Me cambiaba rápidamente, notaba como por mi cuerpo fluía la
adrenalina del directo. Si hubiera tenido más tiempo, me hubiera sentado en un
rincón a llorar, pero no había tiempo para eso, solo para sonreír. Estaba
siendo perfecto, mi voz estaba haciéndome caso. Ahora llegaba una canción que
pensaba vivirla con todas mis fuerzas. Pensaba cantársela a él. Estaría
viéndome verdad? Habría visto cuando me toqué la pulsera? Supuse que sí… estaba
tan nerviosa… una vez vestida adecuadamente con ese vestido negro corto, corrí
hasta llegar a la plataforma que me sacaría de nuevo al escenario, a uno de los
pasillos que se abrían paso entre la gente. Estaba tan lleno que me daba pavor.
Pavor y emoción a partes iguales.
-Dicen que lo nuestro está prohibido – comienzo a cantar casi
susurrando - que es el veneno del
pecado y un mal trago del destino – dirijo mi mirada hacia donde sé que debe
estar - que sólo somos dos
amantes a escondidas que tú me
harás una infeliz toda mi vida… qué
me importa... si te quiero qué me importa. – cierro los ojos y camino hacia el
borde de aquel pasillo y señalo hacia su zona -
-Dicen que esta historia está acabada que estoy ciega porque sigo enamorada… que tus "te quiero" son el
fruto del vacío… que tú algún día
me echarás de tu camino… - cojo aire y alzo el tono - dicen que vivimos una farsa y es
mentira! Diles!, que nuestro amor
es grande como el universo que en
este corazón me sobran sentimientos – me toco el pecho e intento buscarle - entre huracanes de pasión sin límites…
diles, que vivo y muero para
darte amor…
La canción me da un respiro, miro hacia abajo y veo a la gente
enfervorecida. Sonrío. Miro de nuevo esa zona y agudizo mi visión. Seguro que
me lo estoy imaginando, pero creo ver dos brazos cruzados en el aire. Me van a
detener, pienso. Vuelvo a sonreir ampliamente, ya sé donde está.
-Sólo con mirarte yo te intuyo, te
adivino entre caricias y
promesas, yo construyo mi castillo eres
mi bálsamo, mi cura, de mi soledad abrigo, la inocencia que me inunda, eres mi amante, eres mi amigo. Tú – le señalo -, eres el aire de mi
cielo… y aunque la gente nos
señale será solo un burdo intento… nosotros volaremos alto como el viento ente la inmensidad de un nuevo
firmamento… Como!!! – pongo el micro para que canten todo el estribillo -
-Con
el velero de tu sonrisa, llévame
lejos, cúrame esta herida… donde
los sueños se hacen siempre eternos donde
el deseo quema a fuego nuestros cuerpos... – alzo la voz y pego un grito que me
suena desgarrador… me apetecía hacerlo. Me repongo y vuelvo a mirar adelante,
señalando - Diles, que nuestro
amor será infinitamente eterno, que
cuando me besas el mundo calla en su silencio entre
huracanes de pasión sin límites… diles
que vivo y muero para darte amor... – descubro estar emocionada, con las
lágrimas a punto de brotar, acabo de vivir un momento mágico… - diles… - agacho
la cabeza y sonrío –
El aplauso me retumba en los oídos, le busco de nuevo entre
tantas manos y creo distinguirle. Sonrío y bajo la cabeza para no caerme.
Deshago aquel pasillo, paso a paso, despacio, llega un momento muy bonito para
mí.
-Bueno… como sabéis… tengo, afortunadamente, muchos amigos
que han querido cantar conmigo alguna canción… - empiezo a escuchar los gritos
– no se si recordáis el primer palacio, cuando vinieron tantos amigos a cantar
conmigo… - sonrío – y hoy… les tengo aquí… conmigo… - miro a la esquina y veo a
Manu – el primero de ellos es un cantante al que admiro… un amigo… con todas
las letras… y casi un hermano… - cojo aire – Manuel Carrasco!
Manu sale sonriente, saludando al público que ha empezado a
enloquecer. Nuestro tema, “Que nadie” es casi un himno, se lo sabe todo el
mundo y canta a coro con nosotros, sin descanso. Quedan muchos dúos esa noche,
he querido que sea así, he querido que la mayoría de los que han cantado
conmigo estén esa noche tan especial conmigo. El concierto se va a alargar más
allá de las 3 horas, pero me da igual, y me alegra ya que nadie de los allí
presentes sabe toda la gente que va a pasar por allí.
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