miércoles, 3 de diciembre de 2014

CAPÍTULO 112: REGÁLAME TU AMOR (II)

-Vas a darme mi regalo ahora que se han ido todos? – me apoyo en el marco de la puerta de la habitación –

-Ven conmigo… - me coge la mano y comienza a bajar las escaleras –

Me hace sentarme en el sofá y observo como conecta el portátil a la televisión. No dice nada, lo que aumenta todavía más mi ansiedad. Sonríe tímidamente mientras se sienta a mi lado y suspira. Al momento, veo como comienza un vídeo. Aparece Quique, grabándose con lo que creo que es la cámara web del portátil. Carraspea y comienza a hablar.

-Hola jefa. Te preguntarás por qué te hablo a través de una pantalla en vez de hablarte desde el sofá. Mírame, mira que cara tengo – le hago caso y giro mi cara hacia él. Sonríe avergonzado – sabes por qué tengo esa cara? Por tu maldita culpa. Creo que no he quitado esa cara desde que te conocí. Esa cara de gilipollas enamorado. Mírame otra vez. Qué imbécil soy – le miro – sonriendo, rojo como un puto tomate. Cómo has podido fijarte en alguien así? – río sin querer – A lo que iba. Presta mucha atención, porque las imágenes que vas a ver a continuación, cuentan la historia de una princesa que llenaba palacios y todo lo que se propusiera… cuenta la historia de una persona a la que quiero con toda mi alma… - le miro sorprendida y sonríe triunfante – no me mires así y mira a la pantalla anda… - me sorprendo al ver que el Quique de la pantalla sabía perfectamente lo que iba a estar haciendo en este momento –


La pantalla se va a negro y comienza a escucharse un latido lejano entremezclado con unas notas de piano. Me estoy poniendo muy nerviosa. Comienzan a aparecer imágenes mías, fugaces, en movimiento, en mis conciertos, mientras canto. Son imágenes que creo que están grabadas por los cámaras que a veces me acompañan. Con cada latido, sale una imagen mía que se difumina entre el fondo negro. Esto lo ha hecho él? Dios, también sabe hacer esto. Maldita sea, no llevo ni 10 segundos viendo el vídeo y ya tengo unas ganas inmensas de llorar.

Con una bso de fondo que no consigo descifrar pero que mantiene mi emoción, comienzan a aparecer imágenes a cámara rápida de cómo se han llenado los sitios donde he ido a cantar. De pronto, la bso de fondo, pierde volumen y se me ve ensayando en uno de los conciertos. Una voz, la de Vero, pregunta en voz alta.

-Qué? Quieres un babero?

Enfoca directamente a Quique que me observa al lado de ella y sonríe mirando al suelo. Estoy haciendo verdaderos esfuerzos por no llorar, más aún cuando la bso sigue sonando mientras aparecen imágenes mías antes de los conciertos, grabadas por él o por quién sabe. De repente, la imagen cambia a la grabación de una de las colas, con toda esa gente esperando para entrar al palacio, al Vicente Calderón, y a otros muchos lugares a los que he ido. Me está impresionando bastante, parece un documental. Un documental que va a hacerme llorar de un momento a otro.

De repente, se oye la voz de Quique entre el griterío de un montón de gente. Se distingue que está caminando por un pasillo, distingo las figuras de mis padres delante de él.

-Madre mía… - susurra subiendo unas escaleras – hostias… - aparece en la imagen el palacio lleno hasta la bandera. Vuelvo a taparme la boca para no pegar un grito –

-Jefa!!! – se oye la voz de Vero – mira lo que has hecho!!!

Aparece otra imagen, con una cámara desde arriba, de mi último concierto, el del Vicente Calderón. No había visto esta imagen. Es la gota que colma el vaso. Comienzo a llorar sin poder apartar la mirada de la pantalla. La bso de fondo está en pleno apogeo cuando se me ve junto con el resto de la banda haciendo nuestro ritual antes de salir. Se nos escucha gritar. Siento la emoción recorrer mi cuerpo. Tras esa imagen, aparezco yo, abajo, en la escalera, con el piano de Rubén ya sonando. La imagen se ralentiza, apurando la melodía de la bso. Con las últimas notas, una imagen desde arriba, de la gente gritando justo antes de mi entrada. Y la música acaba al mismo tiempo que la imagen se va a negro.

Aún con la imagen en negro, se oye mi voz comenzar uno de los conciertos. Ese “me duele” tras el que siempre escucho el griterío general y me provoca una sonrisa. Se me ve salir al escenario iluminada por los focos y el plano cambia al público, a las primeras filas, que gritan como descosidos. Vuelve a ralentizarse la imagen mientras se mezclan melodías de mis canciones, hasta que suena una guitarra eléctrica y aparecemos Quique y yo, en el concierto de Sevilla, dándolo todo. Estallo en una carcajada y escucho como Quique se contagia.



De pronto, se me oye de fondo hablar, como con eco, con un efecto que le da más trascendencia a mis palabras, mientras no dejan de aparecer imágenes de mis conciertos mezcladas con una melodía de fondo.

Tras las imágenes de conciertos, aparecen imágenes de aquella llegada al aeropuerto, aquel regreso de la isla, mientras sigue mi voz de fondo, pero ni siquiera puedo escuchar lo que digo, solo escucho esa maravillosa melodía que va cogiendo volumen, una vez más no sé cual es, pero me encanta. Las imágenes pasan a cámara lenta, como queriendo acoplarse a la emoción. Vuelve a aparecer una imagen de mis conciertos. En concreto, el momento en que me despido del palacio después de regresar. Cómo baja la plataforma conmigo encima, a cámara lenta, mientras suena esa melodía. Tras esa imagen, se ven los globos de mi último concierto, cuando aparecieron de repente, y aparezco yo llorando. Ya las imágenes pasan todas ralentizadas, fusionándose unas con otras, de momentos finales en los conciertos, enfocando al público. Hasta que, la última imagen a cámara lenta, soy yo corriendo a abrazarme con Quique tras el primer concierto. A estas alturas ya estoy llorando a moco tendido. Sin dejar que la imagen pare de moverse, poco a poco, va fusionándose con el negro.

Pienso que ha terminado y por mi mente solo corre la idea de comerme a besos a Quique. Es el mejor regalo que me han hecho nunca. Por lo sencillo, por la poca importancia que le ha dado a lo material, por la esencia, por la emoción… pero justo cuando creo que ha terminado, aparece Quique sonriendo mirando a la pantalla del ordenador.

-Bueno… - disimula, pero creo que está emocionado – espero que te haya gustado tanto como a mí… - suspira riéndose – he hecho esto porque… quería que vieras que cuando te digo que estoy orgulloso de ti, no lo digo por decir. Me parecía un buen regalo navideño demostrarte lo mucho que te admiro, pero le falta algo. – veo como coge un gorro de papa Noel y se lo pone haciéndome reir al mismo tiempo que sigo llorando – ahora sí. Ahora si que soy un completo gilipollas – sonríe irónico mirando a cámara – no quiero enrollarme más, solo quería decirte, y que quede grabado para que lo veas todas las veces que te dé la gana, que estos meses contigo han sido los mejores de mi vida… - suspira – la verdad es que creo que lo mejor que he hecho en mi vida es subirme a aquel avión y lo mejor que me ha pasado es que te chocases con mi brazo ese día. Supongo que era nuestro destino. – sonríe algo avergonzado – Y espero que nuestro destino sea pasar todas las navidades que nos queden juntos. Me encargaré de eso, te lo prometo. – sigo sin poder parar de llorar – Bueno, corto ya que seguro que a estas alturas estás llorando a moco tendido y yo estoy deseando comerte a besos… - río sin querer – Feliz Navidad cariño. Te quiero.


El vídeo termina conmigo envuelta en un mar de lágrimas. Noto su mano pasar por mi espalda y me abrazo a él. Tengo la sensación de querer matarle y comérmelo a partes iguales por las lágrimas que me ha provocado. No podría ni siquiera expresar con palabras cuánto le quiero. 

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