sábado, 1 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 97: SI CASI NOS VIMOS CRECER

Observo a Danka desde el sofá. Llevamos horas vigilándola. Está tumbada en su camita, sin moverse. Carlos está de camino. Hoy es el día, va a dar a luz. Al menos es lo que me ha dicho Carlos cuando le he contado lo que le ocurría. Llevaba todo el día mustia, casi sin andar, incluso se ha quejado. Me da una penita verla así. Seguro que tiene que dolerle.

-No estés preocupada cariño… - dice Quique – todo va a ir bien…

-Pero es que mírala… - la señalo con la cabeza – está pasándolo mal…

-Es un parto Malú… - sonríe tiernamente – voy a preparar agua caliente y toallas… - se levanta del sofá –

Observo de nuevo a Danka. Urko se mantiene a una distancia prudencial, tumbado sobre sus patas, mirando hacia nosotros. Imagino que está esperando a que hagamos algo. El timbre suena y Urko alza las orejas asustado, pero no ladra, no se mueve. Danka ni se inmuta. Rumba y Lola salen despavoridas a la puerta, sin parar de ladrar. Maldita sea, menudo zoo tengo en casa.

-Hola Carlos – le saludo –

-Buenas… - se agacha ante Danka – vamos a ver preciosa… - hace un gesto de aprobación – está de parto – oigo como Danka comienza a quejarse – bien, aquí es un buen sitio, traed toallas y agua caliente.

-Aquí lo traigo todo – dice Quique, con un tono tranquilo que no se como puede tenerlo en este momento –

-Madre mía… - susurro –

-Tranquila Malú – dice Carlos – Danka se va a portar muy bien, verdad pequeña? – acaricia su cabecita –

Me arrodillo a su lado. Me siento nerviosa. Muy nerviosa, la verdad. Es como si estuviera dando a luz algún familiar mío, una hermana o algo así. Con cada quejido que sale de su garganta, una caricia por mi parte intenta consolarla un poquito. Miro de vez en cuando a Quique, que se afana en tenerlo todo controlado junto con Carlos, el veterinario.

Si hago un repaso de todo lo que significa Danka para mí, los ojos se me llenan de lágrimas. Cómo puede ser que un animal pueda ser tan importante en la vida de alguien? Desde el primer momento sufrimos un flechazo. Danka me ha ayudado tanto sin decir nunca una sola palabra… es alucinante.

Los 5 cachorritos que, en breve, van a comenzar a salir de su vientre, ya tienen dueño. Uno es para nosotros, no podía ser de otra forma. Tengo que quedarme con una hija de Danka, sería imperdonable no hacerlo, aún a riesgo de formar un lío importante con 5 perros en casa. Otro es para Vero, Lucía adora a Danka y su madre considera que un perro le va a venir bien para su educación. Otro cachorrito es para Alex y Marta. Ya tienen un perro, a Marta le encantan, y llevaban tiempo queriendo tener otro más. Los otros dos van a ser para dos seguidores… qué idea tan loca la de Vero, pero me ha encantado.

Urko se acerca sigiloso al escuchar los gemidos de Danka. Uno a uno, van apareciendo los pequeños cachorros. No puedo ni hablar, se me está haciendo eterno. Conforme salen los cachorros, tan frágiles, tan bonitos, voy respirando cada vez mejor. Parece que Danka está bien. No soportaría que le pasase algo. Me estremezco cuando veo a Urko acercarse y sentarse al lado de Quique, que está con Carlos arropando a los pequeños cachorros. Yo me mantengo a la espalda de Danka, acariciando su cabecita para reconfortarla. Parece estar enterándose de lo que ocurre, es un perro muy listo.

-Qué pasa fiera? – dice Quique mirando a Urko, que observa con gesto hasta serio la escena – eres padre colega… - acaricia su cara y el perro se deja hacer – ahora se acabó eso de salir de fiesta… tienes una responsabilidad… - me río sin querer –

-Bueno… - Carlos observa a Danka detenidamente – está todo bien… ahora necesita descansar… dentro de unas horas dará de mamar a los cachorros, no los separéis de ella o se enfadará.
Pongo gesto incrédulo. Danka enfadarse? Eso es imposible.

-No hay que separarlos de la madre hasta pasados unos días… les vendrá bien… - los cachorros se acomodan al lado de su madre, en contacto con su piel, es una escena preciosa – son unos cachorros muy bonitos…

Lola y Rumba han pasado por allí varias veces. Parecían incrédulas ante la situación, me hacen hasta gracia. Cada vez que Danka se quejaba, se ponían a ladrar. Se nos ha hecho de noche con la tontería. Sigo sentada en el sofá desde hace varios minutos, estoy como agotada. Quique se encarga de hacer unos sándwiches para cenar algo rápido, y, una vez hechos, se sienta a mi lado.

-Deja de mirarla, que está bien… - dice dulcemente –

-Es increíble, no te parece? – asiente dando un mordisco a uno de los sándwiches – y Urko? – suelta una risilla – no se ha separado de ella… qué barbaridad…

-Es un perro muy intuitivo… - contesta como si nada – y está enamorado…

Le observo. Está tumbado al lado de Danka, como dándole cobijo. Danka se ha quejado varias veces cuando nos hemos acercado, pero cuando se acerca él, no gruñe, no dice nada. Qué par de dos… casi me parece inexplicable esa relación que tienen. En teoría, los perros no tienen capacidad para crear vínculos entre ellos, pero estos dos si que lo han creado.

-Mira… - dice Quique maravillado – están mamando…

-Ala… - digo sorprendida – dios, esto se merece una foto…

Inmortalizo la escena. Mi chuchita ya es toda una madre. Llevo aguantándome el llanto toda la tarde, me daba vergüenza llorar y quedar como una gilipollas, pero tengo muchas ganas en este momento. No lo puedo evitar y comienzo a reir y llorar a la vez.

-Oye… - Quique me abraza – ay dios… qué sensible me has salido…

-No te metas conmigo… - me quejo sollozando – Danka es tan…

-Lo sé… - me mira enternecido – es especial… verdad Urko? – el perro le mira alzando las orejas al oir su nombre – mírale, pendiente de todo…

-Jajajaja! – estallo en una carcajada – tengo que colgar esta foto…


-Tu es que no te cansas de liarla… - niega con la cabeza – anda, vamos a cenar algo, que ha sido un día intenso…

No hay comentarios:

Publicar un comentario