lunes, 5 de enero de 2015

CAPÍTULO 138: NO BASTÓ TANTO AMOR

Es todo muy raro. Resulta que lo que me ha contado Álex es verdad. He necesitado que mi madre me lo jurase… quizá se lo he pedido porque así me convencería que lo que ha pasado es lo que me han contado. Analicémoslo. Sidney, mes de Mayo del año pasado. Conozco a Malú, se estrella el avión, sobrevivimos en una isla, nos enamoramos, empezamos a salir, le pido que se case conmigo, me dice que si, tenemos un accidente de tráfico y lo olvido todo. Gran resumen. Pero cómo cojones me he podido olvidar de eso? Si todo eso es verdad, tiene que haber sido flipante. Incluso me jode no recordarlo. Me pongo en su lugar y creo que yo me habría vuelto loco. Me imagino a mi novia despertando de un coma y esquivándome cuando voy a besarla… y preguntándome quien cojones soy… y joder, a mi se me iría la pinza. Pobre…. Pero joder! No puede ser! No puede ser que yo, un gilipollas que no ha tenido nunca suerte en el amor, vaya y enamore a una chica como ella. Y ahora va y se me olvida todo. Es de risa, de descojonarme de mí mismo. Es todo muy absurdo. Mi vida siempre ha sido así de absurda, no sé de qué me extraño. Álex me ha dicho que estábamos muy felices. Para una vez… para una puta vez que soy feliz, voy y pierdo la memoria. Esos recuerdos tienen que estar en alguna parte, y tengo que recuperarlos joder.

Es el segundo día que paso aquí, en esta UCI tan… silenciosa. Y me aburro. Me aburro mucho. He pensado varias veces esta noche en ella. Me da pena pensar cómo se habrá sentido. La próxima vez que la vea, tengo que ser más cuidadoso… bastante estará sufriendo ya como para encima sufrir mis desplantes. Hombre… reflexionando un poco… mal gusto no tengo, eso seguro. Sonrío al pensarlo, ni en una UCI puedo dejar de pensar en mujeres.

-Se puede? – tocan a la puerta y una de las enfermeras se asoma para verme – tienes una visita, es extraoficial, no solemos dejar pasar a nadie a estas horas de la mañana…

Me quedo mirando la puerta, sonriendo amablemente a aquella enfermera, y entonces la veo otra vez. Me tenso, me pongo tenso. En seguida que nuestras miradas se cruzan, baja la cabeza avergonzada. Vaya… y yo ahora qué cara pongo? Qué le digo? Toda la noche durmiendo y despertándome a los 5 minutos y no he tenido tiempo de pensar qué decirle? Bueno… no la cagues Quique… sé normal, si es que puedes serlo claro. Actúa con normalidad. Con delicadeza.

-Hola… - me saluda tímida – te he despertado?

-No, qué va! – me incorporo un poco en la cama – pasa…

-Os dejo solos… - la enfermera sonríe tímidamente y sale cerrando la puerta –

-Emm… bueno… - veo como se frota las manos contra el pantalón en un gesto de nerviosismo – no quería molestarte… puedo volver más tarde…

-Que no mujer… si estoy aquí aburridísimo… me vienen bien las visitas… - intento ser amable –

-Cómo estás? – pregunta tímida sin acercarse a la camilla –

-Bien… - sonrío – ayer me dolía mucho la cabeza, pero hoy parece que ya no tanto…

-Me alegro… - sigue sin apartar su mirada del suelo – venía a disculparme por el numerito de ayer… yo…

-Disculparte? – digo sorprendido – oye… - suspiro – el que debe disculparse soy yo…

-Tú? – me mira por fin – no digas tonterías…

-Pero acércate, no te quedes ahí en la puerta anda… - vuelvo a incorporarme un poco –

-Yo… - se acerca lentamente, dubitativa – no sé si debo acercarme… no sé si lo entiendes… - noto cierta congoja en sus palabras –

-Me lo han contado todo… - suspiro – lo… lo siento de verdad… no… - tartamudeo – no sé qué ha pasado en mi cabeza…

-Es culpa mía… - se tapa la cara con las manos – no debería haber venido… - da media vuelta, dispuesta a salir de la habitación, y siento una punzada en el pecho –

-Pero Malú, espera! – me incorporo más y noto un pinchazo en el cuello – ah joder… - me quejo dejándome caer de nuevo en la camilla –

-Quique! – exclama al ver mi gesto de dolor – no deberías moverte… - se acerca a la camilla –

-No te vayas anda… - le suplico todavía con dolor en el cuello –

-No te alteres… - acaricia mi cara un segundo y, acto seguido, retira la mano con gesto avergonzado –

Mi cara debe ser un poema. Cómo se supone que debo comportarme? Debo hacer como si recordase lo que somos o… joder… está llorando de nuevo.

-Perdóname… yo llevaba el coche y… - solloza – y no pude controlarlo… yo…

-Eh, para para… - le digo serio – me han contado lo que pasó… y que no lo recuerde no significa que no sepa que no tuviste la culpa… - me mira algo sorprendida – fue un accidente que provocó alguien… no le des más vueltas…

-No puedo evitarlo… - resopla – no puedo verte así… - vuelve a comenzar a sollozar – no sabía ni siquiera lo que iba a hacer cuando entrase a verte…

Su cara apenada me parte el alma. Pobrecita, tiene que estar pasándolo fatal por esta situación. En un impulso, llevo mi mano hacia su cara. No se aparta pero suelta un suspiro que parece llenar de tristeza toda la habitación.

-Así que… estamos saliendo… - digo tímidamente mientras aparto despacio mi mano de su cara –

Me mira fugazmente y veo, por fin, una sonrisa tímida en sus labios. Asiente casi imperceptiblemente. Su forma de comportarse me está provocando una ternura que no esperaba.

-Pensé que no iba a volver a verte… - dice compungida –

-Pues aquí estoy… no soy un fantasma… mira… - toco su brazo y hace un leve pero rápido gesto hacia atrás – qué pasa? – digo extrañado –

-Eh? – se queda un momento absorta – nada que… me ha recordado a una conversación que tuvimos hace tiempo… - sonríe melancólica – va a sonar muy egoísta pero… - vuelvo a notar un nudo en su garganta – puedo abrazarte?

Por un momento creo que voy a echarme a llorar yo también. No sabía que era tan adorable. Bueno, supongo que si que lo sabía, pero no lo recuerdo. Asiento sin decir nada y, lentamente, va acercándose a mí. Abro los brazos y poso mis manos en su espalda. Esconde su rostro en mi hombro y siento como vuelve a llorar. Intentando ser cariñoso para que no sea algo frío, llevo mi mano a su pelo y lo acaricio lentamente. Creo que ni siquiera he tenido que pensar si hacerlo o no, simplemente me ha salido así. Puede que, en alguna parte de mi subconsciente, ella siga ahí. Es posible que sea eso, aunque yo no me dé cuenta.

El abrazo dura unos segundos, hasta que, poco a poco, se separa de mí. Detecto un olor que me resulta muy familiar. Debe ser el suyo. Huele muy bien, es más, creo que recuerdo su olor, aunque no recuerde absolutamente nada más. Es como si supiera que lo reconozco. Se seca las lágrimas sin mirarme, imagino que presa de la vergüenza.

-Imagino que esta situación no debe ser agradable… - digo sin pensar – siento que estés pasándolo mal… de verdad…

-Quique, no te disculpes por favor… - respira hondo y noto como intenta tranquilizarse –

-Perdón… - la enfermera irrumpe en la habitación avergonzada – siento interrumpir, pero el médico tiene que revisar a Enrique…

-Oh… claro… - baja la cabeza un tanto ruborizada – emm… vendré a verte luego… si quieres… - dice tímida –

-Claro que quiero… - contesto sonriendo tiernamente –



Ha sido tan raro… pero no puedo evitar sonreir, aunque solo haya sido por verle un rato. Es como si volviésemos a conocernos. Se comporta conmigo como en la isla, cuando era tan cuidadoso, tan amable… debe ser que va en su personalidad y eso no se olvida. Sonrío pero me siento tan mal… he tenido tantas ganas de besarle… y me he contenido no sé como.

Tras varios días visitándole de manera fugaz en la UCI, por fin van a pasarle a la planta. La mayoría de las veces que he ido a verle, ha sido para hacerlo a través del cristal… no sé si estoy preparada para estar en la misma habitación con él y no perder la compostura. No quiero que me vea llorar, pero no puedo dejar de tener esa sensación de congoja.

Juliet se ha empeñado en venir hoy. No sé si es adecuado para una niña que ha perdido a sus padres en un accidente de tráfico, ir a un hospital a visitar a nadie. Y más aún sabiendo que Rose sigue en el hospital. Le he contado lo que ha ocurrido y se ha sentido tan mal… me ha pedido varias veces disculpas por habernos, según ella, obligado a quedarnos con Juliet. No nos ha obligado nadie, es más, creo que ha sido un apoyo para mí en este momento. Si no es porque Juliet está en casa, probablemente no me hubiera levantado de la cama estos días. Mi madre se ha venido a casa. Según dice, soy muy burra para las recuperaciones y no quiere que haga ninguna tontería mientras estoy convaleciente.

Con las señas que me ha dado su hermana, llegamos a la habitación donde han trasladado a Quique. Inconscientemente, tengo la esperanza de que hoy me recuerde, aunque supongo que alguien me habría avisado si eso fuera así. Llamamos a la puerta y Juliet pasa delante de mí. Está nerviosa, pobrecita.

Al entrar, su madre y su hermana nos reciben con una sonrisa. Quique se queda mirándome a mí y a la niña alternativamente.

-Es Juliet… - escucho susurrar a su hermana –

-Ah! Juliet! – Quique se muestra efusivo, quizá intentando que la niña no se dé cuenta de que tampoco la recuerda –

-Rick…

Juliet deshace la distancia entre la puerta y la camilla a toda prisa y se abraza a él. Quique mira alrededor un tanto confuso al principio, pero luego pone gesto tierno y corresponde al abrazo de la niña.

-Qué tal? Cómo estás? – pregunta en perfecto inglés –

-Bien, tenía ganas de verte… - responde tímida la niña – te acuerdas de mí?

El silencio se instala en la habitación y Quique se queda con la boca entreabierta… supongo que no sabe qué contestar…

-Emm… verás…

-Rick está un poco confuso y hay cosas que no recuerda – intervengo con voz dulce y despreocupada – pero se pondrá bien, verdad? – Quique asiente mirándome agradecido –

-Te he traído un regalo…

La niña se vuelve hacia mí con gesto ilusionado y le entrego el bolso para que rebusque en él. Un sobre con una foto de los 3 que nos hicimos aquella Nochevieja que parece tan lejana en mi casa. Quique sonríe al observar la fotografía y nos mira.

-Es para que te ayude a recordar… - dice la niña inocentemente –

-Muchas gracias preciosa… - le hace una carantoña – con las flores era suficiente…

Observo las flores que encargué esta mañana. Reposan en la mesa auxiliar de su izquierda. Sonrío sin poder evitarlo. Quique sigue observando la fotografía. La verdad es que salimos muy bien, sonrientes, vestidos de manera elegante. Le observo sonreir mientras la sostiene entre sus manos.

-Parezco formal… - se ríe tímidamente – dónde es? – pregunta mirándome –

-Es de Nochevieja… la pasamos en mi casa… - contesto con algo de tristeza –

Vuelve a mirarme y sonríe tiernamente.

-Mamá, la puedes poner en la mesita? – su madre le hace caso – qué aburrido estaba en la UCI… aquí por lo menos tengo más visitas… - sonríe mirando a Juliet – qué tal el colegio?

Miro a su hermana instintivamente. Me hace un gesto cómplice… parece que le han contado varios detalles para que Juliet no se sienta incómoda al notar que no la recuerda, aunque ella es bastante consciente de la situación. Mi teléfono suena. El número que aparece me da de todo menos ganas de cogerlo. Salgo disculpándome de la habitación para cogerlo desganada.

-Si?

-Malú! – la voz de Julio me hace apartar el auricular de mi oreja – qué pasó princesa? Cómo estás?

-Estoy en el hospital con Quique, le han pasado a planta y…

-Ya ya… escucha… - me corta y pongo los ojos en blanco – qué te parece si quedamos esta tarde para hablar de lo del disco?

-Julio… - suspiro – crees que ahora mismo tengo ganas de hablar del disco?

-Malú, tu carrera tiene que seguir! Hay que cumplir los plazos y sacar el disco cuanto…

-No – alzo la voz – tú no eres mi jefe, ni jefe de nadie, y si digo que ahora mismo no me da la gana hablar de nada que tenga que ver con el disco, lo aceptas y me dejas en paz. Y si no te gusta, sabes perfectamente lo que puedes hacer…

-Pero Malú… - contesta contrariado –

-Ni Malú ni ostias! – grito – ni una sola llamada estos días y ahora me sales con esto? Te crees que no sé lo que paso en mi casa ni lo que le dijiste a Quique cuando estuviste allí? No sé ni como tienes vergüenza de llamarme…

-Vaya, parece que ha recuperado la memoria ese novio tuyo para irte con el cuento…

-Dios… - exclamo indignada – escúchame bien – tomo aire – no pienso trabajar contigo, en mi vida, no me gusta la música que manejas ni tus formas… así que habla con Rosa o con quien quieras, pero el día que fuiste a mi casa y te metiste en mi vida diciéndole todas esas cosas a Quique, dejaste de ser mi productor… - noto como va a hablarme pero le corto – no vuelvas a llamarme.


Cuelgo el teléfono y noto una sensación de adrenalina recorriéndome el cuerpo. Por fin le he dado una patada a ese gilipollas. Me sale ahora con lo del disco… se puede ser más subnormal y menos empático? Ahora mismo, lo único que me importa es que Quique esté bien y nada ni nadie va a hacer que no centre toda mi atención en su recuperación. Es mi único objetivo ahora mismo.

1 comentario:

  1. Porfavor sube mas capitulos, y que Quique recupere la memoria que me da mucha pena Malú, eran tan monos juntos. Gracias por tu novela, estoy enganchada.

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