Ni se imagina la que le tengo preparada. A las 12 de la noche
comenzará su cumpleaños, un día especial sin duda. Su 30 cumpleaños nada menos.
Mis 30 fueron tan especiales y tan importantes que quiero que los suyos sean,
como mínimo, la mitad de buenos. Estoy disimulando a la perfección, sin sacar
el tema. Hoy Vero se ha llevado al cachorrito que le prometí… me ha dado
penita, pero estoy tan segura de que Vero lo va a cuidar como si estuviera
haciéndolo yo… Mañana vamos a llevarle el suyo a Alex y Marta, solo que Quique
no lo sabe. No se imagina que he hablado con ellos para llevarle mañana a casa
y hacerle una especie de celebración improvisada. Mañana temprano saldremos de
Madrid para comer con sus padres y su hermana y, por la tarde-noche, barbacoa y
fiesta con sus amigos. La verdad es que me da vergüenza y un poco de
responsabilidad conocerles a todos. Por ahora, solo conozco a Alex y Marta,
pero me habla tanto de los demás, que es como si los conociese en realidad.
Miro mi reloj disimuladamente. Las 12 menos 5. Bien, primera
parte del plan.
-Donde vas? – pregunta extrañado, medio dormido en el sofá –
-Ahora vengo, que me estoy haciendo pis… - miento –
-No tardes anda… que estaba muy cómodo… - reniega tomando una
nueva posición en el sofá –
Sonrío para mis adentros. He conseguido que no vea la tarta
que le he comprado. Me he tirado todo el día custodiando en la sombra el
frigorífico. Saco la tarta cuidadosamente. De chocolate. Dios, me estoy
controlando para no meter la zarpa. Pongo las velas en su sitio. Qué nerviosa
estoy, qué absurdo. Tengo preparada una noche romántica, pero él ni se la
espera, o eso creo. Miro el reloj. Las 12. Es el momento.
Sigilosamente, y con la tarta sujetada por una de mis manos,
apago la luz del salón. Veo la sombra de Quique sorprenderse y girarse hacia
mí. Con las velas de su tarta encendidas, comienzo a cantar el cumpleaños
feliz, caminando hacia el sofá. Comienza a reírse avergonzado, sin levantarse
del sofá.
-Pensaba que no te ibas a acordar… - confiesa riendo –
-Disimulo bien, pequeño… - contesto con chulería – a ver… -
dejo la tarta sobre la mesa – pide un deseo y sopla las velas anda…
-Un deseo? – dice mirándome – qué deseo puedo pedir? – se
hace el pensativo – creo que ya se me han cumplido todos…
-Dios… - pongo los ojos en blanco – qué pelota eres… sopla de
una vez! – le ordeno –
-Vale vale… - coge aire y se queda un segundo pensativo,
hasta que las soplas, bajo los flashes de mi móvil –
-Bieeen! – exclamo – y ahora… - entro a la cocina y salgo
cargada con todo lo necesario para devorar esa tarta, y una botella de champan
con unas copas –
-Jajajaja! – se ríe – por eso querías que soplara con tanta
insistencia… glotona…
-Tu sabes lo que he tenido que soportar? – digo sentándome en
el sofá – tiene que estar buenísima…
-Como tú… - se pone cariñoso, besándome –
-Para… - me resisto sonriente –
-Mmm… - se queja, volviendo a sentarse en el sofá – veamos
cómo está esto…
Tras la tarta, descorcho la botella de champan y comenzamos a
beber entre arrumacos. Nos hacemos más de una foto, algunas de ellas no
deberían salir de mi móvil nunca. Cada cosa que hago con él es especial, pero
celebrar su cumpleaños así, los dos solos, está siendo de lo más bonito.
-Quiero mi postre… - el alcohol está haciendo que nos
pongamos cada vez más cariñosos –
-Te parece poco la tarta que nos acabamos de zampar? – digo
intentando hacerme la dura – además, todavía no te he dado tus regalos… - me
levanto del sofá –
-Qué regalos? – oigo como pregunta sorprendido –
Aparezco con un gran paquete. En verdad creo que se nota
bastante lo que es. Veo como abre los ojos de par en par, mirándome
sorprendido.
-Malú, estás loca? – se levanta del sofá –
-Anda, ábrelo… - me río divertida –
Una funda de guitarra aparece bajo el papel de regalo. No
para de reir, con gesto avergonzado.
-Dios Malú… - saca la guitarra de la funda, boquiabierto –
es… es… joder! – exclama – es genial!
-Jajajaja! – me río emocionada – me alegro de haber acertado…
Coge la guitarra emocionado y se sienta en el sofá,
embelesado. Escucho como empieza a tocar algunos acordes y me siento a su lado.
-Joder Malú… - suspira – no tenías por qué hacer esto…
-Ah no? – le miro sonriente – pues todavía no han acabado los
regalos…
Cuidadosamente, aparto la guitarra y la coloco sobre el sofá.
Agarro despacio a Quique por la camisa y le obligo a levantarse. Me sigue como
hipnotizado. Camino hacia atrás, hasta llegar a las escaleras. Subo despacio,
entre besos y caricias, hasta llegar a la puerta de la habitación.
-Ven aquí… - me abraza – ya tengo mi regalo…
-Quieto… - le ordeno – entra, enseguida vengo…
-Pero… - le dejo con la palabra en la boca –
Entro riendo al baño. Me voy a morir de vergüenza al hacer
esto.
Es increíble. Se ha acordado, y no solo eso, sino que me
tenía preparado un cumpleaños perfecto. Por un momento pensaba que no había
caído en la cuenta. Había dudado si sacar el tema estos días, pero, la verdad,
los 30 no es una edad con la que alegrarse al cumplir años. Quizá eso es para
la gente normal. Para mí, ahora mismo, es diferente. Y es diferente porque
estoy con ella. Qué sorpresa tendrá preparada? Estoy hasta nervioso. Una
risilla nerviosa se instala en mi cara. Me recuesto en la cama, joder, cómo
tarda.
Tras un rato, escucho la puerta del baño. Una música
sugerente se adueña del pasillo. Trago saliva, qué significa esto? Miro atento
a la puerta de la habitación. Malú aparece, andando lentamente, de forma
provocativa. Va con vestido corto, de cuero y tacones. Sus piernas quedan casi
completamente al descubierto. Hasta me recuerda a la ropa que usa normalmente
en los conciertos. Una ropa que me vuelve loco realmente. Me quedo mudo al ver
como se acerca a la cama, con esa música sonando todavía. Deja el móvil en la
mesita y se aleja del borde de la cama.
-Madre mía… - susurro mirándola de arriba abajo –
Sin decir nada, comienza a moverse de manera sugerente, al
son de la música, con movimientos que rozan la obscenidad, aunque nada en ella
podría resultar obsceno, en todo caso, provocador. Desliza sus manos por su
cuerpo, aumentando mis ganas por hacer lo propio con mis manos. Baja lentamente
la cremallera del vestido y lo deja caer al suelo. Un conjunto de lencería
cubre todavía su cuerpo.
-Joder… - exclamo –
Viene caminando hacia mí, haciendo resonar sus tacones. Cada
golpe del tacón contra el suelo es como un golpe en mi pecho. Me está volviendo
loco. Se contonea ante mí, sin compasión ninguna, comenzando a hacer
movimientos todavía más provocativos. No puedo más. Me incorporo y voy hacia
ella, que camina hacia atrás sonriendo, haciendo gestos con un dedo, como
diciéndome que vaya hacia ella. Cuando llego a su altura, se da la vuelta y
apoya sus manos en la pared, inclinándose un poco hacia abajo, rozándome con su
trasero. Dirijo mis manos a sus caderas, tengo ganas de arrancarle la poca ropa
que le queda.
-Me quieres matar verdad? – susurro pegado a su oído –
-Te gusta mi regalo? – dice con voz sugerente –
-Mucho… - susurro – pero creo que llevas demasiada ropa… -
comienzo a desvestirla cuidadosamente –
Sonríe tímidamente y se gira para mirarme. Me desabrocha la
camisa al mismo tiempo que hago lo propio con ese conjunto que tanto me ha
gustado ver, pero que ahora tanto me sobra. Nos desnudamos mutuamente sin
articular palabra, ni siquiera sonrío, solo me sale expresar deseo. Mucho
deseo. No sé como lo hace, pero no puedo pensar en otra cosa en este momento
que en comérmela a besos. Una vez desnudos, ya no puedo seguir siendo
cuidadoso. La agarro en brazos y la tumbo en la cama.
Dejo correr mi deseo por su cuerpo, sin detenerme, sin
pensar, apenas alcanzo a sentir cada uno de los momentos que estoy viviendo en
esa habitación. Dejo salir la pasión que parece acumularse apenas en minutos.
No es suficiente con mostrarla todos los días, porque, a cada minuto que pasa,
vuelve a instalarse y a crecer en mi cuerpo. La amo. La amo de todas las
maneras en las que una persona puede amar a otra. Amo sus defectos, esa
cabezonería tan suya, esa forma de enfadarse sabiendo que no lleva razón, esa
forma de precipitarse antes de pensar en lo correcto. Y amo sus virtudes, jamás
podré conocerlas todas, es imposible. Amo esa forma que tiene de empatizar con
la gente. Amo esa habilidad que tiene para decir la palabra justa en el momento
exacto para conseguir que alguien se sienta mejor. Amo esa sensibilidad tan
característica, esa capacidad que tiene de emocionarse por todo. Amo ese alma
de niña que todavía habita en su cuerpo y que, de vez en cuando, deja salir. Y
así, amándola, se me pasa el tiempo desde hace ya 6 meses. Desde aquel mes de
mayo, trágico en un primer momento, maravilloso al fin y al cabo. Todo lo que
tiene que ver con ella me provoca a veces sentimientos encontrados. Es un
contraste contínuo. Es imposible que deje de sentir esto alguna vez y, si lo
hago, es que estaré loco.
He perdido la noción del tiempo, pero intuyo que la madrugada
ha entrado de lleno en nuestra habitación, sorprendiéndonos desnudos,
abrazados, como tantas otras veces, solo que, esta vez, tengo un año más. Mi
primer cumpleaños con ella a mi lado, el primero de muchos, al menos eso
espero.
-Qué calladito te has quedado… - dice riendo levemente –
-No encuentro las palabras adecuadas… - doy a mi voz un tono
de solemnidad –
-Qué raro… tú siempre tienes las palabras adecuadas… - se
abraza más a mí – quería que recordaras tu 30 cumpleaños de una forma bonita…
espero que sea así – se incorpora para mirarme –
-Bueno… - me quedo pensativo – creo que, cada vez que lo
recuerde, tendré mucho calor… -estalla en una carcajada – estabas tremenda con
esa ropa, que lo sepas…
-Qué vergüenza me ha dado… - ríe tímidamente – hasta que te
he visto la cara y me he venido arriba… - comienza a reírse de nuevo –
-Es el mejor cumpleaños de mi vida, que lo sepas… - dejo un
beso sobre su pelo –
-Uy, pues no te queda nada todavía… - pone cara de
interesante – mañana nos vamos de viaje…
-Cómo de viaje? – me incorporo en la cama – a donde?
-A tu casa… - sonríe ampliamente – y hasta ahí puedo leer…
-Pero si mis padres se iban a… - caigo en la cuenta, estaban
compinchados – joder… me han engañado…
-Era por una buena causa… - me acaricia – tenemos que salir prontito de aquí… - se abraza de nuevo a mí –
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