martes, 6 de enero de 2015

CAPÍTULO 142: PIDO PERDÓN POR LAS LÁGRIMAS QUE HABLAN DE MI (II)

Hostia puta. Creo que puedo hasta ver como los impulsos recorren mis neuronas. Es como si estuviera sobre ellas, agarrado a las vainas de mielina que las recurren, saltando de una a otra conexión a toda velocidad. Estoy en una especie de viaje, en un coche que alcanza la velocidad de la luz, en el que veo muchas imágenes que no consigo conectar porque pasan a toda velocidad y no tengo frenos, lo único que hace mi cerebro es ordenarme que no pare de mover los labios. Solo soy capaz de hacer eso. Nada más, hasta me cuesta pensar en respirar. Siento de nuevo mareo… pero, esta vez, no es dolor, es solo un cosquilleo en la parte izquierda… como si estuviera dormida. Mi mano se dirige sola hasta su pelo y, al notar el contacto, se separa lentamente, haciendo que todas esas imágenes que estaba viendo pasar, se alejen.

Está llorando. No quiero imaginarme lo que ha tenido que ser para ella pasar por todo esto. Tengo la sensación de que solo estoy dominado por impulsos, no soy capaz de pensar. Lo único que me apetece es volver a besarla. Y, sin decir nada, vuelvo a acercarla a mí con suavidad, y volvemos a unir los labios una vez más.

-No Quique… - pone una mano en mi pecho – no puedo hacer esto…

Se separa de mí y se levanta del sofá como si le quemase. La observo sin decir nada y la imito. Los dos, de pie, ella dándome la espalda.

-No quiero aprovecharme de la situación Quique… - dice con tono apenado –

-No te estás aprovechando de nada Malú… - me acerco por su espalda – por qué dices eso?

-Te doy pena… es eso verdad? – se gira hacia mí con tristeza – no es necesario que lo hagas…

-Pena? – la miro sorprendido – pero qué estás diciendo?

-Lo siento Quique… de verdad… no sé lo que ha pasado… - dice nerviosa –

-Yo sí lo sé… - vuelvo a acercarme a ella –

-Para… por favor… - me suplica instantes antes de ponerse a llorar –

-Malú… - me conmueve su manera de llorar… es como de rabia –

-Sigues sin recordarme… - solloza – no puedo hacerte esto…

-Y qué ocurre si no te recuerdo pero me gustas? – me mira sorprendida – qué pasa si me ocurre eso? – alzo la voz – qué pasa si cada vez que estoy contigo tengo la sensación de ser capaz de recordarlo todo? Qué pasa si tengo ganas de besarte ahora? – vuelve a mirarme sorprendida – joder! – me doy la vuelta frustrado – desde que he llegado esta mañana y te he visto… he sentido cosas aquí – me señalo la cabeza – y aquí – me señalo el pecho – qué quieres que haga con eso? Qué se supone que tenemos que hacer si los dos queremos besarnos? Esperar? Esperar a qué? – grito indignado – esperar a que lo que teníamos se esfume del todo? Sabes el miedo que me da eso? Y ni siquiera lo recuerdo! – alzo las manos con frustración – ni siquiera recuerdo lo que teníamos y me da miedo recordarlo algún día y que sea demasiado tarde… Dios… - me toco la cabeza al notar un pinchazo –

-Quique… - se acerca temerosa hasta mí – cálmate…

-No te estás aprovechando de nada joder… - digo en un tono más normal – no sabes lo que he sentido con ese beso… - siento un nudo en la garganta – he sentido que veía cosas que no era capaz de unir, pero he visto recuerdos, lo sé! – digo convencido –

-Has… has recordado algo? – me mira interrogante –

-No exactamente… - suspiro – Malú… - vuelvo a suspirar – no me hace falta que nadie me diga lo enamorado que estaba de ti antes de que esto pasara… no me hace falta recordarlo… - sonrío cabizbajo – sé que era así… y sé lo que siento ahora… sé que me gustas… sé que si me dejara llevar por lo que quiero hacer ahora, volvería a besarte… sé que te he echado de menos… no sabía por qué estaba triste y ahora sí que lo sé… te echaba de menos… - vuelvo a notar ese nudo en mi garganta, más todavía cuando veo como comienza a llorar de nuevo -

Sin decir nada, vuelvo a acercarme a ella. El abrazo es tan sincero y tan intenso que me atraviesa. Es como si, hasta ahora, no me hubiera dado cuenta de lo mucho que la necesito. Eso no es algo que haya surgido ahora, eso sale desde dentro, desde algún lugar que no consigo recordar, pero me encanta sentirlo.

-Pensaba que ibas a irte… - susurra abrazada a mí – he estado conteniéndome todo el tiempo… pero no podía más…

Sonrío enternecido. Notar que alguien te quiere así es una sensación que no recordaba, pero que estoy seguro que sentía a diario con ella.

-No quiero irme… - susurro y dejo un beso en su pelo – quiero quedarme contigo…

Alza su mirada, todavía repleta de lágrimas, y noto cómo se pone de puntillas. Me inclino lentamente y vuelvo a besarla. Otra vez esa sensación tan… inexplicable. Nos tambaleamos un poco hasta llegar a la pared. Agarra mi cara con sus manos sin parar de besarme. Lo hace con desesperación, igual que yo. Es eso lo que siento, desesperación. Las ganas me invaden y rebosan por todos los poros de mi piel. Se separa y una tímida risa aparece en sus labios. Apoyo mi frente contra la suya, sonriendo tiernamente.

-Estás bien? – susurro en voz baja y asiente sin decir nada –

-Me sentía muy mal… - dice susurrando – pero ya no… - sonríe tímida sin mirarme – has dicho cosas muy bonitas…

-Si eh? – digo en tono chulesco – pues he dicho lo que sentía…

-De verdad te gusto? – pregunta inocentemente y me arranca una leve carcajada – no te rías… esto no es fácil para mí…

-No… - me pongo serio de repente – sé que no tiene que ser fácil…

-Es muy raro… - sonríe de medio lado – pero me encanta…

-Y a mí… - sonrío –

-Necesitaba tanto besarte… - confiesa – no sabes cuánto… - vuelve a sollozar – tenía la sensación que te había perdido… que esto no volvería a pasar nunca…

-Oye… - intento consolarla – no llores más vale? – acaricio su cara y cierra los ojos al sentir el contacto – todo se va a solucionar…

Sin dejar de llorar, vuelve a ponerse de puntillas para besarme. Esta vez el beso es más lento, más intenso, cargado de cosas que no acierto a descifrar. Sin decir nada, comenzamos a caminar por el pasillo, besándonos, hasta llegar a las escaleras. Tropezamos sin caer y deshacemos el beso. Mira fugazmente arriba y sonríe avergonzada mordiéndose el labio. Eso es demasiado para la poco cordura que me queda.

-No recuerdo dónde está nuestra habitación… - digo sonriendo levemente – pero igual puedes ayudarme…

-Joder… - vuelve a morderse el labio – ven anda…

Coge mi mano y comenzamos a subir las escaleras. Me estoy dejando llevar pero no puedo hacer otra cosa. Mi cabeza no piensa, solo siente… quizá dejándose llevar por el subconsciente donde está ella y dónde estaban guardados todos sentimientos que ahora comienzan a salir. Entramos en la habitación cogidos de la mano y un leve y breve hormigueo recorre mi cabeza. El olor de la habitación me es tan familiar… En la mesita, una foto de nosotros, sonrientes. Me observa con gesto conmovido y tímido a la vez. Vuelve a morderse el labio. Me acerco hasta ella, que baja la cabeza y resopla.

-Me gusta nuestra habitación… - digo tiernamente – seguro que la has decorado tú… yo no tengo gusto para esto…

-No seas tonto… - sonríe tímidamente –

Pongo mis manos en su cintura y, por fin, alza su mirada hasta mí. A los pies de la cama volvemos a besarnos. Doy los dos pasos necesarios para llegar hasta el colchón y la tumbo, tumbándome yo encima. Joder, por qué tengo la sensación de haber estado deseando hacer esto? Quizá porque es así… seguro que estaba deseando volver a estar así. Sus suspiros se clavan en mi mente, no me dejan pensar. Nos besamos dejando que nuestras manos se muevan con libertad. Recorro su costado izquierdo, primero por encima de la ropa, y después cuelo mi mano por debajo de la camiseta. La electricidad que me recorre al tocar su piel es difícil de describir.

Sus manos en mi espalda me pegan todavía más a ella. Recorre mi pelo mientras no deja de besarme. Consigue girarme sobre ella y se pone sobre mí. Me incorporo hasta quedarme sentado, con ella sentada encima. Me quita la camiseta sin ninguna complicación. Joder, qué sensación más increíble siento. Vuelvo a ver imágenes, como antes, imágenes sueltas que no me da tiempo a analizar, pero que me hacen sentirme bien. Abro los ojos y dejo de verlas para observar su cuerpo, casi desnudo, solo cubierto por el sujetador. Beso su cuello cerrando los ojos y vuelvo a sentirlo. De manera muy intensa, siento su olor recorrer mi cerebro. Mis manos se dirigen sin permiso al broche del sujetador y lo suelto sin mucha dificultad. Dios, cómo he podido olvidarme de esto? Soy gilipollas? Con mucha desesperación, llevo mi boca a sus pechos, recorriéndolos sin descanso, escuchando esos suspiros que me están matando por dentro. Con su mano en mi pecho, me hace tumbarme mientras hace lo mismo. Besa mi cuello despacio y repta por mi abdomen hasta volver a subir. No puedo seguir así. Le doy la vuelta en la cama y suelta un gritito y una risa nerviosa después. Cómo me gusta esa risa. Me río sin querer yo también y nos miramos unos segundos. Acaricia mi cara suavemente, sin decir nada, y vuelvo a besarla. Se agarra a mi cuello, a mi espalda. Repto por su cuerpo como ella ha hecho conmigo.

Minutos después, estamos los dos desnudos. Mi boca recorre el territorio que, hace unos segundos, cubría sus braguitas. Sus gemidos son ya parte de mi memoria, esa que la había olvidado y no entiendo por qué razón. Sigo preguntándome cómo he podido olvidar esto. Subo hasta su boca y vuelvo a besarla. Me agarra del cuello de nuevo, como suplicándome que haga de una vez lo que estoy deseando. Nos miramos mientras lo hago hasta que cierra los ojos con fuerza y suelta un gemido.

-Agg… - me agarra de la espalda un momento, y luego lleva sus manos a mis nalgas – Quique… - susurra –

Joder… creo que nunca he sentido esto. Y si lo he sentido, no lo recuerdo, pero ya no lo voy a olvidar. La sensación que me provoca hacer el amor con ella es la más maravillosa que he sentido en mi vida. Sus gemidos se mezclan con los míos mientras no dejo de mover las caderas, no pienso hacerlo. Escondo mi cabeza en su cuello y cierro los ojos. Otra vez esas imágenes… otra vez pasan a toda prisa, no puedo detenerlas. De fondo, escucho sus gemidos cada vez más sonoros. Su aroma vuelve a invadirme. Tengo la sensación de estar recuperando mis recuerdos. Tengo la sensación que esto es uno de ellos. No entiendo cómo me he olvidado de algo así, de algo tan bonito, de algo tan intenso.

Viajo a un lugar que no sé donde está, pero la veo a ella, tumbada en una cama, muerta de la risa. Y entonces me veo a mí tumbarme sobre ella y deja de reírse. Y me besa. Y me dice que me quiere. Dios, es un recuerdo… tiene que serlo… como si fuese un flash, vuelvo al lugar donde estoy, a escuchar esos gemidos que son de ahora, a escuchar los míos con más fuerza que nunca. Alzo mi cabeza y la veo, con los ojos cerrados, el pelo revuelto y la boca entreabierta. Abre sus ojos al notar que paro de moverme. Me mira y frunce el ceño al ver que no dejo de mirarla. Acabo de acordarme de algo que pasó una vez… no he recordado nada más, pero me es suficiente.

-Pasa algo cielo? – pregunta dulcemente con la respiración todavía agitada – estás bien?

-Mejor que nunca… - sonrío algo emocionado –

Vuelvo a comenzar a mover las caderas mientras nos besamos. Todo tiene una mezcla de realidad y ficción muy extraña, pero me encanta. Noto esa sensación… está a punto de pasar.

-No pares… - susurra gimiendo –

Hago que mis caderas se muevan cada vez más deprisa hasta llegar a un ritmo casi insostenible. Gime sin parar con cada embestida, igual que yo, no puedo aguantar mucho más. La observo mientras le ocurre. Arquea su espalda y sus piernas tiemblan rodeándome. Aprieta sus manos en mi espalda y gime de nuevo, esta vez con algo más de tranquilidad.

-Dios… - susurra – Quique… - acaricia mi pelo – te quiero…


Trago saliva al notar esa descarga que me acaba de recorrer. La miro y me mira como disculpándose. No puedo contestar, solo acierto a besarla y comenzar a moverme de nuevo, está a punto de pasar y no puedo más. Cuando esa placentera corriente me atraviesa, caigo rendido sobre ella y vuelvo a esconder mi cara en su cuello. Siento tantas ganas de llorar que no puedo pararlo, no puedo parar el llanto...

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