sábado, 17 de enero de 2015

CAPÍTULO 151: LAS GANAS QUE LUEGO TUVIMOS (II)

Llego a casa y, al entrar, huelo a tostadas. Sonrío y dejo la chaqueta colgada en la percha. Entro a la cocina pero no está. Sigo los ruidos que escucho hasta llegar al estudio. Abro la puerta y allí está ella, con los cascos puestos, dando un mordisco a la tostada, con su café en la mesa y escuchando maquetas. Decido asustarla más de lo que le han asustado en su vida. Camino despacio hasta ponerme justo detrás de ella.

-María Lucía Sanchez Benítez! – grito todo lo que puedo –

-Ahhhh! – da un bote en la silla y se le cae la taza del café al suelo junto a la tostada – Gilipollas!! – exclama al darse la vuelta y verme – Gilipollas!! – grita fuerte mientras comienza a pegarme –

-Jajajajajajajaja! – no puedo parar de reirme, tiene una cara de susto muy graciosa –

-Idiota!!! – grita indignada – joder! – se pone la mano en el pecho – quieres matarme? Joder! Qué susto me cago en la puta! – comienza a pegarme de nuevo –

-Deja de pegarme! – me llevo la mano al hombro – coño, estás fuerte eh? – pongo gesto de dolor –

-Mira lo que has hecho! – señala el café desparramado en el suelo – lo vas a limpiar con la lengua! – me agarra la cabeza intentando tirarme al suelo –

-Quieta fiera!! – agarro sus dos manos y las pongo a su espalda – no vas a darme un beso?

-Un beso? – se suelta de malas maneras – dios mío, casi me muero… - se sienta en la butaca con la mano en el pecho –

-Eso por hacerme pasar esta mañana vergüenza con Juliet… - sonrío triunfante –

-Perdona? – pone gesto serio – yo no he pasado vergüenza?? Casi se me ve todo Quique! – vuelve a pegarme –

-Que dejes de pegarme! Agresiva! – digo riéndome – qué hacías?

-Pues no lo recuerdo porque ahora solo pienso en matarte… - sigue con la mano en el pecho – recoge eso ahora mismo! – vuelve a señalar el suelo manchado de café –

-Hogar, dulce hogar… - suspiro sonriente – voy a por la fregona…

-Te mato… - la escucho murmurar – y prepárame otro café!!

-En fin… - suspiro de nuevo sonriente –

Aparezco con la fregona y me mira seria pero con gesto divertido. Limpio el destrozo que he causado todavía aguantándome la risa por la cara que ha puesto. Aparezco minutos después con un café que ya quisieran en colombia. Lo dejo encima de la mesa y la observo concentrada.

-Su café jefa… - le hago una reverencia –

-Nininini – me hace burla – qué imbécil eres, de verdad…

-Algún insulto más para tu futuro marido? – me cruzo de brazos –

-No… por ahora no… - sonríe sin querer –

-Qué escuchas? – me siento a su lado –

-Pues las maquetas que grabamos antes de que pasara lo de… - aparta la mirada – bueno, ya sabes…

-A ver… - le robo los cascos – eh, no lo había escuchado… - marco el ritmo con la cabeza –

-Me gustan las dos canciones que grabamos… - sonríe – he hablado con Rosa… creo que Armando va a poder producirme de nuevo…

-Eso es una gran noticia! – exclamo –

-Si… pero quiero tomármelo con calma… quiero componer y necesito que me ayudes…

-Eso está hecho… - me froto las manos – sobre qué tema quieres componer? – me mira alzando las cejas – claro, tendrás que saber primero si quieres componer sobre algo en concreto…

-Pues… - sonríe avergonzada – había pensado una canción sobre nosotros… - abro los ojos sorprendido – de esas de vomitar azúcar…

-Estupendo… - cojo un taco de folios y un bolígrafos – comienza a escribir – le ordeno –

-Pásame de la droga que te tomas… - dice irónica – pero tú crees que así, en seco, voy a poder escribir alguna cosa? – dice incrédula –

-Pues claro… palabras sueltas, frases bonitas… eso es el principio de toda composición…

-Necesito inspiración… - me mira sonriente y de repente, cambia el gesto a uno muy pícaro – me has dejado a medias esta mañana… yo así no puedo escribir…

-Uhhh… - susurro encantado – la jefa quiere salami…

-Cállate! – me ordena – no se te han roto los pantalones? – dice dirigiendo sus manos a mi cremallera – qué raro… con lo motivado que estabas esta mañana…

-Luego soy yo el que está salido… - apoyo mis manos en la mesa mientras Malú sigue paseando sus manos por mi entrepierna –

-Que te calles te he dicho… - dice con gesto provocador – siéntate ahí… - señala la silla y le obedezco –

Sin decir nada, se arrodilla ante mí y comienza a desabrochar mi pantalón. Cuela sus manos por mis bóxers hasta liberar mi miembro de ellos. Me acomodo en la silla para disfrutar de lo que va a hacerme. Mirándome con lascivia, comienza a masajearlo, hasta que decide hacerlo con sus labios. Su boca rozándome me hace estremecerme. Su lengua paseándose de arriba abajo me hace comenzar a respirar aceleradamente. Tras un buen rato aguantando para no correrme del gusto con lo que me estaba haciendo, pone punto y final a eso y se sienta sobre mí, todavía con la ropa puesta. Se mueve adelante y atrás, haciendo crujir esa silla que está siendo testigo de un arrebato de pasión bastante madrugador.

Sus braguitas ya han volado hacia la mesa. Apenas me muevo, soy sumiso de sus movimientos, no puedo apenas hacer nada. La escucho disfrutar y gimo de placer al escucharla. Escucho como llega al orgasmo sin ninguna dificultad, agarrándose a mi cuello dejando que sus caderas lleven el ritmo. Intento levantarme pero me lo impide, así que decido seguir dejándome hacer. Sigue con sus movimientos, cada vez más rápidos, cada vez gimiendo más y más fuerte. Estalla en otro orgasmo, noto que a mi me falta poco o nada para seguirla. Esta vez sí me deja levantarme, la apoyo en la mesa y doy rienda suelta a mis embestidas. La descarga es descomunal, casi me caigo al suelo de lo que me han temblado las piernas. Apoyo mi frente en la suya, respirando agitadamente.

Segundos después de terminar, escucho ruidos fuera. Miro a Malú extrañado y me mira con cara de pánico. La voz de Jose se acerca al estudio.

-Está el pestillo echado? – pregunto atemorizado –

Malú me mira con cara de pánico y niega con la cabeza. La suelto y, de un salto, salto por encima de la mesa, todavía en pelotas, y consigo echar el pestillo a tiempo.

-Coño, eh! – toca a la puerta – Malú estás ahí?

-Dame mis pantalones! – susurro alargando la mano, apoyándome en la puerta –

-Está cerrado? – la voz de su madre aparece y casi siento como la sangre me ha bajado a los pies de repente – Malú hija, abre que somos nosotros!

-Me cago en mi vida… pásame mi ropa Malú! – susurro en voz baja –

-Jajajaja… - se ríe intentando no hacer ruido mientras se viste – pero esto que es? Han quedado todos para pillarnos hoy o que?

-Deja de hablar y dame mi ropa que voy en bolas! – digo en voz baja –

Me lanza mis pantalones y mi camiseta y me los pongo a toda prisa.

-Y mis gallumbos? – pregunto rebuscando –

-Malú! Vas a abrirnos o qué? – escucho gritar a Vero –

-A ver si le ha pasado algo… - dice su madre inocentemente – hija, contéstanos!

-Un momentito! – grita Malú medio riéndose – Quique, no sé donde están…

-Yo es que me cago en todo eh Malú? – doy vueltas por el estudio – me cago en todo!

-Tápate eso Quique – me señala riéndose a la entrepierna, que sigue erecta –

-Dios santo… - doy vueltas sobre mí mismo –

-Lula! Abre de una vez que nos estás asustando! – grita Jose al otro lado de la puerta –

-Tápate joder! – me ordena Malú –

-Y con qué me tapo? – abro los brazos desesperado – Vale, ya está… - cojo una guitarra y me siento en el sofá empuñándola – abre…

-La madre que te parió… - dice riéndose – voy! – grita –

Abre la puerta y entran al estudio Jose, Vero y Pepi.

-Pero hija, qué hacías? – dice Pepi extrañada – estábamos a punto de echar la puerta abajo… - me ve y le cambia la cara – ah Quique… estás aquí…

Alzo la mirada y finjo una sonrisa, saludando con la mano. Vero reprime una carcajada al verme y Jose mira interrogante a Malú y a mí hasta que hace un gesto como de entender lo que está pasando.

-Estábamos escuchando unas maquetas y no nos habíamos enterado, verdad Quique? – asiento –

-Y por qué te cierras? – pregunta su madre –

-Eh…. – Vero está ya a punto de llorar de la risa – manías mías mamá… - finge una sonrisa – por qué no vamos al salón? Aquí hace mucho calor…

-Ya… - susurra Vero intencionadamente – se nota se nota…

Salen del estudio y me quedo allí sentado… esperando a que mi entrepierna me obedezca y deje de estar tan contenta. No tiene ni puta gracia, no sé por qué sigue así de alegre.

-No vienes Quique? – se asoma Vero por la puerta con sorna –

-Ahora ahora… - le hago un gesto con la mano –

-Ya… cuando se te pase supongo… - susurra antes de irse de nuevo –


-Puta Vero… - susurro - 

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