domingo, 4 de enero de 2015

CAPÍTULO 136: TE VOY A BORRAR PARA SIEMPRE DE MI MEMORIA (I)

Recibir el alta médico mientras Quique está así, no es nada alegre. Sinceramente, no quiero irme a casa, quiero quedarme en este hospital, así por lo menos estoy cerca de él. Han pasado 4 días desde el accidente y Quique sigue igual, aunque los médicos digan que la situación es mejor que hace unos días. Me han dejado ir a verle un par de veces más, pero esta vez, en silla de ruedas. Corro el peligro de que mi lesión se agrave, aunque me importa más bien poco. No quiero irme a casa sin verle de nuevo… de hecho, ni siquiera se si me ire a casa o chantajearé a todo el mundo para quedarme con él, aunque no puedo entrar a la UCI y solo sea a través del cristal.

-Deberías irte a casa Malú… - dice su madre con voz dulce – tienes que descansar…

-Carmen… no puedo irme… - ese nudo en la garganta vuelve para quedarse – me gustaría entrar…

-El médico ha dicho que van a reducirle la medicación que le tiene sedado… - interviene su hermana – pero no creo que nos dejen entrar hoy… por lo visto es algo complicado…

-Es cierto… - su madre me mira a mí y a mi madre alternativamente – ve a casa cielo, puedes llamarnos cuando quieras…

La caricia de su madre en mi cara es todo lo que necesitaba para romper a llorar de nuevo. No puedo irme, necesito entrar, tocarle, escucharle respirar. Necesito que se despierte. O despertarme yo y que estoy haya sido un mal sueño. No veo a Marta entre sus familiares. Justo cuando voy a preguntar por ella, aparece por el pasillo.

-He hablado con el médico… vais a poder entrar a verle un rato…

Instantáneamente, todos se vuelven para mirarme. En especial, su madre me mira con gesto tierno. Todavía no me creo que esté haciendo esto. Parezco un ser autómata, siguiendo las instrucciones de la enfermera y poniéndome todas esas ropas verdes. Me recuerda tanto a cuando fui a verle después del incendio… solo que, aquella vez, estaba consciente. Y, aún así, estaba preocupada. Ahora no es preocupación… es miedo, mucho miedo. Tengo miedo de entrar a la habitación, pero sigo caminando siguiendo a la enfermera.

-Si necesitas algo, estamos ahí fuera… - dice amablemente y asiento agradecida –

No sé donde poner las manos. Me quedo plantada con la puerta ya cerrada, a unos centímetros de la camilla. Impresiona mucho más verle tan cerca. Me acerco lentamente, conteniendo las ganas de llorar. Al llegar a su altura, el suspiro mayor que he pegado en mi vida, se escapa de mi cuerpo, para dar paso a un llanto contenido, pero que no puedo parar del todo.

Agarro su mano con delicadeza pero cuando veo que está vendada, recuerdo la razón. Arranco a llorar de nuevo. En mi afán de buscar un culpable de todo esto, recuerdo que cogimos el coche porque Julio hizo enfadar a Quique. Todo lo que piense ahora va a ser negativo, no puedo ver el lado bueno de esto. Le observo con ese gesto tan neutro y no me puedo creer que esto haya ocurrido. A mi izquierda veo un taburete y decido utilizarlo, me siento mareada, pero no quiero que nadie se dé cuenta, no quiero que me saquen de esa habitación.

-Cariño… - susurro acariciando temerosa su cara – esto no puede estar pasando… - niego con la cabeza – es culpa mía… - rompo a llorar – tienes que despertarte Quique… - sollozo – qué voy a hacer yo sin ti? – respiro hondo intentando tranquilizarme – no puedes dejarme sola… por favor… - le suplico recostándome lentamente sobre él mientras escucho el pitido incesante de la máquina que registra sus latidos – abre los ojos Quique… sé que puedes hacerlo… - dejo un beso en su mejilla – te quiero cariño… te quiero… - susurro pegada a su oído -

Reposo mi cabeza sobre su hombro, sintiendo una presión en el pecho que me atraviesa por completo. Creo que se me ha partido el alma en dos y solo él podría repararla. De pronto, siento un movimiento que  me hace incorporarme asustada. Una de las máquinas comienza a pitar y me asusto. Qué ocurre? Qué le pasa?

-Enfermera! – grito asustada –

Al momento, la enfermera que me ha acompañado y el médico entran a toda prisa. Me aparto como puedo de la camilla, sin ganas de hacerlo, pero estoy asustada, muy asustada. Se ha puesto peor? Qué está pasando?

-Avisa al neurólogo, se está despertando – ordena el médico –

Me deja boquiabierta la frase. Se está despertando? Corro de nuevo hacia la camilla y agarro su mano vendada. La enfermera me mira por el rabillo del ojo mientras hace su trabajo.

-Quique… - susurro – Quique cariño, despierta…

-Malú, va a tener que salir de la habitación… - dice el médico –

-No! – exclamo – quiero estar aquí… se está despertando verdad? – pregunto ilusionada –

Una mueca en su cara me hace cerciorarme que se está despertando. Las ganas de llorar por la pena se están transformando en lágrimas de alegría. Al momento, otro médico entra en la habitación acompañado de la enfermera.

-Se está despertando Miguel… - dice el médico sin mirarle –

-Bien, la tensión está bien?

-Si, creo que ha sido al bajarle la medicación…

-Preparadla de nuevo, si se descompensa tendremos que volver a sedarle…

Escucho esa conversación sin apartar la mirada de Quique. Cuando veo que sus párpados comienzan a moverse, me acerco a la camilla instintivamente. Estoy llorando, pero no quiero que me vea así cuando abra los ojos. Agarro su mano de nuevo.

Abre los ojos y siento que toda esa opresión en el pecho se va de repente. Sus ojos claros vuelven a mirarme, aunque aturdidos.

-Sacad a la chica de la habitación… - escucho por detrás –

-Ni hablar… - susurro – dejadme estar con él… - sonrío emocionada mientras me mira – hola cariño…

Frunce el ceño levemente. El tubo en su garganta le impide hablar. Uno de los médicos se pone al otro lado de la camilla.

-Enrique, tranquilo, tienes un tubo en la garganta, pero parece que puedes respirar solo, asi que te lo vamos a quitar de acuerdo? – le hace un gesto a la enfermera – bien… ahora vas a notar una molestia, pero no te preocupes, será solo un segundo…

Aparto la mirada cuando veo salir ese tubo y le escucho toser. Su respiración se normaliza instantes después y vuelvo a coger su mano. Mira a los médicos y a mí con un gesto extraño.

-Tranquilo Enrique, como te sientes?

-Qué… qué hago aquí? – me mira extrañado – qué haces aquí?

Arqueo una ceja ante la pregunta. Cómo que qué hago aquí? Donde quiere que esté?

-Tranquilízate de acuerdo? Estás confuso, pero en seguida te sentirás mejor… - el médico se dirige a la enfermera – que pase su madre, quizá así se ubique un poco más…

Miro a Quique que sigue mirándome con gesto extrañado. Por qué le extraña tanto que esté aquí? Dios mio, se ha despertado. No puedo evitar que salga una sonrisa en mi cara, la primera después de muchos días. Su madre entra a toda prisa en la habitación.

-Mi niño! – exclama – ay cariño… - le da besos en la mejilla –

-Mamá… qué ha pasado? – pregunta todavía confuso – qué hace ella aquí? – me señala –

-Eh… - la madre también se sorprende por la pregunta, igual que yo – lleva aquí todo el tiempo cariño… - sonríe enternecida – tranquilo, ya estás bien… ay mi niño… - vuelve a besarle –

-Enrique, cómo te encuentras? – pregunta uno de los médicos –

-Me duele la cabeza… - se lleva una mano a ella pero le detienen – qué ha pasado?

-Has tenido un accidente… - dice uno de los médicos – no lo recuerdas?

Su gesto pensativo me desconcierta. Me mira de nuevo y vuelve a poner gesto extrañado.

-No entiendo nada… - dice mirándome – por qué está Malú aquí? – los médicos se miran entre ellos confusos –

-Quique… ha querido entrar a verte… - contesta su madre dulcemente – no recuerdas el accidente que tuvisteis?

-Que… tuvimos? – pregunta sorprendido mirándome –

No puedo reprimirme y me acerco a él  a darle un beso pero se echa para atrás automáticamente, mirándome de manera extraña. Un puñal se clava en mi pecho de nuevo. Qué le ocurre?

-Mamá, si esto es una broma no tiene gracia… - mira a los médicos – qué me ha pasado? Y por qué está ella aquí como si me conociera?

El puñal se clava más hondo en mi pecho. No puede ser. No me recuerda?

-No sabes quien es? – pregunta su madre sorprendida mirando a los médicos asustada –

-Joder… - se queja tocándose la cabeza – es Malú… - respiro al escuchar mi nombre de nuevo en su boca – pero por qué está aquí?


Definitivamente estoy confusa. Sabe quien soy pero no parece que recuerde lo que somos. Qué cojones está pasando? Por qué no lo recuerda? Y por qué no puedo parar de llorar en este momento y tengo ganas de salir corriendo?

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