier manera, en cualquier lugar… en cualquier momento. 

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