Llevo todo el día acordándome. Hace un año exacto, nuestro
avión estaba cayendo en alguna parte del océano. Hace un año exacto, conocí a
la mujer de mi vida en las peores circunstancias posibles. Hace un año exacto,
comenzó una historia que nos ha llevado hasta aquí, hasta estar a escasas 3
semanas de una boda que está levantando tal expectación que ya nos han ofrecido
varias entrevistas y exclusivas todas las revistas y programas del corazón de
este país. Todo eso se lo dejo a ella, ella es la que tiene una imagen pública,
ella es la que debe decidir lo que hacer con esto. Por el momento, ha decidido
que no vamos a vender nada, cosa con la que estoy de acuerdo, es mejor así. Ese
día, todos los medios que quieran podrán venir a la boda, se les atenderá
después de la ceremonia y, según me ha dicho, nos haremos algunas fotos, pero
sin cobrar un duro. Es lo más sensato. La boda no tiene que ser un circo, tiene
que ser una boda y punto.
No puedo encender el móvil, incluso he pensado en
desinstalarme la aplicación del twitter. Es imposible, cientos de
notificaciones al día hacen volverse loco a cualquiera. La dimensión que está
tomando la boda es bastante más grande de lo que podíamos imaginarnos en un
primer momento. Reconozco que estoy nervioso… muy nervioso. Me imagino el
momento y me tiemblan las piernas. Va a ser emotivo… sin ceremonias extensas…
varias personas importantes para nosotros, van a intervenir durante la
ceremonia, hablando de nosotros. Eso me pone muy nervioso. Y yo también tengo
que hablar, con lo poco que me gusta hablar en público. Tengo que preparar algo
bonito pero espontáneo… no sé exactamente qué hacer, pero algo se me ocurrirá.
Con las manos en las teclas del piano, dejo correr los dedos,
deslizándose, dejando que creen melodías… hoy es un día para reflexionar, sin
duda. No hemos tocado apenas el tema, solo esta mañana, mientras desayunábamos,
pero nada más. Estoy como melancólico, no sé muy bien por qué. Me miro el
reloj. Calculo que, ahora mismo, hace un año, llegábamos a la playa que sería
nuestra casa durante 14 días. Es un poco obsesivo hacer algo así, pero no puedo
evitarlo. Es un hecho demasiado importante como para obviarlo. De hecho, en las
noticias han dedicado un breve espacio para recordar el hecho. Malú no ha hecho
ningún comentario… ni yo tampoco. Supongo que es un tema que a ninguno de los
dos nos hace demasiada gracia tocar. Son sentimientos encontrados. Por un lado,
el hecho de habernos conocido. Por otro, todo el sufrimiento y el dolor que
vivimos ese día.
-Qué haces? – miro hacia la puerta y me encuentro a Malú
apoyada en el marco, mirándome –
-Nada… - digo tímido – tocaba un rato…
-Estás igual que yo verdad? – frunzo el ceño – no dejo de
pensar…
-Ah… ya… - contesto sin demasiadas ganas –
-Se me ha metido una melodía en la cabeza sabes? – se sienta
a mi lado, en el piano – puedes sacar los acordes?
-Claro… - pongo mis dedos sobre las teclas de nuevo –
Escucho esa melodía salir de su boca. Es una mezcla entre
tristeza, dolor y esperanza. No sé muy bien explicar lo que me hacen sentir
esas notas que salen de ella. La repite varias veces hasta que consigo
averiguar las notas exactas para darle forma con el piano.
-Es muy bonita… - digo apuntándola en el cuaderno que tenemos
– toma… - le doy el cuaderno – escribe…
-Si escribo ahora mismo, me va a salir una letra para
cortarse las venas… - dice sonriendo amargamente –
-Puede que no… - acaricio su brazo – escribe anda…
Esa idea suya de que sus letras son muy cursis y demasiado
simples, es completamente mentira. No sé por qué no se ha atrevido a componer
antes. Quizá porque no toca ningún instrumento, pero las letras que escribe son
bastante complejas y profundas. Incluso ella misma me ha confesado que le
sorprende lo que se le ocurre cuando está inspirada.
-Estoy demasiado triste… - deja el cuaderno sobre el piano –
debería estar contenta por el aniversario verdad? – me mira de manera culpable
–
-Yo también estoy de bajón… - suspiro – demasiados recuerdos
supongo…
-No sé qué hubiera hecho sin ti hace un año… - apoya su
cabeza en mi hombro – no hubiera salido de ese avión…
-No digas eso anda… - pongo mala cara – sabes que no me gusta
que lo digas…
-No me gusta estar tan triste… - me abraza como una niña
pequeña – pero no lo puedo evitar…
-Es normal Malú… - acaricio su pelo – pasaron muchas cosas
ese día… - suspiro – recordarlas no es plato de buen gusto…
-De lo que más me acuerdo es del agobio… cuando no podía
desabrocharme el cinturón… - resoplo, no me gusta acordarme de eso – y del
alivio que sentí cuando no te fuiste…
-No le des más vueltas anda… - dejo un beso en su frente –
cambiemos de tema…
-Por qué te pones tan tenso cuando hablo de eso? – alza su
mirada extrañada –
-Porque no me gusta pensar en lo que te podría haber pasado…
- contesto sincero – es mejor que no lo pensemos, no crees?
-Por qué me ayudaste? – aprieto la mandíbula, no quiero
seguir hablando del tema –
-Te lo he dicho muchas veces Malú… fue instinto… me salió
quedarme contigo, nada más…
-Todavía alucino si lo pienso… no me conocías de nada y era
como si… - suspira con una sonrisa irónica – como si no pudieras salir de allí
sin mí…
-Quizá es porque fue así… - contesto intentando destensar el rostro – vamos
a dejar de hablar de eso, por favor… - le suplico –
-Vale… - contesta disculpándose –
-Le has mandado las canciones a Armando? – intento cambiar de
tema –
-Si, le he mandado las 5 que hemos hecho… y le han encantado
– sonríe ampliamente – necesitan algunos arreglos pero cree que son buenas…
-Qué cosas… - contesto medio sonriendo – y vas a escuchar
alguna maqueta o no?
-No… quiero seguir componiendo… las 12 canciones del disco
quiero que sean hechas por nosotros… - dice convencida –
-Querrás decir por ti… - acaricio su rostro dulcemente – yo
solo saco los acordes de lo que se te ocurre…
-Te parecerá poco… - resopla – aunque me cueste más tiempo
del normal, quiero seguir haciéndolo así… y vas a figurar entre los autores,
que lo sepas…
-Malú, olvídate de eso… - digo desganado –
-A Armando le parece bien… así que te aguantas… eso te pasa
por ser tan buen músico… - sonrío algo avergonzado – le he mandado la que
escribimos sobre el accidente a Alejandro…
-Estás de coña… - abro los ojos sorprendido –
-No… - sonríe – le ha encantado… me ha dicho que la letra que
escribiste tú es de lo mejorcito que ha leído…
-Idiota… - bajo la cabeza avergonzado – esas cosas no deberías
decírmelas…
-Quique… nunca había hecho esto… - noto su rostro ilusionado –
componer un disco entero yo sola… con la libertad que eso supone… y que Armando
esté de acuerdo… - suspira emocionada – es perfecto… - coge la libreta y la
abre justo por donde iba – acabamos la letra entre los dos?
Sonrío y acepto. Es muy persuasiva. Y me encanta que sea así.
Los ratitos así, que empleamos los dos en hacer música, es de los recuerdos que
me va a encantar tener dentro de unos años. Cuando la escucho cantar, parece
como si el tiempo, la tristeza y la melancolía desaparecieran. Como si solo
existiese ella, su voz y mi corazón latiendo al compás de su armonía. Y todo lo
demás se borra, se deshace mientras la escucho, desaparece. Como si a su
alrededor jamás pudiera haber una sombra que acechase con perturbar mi
felicidad. Como si con ella fuera imposible estar triste más de dos minutos
seguidos. Y, efectivamente, es exactamente así. Es imposible estar triste a su
lado. Haga lo que haga, diga lo que diga, siempre consigue que un destello de
luz ilumine el camino que seguimos juntos cada día y que, dentro de tres
semanas, nos llevará a esa primera parada. Una primera parada de las muchas que
quiero vivir con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario