-Entonces, tienes trabajo? – me mira ilusionada –
-Es temporal Malú… es una baja de un par de meses… y como
nadie quiere trabajar en ambulancia…
-Pero si tiene que ser súper
interesante…
-Y super estresante también… - resoplo – pero bueno, un
trabajo es un trabajo, y ya estoy viviendo bastante de ti…
-No sé cómo dices eso, si te has empeñado en pagarlo todo a
medias… - tuerce los labios sin mirarme –
-Todo no, la hipoteca la estás pagando tú… - digo serio –
-Pero vamos a ver… - se revuelve – qué más da?
-Cómo que qué más da? Si tu pagas la hipoteca, yo pago todo
lo demás… y ya lo hemos hablado… no voy a estar viviendo aquí de gorra - doy por zanjada la conversación –
-Eres un cabezota… - niega con la cabeza –
Salimos de casa, dispuestos a dar una vuelta y tomar algo por
la zona. Es octubre, pero sigue haciendo una temperatura agradable para pasear.
Malú cierra con llave la puerta y se agarra a mi mano. Los periodistas hace
días que nos han dejado tranquilos, la verdad es que no nos han molestado
mucho. Deben pensar, para qué? Si con mirar twitter ya no nos hace falta
interrogaros.
Malú saluda con la mano a los vecinos de enfrente, una pareja
de unos 60 años. No son conocidos mediáticos, pero, por lo que me ha contado,
son de pasta. De mucha pasta. De hecho, esa casa es una de sus múltiples
propiedades y paran poco por aquí. Por eso me he empeñado en pagar las cosas a
medias, tenía dinero ahorrado, el suficiente como para no dejar que Malú corra
con todos los gastos.
Justo después de saludarles con la mano, observo como van a
subirse a su coche. Un coche imagino que carísimo. Qué bestialidad de ruedas.
Presencio perfectamente como se desploma aquel hombre en la carretera, justo
antes de abrir la puerta del coche. Miro fugazmente a Malú, que también ha
presenciado la escena, y cruzo corriendo la calle hasta llegar a su altura.
-Paco! Que te pasa? – grita la mujer nerviosa –
-Oiga… - doy varias palmetadas en sus mejillas, sin obtener
respuesta – Joder…
Maldigo cuando pongo mi mano en su cuello. O no encuentro el
pulso, o no lo tiene. Pego mi cabeza a su pecho, intentando encontrar latido,
pero no, no lo hay.
-Llama a una ambulancia – exclamo hacia Malú – está en parada…
Me remango en un segundo y comienzo a hacer la maniobra de
RCP. Por mi cabeza pasan diferentes opciones. Tiene que haber sido un infarto.
De hecho, todavía recuerdo aquella nochebuena, a las puertas de mi
hospital. Yo me encontraba fumando un cigarrillo, tomándome un descanso, cagándome en la puta por estar de guardia una noche así, había
sido una guardia dura. Y, como por arte de magia, el hombre que esperaba
hablando por teléfono en la puerta, se desplomó. Las 4 de la mañana, llovía, y
yo corrí a hacerle el masaje cardíaco. No sé por qué me estoy acordando de eso,
quizá porque fue la primera vez que tuve que hacerlo en una persona de verdad y
no en un maniquí.
-Pon el manos libres… - Malú me obedece, está palida – Hola,
necesito una ambulancia urgentemente – digo con tono seguro – tengo una parada
cardiorrespiratoria en un hombre de unos 60 años, estoy haciendo masaje.
-Está seguro que está en parada? – me contestan desde el
teléfono –
-Soy médico cojones! Daros prisa! – doy la dirección exacta –
-Siga haciendo el masaje, no pare – me ordenan desde el
teléfono… pues claro, no pensaba en otra cosa que dejar a ese hombre ahí
tirado, no te jode –
La llamada acaba rápidamente. Sigo imprimiendo toda la fuerza
que puedo sobre el pecho del vecino de Malú. La mujer está al borde del
colapso. Se ha formado un pequeño corro a mi alrededor de curiosos, de vecinos
alarmados por los gritos de la mujer.
-Puedo hacer algo Quique? – pregunta Malú asustada –
-Entra a por mi maletín, corre – sale corriendo – está en el
armario! – resoplo – maldita sea, vamos… - alzo la voz – alguien sabe si hay un
gimnasio, un centro deportivo o algo así por aquí cerca?
-El club deportivo está aquí al lado – responde una voz
detrás de mí –
-Tienen que tener un desfibrilador, que alguien vaya cagando
leches y me lo traiga! – escucho como alguien sale corriendo -
No sé cuánto ha tardado Malú, pero ha sido poquísimo. Abre el
maletín temerosa, mirándome interrogante.
-Vale, recuerdas cuando me pusiste la inyección en la isla? –
asiente asustada – carga la jeringuilla al 1, coge una de las ampollas donde
pone Adrenalina y ábrela.
No me responde, solo actúa. Me estoy cagando en la puta,
estoy cansado y no sé cuanto tiempo va a tardar la puta ambulancia. Malú me
mira con cara de pánico con la aguja cargada.
-Bien… - digo sin parar de dar masaje – hay que ser rápidos,
podrás hacer tú masaje mientras le pongo esto? – señalo con la cabeza a la
jeringuilla. Malú me mira asustada – solo tienes que poner las manos como yo y
dejar caer tu peso sobre el pecho, a la misma velocidad que voy yo, de acuerdo?
– asiente – vale…
Hacemos el cambio. Observo de reojo cómo lo hace,
asegurándome que imprime una fuerza aceptable. La primera vez que haces un
masaje cardiaco no tienes ni puta idea de si lo estás haciendo bien o no, seas
médico o cantante, eso es así. Sé que está pensando que no lo está haciendo
bien, pero no es así. Agarro el brazo de aquel hombre e
inyecto la dosis de adrenalina. Al hacerlo, Malú me mira como pidiéndome que
siga haciéndolo yo.
-Bien… ya está… - volvemos a hacer el cambio – ahora coge el
ambú.
-El qué? – pregunta temerosa –
-La mascarilla que tiene una bomba detrás – señalo el maletín
– pónselo en la cara, que entre la boca y la nariz – me obedece – bien, cuando
yo te diga, le darás dos veces de acuerdo? No tienes por qué hacerlo rápido,
solo tiene que entrar el aire – asiente. Noto como le tiemblan las manos – dale
– me obedece y aprieta dos veces el ambú – bien…
Cuento mentalmente las veces que hago la compresión torácica
y vuelvo a ordenarle que apriete el ambú. Rezo para que lleguen pronto los de
la ambulancia. Escucho los susurros de la gente detrás de mí, pero no quiero
volverme, ni alzar la vista. No se donde está la mujer, pero creo que alguien
la ha apartado de la escena de una forma muy inteligente.
-Vamos joder… aguanta… - imploro –
Noto como caen las gotas de sudor por mi frente. Miro el
reloj sin dejar de hacer el masaje. Llevo 4 minutos. No deben tardar mucho más,
nada más con recibir un aviso así, se sale a toda prisa de la unidad, lo sé de
sobra. Tengo que seguir manejando la situación. Escucho las voces de alguien
que se acerca corriendo a nosotros.
-Lo tengo! – el hombre deja el desfibrilador en el suelo y se
aparta de la escena -
-Bien – observo por encima el desfibrilador, es como el de
los estadios de fútbol – vale, es sencillo de acuerdo? Necesito que me releves
y que no pares de hacer el masaje vale?
-No te vayas… - me suplica –
-No me voy, solo voy a preparar esto… - le hago un gesto con
la cabeza – lo haces muy bien, vamos, solo será un momento…
Me obedece y comienza a dar el masaje. Resopla casi
imperceptiblemente, soy consciente de lo mal que lo está pasando. Enciendo el
desfibrilador y descubro el pecho del hombre. Malú me ha obedecido, no deja de
hacer el masaje, parece totalmente concentrada. Pego las pegatinas de manera
correcta.
-Para un segundo, tiene que analizar el ritmo – Malú me
obedece instantáneamente – vamos… - observo la pantalla – Mierda… - reanudo yo
el masaje –
-Qué pasa? – me mira completamente asustada –
-No se le puede dar la descarga… - me mira interrogante – no sirve
si no está en un ritmo determinado… me cago en la puta…
Sin decir nada, vuelve a coger el ambú. Nos miramos
fugazmente. Tengo el corazón a mil.
-Vamos joder… fibrila… - imploro – ponte de nuevo, voy a
pincharle – me obedece – tiene que funcionar cojones… tiene que funcionar… -
suelto la jeringuilla en el suelo – para un segundo...
Observo de nuevo la máquina. Fibrilación ventricular.
-Vale, aparta Malú, fuera todo el mundo! – grito y noto como
el corrillo que se ha formado, ahora bastante más grande, da un paso para atrás
– vamos – le doy al botón y la máquina realiza la descarga – hay que seguir… -
observo en la pantalla que no hay pulso todavía -
-Dios… - susurra Malú –
-Va a funcionar… - sigo haciendo el masaje – reacciona joder!
Sigo dos minutos, tal como me indica el desfibrilador, y
paro. Vuelve a estar en fibrilación ventricular y vuelvo a repetir el mismo
proceso. Esta vez, en la pantalla, aparece un latido.
-Ya está – exclamo aliviado – lo tenemos…
-Esta vivo? – pregunta temerosa –
-Si, ahora si… -sigo con el masaje –
-Sigo haciendo esto? – dice sosteniendo el ambú -
-Si, si paramos se puede volver a parar… solo se para el
masaje cuando llega la ambulancia o cuando el paciente despierta… - Malú me
mira sorprendida – sigue dándole al ambú, lo estás haciendo muy bien…
Pocos instantes después, escucho la ambulancia a lo lejos.
Miro el reloj, no está mal, 7 minutos. La gente se aparta mientras escucho la
sirena cada vez más cerca. Veo de reojo como bajan 3 sanitarios a toda prisa de
la ambulancia.
-Ha salido de la parada a los 6 minutos con la segunda
descarga. No he dejado de hacer masaje. Lleva dos ampollas de adrenalina y
llevo 7 minutos de masaje.
-Eres el médico que ha llamado a la central? – pregunta sorprendido
uno de ellos. Asiento – Cuanto ha pasado desde la parada hasta que has iniciado
RCP?
-Nada, segundos… he visto como se desplomaba…
-Perfecto… cógele una via – indica el médico a la enfermera,
que me mira como si me hubiera reconocido –
Me levanto del suelo totalmente agotado. Malú se aparta de la
escena, está como en shock.
-Ya está… - me acerco y la abrazo –
-Nos lo llevamos al hospital – ordena el médico – trae la
camilla… - se gira hacia mí – de donde has sacado el desfibrilador?
-Del centro deportivo de aquí al lado – contesto –
-Pues menos mal… - susurra mirando el electrocardiograma que
acaban de hacerle – parece un infarto.
-Se ha desplomado cuando iba a subir al coche – le indico –
no le he cogido vía porque no tengo instrumental…
-Bastante has hecho tío… habías hecho esto antes? – pregunta sin
mirarme – en la calle me refiero…
-He estado en ambulancia unos meses… - confieso –
-Estaba solo?
-No… estaba la mujer pero creo que se la han llevado… - alzo
la mirada y la veo aparecer entre la gente –
-Paco! – grita llorando – como está? – pregunta dirigiéndose
a mí -
-Lo llevamos al hospital señora, parece que ha sufrido un
infarto pero hay que hacerle pruebas…
-Está vivo? – pregunta asustada –
-Si, pero hay que llevarlo rápidamente – contesta el médico
levantándose – tiene cómo ir?
-La llevamos nosotros Concha – responde Malú con voz segura –
-Recuérdame que no volvamos a salir a dar un paseo… - me
tumbo en el sofá, agotado –
Malú me mira negando con la cabeza. Venimos del hospital, ya
es de noche. Hemos querido quedarnos hasta asegurarnos que el hombre estaba
bien. La mujer no ha parado de agradecernos lo que hemos hecho por su marido,
no quería quedarse sola hasta que llegase alguno de sus hijos. No tengo ni
hambre, solo me pesa todo el cuerpo.
-No sé cómo puedes tener toda esa información en la cabeza… -
dice Malú sentándose a mi lado – sabías lo que había que hacer en todo momento…
-Es mi trabajo Malú… - le resto importancia – además… ahora
tú también sabes lo que hay que hacer…
-Uy si, lo tengo clarísimo… - dice irónica –
-Me he buscado muy buena ayudante… - dejo un beso sobre su
pelo – aprendes rápido jefa…
-He tenido mucho miedo… - confiesa – no se… les conozco… ha
sido muy… joder, estaba cagada…
-Ves? Por eso no me gusta del todo trabajar en la ambulancia…
- me alzo de hombros –
-Ya te he visto resucitar a dos personas ahora que lo pienso…
- alza su mirada hacia mí – estoy viviendo con House…
-Jajajajajaja! – estallo en una carcajada – idiota…
-Qué tranquila estoy teniendo el mejor médico del mundo en
casa…- dice mimosa, abrazándose a mí – ya te has hecho famoso en el vecindario…
-Verás qué gracia cuando vengan a hacerme consultas…
-Oye, pues es buena opción si algún día no me va bien con lo de la canción…
- pongo los ojos en blanco – montamos una consulta privada y yo hago de
enfermera…
-Mmm… enfermera eh? – digo insinuante –
-Tu no estabas cansado? – dice haciéndose la interesante –
-Contigo yo no me puedo cansar… - me tumbo sobre ella
mientras escucho como se ríe -
Sube el siguiientee!! Pliiis
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