lunes, 12 de enero de 2015

CAPÍTULO 147: Y MI LADO IZQUIERDO SE QUEDÓ ENTRE SUS LABIOS (II)

-Quique!!! – exclamo cuando veo que sale de casa corriendo – dónde vas? Dios! – cojo las llaves de la casa a toda prisa y salgo corriendo tras él –

Corro todo lo que puedo, pero es imposible alcanzarle. Grito su nombre para que vuelva pero no parece escucharme. Corro por esas calles persiguiéndole, pero no consigo llegar a su altura. Veo como corre hacia la playa. Las lágrimas ya caen por mis mejillas, no sé qué le ha pasado. No sé por qué corre. Me da miedo perderle de vista y no verle más. Me da miedo que se le haya ido la cabeza y no sea capaz de distinguir la arena del agua y se lance al mar. Veo como se arrodilla en la arena y corro más deprisa, con el cansancio ya llegándome al pecho. Me mira asustado. Y entonces le veo desmayarse.

-Quique! – grito desesperada – Quique, cariño… - me tiro en la arena al lado de él, sujetando su cabeza – Quique por favor, despierta!

Comienzo a llorar desesperada. Le escucho respirar aceleradamente, no sé qué hacer, no veo a nadie en aquella playa que pueda ayudarme. Busco instintivamente mi móvil pero no lo llevo encima. Dejo su cabeza con cuidado en la arena y comienzo a moverle.

-Quique, por favor… - grito desesperada – despierta!

Lentamente, abre los ojos. Me mira aturdido. Acaricio su cara y noto en su mirada algo diferente, un gesto entre sorpresa y estupor.

-Malú! Qué… - balbucea mirando alrededor y se reincopora – Dios… qué ha pasado? – se lleva la mano a la cabeza –

-Estás bien? – digo asustada – vamos, voy a llevarte al hospital…

-Hospital? – me mira – dónde estamos?

La tristeza me inunda. Está desubicado, quizá ni recuerda lo que ha pasado entre nosotros estos días. Quizá ni me recuerda. Otra vez. De nuevo vuelve a pasar.

-Estábamos… en la casa… - hablo intentando no llorar – viendo imágenes… te acuerdas?

-Imágenes? – mira alrededor – coño, qué hacemos aquí?

-Te… te he traído… para que… intentases recordar… - digo temerosa –

-Recordar? – dice extrañado – qué… no entiendo…

-Vamos… te llevaré al hospital… - noto su brazo detenerme –

-Me vas a explicar qué ocurre? Por qué estamos en esta playa? – mira alrededor – quieres que vuelva a tragarme el mar? – comienza a reírse –

-Qué has dicho? – digo sorprendida. El episodio de la playa, cuando vino la tormenta y se lo llevó, no recuerdo habérselo contado –

-Anda… vamos a casa… esto ha sido idea tuya? – se levanta y se quita la arena de encima – venir a la playa de noche y con este frío…

-Quique, para… - me pongo frente a él – no recuerdas que has venido aquí corriendo?

-Co… - se queda pensativo – corriendo? – se gira hacia la orilla –

-Estábamos viendo imágenes de Nueva York y, de repente, has empezado a dar vueltas por la casa… y has salido corriendo… estabas como ido… decías cosas sin sentido…

-De Nueva York… - dice pensativo – hostia… - exclama – Malú… qué me pasa? – se apoya en mí un poco mareado –

-Vamos al coche… puedes andar? – asiente aturdido – Joder Quique… te había dicho que parásemos de ver fotos… pero has querido seguir…

No dice nada, camina apoyado en mí parece que haciendo reales esfuerzos por no caerse. Estoy asustada, muy asustada. Y si todo esto no ha hecho más que empeorarle? No me lo perdonaría. Le ayudo a subir al coche, está todo el tiempo callado, pensativo. Arranco y pongo rumbo al hospital más cercano según el gps. Maldita sea, qué idea la de traerle aquí… alejado de todo.

-Malú para el coche… - me agarra del brazo –

-Qué pasa? – digo asustada –

Le miro y está aterrorizado. Con una cara que no recuerdo habérsela visto nunca, agarrado a la guantera con fuerza. Pongo las luces de emergencia y paro en el arcén.

-Qué te pasa Quique? – me quito el cinturón para poder volverme hacia él – dime que te pasa…

-Nos acabamos de estrellar… - murmura – nos acabamos de estrellar…

Abro los ojos de par en par, asustada por esa forma que tiene de murmurar.

-Malú dime algo… - murmura sin mirarme – Malú…

-Quique! – grito cogiéndole la cara y haciendo que me mire – Quique, estoy aquí…

-Malú! – me mira sorprendido – Dios… - me abraza – estás bien?

-Quique… qué te ocurre… - digo sollozando – qué te pasa…

-Estás bien… - me acaricia la cara – pensaba que no ibas a contestarme… tenemos que salir del coche… - se desabrocha el cinturón – te sacaré…

-Para! – grito desesperada – Dios… - exclamo asustada al ver como abre la puerta y sale a la carretera – Para de hacer esto por favor… - rompo a llorar desconsoladamente y noto como deja de andar al escucharme – No nos hemos estrellado… no tenemos que salir del coche… - digo desesperada – vuelve aquí!

Me mira frunciendo el ceño y mira alrededor aturdido. Da varios pasos hacia el coche y vuelve a mirar alrededor antes de meterse dentro de nuevo.

-Qué… qué está pasando?... – balbucea observando detenidamente el coche, como si fuera la primera vez que se sube a uno –

-Me cago en la puta Quique… - digo llorando – ponte el cinturón y no te muevas hasta que lleguemos al hospital… por favor… - le suplico – esto no puede estar pasando…

-Era muy real… - dice absorto mirando hacia delante –

Arranco el coche todavía con lágrimas en los ojos. Durante el camino, le escucho balbucear cosas, como si estuviera en otra parte. Le escucho decir mi nombre de manera repetida… estoy muy asustada… llego sin mucha dificultad al hospital más cercano y paro el coche en la puerta de urgencias. Bajo a toda prisa y abro su puerta. Quique me mira asustado sin entender nada.

-Vamos cariño… - desabrocho su cinturón – necesito un médico! – grito desesperada –

Al momento, dos enfermeras salen a mi encuentro junto con alguien que creo que es médico.

-Qué ocurre? – pregunta el hombre –

-No… no sé qué le ha pasado… tenéis que ayudarle… no sé qué le pasa…

-Pero explicanos que ocurre… - dice una de las enfermeras que ayuda a salir a Quique del coche –

-Tranquilízate… - me agarra del hombro una de las enfermeras – cuéntale al doctor lo que ha pasado…

-Estábamos… en casa… estaba enseñándole fotos… y de repente se ha puesto como ido… y ha salido corriendo de casa hacia la playa… y se ha desmayado… y dice cosas sin sentido… yo… - me pongo a llorar sin poder parar –

-Vamos para dentro… - dice la enfermera agarrándome de la mano –

-Quiero ir con él… - digo oponiendo resistencia –

-Cómo te llamas chaval? – dice el médico –

-Quique… - responde aturdido – qué hago aquí? – camina inestable hacia la silla de ruedas y se deja caer – Dios… - se lleva la mano a la cabeza cerrando los ojos fuerte –

-Ha sido de repente? – dice el médico mirándome –

-Hace unas semanas tuvimos… - trago saliva intentando contar todo como debo contarlo – tuvimos un accidente de tráfico… tuvo un golpe muy fuerte en la cabeza… estuvo en coma unos días… tiene amnesia… no recuerda nada de los últimos meses…  - el médico me mira sorprendido y mira a Quique preocupado – es mi culpa… estaba intentando que recordase algo…

-Vale… tranquila… vamos para dentro… - veo como la otra enfermera empuja la silla donde Quique va apoyando la cabeza en su mano, como si estuviera cansado –

-No puedes pasar aquí dentro vale? – dice la enfermera que me agarra de la mano – tienes que esperar fuera…

-No le va a pasar nada verdad? – digo asustada mirando a través del cristal como le tumban en la camilla para examinarle –

-Verás como no… se pondrá bien… - dice amablemente la enfermera, dirigiéndome a una sala –



Miro las luces tumbado desde la camilla. Donde cojones estoy? Y donde está Malú? Intento levantarme para buscarla pero me lo impiden.

-Quieto hombre… solo vamos a examinarte…

La voz tranquila de ese hombre consigue tranquilizarme un poco. Miro su bata. Es médico.

-Soy médico… - digo aturdido – dónde estoy?

-Tranquilo, estás en el hospital… - veo como examina mis pupilas – avisa al TAC, hay que hacerle uno…

-Qué me pasa? – digo algo desesperado –

-Qué sientes Quique? – me pregunta el médico mientras me ausculta –

-No se… - digo dubitativo – no puedo recordar por qué estoy aquí… no puedo pensar… - digo frustrado – dónde está Malú? Hemos tenido un accidente… Dónde está?

-Puede que esté recobrando la memoria y eso le esté provocando un shock… por eso está tan confuso… - me sujeta las manos, de repente veo como las estoy moviendo intentando levantarme – vale, vamos a ponerle algo para que se quede tranquilo…



Espero impaciente en la salita, dando vueltas sin parar, sin dejar de llorar. La enfermera me ha dejado a solas tras habérselo pedido encarecidamente, necesito intimidad. Si le pasa algo no me lo voy a perdonar. Y si tiene una hemorragia o algo así? No entiendo de estas cosas, pero estaba muy confuso, como ido… El médico entra en la sala y me levanto de la silla como un resorte.

-Cómo está? – pregunto asustada –

-Tranquilícese… - el médico sonríe amablemente – Quique está bien… solo algo aturdido… no sabemos todavía por qué…

-Pero qué le ha pasado? Por qué se ha puesto así?

-Me has dicho que tenía amnesia no? – el médico me invita a sentarme – quiero que me cuentes todo lo ocurrido para saber…

-Tuvimos un accidente de tráfico hace unas semanas y – cojo aire - … desde entonces… no recuerda nada de los últimos meses… tuvo una hemorragia… - dudo un momento intentando encontrar esa palabra técnica – epidural… - el médico asiente – estuvo varios días en coma… y… cuando se despertó… tenía la amnesia que le he contado…

-Comprendo… - se queda pensativo – bueno, voy a ser franco de acuerdo… pueden pasar dos cosas principalmente… - le escucho atenta – una es que esté recuperando la memoria y eso le produzca esa confusión… puede que esté reviviendo momentos importantes y por eso parezca que está como ido… eso justificaría algo la clínica… - hace una pausa –

-Y la otra opción? – digo temerosa –

-La otra opción es que… - carraspea – se le haya reproducido la hemorragia… eso justificaría también la clínica que tiene…

-Dios mío… - me tapo la cara y rompo a llorar desconsolada –

-Tranquila, no adelantemos acontecimientos… le estamos haciendo un tac y eso nos va a sacar de dudas… si no hay hemorragia lo más probable es que esté recordando de acuerdo?

Repaso una y otra vez esas palabras en mi mente. Otra vez no. Otra vez no puede ser.
La espera se me hace eterna. El médico me ha dicho que cuando vea las pruebas vendrá a contarme lo que ocurre. Vuelvo a buscar intuitivamente mi móvil pero no está. Está en casa. Rompo a llorar. Necesito hablar con mi madre… o con Vero… necesito que alguien me diga que todo va a salir bien.
Miro el reloj desesperada, cuánto tiempo se tarda en hacer esa prueba? Joder! No puedo más… cuando estoy a punto de salir de la sala a buscarle, el médico entra con gesto tranquilo.

-Bien… - me toca el hombro en señal de comprensión – venía a decirte que no hay signos de hemorragia en las pruebas… y que Quique está preguntando por ti… - vuelvo a llorar – tranquila… vente conmigo…


Sigo en esa camilla, aturdido, pero algo más tranquilo. Necesito ver a Malú, ver que está bien. No puedo sacar de mi mente esa imagen de ella ensangrentada y sigo confuso. Miro a mi derecha al escuchar la puerta abrirse y la veo. Al verla, mi primer impulso es levantarme.

-Malú! – exclamo levantándome de la camilla –

-Quique… - dice llorando mientras me abraza – dime que estás bien…

-Estoy bien… y tú? – toco su cara asustado –

-Os dejo un momentito solos… - dice el médico con voz amable – voy a revisar el resto de las pruebas y si todo está bien, os iréis a casa…

-Gracias doctor… - dice mirándole – cariño… - acaricia mi cara – qué susto me has dado…

-Qué ha pasado Malú? – pregunto desesperado – no entiendo nada…

-Estábamos… viendo fotos, te acuerdas? – me mira preocupada – te acuerdas de algo?

-Hemos tenido un accidente… - digo convencido –

-Cariño… eso fue hace semanas… - dice compungida – te despertaste y no me recordabas…

-Cómo? – pregunto impresionado – Pero… - dudo un instante pero al mirar su cara, parece que comienzo a recordar cosas – te recuerdo…

Me mira con un gesto que no consigo saber si es de sorpresa, de emoción o de todo mezclado a la vez. Tan expresiva como siempre.

-Qué significa eso? – pregunta con voz temblorosa –

-Perdonad… - la puerta se abre y aparece el médico – Quique, cómo te encuentras?

-Eh… - miro a Malú pensativo y al médico – creo que bien… - me incorporo – qué me ha pasado?

-Es posible que estés en shock al haber visto imágenes o haberte acordado de cosas que te resultan familiares… - el médico porta un papel – tu exploración es totalmente normal, salvo esa confusión que parece que tienes… - suspira – tengo el alta preparada, porque objetivamente no tienes razones para quedarte aquí ingresado… pero si prefieres quedarte, esto se rompe y te preparamos una habitación…

-Ni hablar… - niego levantándome de la camilla – no pienso pasarme otra vez días y días en un hospital… ya lo hice con lo del accidente… - me quedo paralizado un segundo –

Coño… recuerdo eso. Recuerdo haber estado en el hospital tras el accidente. Joder… recuerdo el accidente… recuerdo esa mañana, cuando Malú me llevaba al hospital porque…

-Quique – vuelvo a la realidad – estás bien? Podemos quedarnos, no quiero que te pase nada por irnos…

Miro alrededor. Estamos dentro del coche. Cómo cojones he llegado aquí? No me he dado cuenta.

-Llévame a casa Malú… - le pido levemente aturdido – quiero estar en casa…

-En casa… de Madrid o…

-Quiero ir dónde estábamos antes de estar aquí… - digo convencido no sé muy bien por qué – justo dónde estábamos…

Arranca el coche sin decir nada, mirándome de reojo. Tengo la sensación que algo importante me está pasando, aunque no consigo saber qué es. Extrañamente tengo la convicción que necesito estar justo en el sitio donde me ha pasado esto. El camino lo hacemos en silencio… a veces me sorprende darme cuenta que parece que estoy dando saltos en el tiempo. Miro mi reloj y, segundos después lo miro de nuevo y han pasado minutos. Es como si estuviera quedándome inconsciente con los ojos abiertos. Llegamos a aquel pueblecito que conozco, pero no vamos donde creo que debo ir. Bajamos del coche y Malú saca las llaves pero la detengo.

-Aquí no es donde estábamos… - digo convencido –

-Quique… - resopla – estábamos aquí… has salido corriendo a la playa y te he seguido…
No digo nada, solo comienzo a andar, como si mis pies me obligasen a hacerlo. Lo hago en dirección a la playa. Noto como Malú me sigue, a veces dando suspiros desesperados. No consigo saber por qué hago eso, pero tengo la sensación que es lo que debo hacer. Camino hasta ver la arena. Observo la orilla y el horizonte, alumbrado por una luna llena que se abre paso entre las nubes. Camino como si estuviera hipnotizado.

-Quique… dime qué está pasando… - me suplica Malú, volviendo a hablar tras un rato sin hacerlo –

-Joder… - susurro –

Susurro al mirarla. Como si de repente se abrieran las aguas, veo lo que está pasando. Recuerdo esa amnesia que me frustaba. Recuerdo el accidente de una manera clara. Y, al fondo, veo como dos personas llegan nadando a la orilla. Afino la vista y me acerco. Cuál es mi sorpresa cuando veo que soy yo, con Malú. Dios… el avión… la playa… me giro dando vueltas, una tras otra, como intentando entender que, lo que estoy haciendo, es recordando mi vida.

-Quique!

El grito asustado de Malú me hace abrir los ojos. Los tenía cerrados. Al abrirlos, las lágrimas que se agolpaban en ellos, salen, como si se hubiera desbordado un río. Caigo arrodillado, abatido, y tapo mi cara con mis manos. El río se ha desbordado y, con él los recuerdos que parecía que nunca iba a recuperar.

-Quique… cariño… - siento su tacto en mi pelo y un escalofrío tremendo me recorre por dentro –

No digo nada, solo me abrazo a ella, como si estuviera en medio del mar y fuera mi tabla de salvación. Comienzo a besarla sin dejar de llorar. La arena roza mis manos, la misma sensación que las noches que pasamos en aquella playa, solo que, aquellas veces, no me atrevía a besarla.

-Lo siento Malú… - repito sin parar – lo siento…

-Cariño… - me separa de ella – sientes el que?

-No sé cómo pude olvidarme de esto… - la beso de nuevo y vuelve a separarme –

Nos miramos. Vuelvo a llorar y ella hace lo mismo.

-Te acuerdas? – dice entre sollozos –

-Claro que me acuerdo… - digo llorando –

Comienza a llorar desconsoladamente sin dejar de abrazarme, tumbado sobre ella en aquella playa que me ha devuelto lo que pensaba que estaba perdido. A decir verdad, me lo ha devuelto esta mujer que llora abrazada a mí. Lo verdaderamente importante es que está aquí, no ha dejado de estarlo, ni siquiera cuando no la recordaba. Ha seguido aquí, y ha conseguido salvarme de ese abismo del olvido.

-Te quiero… - digo besándola – te quiero… - repito sin parar, colando una de mis manos por debajo de su camiseta –

-Vamos a casa… - dice besándome – por favor…

Caminamos por la calle a toda prisa, sin soltarnos de la mano, como si nos persiguiera alguien. Mañana me pararé a pensar en esto, ahora no tengo tiempo, ahora solo tengo tiempo de quererla. Solo necesito eso. Entramos a la casa y me vienen a la cabeza los recuerdos de aquella vez que la llevé, el pasado verano. Caigo en la cuenta que no sé qué día es hoy, no consigo recordarlo, pero me da igual, recuerdo todo lo necesario.

Con ansia, me deshago de su ropa sin dejar de besarla. Ella hace lo mismo conmigo. Con desesperación, como si hubiéramos estado deseando ese momento toda la vida. Realmente es casi así. He estado deseando recordarla todo este tiempo y, ahora, por fin, lo puedo hacer. Y es como si todo fuera nuevo y, al mismo tiempo, familiar. Caemos en la cama, sin hablar, besándonos y acariciándonos como siempre y como nunca. Pierdo la noción del tiempo, no sé cuánto llevamos haciendo el amor. No sé cuanto tiempo llevo escuchando esos gemidos tan maravillosos. No sé cuanto tiempo llevo notando su piel contra la mía.

-Cómo he podido olvidarme de esto Malú… - susurro extasiado tras notar ese orgasmo recorrerme –

-Cariño… - me besa la cara sin descanso – no puede ser… - se ríe emocionada –

-Dios… - beso su cuello con ansia – mi pequeña…

-Joder… - se queja antes de volver a ponerse a llorar -  

Me pongo a reirme al recordar las cosas que estoy recordando. Como aquel día que se pilló ese cabreo porque Danka se había quedado embarazada. Va a pensar que estoy loco por reirme así mientras ella llora. Pero, poco después, escucho como ella también lo hace. Creo que la he contagiado. Me tumbo boca arriba, todavía riendo, tapándome los ojos con el brazo.

-Joder… qué gusto recordar cosas… - exclamo con placer –

Noto como gira sobre su cuerpo y se pone a mirarme. Sonrío justo antes de girar mi cabeza para mirarla.

-Qué pasa? – digo sonriendo –

-Nada… - baja la cabeza avergonzada – que me parece increíble que te acuerdes de mí…

-A mí lo que me parece increíble es que sigas aquí… - nos miramos intensamente – no me voy a perdonar lo mal que lo has tenido que pasar por mi culpa…

-Por tu culpa? Eres tonto? – se incorpora en la cama indignada – no digas tonterías anda…

-Ya… pero es que… joder, estabas todos los días en el hospital… a pesar de que sabías que no recordaba absolutamente nada de nosotros… y seguías ahí… - resoplo medio sonriendo – eso es muy fuerte…

-Valía la pena… - se abraza a mí y esconde su cara en mi cuello – no sé qué hubiera hecho si te pasa algo…

Comienza a sollozar y la abrazo con más fuerza.

-No llores cariño…

-Déjame que me desahogue… - me implora –

Nos abrazamos durante varios minutos. Sin decir nada, solo escuchando nuestros suspiros intentando esconder el llanto. Huelo su pelo de nuevo y vuelvo a reirme sin poder evitarlo. Me mira algo extrañada.

-Sabes que desde el primer momento había una cosa que no se me había olvidado? – sigue mirándome – hueles demasiado bien como para olvidarlo…

Hace un puchero mirándome y me entra la risa.

-Voy a por la insulina… - digo de broma y comienza a reírse – tendríamos que parar de pasar de la risa al llanto… la bipolaridad está a la vuelta de la esquina…

-Jajajajajaja! – estalla en una carcajada – me encantas… - comienza a besarme el cuello – te puedo preguntar una cosa?

-Dispara muñeca… - digo de nuevo de broma haciendo que se ría –

-Emm… - la veo dudar un segundo – qué te pasaba antes del accidente? – la miro extrañado – estabas un poco raro…


Repaso en mi mente, ya bastante accesible y descubro aquel rinconcito en el que estaban aparcadas mis dudas. Dudo en si contestarle con la verdad o mentirle… pero nunca me ha gustado mentir, y no creo que deba hacerlo ahora.

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