domingo, 1 de febrero de 2015

CAPÍTULO 169: SOLO HAY EN MÍ RECUERDOS

Llevo todo el día acordándome. Hace un año exacto, nuestro avión estaba cayendo en alguna parte del océano. Hace un año exacto, conocí a la mujer de mi vida en las peores circunstancias posibles. Hace un año exacto, comenzó una historia que nos ha llevado hasta aquí, hasta estar a escasas 3 semanas de una boda que está levantando tal expectación que ya nos han ofrecido varias entrevistas y exclusivas todas las revistas y programas del corazón de este país. Todo eso se lo dejo a ella, ella es la que tiene una imagen pública, ella es la que debe decidir lo que hacer con esto. Por el momento, ha decidido que no vamos a vender nada, cosa con la que estoy de acuerdo, es mejor así. Ese día, todos los medios que quieran podrán venir a la boda, se les atenderá después de la ceremonia y, según me ha dicho, nos haremos algunas fotos, pero sin cobrar un duro. Es lo más sensato. La boda no tiene que ser un circo, tiene que ser una boda y punto.

No puedo encender el móvil, incluso he pensado en desinstalarme la aplicación del twitter. Es imposible, cientos de notificaciones al día hacen volverse loco a cualquiera. La dimensión que está tomando la boda es bastante más grande de lo que podíamos imaginarnos en un primer momento. Reconozco que estoy nervioso… muy nervioso. Me imagino el momento y me tiemblan las piernas. Va a ser emotivo… sin ceremonias extensas… varias personas importantes para nosotros, van a intervenir durante la ceremonia, hablando de nosotros. Eso me pone muy nervioso. Y yo también tengo que hablar, con lo poco que me gusta hablar en público. Tengo que preparar algo bonito pero espontáneo… no sé exactamente qué hacer, pero algo se me ocurrirá.

Con las manos en las teclas del piano, dejo correr los dedos, deslizándose, dejando que creen melodías… hoy es un día para reflexionar, sin duda. No hemos tocado apenas el tema, solo esta mañana, mientras desayunábamos, pero nada más. Estoy como melancólico, no sé muy bien por qué. Me miro el reloj. Calculo que, ahora mismo, hace un año, llegábamos a la playa que sería nuestra casa durante 14 días. Es un poco obsesivo hacer algo así, pero no puedo evitarlo. Es un hecho demasiado importante como para obviarlo. De hecho, en las noticias han dedicado un breve espacio para recordar el hecho. Malú no ha hecho ningún comentario… ni yo tampoco. Supongo que es un tema que a ninguno de los dos nos hace demasiada gracia tocar. Son sentimientos encontrados. Por un lado, el hecho de habernos conocido. Por otro, todo el sufrimiento y el dolor que vivimos ese día.

-Qué haces? – miro hacia la puerta y me encuentro a Malú apoyada en el marco, mirándome –

-Nada… - digo tímido – tocaba un rato…

-Estás igual que yo verdad? – frunzo el ceño – no dejo de pensar…

-Ah… ya… - contesto sin demasiadas ganas –

-Se me ha metido una melodía en la cabeza sabes? – se sienta a mi lado, en el piano – puedes sacar los acordes?

-Claro… - pongo mis dedos sobre las teclas de nuevo –

Escucho esa melodía salir de su boca. Es una mezcla entre tristeza, dolor y esperanza. No sé muy bien explicar lo que me hacen sentir esas notas que salen de ella. La repite varias veces hasta que consigo averiguar las notas exactas para darle forma con el piano.

-Es muy bonita… - digo apuntándola en el cuaderno que tenemos – toma… - le doy el cuaderno – escribe…

-Si escribo ahora mismo, me va a salir una letra para cortarse las venas… - dice sonriendo amargamente –

-Puede que no… - acaricio su brazo – escribe anda…

Esa idea suya de que sus letras son muy cursis y demasiado simples, es completamente mentira. No sé por qué no se ha atrevido a componer antes. Quizá porque no toca ningún instrumento, pero las letras que escribe son bastante complejas y profundas. Incluso ella misma me ha confesado que le sorprende lo que se le ocurre cuando está inspirada.

-Estoy demasiado triste… - deja el cuaderno sobre el piano – debería estar contenta por el aniversario verdad? – me mira de manera culpable – 

-Yo también estoy de bajón… - suspiro – demasiados recuerdos supongo…

-No sé qué hubiera hecho sin ti hace un año… - apoya su cabeza en mi hombro – no hubiera salido de ese avión…

-No digas eso anda… - pongo mala cara – sabes que no me gusta que lo digas…

-No me gusta estar tan triste… - me abraza como una niña pequeña – pero no lo puedo evitar…

-Es normal Malú… - acaricio su pelo – pasaron muchas cosas ese día… - suspiro – recordarlas no es plato de buen gusto…

-De lo que más me acuerdo es del agobio… cuando no podía desabrocharme el cinturón… - resoplo, no me gusta acordarme de eso – y del alivio que sentí cuando no te fuiste…

-No le des más vueltas anda… - dejo un beso en su frente – cambiemos de tema…

-Por qué te pones tan tenso cuando hablo de eso? – alza su mirada extrañada –

-Porque no me gusta pensar en lo que te podría haber pasado… - contesto sincero – es mejor que no lo pensemos, no crees?

-Por qué me ayudaste? – aprieto la mandíbula, no quiero seguir hablando del tema –

-Te lo he dicho muchas veces Malú… fue instinto… me salió quedarme contigo, nada más…

-Todavía alucino si lo pienso… no me conocías de nada y era como si… - suspira con una sonrisa irónica – como si no pudieras salir de allí sin mí…

-Quizá es porque fue así… - contesto intentando destensar el rostro – vamos a dejar de hablar de eso, por favor… - le suplico –

-Vale… - contesta disculpándose –

-Le has mandado las canciones a Armando? – intento cambiar de tema –

-Si, le he mandado las 5 que hemos hecho… y le han encantado – sonríe ampliamente – necesitan algunos arreglos pero cree que son buenas…

-Qué cosas… - contesto medio sonriendo – y vas a escuchar alguna maqueta o no?

-No… quiero seguir componiendo… las 12 canciones del disco quiero que sean hechas por nosotros… - dice convencida –

-Querrás decir por ti… - acaricio su rostro dulcemente – yo solo saco los acordes de lo que se te ocurre…

-Te parecerá poco… - resopla – aunque me cueste más tiempo del normal, quiero seguir haciéndolo así… y vas a figurar entre los autores, que lo sepas…

-Malú, olvídate de eso… - digo desganado –

-A Armando le parece bien… así que te aguantas… eso te pasa por ser tan buen músico… - sonrío algo avergonzado – le he mandado la que escribimos sobre el accidente a Alejandro…

-Estás de coña… - abro los ojos sorprendido –

-No… - sonríe – le ha encantado… me ha dicho que la letra que escribiste tú es de lo mejorcito que ha leído…

-Idiota… - bajo la cabeza avergonzado – esas cosas no deberías decírmelas…

-Quique… nunca había hecho esto… - noto su rostro ilusionado – componer un disco entero yo sola… con la libertad que eso supone… y que Armando esté de acuerdo… - suspira emocionada – es perfecto… - coge la libreta y la abre justo por donde iba – acabamos la letra entre los dos?


Sonrío y acepto. Es muy persuasiva. Y me encanta que sea así. Los ratitos así, que empleamos los dos en hacer música, es de los recuerdos que me va a encantar tener dentro de unos años. Cuando la escucho cantar, parece como si el tiempo, la tristeza y la melancolía desaparecieran. Como si solo existiese ella, su voz y mi corazón latiendo al compás de su armonía. Y todo lo demás se borra, se deshace mientras la escucho, desaparece. Como si a su alrededor jamás pudiera haber una sombra que acechase con perturbar mi felicidad. Como si con ella fuera imposible estar triste más de dos minutos seguidos. Y, efectivamente, es exactamente así. Es imposible estar triste a su lado. Haga lo que haga, diga lo que diga, siempre consigue que un destello de luz ilumine el camino que seguimos juntos cada día y que, dentro de tres semanas, nos llevará a esa primera parada. Una primera parada de las muchas que quiero vivir con ella. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario