miércoles, 17 de diciembre de 2014

CAPÍTULO 119: PERDERME PARA SIEMPRE ENTRE TUS BRAZOS

-Así que yo era tu amor platónico eh? – me río al sentarme en la arena –

-No sé ni por qué te lo he dicho… - resopla tumbándose en la arena, dándome la espalda –

-Pues porque vas borracho Rick… - vuelvo a reirme –

-Joder… - vuelve a resoplar, pero detecto que su tono no es de enfado – A dormir! – me ordena -

-Venga Quique, no te enfades…

Parece que he perdido el control de mi cuerpo y el raciocinio, porque me inclino sobre él, dejando mi cara apoyada en su hombro, pasando mi brazo izquierdo por encima de él. Se gira al notar el contacto, como asustado, y nuestras caras quedan separadas por escasos centímetros. De repente, noto como mis pulsaciones han subido el ritmo considerablemente. Me he puesto nerviosa casi sin darme cuenta. Nos miramos unos segundos que se me hacen eternos, hasta que aparta la mirada con gesto avergonzado.

-Tú también vas un poco borracha… - sonríe –

Qué acaba de pasar? Casi nos besamos? Me lo he imaginado? Me he imaginado que me ha mirado los labios fugazmente?

-No te lo niego… - sonrío – hacía mucho tiempo que no me reía tanto con alguien…

Una vez más, mi cuerpo hace lo que le da la gana, o quizá lo que siente en realidad. Vuelvo a necesitar el contacto con su cuerpo y me abrazo a él, de nuevo a su espalda. Segundos después, se da la vuelta. Los dos tumbados sobre la arena, mirándonos. Esto no puede ser. Me estoy derritiendo por momentos. Me mira con un gesto con el que creo que nadie me había mirado. Una mezcla de ternura y algo que interpreto como resignación. Resignación por qué?

-Eres un cielo…

El susurro me envuelve en un lugar en el que hace mucho tiempo que no estaba. Alguien acariciándome el pelo, con esa manera que tiene de hacerlo, tan tierna, tan delicada. Casi ni recuerdo esa sensación de ilusión dentro de mí. Con sus dedos, aparta un mechón de pelo que caía sobre mi rostro que sigue apoyado en una chaqueta para evitar el contacto con la arena.

-Ves como sólo me piropeas cuando llevas drogas en el cuerpo? – digo riendo, intentando no ponerme más nerviosa de lo que ya estoy –

-Eso no es cierto… - sigue acariciándome el pelo hasta que se detiene en una de mis mejillas – sé lo que digo…

-Ya se te ha pasado?

Hablamos en voz baja, como si nos diera vergüenza que alguien nos escuchase. Alrededor hay gente durmiendo, pero no me importa, es como si no estuvieran. Es como si en esa playa, estuviéramos los dos solos.

-Hay una cosa que no se me pasa… - me mira un segundo y luego aparta la mirada –

-El qué? – llevo mi mano a su brazo, acariciándole –

-Pues… - sonríe algo avergonzado – lo que pienso cuando te miro…

Se me para el corazón un segundo, de hecho, lo noto. Noto como se para y vuelve a latir instantes después. Qué está pasando? Qué va a pasar? Qué quiero que pase?

-Espero que no sea malo… - sonrío sin mirarle –

-Sabes que no… - sigue acariciándome sutilmente –

-Y qué piensas? – no puedo evitar preguntarlo –

-Pues… - sonríe – bueno, igual todavía llevo algo de alcohol en el cuerpo… - me aparta la mirada – vuelvo a hablar sin pensar demasiado…

Sonrío algo enternecida por ese brote de vergüenza que acaba de darle. Quiero que pase, quiero que siga hablando, que siga acariciándome. Joder, qué ganas tengo de besarle… y no sé si con el alcohol que hemos bebido voy a poder controlarme. Y no quiero cagarla, no quiero precipitarme… no quiero equivocarme como muchas otras veces he hecho.

-Antes de conocerte… - comienza a hablar sin mirarme – me daba la sensación de que eras una de esas personas con las que conectaría… no me preguntes por qué pero cuando te veía… - ríe tímidamente – eres exactamente igual a como pensaba… bueno… - niega con la cabeza – eres bastante más increíble de lo que pensaba…

-Quique… - sonrío avergonzada apartándole la mirada –

-Igual me equivoco… - vuelve a acariciarme la cara con mucha delicadeza – pero creo que te han hecho mucho daño… - le miro algo sorprendida – por como te comportas… - veo que se pone nervioso – cuando a alguien le hacen daño puede convertirse en una persona tremendamente egoísta… - hace una pausa – o tremendamente generosa… y tú eres de las generosas… - posa su mano en mi cara, acariciando con su pulgar mi mejilla – de las que se convierten en personas todavía mejores… de las que dan cariño sin esperar nada a cambio pero, en realidad, están deseando que alguien se lo devuelva…

-Para… - de repente, siento una sensación de incomodidad –

-Perdona… - me mira algo avergonzado – no debería haber dicho todo eso… nos conocemos de hace muy poco…

Cuando noto que su mano deja de rozarme, de repente, me siento sola, siento un vacío, como si supiera que acabo de estropearlo.

-No… - cojo su mano y entrelazo mis dedos con los suyos – me conoces mejor de lo que crees… por eso te he dicho que pararas…

-No quería molestarte… - contesta excusándose –

-No lo has hecho… - sonrío tiernamente – es solo que… - le aparto la mirada – muy poca gente se da cuenta de todo eso… y me sorprende que sepas todo eso con tan solo unos días…

-Soy observador con la gente que me llama la atención… - le miro y vuelven a cruzarse nuestras miradas, pero esta vez soy yo la que la aparta – sabes que es lo que pienso cuando te miro? – le miro y niego con la cabeza medio sonriendo – que eres la chica más preciosa que he conocido en mi vida…

Vale, late, late por favor que me muero. Mi corazón me obedece y vuelve a latir después de pararse. Creo que estoy roja como un tomate. De verdad ha dicho eso? No es posible… no es posible que este hombre me haya dicho eso. No puedo ni mirarle, maldita sea… si le miro no habrá vuelta atrás… si le miro sé que me lo comería a besos.

-No dejes que nadie te haga cambiar… - suelta mi mano y vuelve a acariciar mi cara – no te mereces que nadie te haga daño… - unas ganas irrefrenables de llorar me invaden – la persona que esté contigo tendrá mucha suerte porque eres increíble…

Basta, no puedo más. No quiero llorar, no quiero que me veo llorar. Sin decir nada, me abrazo a él. Creo que se ha quedado algo sorprendido porque no se mueve, pero segundos después, comienza a acariciarme el pelo. Joder, no hagas eso. No hagas eso que se me va a ir la pinza.

-Oye… - intenta separarse para mirarme pero se lo impido – vaya… no… - balbucea – no llores… - mierda, me ha pillado –

Alzo la mirada casi sin querer. Vuelve a mirarme con ese gesto, maldita sea. No hay marcha atrás. No puedo moverme pero quiero hacerlo. Quiero levantar la cabeza hasta llegar a su boca y rozarla con mis labios. Quiero besarle, y que me bese, y que me toque. Me mira a los ojos y, fugazmente, de nuevo a los labios. Estoy paralizada, ahora si que no podría moverme aunque quisiera. Noto un leve suspiro por su parte, instantes después, ya no me mira a los ojos, solo a los labios. Y se acerca lentamente, como dándome tiempo para apartarme, pero no pienso hacerlo. Siento su aliento entremezclarse con el mío y cierro los ojos instintivamente. El contacto de sus labios con los míos me estremece, me parte en dos por dentro. Cómo se puede sentir algo tan intenso con alguien a quién conoces de hace días? No es lógico, no es normal… Un leve roce abre paso a un beso un poco más intenso, todavía con sus labios y los míos sellados, pero ya no puedo contenerme. Noto como se separa un segundo y abro los ojos asustada. Le veo mirarme con cara de miedo, como asustado por si la ha cagado. Por qué cojones es tan tierno? Se acabó. Mi cuerpo cobra vida de nuevo y con mi mano izquierda en su nuca, le acerco de nuevo a mis labios y, esta vez, los abro. Nuestras lenguas se rozan y de nuevo siento que me voy a partir en dos. Suspiro sin querer y creo que eso le hace activarse. Me tumba en la arena y coloca medio cuerpo sobre mí, sin separarse de mi boca. Me agarro a su pelo como si fuera lo único a lo que puedo aferrarme en ese momento.

No puedo calcular el tiempo que estamos besándonos, pero no quiero que pare. Sus manos han pasado de mi cara a mi cuello y siguen bajando, y siguen partiéndome en dos, resquebrajándome por dentro. Ahora soy consciente del deseo que me provoca. Le deseo. Le deseo tanto que me da igual que haya más gente en la playa, no pienso parar esto. Se me escapa un leve gemido al notar su mano abrirse paso por debajo de mi camiseta. La razón vuelve a mi ser y, con todo el dolor de mi corazón, le hago que se separe un poco. No podemos seguir haciendo esto con la playa llena de gente, no. Joder, pero quiero seguir.

-No podemos hacer esto aquí Quique… - susurro notando como mi respiración está agitada –

Baja la cabeza y hace un gesto dándome la razón. Dios, me lo voy a comer.

-Quieres que estemos solos? – pregunta con gesto comedido –

Asiento sin poder evitar que salga una leve sonrisa tímida. Sonríe y suspira apartándome la mirada. Se incorpora y, automáticamente, hago lo mismo.

-Ven conmigo

Me da la mano y la cojo sin pensar. No necesito pensar nada. Agarra con una mano la ropa que usamos para taparnos por la noche y su bolsa y, con la otra, sigue sujetando mi mano. Comenzamos a andar por la playa, sin decir nada, camino a las rocas de nuevo.

-Dónde vamos? – pregunto al ver que se detiene en las rocas y mira hacia arriba –

-A un sitio que te va a gustar… lo descubrí el otro día… - sonríe – sube – me hace un gesto con la cabeza para que suba por las rocas –

Le miro incrédula. No me da miedo, es más, estoy deseando que me lleve a ese sitio, pero no puedo evitar mirarle con gesto interrogante.

-Confía en mí, solo hay que pasar al otro lado del acantilado…

Que confíe en él? Y cómo no voy a confiar en él? Confío en él más que en la mayoría de la gente que conozco. Sin pensarlo más, comienzo a subir. No es peligroso, las rocas que rozan el mar si que están altas, pero las que están junto a la arena no. En seguida llego arriba y le veo subir. Cuando llega a mi altura, pasa su brazo por mi cintura y tengo que hacer serios esfuerzos por no desmayarme de la corriente que me acaba de atravesar. Me sonríe algo tímido y comienza a andar, sin soltarme la mano. Está algo oscuro, pero Quique se asegura que pisamos sobre seguro. No deja que me quede atrás ni un momento, no suelta mi mano. Al llegar al otro extremo, una pequeña playa, apenas un trozo de arena, se vislumbra por la luz de la luna. No es una playa ancha, pero si hay un tramo de arena hasta los árboles. Sonrío sin querer. No creo que haya un lugar mejor que este para estar a solas.

-Te gusta? – pregunta pasando de nuevo su brazos por mi cintura –

Asiento y le miro fugazmente. Qué timidez más estúpida me ha entrado de repente. Lanza la bolsa y la ropa a la arena y comienza a bajar por esas rocas. Una vez abajo, comienzo a bajar yo. Cuando estoy a punto de llegar a la arena, noto sus manos por mis piernas, sujetándome. Y comienzo a temblar. A temblar de nervios y de deseo a partes iguales. Me sujeta por la cintura y me ayuda a poner los pies en la arena, pero, en realidad, creo que estoy flotando. Sin soltarme de la cintura, nos miramos y me pongo de puntillas para llegar a sus labios. Me agarro a su cuello y él a mi cintura y comenzamos a besarnos. A besarnos de una forma que, aunque quisiera, no podría controlar. Incontrolable. Es incontrolable el deseo que siento ahora mismo. Nos tambaleamos hasta caer en la arena, con él sobre mí. Ahora si que estamos solos. Ahora si que no pienso parar, y él parece que tampoco.

-Estaba deseando hacer esto… - susurra mientras comienza a besarme el cuello –

-Y yo… - no alcanzo a pensar en ninguna palabra más… solo me salen suspiros por la garganta –

Hago que se gire y me pongo encima de él. Por primera vez, baja sus manos por mi cintura hasta llegar a mis nalgas y las aprieta contra él. Dios, cada vez más deseo se acumula en mi cuerpo. Se incorpora, haciéndome sentarme sobre sus caderas, y comienza de nuevo a besarme el cuello. Pasea sus labios por él y yo no puedo hacer otra cosa que arquearlo hacia atrás. Me voy a desmayar de lo que me cuesta respirar en este momento.

Más todavía cuando vuelve a meter sus manos por debajo de mi camiseta y comienza a subirla lentamente. Abro los ojos y veo la ropa y la bolsa que se ha traído a lo lejos… joder, pues si que nos hemos movido, estamos en la orilla y yo sin darme cuenta. No sé las veces que habremos girado en la arena el uno sobre el otro. Hago lo mismo con su camiseta y me desprendo de ella lanzándola hacia el fondo de la playa. Madre mía, que bueno está joder. Y cómo besa. Y cómo me toca. Hace que me tumbe en la arena y noto como mis pies se mojan con el agua. Me mira y sonrío, y entonces sonríe tímidamente. Dirige sus manos a mi pantalón y no le pongo impedimentos. Quiero que me desnude, que me deje desnudarle. Quiero hacer el amor con él ahora mismo.  

-Joder Malú… - susurra al notar mi mano en su entrepierna tras quitarle los pantalones – ven…

Me agarra en brazos como si no pesara nada y camina hacia el agua. En serio? Nunca lo he hecho en el mar. Quizá porque nunca había estado en un mar tan desierto como éste. Con el agua por la cintura, pasa sus manos por mi espalda y deshace el nudo del bikini que hice mío al encontrarlo en una maleta. Me lo quita lentamente y lo lanza fuera del agua, dejándome desnuda de cintura para arriba. No tengo nada de frío, no podría tenerlo aunque quisiera, pero encima el agua está a la temperatura perfecta. Roza mis pechos con sus manos, sin mirarme a los ojos, y noto su respiración agitada mientras me observa. Segundos después, su boca se posa en ellos y me arranca el primer gemido de los muchos que creo que voy a soltar esta noche. Me agarra de la cintura y me hace subir y cruzar mis piernas por su espalda. Me agarro otra vez a su cuello, agarrando su pelo mientras sigue paseando su boca y su lengua por mis pechos. Quiero tocarle pero no me deja, solo alcanzo a acariciar su cuello, su pelo y su cara. Me mira y me deja caer un poco, sin deshacer esa especie de abrazo entre mis piernas y sus caderas. Me besa con tanta pasión que caemos al agua, casi sumergiéndonos por completo.

Me da la risa sin querer y parece que le contagio. Tanta pasión no es normal, ya ni siquiera me siento nerviosa, solo deseosa de que no pare. Volvemos a besarnos, esta vez más despacio, y vuelvo a dirigir una de mis manos a su entrepierna. Resopla y hunde su boca en mi cuello, besándolo con firmeza. No me lo pienso más y meto mi mano por dentro de sus bóxers. Suspira profundamente, como si le faltase el aire de repente, pero a la que le falta el aire es a mí. Qué barbaridad. Mi mente enferma empieza a volar a la velocidad de la luz al notar con el tacto su miembro. Ahora si que creo que me va a partir en dos. Intento no reirme, pero no puedo evitarlo al pensar todas esas barbaridades. Se ríe al escucharme y me aparta un poco. Con un movimiento, se deshace de sus bóxers y los lanza fuera del agua. Solo queda la parte de debajo de mi bikini para que los dos estemos completamente desnudos. Le imito y me deshago de la prenda, lanzándola también sin calcular donde va a caer.
Su mirada es de absoluto deseo, creo que nadie me había mirado con tanto deseo como él. Vuelve a deshacer la poca distancia que nos separaba y comenzamos a besarnos de nuevo. Esta vez es él el que dirige su mano hacia mi entrepierna. Vuelvo a gemir de nuevo al notar sus dedos pasearse por la zona. Hace que me gire y se pega a mi espalda, sin apartar su mano de ahí, y comienza a acariciarme.

-Aggg… - gimo de nuevo – joder…

-Me vuelves loco… - susurra pegado a mi oído –

Con el agua casi llegándonos al cuello, imprime un ritmo firme a sus caricias. Abro las piernas instintivamente, notando como mis pies se hunden en la arena mojada. Muevo las caderas sin querer, intentando aumentar el contacto de su mano. Con su mano izquierda, me recorre el cuerpo, deteniéndose en mis pechos. Su boca se pasea por mi cuello. Ya no puedo parar de gemir, el ritmo de los movimientos de su mano me está volviendo loca. Leves gemidos salen de su boca cuando comienza a mover las caderas al mismo ritmo que las mías. Un orgasmo me invade desde abajo, haciendo que me recorra una corriente que podría electrocutar a cualquiera. Intento sobreponerme pero me da tiempo. Me gira, haciendo que le mire, y comenzamos a besarnos. Posa sus manos en mis nalgas y cruzo de nuevo mis piernas por su espalda, a la altura de las caderas. Noto su miembro, y quiero notarlo dentro de mi. Sin decirle nada, dirijo mi mano hasta él y le guío, hasta que noto que, con un movimiento de caderas lento, comienza a introducirse. Arqueo la espalda hacia atrás al notarlo.

-Joder… - digo gimiendo – dios…

-Me vas a matar con esos sonidos…. – susurra gimiendo –

-No pares… - le suplico al notar el movimiento de sus caderas –

Es la sensación perfecta. Estar haciendo el amor con un hombre así, en una playa desierta donde nadie puede vernos ni escucharnos. Me siento libre. Sus sonidos y los míos se entremezclan con los del agua. El vaivén de la marea ayuda bastante a hacer que sea todavía más perfecto. Sigo aferrada a su cuello, con mis manos entrelazadas en su nuca mientras no deja de moverse dentro de mí. Encima esto también lo hace bien. Bien? Joder, no había sentido tanto placer en mi vida.

Sin hablar, comienza a caminar, conmigo en brazos, hasta que sale del agua y, en la misma orilla, me tumba en la arena. Se tumba encima, dejando un reguero de besos por mi cuello, pasando por mis pechos, bajando hasta el ombligo y llegando justo a donde quería. No puede ser. No es posible que me esté haciendo esto sin ni siquiera pedírselo. Empiezo a temer que puedan escucharse mis gemidos en la otra playa, no sería nada descabellado, porque empiezan a subir de tono, cada vez más.

Vuelve a reptar por mi cuerpo, como si se lo conociera, como si supiera donde y cómo debe tocarme para matarme de placer. Se coloca sobre mí y vuelve a ese movimiento que tanto deseaba. El agua nos roza de vez en cuando. Es la situación más erótica de mi vida, sin duda. No hablamos, no hace falta hacerlo. De repente, me agarra de los muslos y los eleva, abriendo totalmente mis piernas y acomodándose todavía más entre ellas. Voy a morir aquí, cada vez lo tengo más claro. Siento que mi corazón no puede bombear toda la sangre necesaria para seguir consciente. El ritmo es cada vez más frenético. Coloca sus manos apoyadas en la arena, una a cada lado de mi cara, y se inclina para besarme, sin dejar de moverse. Me agarro de nuevo a su cuello, he descubierto que me encanta hacerlo. Me incorporo hasta casi quedarme sentada. Le obligo a tumbarse sobre la arena y me siento a horcajadas sobre él. Esta vez, voy a llevar yo el ritmo. Y parece que le encanta que lo haga. Sus gemidos son más tenues que los míos, pero igual de intensos. Me muevo sobre él con total libertad, sintiendo cada uno de los segundos que pasan, como si pudiera detenerlos para que durasen más.

-Joder… - exclama gimiendo –

Escucharle gemir me hace ponerme todavía peor. Me muevo todavía más rápido, no puedo controlarlo, no puedo reprimirlo… otro orgasmo recorre mi cuerpo, haciendo que cierre los ojos y arqueé mi espalda para sentirlo al máximo. Cuando me repongo, todavía moviéndome lentamente sobre él, le miro. Resopla con una mezcla de placer y deseo que podría derretir a cualquiera. Se incorpora y comienza a besarme sin control, hasta que vuelve a tumbarme en la arena, con el agua rozando mi espalda, y comienza de nuevo con las embestidas, esta vez hasta con rabia. Vuelvo a sentir la sensación de que me va a dar un infarto con ese ritmo, pero me da igual, no pienso decirle que pare.

-No puedo más… - gime pegando sus labios a mi oreja –

Escucharle así me eriza la piel. Instantes después, sus gemidos se hacen más intensos hasta que un gemido más profundo sale de su boca. Se tumba completamente encima de mí, haciendo que le abrace. Su respiración se normaliza poco a poco, siento su aliento en mi cuello, donde, de vez en cuando, deja besos, esta vez menos pasionales que antes. Madre mía, qué hemos hecho? Dónde ha estado este hombre todo este tiempo?

-Estás bien? – alza su cabeza al preguntarme y se queda mirándome –

Asiento y, sin poder evitarlo, beso sus labios. Un beso inocente, cargado de sentimientos, que deja paso a otro pausado, pero más pasional. Nuestras lenguas se encuentran de nuevo. Y sus manos vuelven a pasearse por mi cuerpo. Pasamos un buen rato recuperándonos mientras no dejamos de repartirnos caricias y besos en la orilla.



-Mmmm… sigue…

Abro los ojos de par en par. Eso que he escuchado es Malú gimiendo? Me incorporo en la cama y noto como mueve sus caderas, con los ojos cerrados. Qué cojones? Está soñando?

-Quique…

Arqueo las cejas. Que tu novia tenga un sueño erótico contigo creo que es la mayor expresión de felicidad que uno puede sentir. Al menos yo ahora lo siento así. No pienso despertarla de manera fría. Madre mía, que cachondo me he puesto de repente. Estoy enfermo. No pienso cortar ese sueño tan placentero que parece estar teniendo si no es con algo que se le parezca. Paseo mi mano derecha por su cuerpo mientras voy dejando besos por su cuello. Gime con fuerza. Temo que Juliet nos escuche, pero la idea se borra en seguida de mi mente cuando vuelvo a escucharla gemir. Introduzco mi mano por su pijama hasta rozar sus braguitas.

-Malú… - susurro pegado a su oído intentando despertarla –

-Agg… - vuelve a gemir entre sueños – no pares…

Madre mía, qué disparate es este? Estoy haciéndole el amor a mi novia mientras sueña conmigo? Jajajaja! Esto es lo más raro que me ha pasado en mi vida. Rozo con fuerza sus braguitas mientras sigue gimiendo hasta que cuelo mi mano por dentro de la prenda. Joder, confirmado, está teniendo un sueño erótico. Muy erótico parece ser. No se si reirme.

-Dios! – exclama – hostia… - la miro y abre los ojos – Quique!

-Schhh… - susurro – no grites…

-Joder… - susurra contrariada – agg… - gime al notar que sigo tocándole – no sabes el sueño que estaba teniendo…

-Pienso superarlo… - susurro mientras subo su camiseta y comienzo a besar sus pechos –

-Joder… - vuelve a suspirar – no se te ocurra parar…

-No pensaba hacerlo… - me coloco sobre ella y bajo mis pantalones – qué soñabas? – susurro –

-No es posible… - susurra gimiendo – lo estábamos haciendo en la playa… era muy real…

-Real como esto? – de un movimiento, me introduzco en su cuerpo –

-Aggg… - gime con fuerza – fóllame…

-No puedo escucharte decir eso… - susurro con desesperación – te estaba gustando?

-Follas bien hasta en sueños… - ríe tímidamente mezclando gemidos con risas – qué locura…

-Y estábamos en la playa? – susurro insinuante – los dos solos?

-Si… - gime – la noche en la que nos emborrachamos…

-En la realidad soy bastante más cobarde que en sueños parece ser… - sonrío –

-Me lo hubieras hecho aquella noche? – asiento y me mira con deseo – Dios… acaba con esto, que no puedo más… - me suplica –


-Sus deseos son órdenes para mí, jefa… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario