Bajo del coche un tanto abrumado. Desde fuera ya se sabía que
esto era una boda, pero la decoración por dentro es increíble. Un altar
improvisado, donde figuran nuestros nombres, con 4 sillas, dos delante y dos
detrás, imagino que para nosotros dos y los padrinos. Enfrente del altar,
montones de sillas más, forradas con tela blanca. El sol luce espectacular, el
sueño de toda novia y de todo novio. Mucha gente se gira al escuchar que
alguien ha gritado que llegaba el novio. Genial, si antes tenía calor, ahora
mucho más.
-Ese máquina!! – el primero en llegar es Álex – ya pensábamos
que te habías rajao! – me da una palmadita en el hombro – pero tío… - me mira
de arriba abajo – no te veía tan formal desde la graduación! – estalla en una
carcajada y sonrío –
-Madre mía! – exclama Marta al verme – qué guapo! – se lleva
las manos a la boca – qué ilusión!! – exclama de manera divertida –
-Y mi princesa dónde está? – digo refiriéndome a mi ahijada –
La primera vez que veo a Rocío tan tímida. Se asoma por
detrás de la pierna de su padre, mirándome con cara tímida.
-Has visto qué guapo está el tito? – dice Marta – venga, dale
un beso!
La niña camina juntando sus manos tímidamente hasta llegar a
mí. Me agacho a su altura.
-Pero cómo puede ser tan guapa esta niña? – exclamo y le doy
un sonoro beso en la mejilla – a ver… - le obligo un poco a que se de la vuelta
– qué vestido más bonito cariño!
Se ríe tímida. Qué ternura me provoca. El vestidito de la
niña es ideal, de color blanco con volantes. Maravilloso. La gente allí
presente se acerca a mí a darme la enhorabuena y todas esas cosas que hacen que
el novio se ponga más nervioso. No puedo evitar mirar el reloj y cuando dan las
17:00, mis nervios se acrecentan. Se acrecentan mucho.
Mi madre me mira con tanta ternura que tengo que hacer
verdaderos esfuerzos por no explotar. Entre lo nervioso que estoy, las miradas
de todos y el imaginarme a Malú llegando, las ganas de llorar son evidentes. Y,
por si fuera poco, Vero llega en el momento justo para desatar todavía más mis
nervios. Pensaba que iba a llegar con ella, pero parece que va a llegar con sus
padres y ella se ha adelantado. Richard, vestido de traje, baja del coche con
Lucía de la mano. Hostia, pero si van igual igual vestidas Rocío y ella! Rose
llega con Juliet, Rose con un vestido de chaqueta y Juliet con el mismo vestido
también que Rocío y Lucía. Qué guapa está la niña… Vero , con un vestido verde
turquesa que le sienta muy bien, se acerca a mí haciendo aspavientos en cuanto
me ve.
-Dios mío!! – se lleva las manos a la cabeza – Ay! Ay! Ay!! –
exclama algo emocionada – que voy a llorar!!
-Tan feo voy? – digo de broma sonriendo –
-Madre mía… qué emoción!! – exclama y me da dos sonoros besos
–
-Dónde está la novia? – pregunto nervioso –
-Ahora vendrá… - sonríe – nervioso?
-Yo? – intento hacerme el fuerte – para nada… - digo irónico
–
-Hola Rick… - Juliet me saluda tímida – vas muy guapo… -
parece ruborizarse -
-Ven aquí anda… - le doy un abrazo sentido – tú si que estás
guapa… - cojo su mano y hago que se de la vuelta – pero bueno!! Por qué creces
tanto cada día?? – se ríe tímida –
Rose y Richard me saludan amistosamente y Lucía se queda en
un segundo plano, cogida de la mano de su madre. Me mira con ese gesto suyo tan
tímido y tan pillín a la vez. Sonrío de nuevo conmovido y vuelvo a agacharme
como he hecho con Rocío antes.
-Dónde está mi bombón? – veo como Lucía se esconde un poco
avergonzada detrás de su madre –
-Venga Lucía, saluda al tito Quique…
La niña se acerca a regañadientes porque ve como todo el
mundo observa la escena. Se abraza a mí tiernamente.
-Tas muy guapo tito… - dice tímidamente –
-Ay que me la como… - digo enternecido dejando sonoros besos
en sus mejillas – si pareces una princesa!! – exclamo y se ruboriza un poco –
-Quique, necesitas un hijo urgentemente… - aparece Alejandro
por mi espalda que ya me ha saludado anteriormente –
-Calla calla… - digo intentando restarle importancia – sabes
algo de Malú? – pregunto nervioso –
-Tú no sabes que la novia tiene que llegar tarde o qué? –
pregunta Pastora acercándose – mírale, qué nervioso está…
-Que no estoy nervioso! – me ajusto la chaqueta un tanto
ansioso –
-Apenas… - susurra Vane sonriendo irónicamente –
Me sudan las manos. Mi madre ha decidido dejar de hacer
comentarios, cosa que agradezco, porque me pone cada vez más nervioso. Miro al
cielo desesperado, necesito que llegue ya. Yo creo que un cuarto de hora de
retraso está bien. De pronto, comienzo a escuchar murmuros y afino la vista. Un
coche llega. Tiene que ser ella. Noto mis piernas temblar. Tiemblan muchísimo.
Escucho un sonido en el cielo y alzo la mirada. Qué cosas… está pasando un
avión justo por encima de nosotros. Sonrío intentando contener la emoción. El
momento ha llegado.
-Llego tarde papá… qué desastre… - digo mirando la hora –
-Desastre? – pregunta mi padre – tú crees que puedes decir
que qué desastre con lo preciosa que vas? – sonrío avergonzada – además, que la
novia tiene que retrasarse…
-Tu padre tiene razón… - dice mi madre sin girarse hacia mí –
tranquilízate hija, estamos llegando…
Mi hermano es el que conduce. Se le nota algo nervioso,
aunque no lo diga. Precisamente cuando está tan callado es cuando se le nota
que está nervioso. No me puedo creer hacia donde estoy yendo. Hacia mi propia
boda. Me imagino a Quique esperándome y los nervios en el estómago aumentan.
Qué difícil es encontrar a alguien con quien estés dispuesto a casarte. Pero
mucho más difícil es encontrar a alguien que sepas que está dispuesto a casarse
contigo. Lo difícil es encontrar la correspondencia en el amor. Y yo lo tengo. Le he encontrado.
Entramos en el cortijo y cientos de coches se agolpan a la
entrada. Siento unos nervios parecidos a cuando voy a salir al escenario. La
responsabilidad de estar ante un momento importante. Debe ser eso. El momento
más importante de mi vida quizás. El coche se para, y parece que mi corazón lo
hace a la vez. Respiro hondo un par de veces antes de que mi padre me abra la
puerta del coche. Al abrirlo, escucho ese murmuro de mucha gente hablando. Alzo
la mirada y veo lo que me espera. Quique esperándome frente a una gran alfombra
roja que llega hasta un altar que lleva nuestros nombres y un montón de gente
mirándome. Dirijo la mirada al suelo para no caerme al bajar del coche. No voy
a llorar. No tengo que llorar. Dios, qué ganas tengo que llorar joder!
-Dios… - exclamo en voz baja –
No es que vaya guapa. Es que es una absoluta princesa con ese
vestido. No se puede ser más preciosa joder. Pensaba que no iba a ponerme más
nervioso de lo que ya estaba, pero sí, si se puede. Miro de reojo a mi madre
que está a punto de llorar. Malú camina agarrada a su padre, mirándome
fugazmente y bajando la cabeza avergonzada. Escucho a la gente exclamar al
verla. No es para menos. Conforme va acercándose a mí, es como si viera pasar
todos estos meses por delante de mis ojos. Sin querer, vienen flashes a mi
mente de todos esos momentos que hemos pasado juntos. Y entonces comprendo que
todo ha valido la pena. Absolutamente todo.
Llega a mi altura y detecto que está haciendo verdaderos
esfuerzos por no llorar. Pero sonríe. Sonríe iluminándolo todo. Sonríe y me
hace sonreir a mí. Su padre me estrecha la mano sonriente y coge su mano y la
alarga hasta mí. Qué gesto tan simbólico. Cómo si me la entregase para siempre.
Cuando cojo su mano, noto como tiembla levemente. Mi madre, algo nerviosa, le
da dos besos de manera muy delicada. No quiero mirar a mi madre, sé que debe
estar llorando y no quiero hacerlo yo. Cojo su mano con firmeza y me la aprieta
en señal de que está nerviosa. Como yo.
-Estás preciosa… - susurro sonriente –
-Tú si que estás guapo… - dice tímida – cuánta gente… -
hablamos en voz baja –
-Ya ves… - sonrío – has tardado jefa… - digo nervioso –
estaba que me subía por las paredes…
-Idiota… - ríe levemente –
Una música comienza a sonar y me sorprendo. Nos damos la
vuelta, dispuestos a dar esos pasos cogidos de la mano. Al lado del altar está
su banda, tocando una canción que conozco muy bien. Joder… me cago en la puta,
esto no se hace, no sabía nada. Y parece que Malú tampoco a juzgar por su cara
de emoción. De refilón, veo como detrás de nosotros se sitúan Juliet, en el
centro, y Rocío y Lucía agarradas de las manos. Detrás de ellas, los padrinos,
mi madre y su padre. Y detrás, su madre y mi padre. No pienso desmayarme,
aunque ganas no me faltan. Sobre todo cuando noto esas palpitaciones en el
pecho. Comenzamos a caminar agarrados de la mano. Observo a la gente agolpada
alrededor de la alfombra, mirándonos conmovidos. Escucho piropos y comentarios,
aprobando su vestido. Cómo para no hacerlo. Sencilla y elegante a la vez, justo
como es ella. En el altar improvisado, nos espera el hombre que va a celebrar
la ceremonia. Me lo habían presentado hace unos días. Es un amigo de Pepe, y
concejal de la ciudad. Pues nada, ya está, ya estamos llegando. Ya no hay
marcha atrás, por fin va a pasar.
Al llegar al altar, saludamos al concejal y nos sentamos en
nuestras sillas. Las niñas, muy atentas y adorables, colocan la cola del
vestido de Malú para que quede bien. Nos sentamos sin soltarnos de la mano,
creo que si la suelto, me caeré redondo al suelo. Cojones, qué rápido me va el
corazón en este momento. Sigue sonando la música, casi acabando. La canción
adecuada para el momento sin duda. Pero qué hacen con todos los instrumentos
aquí? Jajajaja! Están como las putas cabras.
No puede ser que mi banda esté tocando ahí al lado. Qué hijos de
puta. Qué calladito se lo tenía Jose. Vale, estoy llorando, no lo puedo evitar.
No se me ocurre una manera mejor de llegar al lugar donde voy a casarme con él.
Ni una manera más emocionante. La madre que los parió. Mientras camino, siento
la tentación de ponerme a cantar y liarla parda. Será la costumbre. Me da por
reirme, me cago en todo, voy a salir en las fotos como una retrasada, llorando
y riendo a la vez. Cómo puede ir tan guapo Quique? Dios mío, no le puede sentar
mejor un traje a nadie que a él. Veo entre los invitados a la gente de la isla
y todavía tengo más ganas de llorar. Cómo puede ser que hace un año
estuviéramos perdidos en una isla y ahora estemos aquí? No es lógico.
La música sigue mientras intento sentarme y las niñas,
monísimas, me ayudan con el traje. Ay por favor, todo lo que pasa me hace
llorar. Verás tú cómo acabo. La ceremonia va a comenzar y mi mano no se separa
de la de Quique. Si lo hago, me caeré redonda al suelo.
-Buenas tardes – comienza a hablar el concejal – Nos encontramos
hoy aquí reunidos para unir en matrimonio a Quique y Malú. Antes de dar lectura
al acta matrimonial, me gustaría dirigir unas palabras a los novios y a todos
los presentes.
Miro a Quique, que no deja de mirarme con esos ojos llenos de
ternura y emoción.
-Ante todo, muchas felicidades por haberos decidido a dar el
gran paso que supone unir vuestras vidas. En este feliz momento constatáis ante
vuestros seres queridos que habéis encontrado en el otro a esa persona que os
completa – nos miramos sonrientes – y con la que merece la pena pasar el resto
de vuestros días – sin duda es así – Ahora tenéis frente a vosotros un viaje
lleno de sorpresas: una vida entera. – sonrío – En el camino os encontraréis de
todo. Eso es el matrimonio. Desde momentos de gran felicidad a situaciones que
pondrán a prueba vuestras fuerzas y que, sin duda, ya habéis podido comprobar.
Pienso, sobre todo, en el momento del accidente. En el
hospital, con Quique sin recordar nada y el sufrimiento que eso supuso para mí
y para él.
-Tendréis que sortear los obstáculos, pero, si sois firme en
vuestro amor, lograréis superarlos. – nos miramos sonrientes –
-Guapa… - me susurra –
-Guapo… - susurro tímida –
-Tolerancia – sigue el concejal – respeto, paciencia, cariño,
confianza, capacidad para perdonar las faltas del otro y amor son los
ingredientes imprescindibles de esa fórmula mágica y secreta que os dará la
felicidad.
El concejal hace una pequeña pausa donde todo el mundo
permanece en silencio. Solo se escuchan el sonido de los flashes.
-Para finalizar, quisiera daros un pequeño consejo: Quique,
Malú… - le miramos atentamente – encontrad el amor en los gandes
acontecimientos, como el día de hoy, pero también en las cosas más pequeñas y
simples. Por ejemplo, en el último beso de buenas noches antes de dormir. – nos
miramos sonriendo – Sólo me queda desearos, de corazón, que la ilusión que hoy
vemos en vosotros, perviva para siempre.
Un tímido aplauso, que creo que ha arrancado por parte de
Vero, por quién si no, se extiende por el jardín. Noto el rubor en mis
mejillas. Quique mira al suelo avergonzado y algo nervioso.
-Tras estas palabras, procedo a dar lectura al acta
matrimonial – carraspea – Siendo las 17:30 horas del día 6 de Junio de 2015,
comparecen quienes acreditan ser María Lucía Sánchez Benítez y Enrique Valverde
Bernal, al objeto de contraer matrimonio civil en virtud de autorización
recaída en el expediente número 343987.
Las miraditas entre nosotros siguen. Miradas cómplices, cómo
las que siempre tenemos, solo que ahora se producen en un altar, en nuestra
boda.
-Quiero hacer constar que se han cumplido todas las
prescripciones legales para la celebración de este matrimonio civil, sin que en
la audiencia sustitutoria de edictos se haya presentado ni denunciado
impedimento ni obstáculo para esta celebración – no he entendido una puta
palabra, pero creo que es bueno lo que acaba de decir… me entra una ligera risa
– A continuación, Álex, amigo del novio, nos leerá algo que ha escrito en honor
de la pareja.
Joder. Puto Álex. A saber lo que ha escrito. Seguro que algo
que me va a hacer llorar y reirme a la vez. La música de fondo vuelve a sonar y
creo que lo va a hacer durante toda la lectura. Qué emocionante joder, y encima esta canción, que la hemos cantado millones de veces.
-Bueno… - carraspea. Se nota que está nervioso – me gustaría,
antes de empezar a leer lo que he escrito, desearos toda la suerte y toda la
felicidad del mundo. – vuelve a carraspear – Quique… somos amigos creo que
desde que nacimos… que parecerá una exageración, pero no es exagerar si digo
que desde que tengo uso de razón, eres mi mejor amigo. Hoy no puedo evitar
acordarme de mi boda con Marta, y de cómo nos hiciste llorar con eso que leíste
ese día. Así que hoy me lo voy a cobrar, y con muchos más invitados delante que
van a ver cómo lloras – me entra la risa – Tengo tantos recuerdos contigo que
me ha sido muy difícil destacar alguno en concreto… quizá porque los que
parecen más insignificantes son los que, realmente, hacen que una amistad sea
de verdad. Cómo aquel día en el que yo salía de mi último examen de la carrera y
estabas en la puerta de la facultad con un litro de mi cerveza favorita en la
mano y un paquete de Marlboro. Te aseguro que diste en el clavo con lo que
necesitaba en ese momento – se escuchan risas de fondo – o cómo cuando, aquella
vez, que teníamos unos 8 o 9 años, estábamos jugando al fútbol con los mayores
y uno de ellos me pegó un codazo y me partió la nariz. Todavía me acuerdo de lo
que me dolió. Pero lo que más recuerdo es ver cómo te encarabas con un tío que
te sacaba una cabeza por defenderme. Te llevaste una buena hostia de recuerdo,
te acuerdas no? – vuelven a escucharse risas y yo noto como voy emocionándome
poco a poco – Pero no solo has estado presente en los momentos más pequeños,
sino en los momentos más grandes… si tengo que destacar uno por encima de
todos, ese es el nacimiento de Rocío. Mi hija, tu ahijada, o tu sobrina, como
solemos decir. Porque eres mi hermano, aunque no ponga lo mismo en el libro de
familia. – Vale, ahora si que se me va a escapar una lagrimilla – nunca se me
olvidará tu cara al ver como salía del paritorio con la niña en brazos. Esa
cara no se finje. Esa cara se siente. Y esas lágrimas que echaste también. Que
eres un puto llorón y lo sabes. – pongo
gesto irónico y alzo mi cabeza un poco para no ponerme a llorar – Hace poco más
de un año, sentí un vacío que jamás pensé que sentiría. El pensar que había
perdido a mi mejor amigo es una sensación que no puedo explicar. Recuerdo ese
dolor en el pecho que me atravesó y que no dejó de hacerlo hasta que volviste.
Y no volviste solo. Volviste con la que hoy va a convertirse en tu mujer. Casi
nada… - suspira algo emocionado – tú es que o haces las cosas a lo grande o no
las haces. – me río y noto como Malú también se está riendo – Y yo me siento
muy orgulloso de que estéis aquí, por una razón que creo que es el momento de
contarla. Soy el responsable de que te cases con esta mujer. – abro la boca
algo extrañado – o no te acuerdas de aquella conversación en la terraza, antes
de que empezáseis esta historia? – resoplo sonriendo – te convencí para que te
lanzaras. Que lo sepas Malú – Malú se ríe – estaba cagao. – lo voy a matar. Se
escuchan risas de fondo de nuevo – Nunca jamás pensé que aquella chica de la
que no parabas de hablar en el instituto – resoplo de nuevo, qué vergüenza – no
me mires así, que te molaba un huevo – se escuchan risas – nunca pensé que esa
chica se iba a convertir en tu mujer. Una vez más te digo, lo haces todo a lo
grande. – carraspea – hoy es uno de los días más felices de tu vida, vendrán
más, sin duda, pero no sabes lo feliz que me siento de verte tan feliz y de
compartir este día contigo. Y los que quedan amigo. – sonrío emocionado –
espero que seáis muy felices… te quiero colega.
Un aplauso estalla en el jardín de nuevo. Hijo de puta, ha
conseguido que llore. Me levanto de la silla al ver que se acerca a nosotros y
nos fundimos en, quizá, uno de los abrazos más sinceros que he dado en mi vida.
-Gracias tío… - digo sincero – qué cabronazo eres…
-Te la debía… - dice riéndose –
Se abraza también con Malú, que se seca sutilmente las
lágrimas. A ella también le ha emocionado. No me extraña.
-También Alejandro – el concejal mira a los asistentes – no es el de
antes eh? Es otro – se escuchan risas – Alejandro, amigo de la novia, desea
dirigirnos unas palabras. Adelante.
Tras la emoción por el texto tan bonito que ha escrito Álex,
llega mi momento. Ahora Alejandro va a leerme algo que ha escrito. Y con esta canción de fondo. Voy a matar a Rubén lentamente. Conociendo a Alejandro, voy a llorar más que en toda mi vida.
-Es difícil superar a mi tocayo – dice divertido – pero lo
voy a intentar. – dirige su mirada al papel – Lula… no sabes las ganas que
tenía de compartir un momento tan feliz como este contigo. Tu familia y la mía
han estado unidas incluso desde antes de nacer nosotros. Te he visto crecer, no
solo físicamente… sino desde lo que importa, desde dentro. Y desde pequeña
sabía que tenías dentro un corazón que, el que lo conquistase, tendría mucha
suerte. Tus virtudes son muchas, todas las que la gente se pueda imaginar.
Sensible, cariñosa, honesta, divertida… imagino que Quique sabe que eres todas
esas cosas. E imagino que, por eso, quiere compartir su vida contigo. – hace
una pausa – siempre he sentido un sentimiento de protección hacia ti. Eres
fuerte y frágil a la vez. Eso es lo que te hace tan especial. Recuerdo muchos
momentos contigo, muchas conversaciones quizá tan profundas que poca gente las
entendería si las cuento hoy aquí. Profundas porque, en el fondo, nos
entendemos como si tuviéramos la misma sangre. En concreto, recuerdo aquella
conversación contigo en tu 30 cumpleaños. – sonrío al recordarla… para mí fue
un antes y un después sin duda - Aquel día supe que habías aprendido a
disfrutar de la vida. Que todo lo malo que, en algún momento podría haberte
hecho caer, ahora hacía que te levantases. Y no sabes lo orgulloso que me
sentí. Y lo orgulloso que me siento al ver que has crecido sin perder el norte.
La pena, la rabia, la angustia que sentí hace un año, hoy se transforma en
felicidad. La vida es como la energía. No se destruye, se transforma. En tu
caso, se transforma cada vez en algo mejor. – hace una pausa algo emocionado y
yo hago esfuerzos por no llorar – Siempre me ha dado miedo que te hagan daño.
Ya te he dicho que tengo un instinto de protección hacia ti, como si fueras mi
hermana pequeña. Desde que conocí a Quique, ese miedo ha desaparecido. – miro a
Quique, que resopla – me bastó un minuto. Un minuto observando tu sonrisa
cuando le mirabas. Suficiente para saber que estabas en buenas manos. Y hoy no
solo estoy contento por ti, estoy contento por mí. Porque la tranquilidad de
saber que tu hermana pequeña es feliz, es la mayor tranquilidad que un hermano
puede sentir. Y si este amigo que observa tu vida ahora mucho más tranquilo,
puede hacer lo que esté en su mano para ayudarte, no dudes que lo hará. Eso te
lo puedo jurar. – Ya no puedo reprimir las lágrimas – Muchas veces bromeábamos
con que tú eras una aprendiz y yo el maestro… ahora eso ha quedado atrás. Ahora
yo me siento un aprendiz cuando te miro. Desde hace un año, siento que tú eres
una maestra. Una maestra de la felicidad. Y yo quiero seguir aprendiendo. Y
espero que siga siendo así toda la vida. Te quiero Lula.
La emoción me puede y rompo a llorar entre risas. Alejandro
me abraza como si verdaderamente fuese su hermana pequeña. Como tantas otras veces ha hecho. Y abraza a Quique
como su compadre. No sabía que iba a emocionarme tanto. Ni imaginándolo,
alcanzaba a saber hasta qué punto iba a llegar.
-También Vero, amiga de la novia, y Richard, amigo del novio,
desean dirigiros unas palabras conjuntamente. Adelante.
Genial, no me he recuperado de una y ya estoy metida en otra. Y la música? Jajajaja la canción de la despedida de soltera. Voy a matarla, es una crack.
-Buenas tardes – comienza hablando Vero – he elegido yo la música cariño... se nota no? - me río y escucho risas entre las que asistieron a mi despedida - que sepas que esto
va de parte del trío calavera… - señala a Vane y Pastora – pero quedaba mucho
más bonito si salía yo sola con Richard, las cosas como son – me río – Malú
cariño… cuántas cosas hemos vivido juntas… - sonrío – todavía recuerdo aquel
mes que pasaste en mi casa cuando estabas tan malita. Si es que eres una
superviviente, no me digas que no… - comienzo a reirme – el día que volviste y
que se acabó esa pesadilla que vivimos todos los que te queremos, es sin duda
uno de los días más felices de mi vida. Te lo digo desde el corazón. Te lo
decimos todos. Todos sabemos que eres una persona especial, quizá la persona
más especial que conocemos. – noto como se emociona – tu ahijada, con 5 añitos,
también lo sabe, así que imagínate lo especial que eres para que una personita
tan pequeña se dé cuenta de eso. – me giro para mirarla y me sonríe tímida –
Pero es que… encima no volviste sola… es que encima te traes a este hombre –
señala a Quique que alza las cejas irónico – y, sobre todo, me traes a este que
está aquí a mi lado – me río sin poder evitarlo – es que eres experta en hacer
la vida más fácil a los demás. Siempre he querido verte feliz, como toda la
gente que te quiere… y, sin duda, ahora es cuando te veo así. Y no me extraña,
porque tu marido es tela… - hace un gesto con la mano – también experto en
hacer la vida más fácil a los demás. Tal para cual sin duda. Dais asco. – se
escuchan risas – con todo el cariño del mundo, pero lo dais. Bueno, ahora me
dais menos… - mira a Richard embelesada – Llevo días nerviosa, me atrevería a
decir que más que tú – la miro irónica – y es que cuando se casa tu mejor
amiga, la responsabilidad de que esté todo bien organizado es de una. Si o no chicas?
– mira hacia las demás, que se ríen – no sabes el estrés… ni cuando estaba
embarazada he pasado tantas náuseas como estos días… - se escucha una risa
general – y es que todo tenía que ser perfecto para tu día. Para vuestro día
mejor dicho, porque no solo tú eres amiga mía. Es que considero a Quique
también amigo mío. – le mira sonriente – por todo lo que hemos vivido y por
todo lo que ha hecho también por mí… y por Lucía. Que te adora, lo sabes no? –
Quique sonríe mirando al suelo – Malú… espero que seas todo lo feliz que te
mereces… te quiero amiga. – un breve aplauso, deja paso a las palabras de
Richard –
-He estado perfeccionando mi español… Vero me ha ayudado… -
dice con acento inglés – conocí a Quique en las peor situación posible, pero
desde el principio supe que tenía un gran… - mira su papel – corazón. – ríe
nervioso – Te considero mi amigo, y para mí, amigo es una palabra muy seria.
Amistad y amor son las palabras más serias que existen. Y yo he conocido la
amistad por ti. Y el amor gracias a ti también – mira a Vero – me refiero a
ella – señala a Vero - no a él – aclara
mirando al público, que ríen, algunos a carcajadas – no quiero extenderme más
porque ya sabéis mi problema con los verbos – me río en una leve carcajada –
solo quería deciros que, si se puede sacar algo bueno de aquello que vivimos,
sin duda, una de esas cosas sois vosotros. Os quiero.
Vaya. Qué bien ha hablado el tío. Río emocionada y me abrazo
a Vero mientras Richard se abraza a Quique y viceversa. Espero que no haya
ninguna sorpresita más porque mi rímel va a soportar poco ya.
-Ahora, unas personitas también quieren dedicaros unas
palabras – noto como las sillas de detrás se mueven… oh dios, van a hablar las
niñas… maldita sea… - Juliet, Rocío, Lucía, Guillermo, es vuestro turno –
Guillermo! También va a hablar Guillermo!... respira Malú, respira. Joder, no
han empezado y ya tengo ganas de llorar. Y esta música! Me cago en la puta! –
-Hola – comienza tímida Juliet – me siento como si mis padres
se casaran. – vale, empezamos fuerte – cuando lo hicieron, yo no estaba
presente, pero tengo la suerte de estarlo hoy. – qué bien pronuncia la niña
joder – Malú y Quique son como mis padres, o, al menos, se han portado así
conmigo. Me han cuidado, enseñado, y querido tanto durante este año… - suspira
algo nerviosa – no sé lo que hubiera hecho sin ellos… sois geniales – sonrío
emocionada y miro a Quique. El pobre no puede disimular que está llorando – hay
personas que te cambian la vida… y vosotros habéis hecho eso conmigo – resoplo,
no puedo más – sé que soy muy joven todavía, pero también sé que lo que he
vivido con vosotros me va a servir para ser mejor persona. – Quique susurra un
joder. No puede parar de llorar – Estoy muy feliz de haberos conocido. Mi
abuela y yo nunca os podremos agradecer lo suficiente lo que habéis hecho por
nosotras. Os quiero.
Un aplauso cada vez más fuerte se escucha en el jardín.
Maldita niña, se me va a correr el rímel al final…
-Hola – se escucha la voz segura de Guillermo – tenía muchas
ganas de veros – dice inocentemente y me arranca una sonrisa – estáis muy
guapos, pero sobre todo tú Malú – se escuchan risas – lo siento Quique pero
ella es más guapa – escucho como se ríe. Este niño es espontáneo a más no poder
– cuando mis padre me dijeron que os casábais yo les dije que ya lo sabía. – le
miro sorprendida – lo sabíamos todos los que estuvimos en esa isla. Aunque sea
pequeño, me doy cuenta de las cosas. – se me escapa una carcajada – Malú y
Quique son para mí como mis ángeles de la guarda. Mamá siempre lo dice. Quique
me salvó la vida y Malú no paró de cuidarnos a Juliet y a mi durante aquellos
días. Me alegro mucho de haberos conocido y espero que seáis muy felices.
Otro aplauso se escucha en el jardín cuando acaba de hablar
Guillermo. Ahora parece que es el turno de las niñas. No puedo evitar reirme
cuando, de repente, veo aparecer sus cabecitas asomando por encima del atril.
Les han puesto una banqueta para que llegasen al micrófono. Qué monas van por
favor.
-Hola – dice Rocío riéndose –
-Hola – dice Lucía de manera tímida –
Se miran como haciéndose señas. Me estoy muriendo de amor y
de la risa.
-Os queremos mucho – dicen a la vez y desatan una risa
general –
Veo como Juliet les chiva algo en el oído.
-Que seáis muy felices – dicen a la vez. Juliet les vuelve a
chivar algo – sois los mejores titos del mundo.
Un oh unánime se escucha en el jardín. Se puede ser más
adorable que estas dos crías? No, no se puede. Tras el “oh” sigue el aplauso de
rigor cada vez que ha hablado alguno de ellos. Nos abrazamos durante unos
segundos y vuelven todos a sus puestos. Se lo han aprendido. Se han aprendido
lo que tienen que hacer parece ser. Es que me los como con patatas.
-Bien – habla el concejal – en este punto, paso a dar lectura
a los artículos del 66 al 68 del Código Civil, a los cuales vosotros, Malú y
Quique, estaréis facultados y obligados una vez hayáis contraído matrimonio.
Estos artículos resumen lo que debe ser vuestra vida en común. – carraspea –
Artículo 66: Los cónyuges son iguales en derechos y deberes. Artículo 67: Los
cónyuges deben respetarse y ayudarse mutuamente y actuar en interés de la
familia. Artículo 68: Los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse
fidelidad y socorrerse mutuamente – nos miramos tiernamente – Deberán, además,
compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de
ascendientes y descendientes – nos miramos sonriendo – y otras personas
dependientes a su cargo.
Hay una pausa. Creo que ha llegado el momento en que,
nosotros, leemos lo que hemos escrito.
-Ahora Malú, la novia, desea dirigirnos unas palabras. Tu
turno Malú.
Nos levantamos de la silla y nos ponemos frente a frente. El
concejal coge el micrófono y pone cerca de mi boca. Espero no llorar y poder
terminar de decir todo lo que quiero. Carraspeo. Siento un nudo en la garganta
importante. Quique me mira con esos ojos que, nada más verlos, me hacen sentir
ganas de llorar. Me coge las manos suavemente, como intentando transmitirme
tranquilidad. Y, como si fuese magia, de repente, no siento que esté delante de
cientos de personas. Solo le veo a él. De fondo, la canción que he elegido para este momento. No podía ser otra.
-Había perdido, sin querer, la esperanza de encontrar a
alguien que me comprendiera y me quisiera como yo necesitaba. No pedía mucho,
solo amor correspondido y cariño. Lo que no esperaba era encontrarme con
alguien como tú – hago una breve pausa, para coger fuerzas, las lágrimas ya han
asaltado mis ojos – no esperaba encontrarme con alguien tan comprensivo, tan
cariñoso, tan divertido y tan buena persona. Incluso he llegado a pensar que
eres demasiado para mí. – me mira negando con la cabeza con media sonrisa –
Primero un ángel que apareció de la nada, luego un salvavidas en medio del mar
al que aferrarme, después un amigo que me escuchaba y me calmaba y, finalmente,
el amor de mi vida – baja la cabeza algo emocionado y tengo que hacer serios
esfuerzos por no ponerme a llorar – Deprisa y despacio a la vez, quizá a la
velocidad en la que los dos nos sentimos cómodos, todo fue ocurriendo, sin
forzarlo y sin esperarlo. Hasta llegar aquí. Hasta llegar al lugar donde nunca pensé
llegar con alguien como tú. La vida nos ha dado algún revés durante este
tiempo, pero me has enseñado que el amor es tan grande, que puede hacer que
superemos todo. Me has enseñado a no sentir que debo cambiar nada. Con mis
virtudes y mis defectos, cada día me demuestras que nadie en el mundo me quiere
más que tú. Y eso me parecía tan difícil encontrarlo. Estar segura de algo así
no es algo que se encuentre todos los días. Pero yo lo he hecho. He encontrado
a mi otro trocito de ser. – paro de nuevo, sin darme cuenta, estoy llorando –
Parece mentira, pero me subiría a ese avión mil veces si me dijeran que estás
en él. Has hecho que valga la pena todo lo que hemos pasado. Y lo haces cada
día, con cada desayuno que preparas mientras sigo dormida, con cada beso, con
cada palabra, con cada caricia. Con cada segundo que pasamos juntos. Lo eres
todo. El ángel de la guarda, la tabla de salvación, el amigo, el amante, el
amor de mi vida. Absolutamente todo. Te lo dije en una ocasión delante de mucha
gente, y hoy quiero volver a decírtelo. Gracias por cruzarte en mi camino ese
día. Te quiero.
Justo al acabar, no puedo más. Me abraza tiernamente. Noto
sus lágrimas por sus mejillas, y las mías también. Me ha costado la vida decir
todo eso sin echarme a llorar y ahora lo estoy soltando todo. Intento
serenarme, pero me es imposible escuchando los aplausos de la gente. Quique
deshace el abrazo lentamente, secando cuidadosamente sus lágrimas y las mías.
Respiro hondo varias veces hasta conseguir dejar de llorar, aunque sé que solo
va a ser por un instante.
-Bueno… - el concejal parece también algo emocionado – Quique
también quiere decirnos unas palabras. Adelante.
Coje aire tras repasar en mi mente todo lo que ha dicho Malú.
Jamás me han dicho cosas tan bonitas. Siento que tengo una suerte inmensa y
quiero que ella se sienta igual cuando termine de decir lo que tengo preparado.
Creo que va a gustarle.
- Ella se desliza y me atropella. – abro los ojos sorprendida
al escuchar la primera frase y la música de fondo - Me atropella con esa forma que tiene de acelerar
en el momento justo, alcanzarme, y frenar de repente, haciéndome sentir el
vértigo. Mi vida ha sido vértigo a su lado. Como una flor que va abriéndose
poco a poco. – está haciendo lo que creo? Mezclar parte de mis canciones para
decirme que me quiere? Dios… ya estoy llorando otra vez - Frágil como un hilo
de cristal. Fuerte como el acero. Brillante como esa luz que buscas cuando no
consigues encontrar respuestas. Y sin su luz, el apagón. Y sin sus manos, la
oscuridad más tenebrosa. Su espalda, marcada por palabras que perduran en el
tiempo y que me devuelven a casa cada vez que las leo. – qué forma tan bonita
de describir mi tatuaje… me lo quiero comer a besos ahora mismo - Sus brazos,
grabados con letras de almas que caminan con ella, no dejándola caer. Y entre
esas almas estoy yo, encargado de levantarla y hacer que vuele como un ángel
caído que necesita impulso. – hace una pausa algo emocionado. Lo agradezco, me
van a salir las lágrimas por las orejas - Te observo cada día alzar el vuelo
con sus alas, aquellas que alguna vez quisiste partirte por no encontrar el
rumbo. – vuelve a usar parte de letras de mis canciones… me va a dar algo - Y
te veo alzarte fuerte, imponente, y siento que tú me has hecho más fuerte. He
dejado de ver la vida en blanco y negro. Dicen que el amor es suficiente, pero
eres mucho más que eso. Me peinas el alma y me la enredas solo con sonreir. Me
acompañas desde aquellas noches desiertas, sin horizonte visible. Lo que no
sabía es que eras mi horizonte, aquel lugar al que quería llegar. Y cuando te
aferrabas a mí, en realidad era yo el que me aferraba a ti. – he comenzado a
llorar en silencio más de lo que nunca he llorado - En realidad era yo el que
te buscaba allí donde no llega la razón. En realidad era yo el que soñaba con
encontrarte. Y sumergido en una pesadilla, apareciste rompiendo el mar con tu
voz. Y me salvaste. – hace un parón y coge aire, con sus ojos llenos de
lágrimas - Me escuchaste cuando pensaba que el silencio era lo último que
escucharía. Tu voz de aprendiz convertida en maestra. Tu voz de niña a veces y
de mujer en otras. Tu rostro tranquilo, diciéndome sin palabras que todo saldrá
bien. No necesito nada más. Solo necesito todo. Todo lo que me das sin pedir
nada a cambio. Todo lo que te mereces que te dé. Y solo así lo haré. – aprieto los
labios intentando tragar saliva, pero el nudo es evidente - Solo jurándote que
nunca dejaré de estar a tu lado, sin miedo a perder. Solo prometiéndote que no
volverás a estar sola mientras yo esté aquí. Solo así lo haré. Y, si consigo
que seas feliz, yo lo seré. Tan feliz como ahora. Tan feliz como la primera vez
que nuestras miradas se encontraron. Tan feliz como la primera vez que nuestros
labios se rozaron. – sonrío al recordarlo - Tan feliz como saber que todos los
días que me quedan, los pasaré a tu lado. Y, cuando el último suspiro de mi
alma se escape de mi cuerpo, sabré que todo tenía un por qué. Mi por qué eras
tú. No me hará falta ni un segundo para saberlo. No me hizo falta pensarlo.
Porque nuestro amor es grande como el universo. – sonrío emocionada - El universo
que creas en cada aliento, en cada palabra, en cada segundo que le robamos al
tiempo. Porque te conozco desde siempre. Y siempre seguirá siendo así. No vas a
cambiar. No pienso dejar que lo hagas. Eres perfecta así. – me sonrojo - Porque
tu amor es una cosa simple y, a la vez, complejo. Complejo porque hace que
sienta dientes en el alma. Así dicen que se sabe si un amor es verdadero. – se me
escapa un gemido con el llanto - Y este lo es. Verdadero como tu risa. Verdadero
como la mía cuando pienso en ti. Verdadero como la brisa que mueve tu pelo. Verdadero
como el destino, que te puso en mi camino, haciendo que mi vida cambiara para
siempre. Poniéndolo todo en su lugar. Verdadero como que yo nací el día en que
te conocí. Verdadero como que, aquel día, estaba escrito. Estaba escrito que
emprendiéramos ese viaje uno al lado del otro. Verdadero como que eso es el
destino. Nuestro destino era estar juntos. Te quiero pequeña.
Termina de hablar y un silencio atronador durante unos
segundos, deja paso a un aplauso y a unos sonidos de llanto que prefiero no ver
para no contagiarme más. Me abraza dulcemente pero de manera fuerte,
apretándome contra él. Quiero dejar de llorar pero no puedo.
-Bien eh… - el concejal ahora si que está emocionado, no me
extraña – hemos llegado al momento clave de la ceremonia en el que vosotros
debéis confirmar lo que sentís el uno por el otro… pero creo que ya lo habéis
hecho. – nos reímos sin querer –Así pues, os pregunto: Malú – miro a Quique y
noto mi corazón latir más fuerte que nunca - ¿Quieres contraer matrimonio con
Quique y efectivamente lo contraes en este acto?
Sonrío primero tímidamente y luego mi sonrisa se va ampliando
cada vez más. Me mira con una cara de felicidad que creo que voy a desmayarme.
-Si quiero – digo emocionada –
-Quique – prosigue el concejal - ¿Quieres contraer matrimonio
con Malú y efectivamente lo contraes en este acto?
Me mira y aprieta mis manos, entrelazándolas.
-Si quiero – contesta sonriendo –
-Ahora podeis proceder al intercambio de los anillos – dice el
concejal –
Quique saca de su bolsillo los dos y me entrega el que yo
tengo que colocarle a él. Ríe nervioso, creo que no le he visto tan nervioso
nunca como ahora.
-Yo, Quique – habla seguro cogiendo mi mano para ponerme el
anillo – te tomo a ti Malú – me mira y sonríe – como esposa, y prometo serte
fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la
enfermedad, todos los días de mi vida – introduce suavemente el anillo en mi
dedo y, tras hacerlo, coge mi mano y deja un beso en ella. Creo que estoy
empezando a deshacerme por los pies –
Cojo su mano nerviosa y el anillo en mi otra mano.
-Yo, Malú, te tomo a ti, Quique, como esposo y prometo serte
fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la
enfermedad, todos los días de mi vida – hago lo mismo, introduzco su anillo en
su dedo y dejo un beso en su mano.
-Bueno… - carraspea el concejal aclarándose la voz – como concejal
del ayuntamiento de Algeciras y en virtud de los poderes que me confiere la
legislación del Estado español, yo os declaro unidos en matrimonio. – me voy a
desmayar, lo veo – Enhorabuena, podéis besaros – dice apartándose hacia atrás.
Miro sus ojos, todavía llenos de lágrimas y agarro de nuevo
sus manos. Me he hartado de llorar cuando me ha dicho todas esas cosas… y me he
hartado de llorar por dentro cuando las he dicho yo. Ahora ya no hay que
llorar. Ahora solo puedo expresar la emoción con una gran sonrisa. Lentamente,
como si no importase el tiempo, como si no hubiera nadie más, nos acercamos el
uno al otro. Sonríe más que nunca. Mi mujer. Increíble, no me lo puedo creer.
Cruza sus manos lentamente por mi cuello, acariciándome el pelo justo antes de
besarnos. Nada de beso corto, que esperen los que nos quieran dar la
enhorabuena. El primer beso como marido y mujer tiene que ser de película. Me
da igual todo. Pongo mis manos en su cintura, sujetándola o, quizá, sujetándome
para no caerme. A lo mejor no soy objetivo, pero creo que ha sido la boda más
bonita del mundo.
Sube otro porfa!!!
ResponderEliminarSube otro porfa!!!
ResponderEliminar