No me puedo creer lo que acaba de pasar… voy a romper a
llorar de nuevo de un momento a otro. Ha sido tan… como lo recordaba. Es la
misma persona, no cabe duda. Aunque no me recuerde… aunque no nos recuerde…
siento que nada de lo importante ha cambiado. Respira en mi cuello y ese
aliento me hace sentir que estoy viva de nuevo. Intento mirarle, pero no me
deja, solo sigue ahí, tocándome con sus manos el pelo de vez en cuando, pero
sin hablar, sin decirme nada.
-Quique… - susurro cariñosa – no me vas a dejar darte un
beso? – pregunto cuando vuelve a hacer fuerza para no levantar la mirada –
Cuando por fin alza su cabeza me lo encuentro llorando y, por
un momento, me bloqueo. Mi mente piensa ilusionada que quizá es porque ha
recobrado la memoria. Luego pienso que quizá se arrepiente de lo que acaba de
pasar. Y, una vez pensado eso, ya no puedo pensar en otra cosa. No puedo ni
siquiera preguntarle por qué llora, yo ya he llegado a la conclusión de que es
por eso. Me siento triste al pensar que para él no ha sido algo parecido a lo
que ha sido para mí. Tengo muchas ganas de desaparecer ahora mismo. Ojalá
pudiera hacerlo.
-Quique… lo siento…
Mi voz apenada es la antesala al llanto. Comienza a llorar
desconsoladamente, pensando en lo que puede estar sintiendo él. De repente,
mientras llora, comienza a besarme el cuello con tiernos besos. Me siento
contrariada. No se entonces qué está pasando. Si está besándome no creo que sea
porque se arrepiente de lo que ha pasado.
-Por qué dices que lo sientes? – pregunta mientras sigue
besándome el cuello –
-Eh… - balbuceo – estabas llorando y… pensaba que era… - se
me hace un nudo en la garganta – porque…
-No sabes lo que has hecho… - dice mirándome fijamente – no
sé cómo lo has hecho… pero nos he visto… - resopla – no sé donde era, ni
cuando… han sido apenas unos segundos… pero nos he visto…
-Qué… - pregunto temerosa – qué significa eso?
-Que… - sonríe tiernamente – que eres la única persona que
puede hacerme recordar… - vuelve a posar su cabeza en mi cuello, dejándome
contrariada – he visto un recuerdo… contigo… conmigo… - habla pausadamente –
estabas riéndote… y llegaba yo… y me decías que me querías… - resopla – no me
había pasado hasta ahora…
-Has recordado eso? – pregunto en voz baja emocionada –
-Si… - me da un tierno beso en el cuello – sigues aquí… - se
incorpora y señala su cabeza – y no sabes lo que me gusta saber eso…
-Joder Quique… - vuelvo a sentir la emoción invadiéndome –
-Y esto… - vuelve a mirarme – ha sido como si lo recordase…
como si recordase estar aquí… contigo… - resopla – no sé explicarlo… pero ha sido
increíble…
Comienzo a llorar al darme cuenta que lo que había pensado
que ocurría no era más que un empeño mío en hacer que las cosas fueran más
difíciles. Resulta que para él ha sido igual de especial que para mí… y encima
ha tenido un recuerdo más claro que las imágenes que decía que a veces veía…
Tras unos minutos haciéndonos carantoñas sin decir ni una
palabra más, se recuesta a mi lado, hecho un ovillo.
-Pfff… qué frío tengo ahora… - agarra la sábana y la manta
con la mano y la pasa por encima nuestra – tienes sueño? – alza su mirada hacia
mí –
-No sé si voy a poder dormir… - sonrío de medio lado – esto es
demasiado fuerte como para entenderlo…
-No hay que entenderlo… - me abraza suavemente – yo tampoco
lo entiendo… - posa su cabeza en mi pecho – pero lo único que sé es que no
quiero salir de aquí…
-Ni yo tampoco… - sonrío – sigues siendo igual de cariñoso…
-Ah si? – alza su mirada hacia mí sonriente – cómo me has
aguantado tanto tiempo? Si soy un pesado…
-No eres un pesado… - digo sonriendo –
-Me gustaría que me contaras como surgió esto… - se acomoda
más en mi pecho – nadie me ha contado lo que pasó en esa isla…
-Necesito varios días para contártelo todo… - acaricio su
pelo –
-Perfecto, no tengo nada que hacer… - noto su sonrisa – cómo nos
conocimos? – alzo las cejas – me refiero… - se incorpora un poco – cómo fue el
primer momento?
-Nos conocimos porque suelo andar como pollo sin cabeza… -
sonrío avergonzada – y te arrollé en el aeropuerto…
-En Sidney… - asiento – recuerdo que fui a presentar esos
casos… pero no recuerdo el momento de volver a España… es muy raro… - frunce el
ceño – estabas sola en el aeropuerto?
-Si… - río tímidamente – Rosa se retrasó y tenía que volar
sola… hasta que nos encontramos… - sonrío al verle escuchar mi relato atentamente
– sabes lo que pensé cuando te vi? – niega con la cabeza – pensé que tenía que
irme a vivir a Australia para encontrarme con chicos tan guapos…
-Venga ya! – se revuelve riendo tímidamente – seguro que yo
me quedé mudo o algo así…
-No… - sonrío melancólica – fuiste muy simpático…
-Qué raro… con lo tímido que soy… - pone cara de extrañado –
Continúo con el relato hasta que vuelve a posar su rostro en
mi pecho. Me quedo en silencio, acariciando su espalda. Es lo más raro que me
ha pasado en la vida. Contarle nuestra historia a mi novio… a la persona que me
ha salvado la vida una y otra vez desde que nos conocimos.
-Tienes sueño? – pregunto dulcemente –
-No quiero dormirme… quiero que sigas contándome eso… - dice
con voz de dormido –
-Mañana sigo contándotelo… - acaricio su pelo y suelta un
suspiro –
Sin decir nada, deja un beso en mi pecho y vuelve a
acomodarse. Se abraza a mí con una mano y una pierna, entrelazándome entre su
cuerpo. Y así, minutos después, noto su respiración profunda. Se ha dormido. Y
yo no puedo dormir, no puedo dejar de pensar en lo que ha pasado. Por un
momento pienso que esto no está bien… y luego le oigo respirar… y en lo único
que puedo pensar tras esto es que si esto no está bien, nada en el mundo puede
estarlo.
-Eh… dormilón…
Esa voz se cuela en mi cabeza. Estaba soñando algo que
parecía real… pero ahora no consigo recordarlo. Me revuelvo entre ese cuerpo
que, tras un instante de duda, reconozco. Sonrío sutilmente al acordarme de
esta noche.
-Quique…
De nuevo esa voz. Consigue despertarme del todo. Alzo la
cabeza con un ojo todavía cerrado y observo su rostro tranquilo sonreírme. Me
contagia y vuelvo a posar mi cabeza en ese cuerpo tan suave y que me resulta
tan conocido.
-Mmmm… - un sonido gutural sale de mi garganta, todavía
dormida –
-Buenos días guapo…
Sonrío de nuevo. Vuelvo a alzar la cabeza y estiro mi cuello
hasta dejar un beso en sus labios. Un beso fugaz, casi imperceptible. Me
acomodo, esta vez, entre su cuello. Su olor, tan familiar para mí desde que
desperté en aquella UCI, vuelve a recorrer mi cerebro. Su risa tímida vuelve a
recorrer mi oído hasta llegar a mi cabeza. Como si fuera una orden que me ha
dado alguien, no puedo hacer otra cosa que comenzar a dejar besos por su
cuello.
-Buenos días… - susurro –
-Has dormido bien? – dice riendo tímidamente por las
cosquillas que creo que le estoy haciendo –
-Buah… - digo en señal de afirmación – en la gloria… y tú? –
me reincorporo un poco, apoyándome en mi brazo izquierdo –
-Yo? – pregunta sonriendo – siempre duermo bien cuando duermo
contigo…
Su ternura acariciándome la cara me hace estremecerme. Bajo
la cabeza algo avergonzado por esa confesión. De pronto, noto que estamos
desnudos. Completamente desnudos bajo esa sábana y esa manta. La luz entra por
las rendijas de la persiana, como intentando alumbrar esa intimidad que hay en
la habitación. Dirijo mis labios a los suyos, que me reciben con ganas.
Revuelve mi pelo con sus manos mientras nos besamos. Noto mucho calor en la entrepierna…
río avergonzado, de buena mañana y así, preparado para la batalla.
-Quique! – se tapa la boca al notar mi erección matutina –
jajajajajaja! – comienza a reírse descontroladamente –
-Vaya… parece que hay una parte de mi cuerpo que te recuerda
perfectamente…
Malú me mira intentando no reírse, pero es imposible. Vuelve
a estallar en una carcajada y yo vuelvo a notar rubor en las mejillas.
-Qué romántico… - susurra entre risas –
-Y qué quieres que haga? – intento excusarme – te aseguro que
esto no lo controlo yo – digo bajando la mirada hacia mi entrepierna –
-Eso me lo has dicho muchas veces… - sonríe tiernamente y
cambia el gesto – anda ven…
Apoya su mano en mi pecho y me hace girar sobre la cama hasta
quedar boca arriba. Su mirada pícara termina de calentarme. Pasa su pierna
izquierda sobre mí y apoya todo su cuerpo sobre mi torso. Comienza a besarme el
cuello lentamente. Joder… vuelvo a preguntarme cómo he podido olvidarme de
esto. Sus labios se dirigen a los míos y nos enzarzamos en una guerra de besos
incontrolable. Sus caderas rozan mi entrepierna, aumentando más ese deseo que
se me ha despertado de buena mañana. Es como si recordara esto… no me resulta
nada raro estar así… es como si estuviera acostumbrado a que ocurriese. La
observo reptar por mi cuerpo sensualmente, dejando que sus labios recorran mi
torso hasta llegar a mi abdomen y, poco después, a mi entrepierna. Tapados
todavía con la sábana, comienzo a notar como sus labios van paseándose por la
zona, arrancándome suspiros llenos de placer y frustración. Ya es suficiente,
no puedo más… agarro su cabeza entre mis manos y la hago volver a mi altura.
No hace falta que digamos nada, solo un movimiento de sus
caderas y las mías, es necesario para comenzar el baile que ayer terminamos y
que hoy quiero volver a practicar. Se alza ante mí, sentándose sobre mi cuerpo
y moviéndose acompasadamente. La sábana ya no está, solo recubre mis piernas.
Poso mis manos en sus caderas y la observo moverse. Su cara refleja deseo…
mucho deseo… igual que la mía imagino. Otra vez esas imágenes… cierro los ojos
y vuelvo a verlas pasar a cámara rápida. Abro los ojos y la veo allí, desnuda,
sobre mí, con los ojos cerrados y la cabeza estirada hacia atrás. Me incorporo
hacia ella y abrazo su espalda. Sus gemidos acrecentan mi deseo. Sigue
moviéndose, apenas tengo que hacer nada, solo dejar que ella lleve el ritmo que
quiera. Dirijo mi boca a sus pechos y gime con más fuerza, y se mueve más
rápido. Me está volviendo loco.
Pongo una mano en sus nalgas y otra en su espalda y le doy la
vuelta, poniéndola boca arriba en la cama. Ahora el ritmo lo llevo yo. Sus
manos se apoyan primero en el cabecero de la cama y luego pasan a mi cuello,
rodeándolo, acariciando mi pelo mientras no dejo de moverme. Quiero más. Quiero
que gima más fuerte, lo necesito, es como si fuera una droga. Muevo las caderas
todo lo rápido que puedo, siento el cansancio y el placer invadirme al mismo tiempo,
pero no puedo parar.
-Ahhh… agg… - grita y gime al mismo tiempo – Dios! – exclama –
Con mis labios besando su cuello e incorporándome un poco
para poder mirarla y respirar, se agarra a mis brazos que casi están anclados a
la cama.
-No puedo más… - gimo – voy a correrme… - susurro pegado a su
oído -
-Y yo… - susurra –
Esa corriente parece recorrernos a los dos a la vez. Respiro
agitadamente, apoyado todavía en mis brazos. Abre sus ojos con gesto de placer
y sonrío algo avergonzado. Me dejo caer, con mi rostro entre su pelo y me
abraza con fuerza. Joder… esto… esto es lo más increíble que me ha pasado en mi
vida.
-Joder Malú… - resoplo con placer –
No dice nada, solo se abraza a mí, con la respiración todavía
renqueante. Tras unos minutos de total silencio, mi estómago decide romperlo
con uno de los sonidos menos románticos que existen. Malú estalla en una
carcajada bastante sonora y yo sonrío ruborizado.
-Qué mala soy… no le doy de comer a mi niño… - me hace una
carantoña – Anda, vamos que te preparo el desayuno.
-No no… - hago que se tumbe de nuevo – yo tengo comida aquí…
- beso su cuello y la escucho reírse –
-Quique… - ríe – que te han sonado las tripas… - vuelven a
hacerlo – jajajajaja! – vuelve a reírse – venga… - me hace levantarme –
Bajamos por las escaleras de la mano… como dos enamorados que
acaban de conocerse… entre carantoñas, llegamos a la cocina. La observo
prepararlo todo, con su pijama, y sonrío. A decir verdad, creo que no puedo
dejar de hacerlo. Es adorable ver como se afana en que todo esté en perfectas
condiciones… como si fuera la primera vez que desayunamos. Quizá para mí lo es,
aunque sé que no… es una sensación muy rara. Siento una sensación muy rara en
esa casa. Lo observo todo como si fuera la primera vez que lo veo pero, al
mismo tiempo, sé que no es así.
Se sienta a mi lado, con toda una bandeja llena de cosas.
Zumo, café, tostadas… En realidad si que tenía hambre… mucha hambre…
-Quieres que hagamos algo hoy? – pregunta mientras unta su
tostada de tomate –
-Algo como qué? – la miro extrañado –
-Podemos ir a un sitio… - sonríe tímida – nos gustaba ir
mucho…
-A donde? – pregunto interesado –
-Ah… - se hace la interesante – luego lo verás… - ríe – la pobre
Juliet va a pensar que ya no la queremos…
-Pobre… - respondo pensativo – oye… esa foto… - miro hacia el
salón – la que vi ayer…
-La del pueblecito ese que tanto te gustaba? – dice mirándome
y asiento –
-Podríamos ir… - digo no muy convencido – no se…
-Quieres ir? – me pregunta con una mirada que no consigo
comprender – tengo dos semanas de parón del programa… podemos ir donde quieras…
- contesta sonriendo –
-Estaría genial… - vuelvo a mirar al salón y una extraña
sensación me recorre – voy a… - me levanto de la silla algo mareado – voy a
darme una ducha…
-Quique – se levanta a toda prisa – qué te pasa?
-No se… - cierro los ojos como si me molestara la luz – ya
está… - noto como el mareo y esa extraña sensación desaparecen –
-Estás bien? – me mira asustada –
-Si… es… - miro hacia la foto y vuelvo a notar la sensación
pero aparto la mirada rápidamente – no es nada…
No hay comentarios:
Publicar un comentario