viernes, 2 de enero de 2015

CAPÍTULO 131: NACER O MORIR ES INDIFERENTE (II)

Miles de recuerdos se agolpan en mi cabeza mientras preparo la bolsa con algo de ropa. Malú me observa pero prefiero no exponerme a preguntas. Cómo me gustaría que me acompañase y no vivir esto solo.

-Vero no me coge el teléfono cariño… - se excusa – de verdad no quieres que te acompañe?

-No… es mejor así… - digo serio –

-Era muy amigo tuyo?

-Hace tiempo que no hablábamos… pero fuimos buenos amigos durante la carrera… - digo con tono grave – qué le puede pasar por la cabeza a alguien para hacer algo así?

-Cariño… - viene hacia mí y deja una caricia en mi brazo – eso son cosas que uno nunca sabe…

-Era un tío muy alegre… - reflexiono – su mujer le dejó hace poco, me enteré por Álex… estaba con lío por la custodia de los críos…

-Vaya… - dice impactada – y lo ha hecho por eso?

-Cómo quieres que lo sepa? – contesto con tono borde, no me gusta este tema –

Su cara mirándome sorprendida por mi contestación me hace volver a la realidad. Ella no tiene culpa de nada, no tengo por qué hablarle mal.

-Perdona… - me disculpo – estoy un poco nervioso…

-No… no te preocupes…

-Donde vas Rick?

Juliet entra a la habitación y me mira interrogante. Suspiro y miro a Malú.

-Tengo que irme cariño… - me mira apenada – pero mañana estaré de vuelta y jugaremos con los regalos de los reyes, vale?

-Pero por qué tienes que irte? – pregunta sin entender nada –

-Verás… - me agacho – ha ocurrido algo en casa… y tengo que estar con mis amigos… lo entiendes verdad? – la niña asiente no muy convencida – pórtate bien de acuerdo?

-Quique… puedo llamar de nuevo a Vero e ir contigo… - propone Malú –

-No… - digo aparentando estar convencido – quédate con ellas… te llamaré cuando llegue vale?

Bajo las escaleras con la bolsa de ropa en la mano. No puedo entender lo que ha pasado. Marcos era un tío normal. Demasiado normal para que se le haya ido la olla de esta manera.

-Lleva cuidado vale? – me da un beso fugaz –

-Si… - contesto indiferente – te llamo luego…

Subo al coche contrariado. Volver a casa por algo así no es plato de buen gusto. Marcos se casó con su novia de toda la vida hace 5 años. Tuvieron su primer hijo al año de estar casados, y dos años después, una niña. Según Álex me contó, hace unos meses, su mujer le pidió el divorcio. Su vida de luz y color, la que muchos envidiábamos, no parece que fuese la que aparentaba ser. Álex me ha contado lo que parece haber ocurrido. Desde que su mujer se fue de casa con los niños, Marcos entró en un bucle de alcohol y malas compañías. Le despidieron del hospital donde trabajaba por acudir en varias ocasiones borracho. No me puedo imaginar así a Marcos, el tío más responsable que he conocido en mi vida. Sobre todo con su trabajo. Y ha puesto fin a su vida. No me lo puedo creer todavía.

Aparco el coche en casa de Álex y Marta. Me han dicho que me esperaban allí para ir al velatorio. Recuerdo un momento parecido cuando María y Rafa fallecieron. Esa sensación de náuseas en la garganta. Vuelvo a sentirla. Álex me abraza, igual que Marta. Ponemos rumbo al tanatorio, primero en silencio, y luego sin dejar de hablar del tema.

-Ahora te puedes imaginar las historias que se está inventando la gente… - dice Álex –

-Podemos dejar el tema un poco por favor? – suplica Marta – todavía no me puedo creer que vayamos a esto…

-Estoy flipando demasiado… - contesta Álex –

Nunca he soportado el dolor de un velatorio. Hay gente que lo aguanta mejor, pero yo no. Tengo ganas de irme, pero aguanto el tipo como puedo, repartiendo abrazos que intento que reconforten un poco. Sus padres, médicos bastante reputados y antiguos profesores de la facultad donde me formé, ni siquiera miran a los ojos de la gente que les da el pésame. Demasiado triste todo. Demasiado fuerte. Salgo sin decir nada, me enciendo un cigarrillo en la puerta, buscando un poco de aliento. Noto como suena mi móvil y lo cojo sin mirar la pantalla.

-Quique? Por qué no me has llamado? Estaba preocupada!

No necesito que ahora mismo nadie me grite. Y menos ella.

-Estoy en un velatorio Malú, me harías un gran favor si dejas de gritarme –contesto borde –

Un silencio de unos segundos es suficiente para notar cabreo dentro de mí. Tengo ganas de colgar, pero aguanto como puedo.

-Perdóname… es que… no me has llamado y… - se excusa – qué tal?

-Tú qué crees? – contesto borde – esto es un drama…

-Te llamo después si quieres… - dice comedida –

-Mejor… luego hablamos… - cuelgo sin pensar, no me apetece seguir hablando –

Las conversaciones sobre lo que ha ocurrido son de todo menos agradables. Por lo visto, Marcos ha dejado una nota. Por miedo a hacer una locura mayor por su adicción al alcohol, ha decidido quitarse de en medio. Según me ha dicho Marta, en la nota ponía que su vida ya no tenía sentido sin sus hijos y su mujer, y que no le merecía la pena seguir viviendo. Como alguien de 30 años puede decir algo así? Estoy francamente impactado con todo esto, incluso me pongo en su lugar, con su vida hecha y, de repente, todo abajo. Y tener que empezar de cero. Nunca es agradable tener que empezar de cero. Pero tanto como para quitarse la vida?

Reflexiono en la cama, justo antes de dormir. El dolor que he visto durante el día, se acumula en mi cabeza de noche. De pronto, recuerdo que no he llamado a Malú. Miro el reloj. La 1 de la madrugada. Ella tampoco me ha llamado, imagino que se le han quitado las ganas después de la forma en la que le he contestado.

Cuando me despierto por la mañana, me afano en arreglar todas mis cosas para salir pronto de aquí. No quiero que Juliet vuelva a pensar que soy un mentiroso. Le prometí que iríamos juntos a ver la cabalgata de reyes. Subo al coche y mi móvil suena. Es ella.

-Hola Malú…

-Hola… - contesta algo seria – dónde estás?

-De fiesta… - contesto borde e irónico –

-Vale, sigues igual que ayer… me puedes decir qué te he hecho? – resoplo – ayer no quise molestarte y ni siquiera me llamaste…

-Vas a empezar con tus reproches? – alzo la voz mientras arranco el coche – quieres que te reproche yo algo? Porque podría hacerlo perfectamente…

-Qué? De qué estás hablando? – alza la voz también –

-Lo normal es que en un trago así, la persona que te quiere te acompañe… ayer necesitaba un abrazo tuyo y lo único que recibí fue un reproche en cuanto te cogí el teléfono… - digo enfadado –

-Te dije que si querías que fuese contigo y me dijiste que no, y ahora me lo reprochas? – contesta indignada –

-Cómo va a osar la estrella en ir al entierro de alguien que ni le va ni le viene? Y las cámaras? Y las posibles fotos que pueden echarle? Claro… - contesto con toda mi ironía y un enfado que no sé de donde ha salido exactamente –

-No sé como puedes decirme eso… - contesta con una mezcla de rabia y tristeza –

-Y yo no sé como puedes reprocharme que no te llame cuando ayer no sabía ni donde estaba… no te imaginas lo duro que ha sido esto…

-Claro que me lo imagino… - contesta rápidamente –

-No, no te lo imaginas… si lo hicieras, no estaríamos teniendo esta conversación

-Quique… - suspira – siento si te ha molestado mi forma de llamarte vale?... pero deja de hablarme así…

-Estoy conduciendo Malú, luego hablamos… - sigo contestando borde –

-Como quieras… - contesta resignada – lleva cuidado vale?

Le doy al botón de colgar todavía con el enfado metido en el cuerpo. Por qué me enfado con ella? Debería enfadarme con la situación, pero ella no tiene culpa de nada. Conduzco ensoñatado, más de un par de veces me han sonado las bandas sonoras de los arcenes para avisarme que me estaba desviando del camino correcto. La verdad es que no tengo muchas ganas de llegar a casa, quizá porque sé que, probablemente, me esté esperando una nueva bronca.

Aparco en la puerta. Desganado, saco mi bolsa de ropa del maletero y abro la puerta. Al entrar, los perros me reciben. Acto seguido, Juliet. Al fondo del pasillo, Malú espera casi apoyada en el marco de la puerta, inquieta. Quizá no haga falta discutir. Quizá solo haga falta que nos demos un abrazo. Me acerco decidido y, antes de hacer yo el gesto, ella ya ha abierto los brazos para recibirme. Me aferro a ella, como si fuera una tabla en medio del mar, y entonces me ahogo en mi particular océano de lágrimas. Durante el día de ayer, varias veces se me llenaron los ojos de esas gotas tan amargas y tan necesarias a la vez. Me cobija como puede, con sus manos acariciando mi espalda.

Me repongo lo justo para llegar al sofá, poner los brazos sobre las rodillas y volver a llorar. Y aparecen de nuevo sus manos, esas que necesito ver para estar tranquilo. Se posan en mi espalda y me hacen recostarme sobre su pecho.

-Qué pasa Rick? – pregunta Juliet con tono apenado –

-Cariño, ve arriba, no te preocupes… - la voz de Malú aparece antes incluso que pueda pensar en qué contestarle –

Escucho los pasos cortos de Juliet alejarse del salón. No puedo parar de llorar. Marcos no era de mis mejores amigos, pero los recuerdos son esos pensamientos que aparecen, en ocasiones para hacerte feliz, y en ocasiones para ahondar todavía más en la pena. La tensión de ayer la estoy descargando hoy, y también lloro en forma de perdón hacia ella. Imagino que no ha sido plato de buen gusto ver como me transformo cuando algo no va bien…

-Desahógate… no pasa nada mi vida… - susurra –

-No sé qué me pasa… no puedo parar… - gimoteo –

-Pues que no has pasado por un rato agradable y te has estado aguantando… verdad? – asiento como un crío pequeño – ya no tienes que aguantarte… - me abraza más fuerte contra su pecho – siento no haber ido contigo cariño…

-Pfff… - resoplo – y yo siento haberte dicho cosas que no pensaba… lo he pagado contigo…

-No te preocupes por eso… estabas nervioso y yo tampoco es que haya sido muy comprensiva… - se disculpa – quieres contarme alguna cosa? – pregunta con voz dulce –

-Se ha suicidado… por no hacerle daño a nadie en un ataque de ira, se ha suicidado… - Malú escucha sin hablar – el día anterior discutió con su mujer por la custodia de los niños… y se emborrachó… y por la mañana, cuando se despertó, se le cruzó el cable…

-Qué tragedia… - susurra –

-Sus padres fueron profesores míos… - sollozo – he estado en su casa miles de veces… siempre nos tocaba ponernos juntos en los trabajos de grupo…

-Venga cariño… - intenta consolarme –

-Tenía su vida hecha… - me abrazo a Malú – cómo se puede acabar así? – pregunto frustrado – no sabes la que se formó ayer cuando su mujer apareció en el velatorio… estaba muy afectada… pero sus padres, cuando la vieron… - suspiro – nos tuvimos que llevar a su madre a otra sala…

-Ei… - me hace mirarla – no pienses más en eso…

-Joder… - me quejo – qué mierda… - intento parar de llorar y me incorporo –

-Quieres que te prepare alguna cosa? – me acaricia el pelo – sube arriba, duerme un rato, yo llevaré a Juliet a la cabalgata…

-No – niego con la cabeza – le he prometido que iría con ella…

-Cariño… - me acaricia suavemente la cara – estás agotado… y ella lo va a entender… es una niña, pero tiene sentido común… sabe que estás triste…

-No quiero quedarme aquí… - respiro hondo – no haré otra cosa que pensar… y eso no va a venirme bien… ya lo he hecho demasiado…

-Bueno… - me coge las manos – pero date una ducha, relájate un rato… yo lo preparo todo de acuerdo? – asiento – he estado muy preocupada por ti…

-Lo sé… - vuelvo a abrazarme a ella –


Tras la ducha, me dispongo a vestirme. Necesito que me dé el aire. Necesito olvidarme un poco de lo que ha ocurrido. He pensado demasiado mientras conducía. He pensado qué hubiera hecho yo en el lugar de Marcos. Qué pasaría si me caso con Malú, tenemos hijos, y después, todo se va a la mierda? Si ahora no me puedo imaginar mi vida sin ella, no quiero ni pensar lo que va a ser si, al final, cumplimos todos esos planes que tenemos juntos. Y si me estoy precipitando? Y si lo de casarnos no es más que una idea surgida de la euforia? Y si no sale bien?

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