domingo, 28 de diciembre de 2014

CAPÍTULO 124: QUIERO QUE ME VEAS DESAPARECER

-Vas a decirme si vienes conmigo? – pregunto sin mirarle –

-Evidentemente no voy a ir contigo Malú…

Esa tristeza vuelve a instalarse en mi cuerpo. Su respuesta segura, seria, borde, me hace tener ganas de llorar, ganas que reprimo al notar de nuevo el enfado.

-Pues muy bien, se lo explicas tú a Juliet que está muy ilusionada.

-Claro, tú es que no se lo puedes explicar… - dice irónico –

-No pienso discutir… no se tú, pero a mí me agota.

-Tranquila que ya no te voy a agotar más. Me he cansado de dormir en el sofá – sale de la cocina directo a la habitación y me deja con la palabra en la boca –

Al momento, le veo bajar con una maleta y se me hiela la sangre. Es como si viera mi vida escaparse ante mis ojos sin poder hacer nada. Me armo de valor y me trago el orgullo y voy directa hacia él, dispuesta a evitar que se marche.

-No te vayas Quique… - digo con voz apenada –

-Quieres que pase la Nochevieja aquí solo? – dice todavía con tono borde – me voy a mi casa, con mi familia. Nos veremos el año que viene, no sufras  

-Vale ya por favor… - no puedo reprimir las ganas que tengo de llorar – no me hables así…

-Así como? – dice gritando – qué quieres de mí Malú? Quieres que me quede aquí como un pasmarote? Que te acompañe a casa de tus padres y ponga buena cara como si no me pasara nada?

-Quiero que solucionemos esto! – grito desesperada –

-No hay nada que solucionar Malú… - dice convencido – no estoy enfadado… estoy decepcionado… y eso no se arregla…

-Quique… por favor… - le agarro del brazo – no te vayas, vamos a hablar…

-No me apetece nada hablar con alguien que solo reacciona cuando ve que me voy a ir… - se pone la chaqueta sin mirarme – llevo dos días durmiendo en el sofá, casi sin hablarnos, y soy yo el que tiene que pedirte perdón? Soy yo el que tiene que hacer que se te pase el enfado? – alza la voz indignado – por una vez, esperaba que fuese al contrario…

-No, pero espera… - me pongo apoyada en la puerta impidiéndole que salga – hazme el favor de soltar esa maleta Quique…

-Podemos estar así todo el tiempo que quieras, pero yo me voy a casa, quieras o no… - me mira sin soltar la maleta – siempre tengo que tragarme yo el orgullo pero esta vez no va a ser así…

-Deja el orgullo joder! No se trata de eso… - intento acariciarle la cara, poniendo tono dulce, pero me lo impide dando un paso atrás – yo te quiero Quique…

-No es suficiente… - resopla y mira al suelo con gesto cansado – eso a veces no es suficiente… - vuelve a resoplar – siempre tengo que ir a remolque tuyo… siempre pendiente de que estés bien, siempre pensando en como hacer que te sientas bien a mi lado… y tú? Tú que has hecho para solucionar esto? Soy yo el que está enfadado, soy yo el que te escuché decir que estaba loco por querer casarme contigo y que tú estabas borracha cuando me dijiste que también querías – sigue gritando –

-No grites! No escuchaste toda la conversación joder! Le dije a Vero que con lo enamorada que estaba, me casaba contigo cuando…

-No quiero saber nada más… - me corta y me agarra apartándome de la puerta – no me vale que intentes arreglar esto cuando ya he decidido irme… cuando llevo todos estos días flipando de ver cómo me ignoras… cuando veo cómo te da igual lo que me pase joder! – pega un golpe en la puerta por la rabia que me hace asustarme – ni siquiera me has preguntado con quién hablaba tan enfadado antes y he visto como me espiabas… ya no soy el único que lo hace… - dice irónico -

-No sabía si debía preguntar… - intento justificarme al recordar que le he escuchado gritar por teléfono –

-Sabes quién era? Un compañero… las listas de la oposición se han parado y no van a llamarme para trabajar… - dice serio – me quieres explicar qué cojones hago aquí? Sin trabajo, sin que me digas una puta palabra porque estás enfadada por algo que has hecho tú, no yo. No tienes ni idea de lo mal que llevo sintiéndome desde el domingo… - le miro apenada, no sé qué decirle – y encima vienes ahora con tu cara de no haber roto un plato, cuando ves que tengo la maleta en la mano… y comienzas a hacer que me sienta todavía peor, como el malo de la película… - niega con la cabeza mirando al suelo – estoy demasiado enfadado como para poder hablar Malú… - vuelve a coger su maleta y abre la puerta –

-Donde vas Rick?

Los dos miramos hacia la escalera. Lo que no quería que pasara, ha pasado. Juliet nos mira con cara de no entender nada. Maldita sea, como puede estropearse todo así? Miro fugazmente a Quique que resopla con frustación.

-Me voy a casa cariño, voy a pasar la Nochevieja con mi familia… - responde Quique –

-No vas a venir con nosotras? – su cara se torna triste… muy triste –

-No pequeña… - suelta la maleta y se acerca a ella – pero te prometo que…

-No! – grita al notar que Quique va a acariciarle el pelo – eres un mentiroso! Me dijiste que íbamos a estar juntos! Que íbamos a ir a casa de Malú los tres!

-Pero Juliet… no… - baja la cabeza al ver como Juliet sube las escaleras furiosa y cierra de un portazo su habitación – estarás contenta… - dice de espaldas a mí – ya soy oficialmente el malo de la película…

-Quique… la niña no tiene por qué entenderlo… - intento no cabrearme y solucionarlo antes de que se vaya –

-Ni tú tampoco parece ser… tú no tienes por qué entender nada de lo que me pasa… - vuelve a coger su maleta – nos vemos el año que viene, si es que no te parece demasiado pronto…

-Quique por favor… - intento que se detenga, pero no lo hace – Quique! – grito intentando que pare de andar, pero solo puedo observar como lanza su maleta con desgana dentro de su coche y desaparece de mi vista -

Entro a la casa envuelta en un mar de lágrimas y me dejo caer en el sofá. Siento una opresión en el pecho difícil de describir. Había soñado con el momento de empezar un nuevo año a su lado… y lo voy a comenzar enfadada. Por qué no he intentado solucionar esto antes? Puto orgullo, siempre apareciendo cuando menos lo necesito. Entiendo que le haya molestado lo que escuchó… es totalmente lógico. Si hubiera sido al revés, todo lo que ha pasado hubiera sido poco para la que hubiera liado yo.

Me siento sola, muy sola. De repente, caigo en la cuenta que Juliet estará hecha polvo en su cuarto. Es mi responsabilidad hacer que se sienta mejor así que hago de tripas corazón y entro en su cuarto dispuesta a animarla, aunque por dentro yo esté hecha una mierda. El corazón se me para cuando, al entrar, no la veo.

-Juliet? – pregunto asustada – Juliet! – salgo corriendo de su habitación y entro en el baño – Juliet, donde estás? No tiene gracia! – grito desesperada – Maldita sea – vuelvo a entrar en su cuarto y a mirar debajo de la cama, pero no está – Juliet, por favor, sal de donde estés!

Como si de imágenes a cámara lenta se tratase, veo la cortina moverse delante de la ventana. La ventana está abierta. Me asomo a ella pero no veo nada. Es posible que se haya escapado? Ay Dios, no puede ser, no puede pasar esto. Bajo corriendo por las escaleras, gritando su nombre, pero no hay respuesta. Mis perros aparecen en escena, quizá preguntándose que hace la loca de su madre.

-Juliet! – grito de nuevo en el piso de abajo, lo rebusco todo de arriba abajo, reviso todas las habitaciones, pero ni rastro de la niña – Dios mío…

Por pura desesperación, marco el número de Quique. Espero pacientemente, pero no me lo coge. Joder Quique, cógelo! Necesito que vuelvas! Cuelgo desesperada y vuelvo a llamarle, pero aparece el buzón de voz. Lo ha apagado.

Sin pensarlo, cojo la chaqueta y me la pongo a toda prisa, cojo las llaves de la casa y salgo corriendo a la calle, a buscar a Juliet.


-No se ha llevado el móvil?

-No, está aquí… - se lo enseño nerviosa a Vero – Dios, se está haciendo de noche, dónde está esta niña joder!

-He llamado a Quique pero no me lo coge, así que voy a llamar a Alex para que lo llame y le cuente esto… tiene que volver y ayudarte a buscarla…

-Déjalo, no quiere verme, normal por otra parte…

-Vuestras disputas de pareja no tienen nada que ver con la niña… él también es responsable de Juliet y tiene que echar una mano… - marca decidida el número de Álex y escucho como comienza a hablar con él mientras yo observo mi móvil –

Rezo a todo lo que se me ocurre para que la policía llame y me diga que la ha encontrado. Pero no ocurre. Y van pasando las horas. Y ya es de noche. Y está nevando, maldita sea! La opresión en el pecho cada vez va a más, siento que no puedo respirar.

-Nena, siéntate, estás pálida…

-No puede estar pasando esto Vero… no puede ser… - comienzo a llorar – es culpa mía joder!

-No es culpa tuya, ni de Quique, ni de nadie, me oyes?

-Necesito que esté aquí… necesito que Quique esté aquí…



Enciendo el móvil al parar en la zona de descanso. No podía conducir más, estoy cansado. Veo montones de llamadas perdidas de Malú. Por un momento pienso que ha podido pasar algo, pero qué va a pasar? Que quiere hablar, ahora no? Ahora quiere hablar, cuando estoy camino de casa. También hay llamadas perdidas de Vero. Y de Álex. Y Álex por qué me llama? Decido marcar su teléfono, también un poco para desahogarme y contarle todo lo que ha pasado, cuando su voz atropellada me sorprende.

-Tío, qué cojones haces con el teléfono apagado joder!

-Eh, qué pasa? Estaba conduciendo…

-Ha pasado algo tío…

Mi cara se transforma al escuchar el relato de Alex. Me bebo el café ardiendo y dejo el euro encima de la barra para salir a toda prisa de esa estación de servicio y deshacer el camino que ya había hecho. Se está haciendo de noche, y esa niña sin aparecer. Maldita sea, soy imbécil, soy un puto gilipollas, cómo he podido irme así?

Con la nieve cayéndome sobre la chaqueta y sobre el pelo, introduzco nervioso la llave en la cerradura. Entro a la casa que hace unas horas me ha visto desaparecer y escucho unos pasos ligeros acercarse al pasillo. Allí está, con cara de desesperación, mirándome. Sin decir nada, viene hasta mí y se agarra a mi cuello. Joder… soy un imbécil, un gilipollas, un subnormal por haberle hecho esto.

-No está Quique… se ha ido… no sé donde buscarla… - dice llorando – es culpa mía, perdóname por favor… es culpa mía…

-Malú… para… - acaricio su brazo intentando reconfortarla – qué es lo que ha pasado?

-Hola Quique… - la voz de Vero aparece en el pasillo – la niña se ha ido de casa, sin móvil, sin dinero… la policía la está buscando ya, pero dicen que hasta que no pasen unas horas no pueden comenzar con una búsqueda más exhaustiva…

-Unas horas? Si tiene 12 años joder! – exclamo indignado –

-Lo sé… eso les he dicho yo… - contesta Vero con tono serio –

Me siento en el sofá y escondo mi cara entre mis manos. Me siento tan culpable. Como le haya pasado algo a Juliet nunca me lo voy a perdonar. Danka viene hacia mí y, de un salto, se acurruca a mi lado y posa su cabeza en mi muslo izquierdo. Es increíble como este perro sabe perfectamente cuando alguien necesita algo de consuelo. Acaricio su cabeza intentando encontrar algo de tranquilidad, pero no puedo, me invade el miedo, la desesperación. Miro mi reloj. Las 10 de la noche. El sonido del teléfono me hace asustarme y veo como Malú se lanza a cogerlo.

-Sí? Si soy yo… - dirige una de sus manos a su pecho, como buscando el aire que le falta – pero eso no puede ser, son las 10 de la noche… tiene que estar en alguna parte… - grita desesperada – si supiera un sitio al que ha podido ir ya habría ido a buscarla joder! – me levanto del sofá y paso mi brazo por sus hombros, intentando que se calme – que me calme? Maldita sea, es una niña! – grita justo antes de ponerse a llorar y darle el teléfono a Vero –

-Si agente… perdone, es que estamos todos un poco nerviosos… - miro a Lucia, que está sentada en el suelo mirándonos, sin entender nada – de acuerdo… por favor, encuéntrenla…

Vero cuelga el teléfono y me mira apenada. No puedo evitar abrazar a Malú para consolarla. No deja de llorar y se me está partiendo el alma en mil pedazos. Es culpa mía, no tendría que haberme puesto así con ella… encima que le he hablado fatal al irme, ahora la niña desaparece y me llama y no se lo cojo. No puedo evitar comenzar a llorar, me siento peor de lo que me he sentido nunca.

-No puedo quedarme aquí… - dice de repente Malú, deshaciendo el abrazo – hay que buscarla…

-Malú, está nevando, dónde vas a ir? – dice Vero intentando que entre en razón –

-Y yo que sé, pero hay que buscarla… - me mira y asiento, tiene razón, yo tampoco puedo quedarme aquí –

-Vamos… preguntaremos por la zona a ver si la han visto… no estará muy lejos… - me pongo el abrigo – Vero… si llama alguien avísanos de acuerdo?

-Cógemelo esta vez… - dice con un ligero tono de reproche –

Bajo la cabeza algo avergonzado. Mi comportamiento ha sido de un auténtico niñato. Salimos de la casa y el frío casi me quema por dentro. Es de estas sensaciones tan extremas que hacen que sientas la sensación contraria. Como cuando sientes tanto placer que te duele, o como cuando sientes tanto dolor que aparece una sonrisa amarga. O como cuando quieres tanto a alguien que lo odias… miro a Malú subir al coche apresuradamente y no puedo evitar volver a sentirme fatal. Subo sin decir nada y arranco, dispuesto a recorrer todos y cada uno de los rincones de este pueblo y, si hace falta, de otros más, hasta encontrar a esa niña sana y salva.

Las 12 de la noche. Hemos preguntado en portales en los que hemos visto a gente, en gasolineras que seguían abiertas… pero no hay muchas más gente en la calle. Esto es buscar una aguja en un pajar. En 24 horas viviremos un cambio de año y yo lo he estropeado todo. Debería haber dejado que se explicase. La observo en el asiento del copiloto, juntando sus manos a su boca y dejando salir el aliento caliente para intentar no sentir tanto frío. Hace un chasquido con la lengua y comienza de nuevo a llorar.

-Malú… la vamos a encontrar… - intento reconfortarla –

-Si le ha pasado algo, jamás me lo perdonaré Quique… no me lo voy a perdonar nunca…

-No pensemos en eso…

-Que no lo pensemos?? – grita – son las 12 de la noche, está nevando y no hay nadie por la calle! Y si alguien la ha visto y se la ha llevado? Y si…? – no termina la frase porque comienza de nuevo a llorar –

Resoplo frustrado. No quiero pensar en eso pero es inevitable hacerlo.

-Dónde puede ir una niña de 12 años que no conoce esto… dónde? – pregunta desesperada –

Como si se me encendiera una bombilla, abro los ojos de par en par. Pongo el coche en marcha y Malú me mira interrogante.

-Qué haces?


-Creo que hay un sitio donde ha podido ir… - acelero y conduzco convencido de poder encontrarla sana y salva - 

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