sábado, 10 de enero de 2015

CAPÍTULO 144: SÁLVAME DE UNA VEZ

En la ducha, las ideas parecen refrescarse un poco siempre. Pero esta vez estoy algo confuso. Me siento como en casa pero no entiendo lo que me acaba de pasar. No se si ha sido por la foto… será que sin darme cuenta, me recuerda a algo? No se, el caso es que estoy feliz, o eso creo. Creo que debe ser así como me sentía antes… antes de que todo esto pasara. Debía estar muy feliz con ella, es imposible no estarlo. Salgo de la ducha envuelto en una toalla y me dirijo a la habitación. Abro el armario sin darme cuenta. De pronto me sorprendo. Qué estoy haciendo? Cierro el armario de repente, como si algo me hubiera quemado las manos. Por qué he hecho eso?

-Puedes abrirlo eh? – aparece Malú sonriendo por mi espalda – hay ropa tuya… mira… - lo abre y lo observo, pero no entiendo qué está pasando –

-Lo siento… no sé qué ha pasado… es como si…

-Como si fuera lo que siempre haces? – la miro sorprendido – siempre que salías de la ducha, antes de hacer nada, abrías el armario… aunque no sacaras nada de ropa… - vuelve a ponerse de espaldas a mí – toma… esta camisa te gustaba mucho…

-Para un momento Malú… - digo aturdido –

Se gira hacia mí y me mira con gesto comprensivo. Se sienta a mi lado en la cama, pasando su brazo derecho por mi hombro.

-No pasa nada Quique… - dice dulcemente –

-Claro que pasa… - resoplo algo frustrado – de repente hago cosas que hacía antes pero no puedo recordar nada…

-No te preocupes por eso… poco a…

-Que no me preocupe? – alzo la voz y me levanto de la cama – maldita sea… - maldigo –

-Quique… - oigo como se acerca a mí – creo que necesitas tomar el aire… - escucho como abre de nuevo el armario – ponte esto y nos vamos a dar una vuelta…

Se pone frente a mí y me da un tierno beso en los labios. Escucho como baja las escaleras y me quedo allí, mirando ese armario que tiene ropa mía, algunas prendas las reconozco, otras no… imagino que son nuevas… me visto casi como si fuera un robot programado para ello y bajo. Malú está poniendo una correa a Danka y Urko viene hacia mí emocionado, ya con la suya puesta.

-Donde vamos? – pregunto –

-A la montaña… verdad chicos? – los perros ladran emocionados en la puerta – coge tú a Urko, tiene demasiada fuerza para mí…

Me da la correa y de nuevo tengo esa sensación. Esa sensación de estar haciendo algo que hago normalmente pero que no consigo recordar. Salimos de la casa y entramos al coche que imagino que es de Malú, pero que no recuerdo, para variar.

-Vaya… - veo como suspira al sentarse en el coche –

-Qué pasa? – pregunto extrañado al ver su cara seria –

-Es la primera vez que cojo el coche después de… - no acaba la frase y frunzo el ceño – es igual… alguna vez tiene que ser…

No digo nada. Qué puedo decir? Lo que me han contado es que Malú se sentía muy culpable por lo que me pasó porque ella conducía. Qué tontería… fue un accidente y ya está… conduce en silencio, como concentrada y tensa. Los perros esperan ansiosos detrás a que lleguemos a nuestro destino. Aparca el coche en una zona que parece un merendero y se dispone a bajar del vehículo. La sigo automáticamente, agarrando a Urko con la correa. Parece que todos reconocen el sitio menos yo.

-Hay que subir por ese camino – señala Malú – vamos…

La sigo con Urko tirando de mí. Subimos sin decir nada, Malú está seria, o eso me parece a mí. Al llegar arriba, suelta la correa de Danka, que corretea cerca de nosotros. Me quedo allí parado y Urko me mira como pidiéndome que haga lo mismo. Suelto su correa y va hacia Danka, entre unos matorrales. Malú camina hacia un árbol, suspirando de vez en cuando. La sigo hasta que se sienta en el suelo y hago lo mismo.

-Veníamos mucho aquí… - dice con tono triste –

-Por qué te has puesto triste? – digo sentándome a su lado –

-Por nada… - dice intentando fingir una sonrisa –

-Es un sitio muy bonito… - digo intentando cambiar de tema al verla incómoda –

-Me he acordado del día del accidente… eso es todo… - dice seria –

-Y puedo hacer algo para que dejes de estar seria? – digo acercándome un poco a ella – no me gusta verte así…

-No te preocupes… - sonríe de lado – se me pasa enseguida…

Se gira, nos miramos y se abraza a mí con algo de emoción contenida. Miro al frente, abrazado a ella y esa imagen, con la ciudad a lo lejos, con esos edificios altos que parecen tan pequeños desde aquí, vuelve a resultarme familiar. Suspiro. Toda la frustración que siento al no recordar nada, se aleja... se va y veo como lo hace. 

-Me resulta familiar este sitio… - se separa de mí y me mira – debía de gustarme mucho…

-Nunca había venido con alguien hasta que te traje un día… - dice abrazándose a mí de nuevo – es todo muy parecido a aquella vez…

-Ah si? – digo interesado en que siga contando la historia –

-Viniste a buscarme después de que nos rescataran de la isla… - comienza a narrar – pasamos la noche juntos y, al día siguiente, vinimos aquí… quise traerte porque era un sitio especial para mí…

-Tan fácil fue comenzar a salir con alguien como tú? – digo extrañado y me mira – me refiero… vengo a buscarte y ya… pasamos la noche juntos?

-No lo hicimos nada difícil… - sonríe – nos gustábamos… todo fue más sencillo de lo que yo pensaba que podría ser…

-Cuéntame más cosas… - apoyo mi espalda en el árbol –

-Mmm… - se queda pensativa – pasamos unos días juntos y te fuiste a casa… a los pocos días me llevaste a aquel pueblecito de la costa…

-Vaya… - digo sorprendido – y me dijiste que si?

-Y que te iba a decir? – me mira riéndose – si me tenías enamoradita perdia… - sonríe avergonzada –

-Seguro que yo también estaba así… - digo seguro – me jode no acordarme de lo que éramos…

-Quique… no te preocupes por eso… - me acaricia la mejilla – sigues siendo igual conmigo… aunque no te acuerdes de nada… y… - se abraza a mí de nuevo – ya verás como vuelves a recordarlo todo…

-Y si no lo hago? – pregunto algo asustado, volviendo a aparecer esa frustración –

-Me encargaré de que tengas nuevos recuerdos conmigo… - me mira sonriente y cambia el gesto a avergonzado – lo siento… no tendría que ser tan…

-Adorable? – termino la frase sonriendo tiernamente y noto el rubor en sus mejillas – entiendo perfectamente que me enamorase de ti… - me mira algo emocionada – de hecho… - suspiro – crees que alguien se puede enamorar de la misma persona dos veces?

-Quique… - susurra algo avergonzada sin mirarme –

-Creo que eso es lo que me pasa… - contesto convencido – que me he vuelto a enamorar de ti… - me mira sorprendida – bueno, creo que no he dejado de estarlo…

-Quieres hacerme llorar? – dice aguantándose la emoción –

-No… claro que no… - acaricio su cara tiernamente – no recuerdo lo que éramos… pero… te va a sonar raro… - río nervioso – si que sé lo que quiero que seamos… - nos miramos – quiero que seamos lo que fuimos…

-Igual de ñoño que siempre… - sonríe intentando no llorar – para ya…

-Vas a tener que ayudarme a conseguir eso… - digo casi como una súplica –

-Lo haré…


Nos miramos intensamente durante unos segundos y tengo la sensación de estar en casa. Como cuando pasas mucho tiempo sin sentirte cómodo en ningún sitio porque echas de menos el lugar de donde eres. Y un día vuelves y comprendes que tu sitio está ahí y no tienes por qué ir de un sitio a otro. Y, que si lo haces, siempre tendrás ese lugar al que volver. Eso es ella. El lugar al que volver. 

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