domingo, 28 de diciembre de 2014

CAPÍTULO 125: POR MÁS QUE TE BUSCO, ERES TÚ QUIEN ME ENCUENTRA (I)

Aparco el coche como puedo, al lado de ese lago. Salgo del coche seguido a toda prisa por Malú y nos adentramos en él.

-Juliet! – grito –

Malú me sigue y vuelve a gritar su nombre. Recuerdo el lugar donde depositamos aquellas flores para sus padres. Está al otro lado del parque. En nuestro camino, se cruza un vagabundo andando ebrio. Empiezo a asustarme. Si la niña ha venido aquí, no sé si alguien le habrá podido hacer algo. Veo la cara de Malú al cruzarse con ese hombre. La nieve sigue cayendo y ya hay una capa bastante frondosa en el suelo.

-Ten cuidado al pisar no te caigas… - agarro a Malú de la mano y nos quedamos mirando unos segundos – vamos, el sitio donde vinimos la otra vez ya está cerca…

-Por favor… que esté allí… por favor… - oigo como suplica mientras caminamos rápidamente –

Al llegar a la zona, observo detenidamente, sin conseguir divisar a la niña. Me asusto. Y si mi suposición no es la correcta? Y si no está aquí? Y si ha estado aquí y alguien se la ha llevado?

-Juliet! – vuelvo a gritar –

-No está aquí… - me giro y veo a Malú apoyar su espalda en un árbol – no está aquí Dios mio… - se deja caer al suelo y comienza a llorar –

-Malú… vamos… levántate… - la agarro del brazo pero hace fuerza para quedarse sentada –

-Se lo prometimos a Rose y no lo hemos hecho joder! Es culpa mía! – grita desesperada –

Me abrazo a ella y no lo puedo evitar. Lloro como un niño pequeño al recordar la promesa que le hicimos a Rose. Le prometimos que la cuidaremos y, por mi culpa, la niña ha desaparecido. Soy un mierda, así me siento. Abatido, vuelvo a rebuscar entre los matorrales, como quemando el último cartucho. Me alejo un poco de la orilla y, a lo lejos, veo una especie de cartones. Se me para el corazón al pensar que Juliet puede estar debajo de ellos y salgo corriendo.

-Juliet! – grito y, al llegar a ellos, los aparto y la figura de un hombre aparece bajo ellos – joder! – me asusto y pego un grito dando un salto hacia atrás –

-Eh tío, qué cojones haces? – el hombre se levanta como tambaleándose – ya no puede uno descansar aquí o qué? Qué querías? Robarme?

-Eh, tranquilo, no, claro que no… estoy… estoy buscando a una niña… tiene 12 años… es…

-No me cuentes tu vida, ahora se supone que tengo que partirte la cara por molestarme…

-Eh, cálmate… - camino hacia atrás al ver a ese hombre acercarse furioso hasta mí –

-Por favor… tranquilo… solo estamos buscando a una niña… ha desaparecido… - la voz temerosa de Malú aparece a mi espalda –

-Es su hija? – pregunta mirándome – típico… padres que pierden a sus hijos por Navidad…

-Solo queremos saber si la ha visto… - intento contener las respuestas bordes para otra ocasión –

-Yo también tengo hijos sabes? Y mírame… durmiendo bajo unos cartones… todo por culpa de esto… - agarra un cartón de vino y lo estrella contra el suelo haciendo que Malú suelte un pequeño gritito y se agarre a mis hombros asustada – vamos, largaos antes de que me cabree…

-No la ha visto? Le gusta mucho este sitio… - susurra Malú temerosa –

-Joder… - suspira – esta tarde había por aquí una niña pero ni sé si venía con sus padres ni me importa… vamos, largaos! – hace un gesto con la mano volviendo hacia los cartones –

-Por favor… si sabe algo, díganoslo… por favor… - suplica Malú –

-Maldita sea… - el hombre se para en seco y pone los brazos en jarra – al otro lado del lago se reúnen algunos como nosotros… pero yo paso de eso… me recuerda demasiado a navidades pasadas en familia… - suspira – si alguno de nosotros la ha encontrado, estará allí… - mi cara de susto creo que le hace seguir explicándose – tranquilo niño rico… somos buena gente aunque durmamos entre cartones…

-Y donde está ese sitio? – pregunto –

-Dios… ni dormir puede uno, maldita Navidad… - comienza a andar y miro fugazmente a Malú haciéndole un gesto para que se ponga detrás de mí – el puto espíritu navideño, eso es lo que pasa… - camino tras él – una vez se me perdió uno de mis hijos en la feria… hace ya muchos años… - observo su figura, debe tener unos 60 años más o menos – yo todavía era una persona normal… recuerdo el susto que llevaba por el cuerpo… algo así como si me dijeran que iba a morirme… - el hombre sigue hablando mientras caminamos por los alrededores del lago, ya cubierto por la nieve – cuando le encontré en aquel puesto de gominolas no me salió ni echarle la bronca… solo me puse a llorar como un imbécil… - escucho como ríe – qué tiempos aquellos…

-Quédate detrás de mí – le susurro a Malú, que me obedece –

-Si es la niña que yo he visto esta tarde, sois un poco jóvenes para que sea vuestra hija… - reflexiona mirándonos de reojo – habéis avisado a la policía? – nos mira al no responderle – no voy a enfadarme por que lo hayáis hecho… - se ríe – es lo normal… - el gesto del hombre, poco a poco va cambiando de tosco a amable – cómo se os ha perdido?

-Se ha escapado de casa… - dice Malú con tono triste –

-Una niña rebelde, sin duda… apuesto lo que sea a que ha sido porque os ha oído discutir… - nos miramos algo sorprendidos – los niños no soportan ver a sus padres enfadados… deberíais saberlo… - bajo la cabeza algo avergonzado – aunque viva entre cartones, no se me olvida como es la vida… aunque a veces vaya al comedor social y no quede comida para mí y tenga que rebuscar en la basura… sigo sabiendo como actúan los niños ante las situaciones que creamos los adultos… - miro a Malú, que tiene cara de cansancio – mi hijo mayor, cuando bebía, me decía que por qué no lo dejaba por ellos si tanto los quería… y no le faltaba razón al muchacho… - sigue caminando mientras narra su historia – todos los días me arrepiento de haber destrozado así mi vida… sabéis que soy abuelo? – se gira hacia nosotros con cara ilusionada y, al momento, pone cara triste – no quieren que vea al niño… tiene 2 meses… normal… yo tampoco querría un abuelo así para mis hijos…

-Sigues viendo a tu familia? – pregunta Malú y le hago un gesto para que se calle –

-Mi hija pequeña viene a verme algunas veces… tiene 20 años… es la rebelde de la familia… - se ríe – pero me niego a hacerles pasar vergüenza y aparecer en Navidad a comer de su dinero como si tal cosa… soy un despojo de la sociedad, no me véis? – suspira – desde que mi mujer me dejó, bueno, mejor dicho… desde que hice que mi mujer me dejara, destrocé mi vida… perdí el trabajo, la custodia de los niños y la pensión me la pasé por los cojones… solo pensaba en beber y en beber… he sido un padre nefasto… - se alza de hombros – pero les quiero… y por eso no quiero que se sientan responsables de lo que me pase… esto lo he hecho yo solito… - deja de caminar – hemos llegado… imagino que no querréis entrar solos…

Observo debajo del puente, está todo oscuro, aunque se divisa luz por el fuego supongo. Miro a Malú y estoy a nada de decirle que vuelva al coche, que entraré yo, pero tampoco quiero que vuelva al coche sola. No sé qué cojones hago aquí. Cómo hemos terminado aquí? Y si Juliet no está?

-Bea! Tenéis aquí a la niña que andaba por el lago esta tarde? – el hombre grita caminando hacia debajo del puente y no puedo evitar seguirle –

-Antonio! Mirad! Ha venido Antonio! – se escucha a una mujer gritar emocionada –

-Vamos coño, dejad los besos para otro momento… hay aquí una niña? Los padres me han despertado buscándola…

La mujer sale a nuestro encuentro. Parece amable a juzgar por su gesto.


-Sois los padres de Juliet?

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