martes, 6 de enero de 2015

CAPÍTULO 141: PIDO PERDÓN POR LAS LÁGRIMAS QUE HABLAN DE MI (I)

Al entrar en el estudio de nuevo ese pinchazo en la parte izquierda de mi cabeza. Dura solo unos segundos, pero es como si supiera que he estado ahí. Observo la mesa de mezclas, el micrófono, las guitarras… un momento…

-Mi guitarra! – exclamo corriendo hacia ella – joder! Es como si hiciera años que la cojo…

La agarro con las manos y hago sonar un par de acordes. Descubro a Malú  mirándome emocionada. De repente siento un poquito de vergüenza y dejo de tocar.

-No, pero no pares de hacerlo anda… - se sienta en el sofá y se enciende un cigarrillo – sabes? Habíamos hablado de componer juntos para el nuevo disco… incluso teníamos algunas cosas… - se levanta y abre un cajón, sacando una libreta… - mira…

Observo la libreta, con acordes escritos y algo de letra. Voy tocando poco a poco los acordes y, como si no me hiciera falta leerlos, descubro el ritmo con el que están escritos. Malú me mira boquiabierta.

-Era así? – pregunto sorprendido – coño… me ha salido solo… - pongo gesto de extrañado –

-Joder… - susurra –

Malú se gira y escucho como se pone a llorar. Dejo de tocar automáticamente. Dejo la guitarra en su soporte y me acerco despacio por detrás. Pongo mi mano en uno de sus hombros y eso le hace todavía llorar más.

-Ei… - suspiro – vamos Malú… no llores…



No puedo evitarlo. Escuchar de nuevo esa melodía que tanto me gustó en su día me ha partido el alma. Cómo es posible que recuerde el ritmo? Noto su mano en mi hombro pero no puedo dejar de llorar. Quiero que vuelva a ser todo como antes… no soporto estar con él aquí y no poder besarle, no poder tocarle sin tener miedo de que pueda sentirse incómodo. La situación con Julio me ha asustado mucho… menos mal que estaba aquí. Me ha defendido como siempre lo ha hecho. Es como si supiera que es él, pero cuando le miro sé que no se acuerda de mí, y me rompo… me rompo en mil pedazos…

-No ha sido buena idea entrar aquí verdad? – dice triste – imagino que son muchos recuerdos… - resopla – siento todo esto Malú… - me giro y veo como se sienta en el sofá abatido – no consigo acordarme… quiero hacerlo, de verdad! – me mira sincero – pero no consigo acordarme… - dice con rabia –

-No es culpa tuya… - seco mis lágrimas – es que me ha emocionado escuchar de nuevo esa melodía… - me siento a su lado – no te preocupes…

-Cuando… - carraspea – cuando he visto a ese tío cogerte del brazo así… hacerte daño… - suspira – tengo la sensación de tener que protegerte sabes? Es muy extraño… - suspira de nuevo – es extraño no recordar nada y, al mismo tiempo, saber… - resopla – en fin…

Le observo. Parece frustrado de verdad. Siento unas ganas casi irrefrenables de besarle, pero el poco sentido común que me queda, hace acto de presencia y me contengo. No estaría bien hacerlo, bastante tiene con no recordar lo que hemos vivido.

La tarde se pasa lenta y rápida a la vez. Lenta por los silencios que a veces hay entre nosotros. Rápida porque, sea como sea, el tiempo a su lado pasa muy rápido, más de lo que me gustaría. Cuando Álex y Marta vuelven a mi casa, una tristeza inmensa me recorre. Se va a ir. Se va a ir una vez más, y yo voy a quedarme aquí, como una gilipollas, esperando a que, algún día, me recuerde y podamos recuperar todo eso que teníamos.

-Quieres quedarte?

Ese pensamiento que rondaba mi mente, sale de repente por mi boca, haciéndome sentir una vergüenza inmensa. Cómo puedo pedirle eso? Estás tonta Malú? No seas egoísta joder… Me mira sorprendido, no sabe qué decir, Álex y Marta me miran con la misma cara. Quiero meter la cabeza en el suelo, joder…

-Quieres que me quede? – pregunta con voz suave –

-Eh… - Álex interviene – podemos… - carraspea –

-Sería una idea fantástica verdad? – dice Marta con voz ilusionada – así podéis hablar de vuestras cosas, que el día se ha pasado rápido…

-No os importa? – pregunta Quique mirándoles –

Se va a quedar? Eso significa que se va a quedar? Oh dios, no sé si sería de recibo ponerme a pegar saltitos en este momento…

-Cómo nos va a importar? – dice Álex cambiando el gesto – eso sí, si vuelves a casa, ni se te ocurre venirte en tren… vendremos a por ti… siempre viene bien una escapadita a Madrid verdad cielo?

Ohgg qué envidia me dan. Se acaban de dar un beso. Maldita sea. Por qué? Por qué no puedo darle yo un beso ahora y que sea lo que Dios quiera?


No sé cómo ha pasado. Creo que he sufrido un impulso de esos incontrolables que tiene la gente y que yo no recordaba tener. Le he dicho que sí, así, sin más. Y me quedo en su casa mientras Álex y Marta se van con cara de felicidad. Están felices? Yo no, yo estoy acojonado. Acojonado porque… joder… me gusta. No recuerdo lo que sentía por ella pero me gusta. Me gusta su forma de tratarme, su forma de comportarse, su forma de hablar… mi hermana tenía razón… quizá lo que necesitaba era verla. Pero coño, se puede alguien enamorar de la misma persona dos veces? Eso no pasa… solo en las películas… pero a mí? Quizá no es que me guste, quizá es que, inconscientemente, recuerdo mis sentimientos hacia ella y me sale ser… cómo decirlo… cariñoso? No sé si es la palabra.

La veo toda ilusionada, pero nerviosa a la vez y me provoca cierta ternura. Todavía me pregunto cómo es posible que yo haya acabado siendo pareja de alguien como ella. Quizá porque nuestro avión se estrelló en medio de la nada Quique? Recuerdas eso? Claro que no… no recuerdas nada… Dios, siento mucha impotencia cada vez que no recuerdo algo que quiero recordar. Es decir, siento impotencia todos los días desde que me desperté en aquella UCI.

Tocan al timbre al poco tiempo de irse Álex y Marta. Por un momento pienso que son ellos, dispuestos a llevarme a casa porque han recapacitado y les parece una locura que me quede. Es que es una locura coño. Es como forzar alguna cosa, aunque no siento que esté forzando nada. De hecho he aceptado quedarme hasta con ganas de hacerlo. Al abrir la puerta, me encuentro con la amiga de Malú, y, se supone, que también amiga mía. Vero. Me abraza gritando, con una reacción un tanto excesiva para mí. A su lado, Juliet me mira sorprendida e ilusionada hasta que consigo librarme de Vero y me abraza. De la mano de Juliet hay una niña pequeña, creo que no la he visto nunc a y no consigo deducir quién es.

-Es Lucía – me susurra Malú a mi espalda provocándome un escalofrío –

-Oh… Lucía! – hago como si la conociera – cuánto tiempo sin verte pequeña!

La cojo en brazos y se aferra a mi cuello con fuerza. Caramba, parece que me llevo bien con ella. Ahora caigo quién es. Es la hija de Vero. Aquella que saqué de un colegio en llamas. Dios, pero en qué me he convertido? En Spiderman? Me ha podido pasar alguna cosa más en estos meses? Alguien más quiere poner su vida en peligro para que yo actúe? Me siento ridículo pensando todas esas cosas. E incrédulo, sobre todo con la historia de la niña. Hasta que no lo recuerde, no me creeré del todo que me descolgué de un segundo piso en llamas con ella en brazos y no nos pasó nada. Por qué mi vida se ha convertido en algo tan poco creíble? Es que me lo cuentan de otro y me reiría pensando que están exagerando. Pero me cuentan todas esas cosas tan serios que ya dudo… ya incluso me creo que sea verdad.

-Quique, estás bien?

La voz preocupada de Malú y la cara de Vero me hacen volver a la realidad. Me miran asustadas. Quizá me he quedado demasiado tiempo pensando.

-Si si… - afirmo no muy convencido, otra vez ese pinchazo en el lado izquierdo de la cabeza –

Malú me mira no muy convencida. Sonrío forzadamente para que no se preocupe, pero cuando camino tras ellas, vuelvo a sentir ese mareo. Joder, menudo viaje me está dando ese puto dolor. Por qué no desaparece?

-Qué alegría verte aquí! – Vero vuelve a abrazarse a mí – Has visto Lucía? El tito Quique ha vuelto!

La niña me mira ilusionada y algo tímida. Qué adorable. Todo es adorable. Todos me miran con cara de que yo también soy adorable. Me da la sensación de estar en la casa de la piruleta, y que, de un momento a otro, entrarán unos enanos, también adorables, bailando graciosamente mientras todo se cubre de lluvia de chocolate. Joder… tengo que parar esos pensamientos absurdos o creerán que necesito un médico. En realidad creo que lo necesito… necesito que un médico me diga cómo cojones he podido olvidar esta vida. Me lo pregunto en todo momento. Más aún cuando veo a Malú sonriente con Lucía en brazos. Cómo he podido olvidarme de alguien como ella? Es tan absurdo… es tan guapa… joder! Y esta noche voy a quedarme aquí… con todo lo que ello supone… creo que he perdido el norte y comienzo a hacer cosas extrañas. Como quedarme a dormir en casa de la novia perfecta que no recuerdo. En qué cabeza cabe? Solo en la mía, que parece estar vacía.

-He pensado que puedo quedarme esta noche con Juliet – dice Vero provocándole a Malú un gesto de sorpresa – así Quique podrá estar tranquilo… - dice como si tal cosa – Richard va a venir a recogernos de un momento a otro.

La cara de Malú es todo un poema. Supongo que igual que la mía. Resulta que nos vamos a quedar solos esta noche. Pues genial, dónde está la cámara? Exijo que se acabe ya esta broma.

-Hemos pasado por aquí porque Juliet quería verte – me mira con cara de ternura – te echa mucho de menos… a ver cuando esa cabecita vuelve a su lugar anda…

-Vero! – exclama Malú regañándole –

-Qué? Solo digo lo que pensamos todos… se te echa de menos Rick – me sonríe –

No puedo evitar reirme. Qué mujer tan directa.

-Mira, ya está aquí – Vero sale corriendo a la puerta y vuelve con Richard de la mano –

-Amigo! – Exclama Richard – cómo estás? – me abraza y le correspondo – qué alegrío verte…

-Se dice alegría cariño… - dice Vero poniendo los ojos en blanco – no hay manera de enseñarle a no cambiar la última letra…

Tras una conversación un tanto fugaz, se disponen a irse. Parece que tienen prisa. Parece que todo pasa muy rápido porque, cuando me doy cuenta, me encuentro de nuevo en el salón, con Malú, sentados en el sofá, viendo la televisión. Pues estupendo, forcemos más las cosas si cabe.

-Qué te apetece ver? – pregunta mirándome –

-Podríamos verte… - respondo sin darle importancia – no es hoy el programa?

-Ah no… - niega con el dedo – que me da vergüenza…

-Vergüenza por qué? Pero si ya te he visto… - digo restándole importancia – pon Telecinco… vamos…

-Que no! – coge el mando a toda prisa – que me niego…

-Pero que quiero verlo! – exclamo – vamos! Dame el mando…

-Que no! – comienza a reírse y forcejeamos – que no Quique, que no quiero!

-Que me des el mando! – comienzo a reirme yo –

Cuando quiero darme cuenta, estoy casi sobre ella, en el sofá. Y siento unas ganas de besarla que no había tenido hasta ahora. Qué ocurre? Qué me pasa? Por qué no quiero moverme de aquí? Por qué no me siento raro así? Nos miramos en silencio unos segundos y, tras un momento en el que creo que vamos a besarnos, Malú se aparta con una cara que no consigo descifrar.

-Me… me disculpas un momento? – creo que tiene hasta cara de susto. Me aparto sin decir nada –

Desaparece por el pasillo y me quedo allí, arrodillado en el sofá, con cara de póker. Qué acaba de pasar? Me ha resultado tan familiar… coño, pues claro que me ha resultado familiar. Que es tu novia cojones! Que habréis estado así millones de veces… Debo reconocer que me gusta tener la sensación de haber vivido algunas cosas con ella… me reafirma en la idea de que sigue en alguna parte de mi mente.



No no no no… Malú qué estás haciendo? Me miro al espejo y bajo la mirada. Dios, cómo se te puede ir tanto la olla? Qué hubiera pasado si le besas? No lo estropees joder! No lo hagas! Vale… respira… respira hondo… no pasa nada… joder! Pero es que ha estado tan cerca… Y me he imaginado por un momento que íbamos a acabar haciendo el amor en el sofá… y lo recordaría todo, y me comería a besos, y lloraríamos mientras volvemos a hacerlo una y otra vez. Dios! Para! Me miro al espejo de nuevo. Para Malú. No fuerces las cosas… no lo hagas… ahora sales del baño, bajas como si tal cosa, te sientas a su lado y pones el programa… y se pasa esta noche y mañana ya veremos… Joder, esta noche… dónde va a dormir esta noche?

Bajo las escaleras temerosa. Seguro que me mira con cara de no entender nada. Tú como si nada… tú normal… normalidad…

-Estás bien? – se gira al escucharme y pone gesto preocupado –

-Si, claro… - sonrío – venga, vemos el programa… - me siento a su lado como si tal cosa – pero ni un comentario eh? – le apunto con el dedo –

-A sus órdenes jefa… - susurra –

Jefa… joder… cierro los ojos un segundo para no ponerme a llorar. Cada vez que me llamaba jefa me moría de amor. Igual que ahora.

Me tapo la cara cada vez que digo un comentario jocoso en el programa. Por qué soy tan ridícula? Le escucho reírse con ganas… ay… esa risa… esa risa que me volvía loca y que sigue haciéndolo como el primer día. Y si apago la tele, me siento encima de él y acabo con esta tontería? Le quitaba la amnesia en un momento. Dios! Malú! Quieres parar? Guarda todos esos estrógenos de una puta vez…

-Desde luego que das unos momentazos… - dice riéndose –

-Calla… - me tapo la cara avergonzada – y eso que estaba triste…

-Triste? – me mira extrañado y pongo cara de no tener que haber dicho lo que he dicho –

-Si… bueno… - suspiro – da igual  

-Por qué estabas triste? – se acerca a mí poniendo una mano en mi pierna –

Sé que es un gesto que no tiene ninguna pretensión, pero noto un calor que empieza a quemarme…

-Pues… - carraspeo – estaba triste por no estar contigo…

Boom. He soltado la bomba encima de la mesa y la he hecho añicos. Sonríe tímidamente sin mirarme. Ahora es cuando va a decir que se siente mal y debe irse, y me voy a quedar aquí, llorando como una imbécil.

-Me gusta tu sinceridad… - sonríe – bueno… creo que no conozco nada de ti que no me guste…

Cómo? Ha dicho eso? Alguien que me sujete por favor, que me voy a caer redonda al suelo. No puede ser… Por un momento, se me olvida que sigue con amnesia. Por un momento, me traslado a esos primeros días… donde nos estábamos conociendo… donde todo era precioso y peligroso a partes iguales…

-No sabes cuánto me gustaría acordarme de nosotros… - baja la cabeza algo entristecido – nos han tenido que pasar cosas muy bonitas…

Ya está, no puedo más… o le beso o me pongo a llorar. La segunda opción es la que elijo. Va a pensar que soy una bipolar de mierda. Pero no lo puedo evitar… comienzo a llorar sin consuelo.

-Malú… - susurra –

Me abraza y me aferro a él. No puedo más. No puedo con esto… pensaba que podría… pero no puedo estar aquí con él y no tener ni un puto gesto cariñoso. No lo soporto. No soporto ver como se me escapa de las manos todo ese amor que teníamos. Me agarra de la barbilla, obligándome a mirarle. Ahora si que no puedo. No puedo evitarlo.

-Perdóname… - susurro –


Tras pedirle perdón, me acerco lentamente a sus labios. Noto como se sorprende, pero no se aleja, no lo hace y no sé por qué. Y por fin, tras tanto tiempo, nuestros labios vuelven a unirse y siento que, aunque han cambiado muchas cosas, lo esencial, lo importante, no ha cambiado…   

1 comentario: