sábado, 4 de octubre de 2014

CAPÍTULO 66: SE NOS ROMPIÓ EL AMOR

Decía la verdad. Como he podido ser tan tonta? Cómo he podido desconfiar de él? Me siento tan sucia… no quiero imaginarme el daño que le ha hecho que no confiase en él. Pienso en llamarle pero me da una vergüenza tremenda. Lleva llamándome días y yo ni siquiera he dado señales de vida. Vero me ha insistido, me lo ha explicado una y otra vez pero estaba ciega. No veía la realidad. Cómo va a engañarme Quique?

Son las 4 am. Doy vueltas por la cama sin poder conciliar el sueño. Cojo el móvil y, decidida, le escribo. Al momento, veo que se conecta. Y se desconecta sin hablarme. Tengo muchas ganas de llorar. No quiere saber nada de mí. Normal, le eché de casa, le llamé de todo, me arranqué el colgante, con todo lo que eso significa, y no le he dejado explicarse. Y ahora, tonta de mí, voy corriendo a buscarle cuando me han puesto la verdad en la cara. Y la verdad la tenía él desde el primer momento. Soy una estúpida. Escucho como cae la lluvia. Una tormenta de verano, de las que me gustan… y ahora la odio, odio todo lo que me rodea.

Cuando pienso que voy a poder quedarme durmiendo por fin, el sonido del timbre me asusta. Por un momento pienso en no levantarme, será algún gamberro, son las 5am. Ante la insistencia, decido levantarme, temerosa por quién podrá ser. Cuando llego al telefonillo y veo la cámara, se me para el corazón. Abro a toda prisa. Su imagen, mojándose por la lluvia, andando hasta mí, me paraliza. Llega hasta la puerta y se encuentra conmigo, observándole. No sé qué decir, no sé qué hacer. Solo acierto a lanzarme a sus brazos. Ya está, me ha perdonado, se acabó eso de sufrir, ya vuelve a estar conmigo.
Me separo de él para poder besarle. Me recibe, pero noto algo extraño. Tras unos momentos besándonos, me coge de los brazos y me separa. Su mirada no me gusta, me está asustando.

-Tenemos que hablar – dice serio –

No acierto a decir nada. Encamina el pasillo, resoplando, rascando su cabeza. Está empapado. Se quita la chaqueta casi por obligación y se apoya en el respaldo del sofá.

-Quique… yo…

-No… - no me deja seguir – cuando he visto tu mensaje lo único que me apetecía era venir a besarte… y sigo teniendo ganas… - me acerco pensando que se refiere a que quiere hacerlo – pero… - no sigue hablando –

-Pero qué? – pregunto temerosa –

-Pufff… - resopla – Malú… - resopla de nuevo – no puedo…

Ese “no puedo” cae sobre mí como un jarro de agua fría.

-No podía contarte esto por móvil. Tenía que venir…

-Siento mucho lo que pasó Quique, yo… - me apresuro en intentar explicarme –

-Ahora debería de dejar que te explicases no? – su tono de reproche, pero triste, me parte en dos – te quiero… - mira al suelo – no sabes cuánto…

-Quique… - susurro –

-Pero… - me acaricia la cara fugazmente y luego aparta su mano y su mirada de mí – no me siento mejor después de haber demostrado que no he hecho nada… - resopla – lo que me habría hecho sentir mejor es que me creyeras…

-Pero Quique, yo pensé que…

-Yo pensé… - niega con la cabeza – te he dado algún motivo para desconfiar de mí? Joder… no te demuestro nada todos los días? – alza un poco el tono de voz – no me lo merecía Malú…

-Lo sé… lo siento… - intento acercarme a él pero me separa –

-Te aseguro que esto me va a doler a mí más que a ti… - dice con tono triste – pero no puedo Malú… - me quedo muda, mirándole con miedo – no puedo con esto… no puedo pensar en ti y ver la mirada del otro día… no me dejaste ni explicarme, y lo que dije no sirvió de nada…

-Pero…

-No… - pone una mano entre nosotros – no confías en mí… y no vale de nada todo lo que te demuestro todos los días… - intento hablar pero no me deja – no ha valido de nada… a la primera de cambio me has echado y me has llamado de todo…

-Quique, vi las imágenes y yo… - tengo muchas ganas de llorar… me está dejando? –

-Tú qué Malú? – pregunta abatido – de verdad fuiste capaz de pensar que voy a cambiarte por alguien? por alguien como esa? Que me voy a olvidar de todo lo que ha pasado entre nosotros y me voy a ir con otra? – cada pregunta que lanza, se me clava en el estómago – De verdad pensaste que soy así? Un traidor? No me conoces?

No puedo contestar. Sé que tiene razón… pero no puede ser que me esté dejando, no puede ser que, después de haberlo aclarado todo, me esté dejando.

-Malú, cuando te he visto… - resopla y mira al suelo – tenía tantas ganas de abrazarte… - noto cierto tono de rabia en sus palabras – pero me has hecho demasiado daño…

Ahora si que me acaba de atravesar una estaca el corazón. Se me acaba de partir. Incluso he notado como los pedazos iban cayendo al suelo. Le he hecho daño. Más del que nadie le había hecho nunca. Jamás me había sentido tan mal ni tan culpable.

-No puedo estar contigo como si nada… - suspira con rabia – no puedo mirarte y saber que no confías en mí…

-Claro que confío en ti! – me apresuro a decir –

-No mientas… no lo has hecho… - dice triste – es mejor que dejemos de vernos un tiempo.

Creo que voy a desmayarme. No puede ser. Me está dejando. Y siento que no voy a poder convencerle.

-Quique… por favor… - suplico con lágrimas en los ojos –

-Voy a irme a casa… necesito salir de todo esto y estar tranquilo… - su voz suena a excusa – si me quedo en Madrid, no podría soportar no venir a verte.

-Quique…



Me acerco a él llorando. No se aparta. Me abraza, me abraza muy fuerte. Noto como huele mi pelo, como hacía en la playa pensando que yo no me daba cuenta. Cómo he sido tan estúpida de pensar que este hombre iba a traicionarme? Le he perdido. Ese pensamiento hace que sienta un miedo tremendo, que me estremezca, que se instala en mi corazón y hace que note las palpitaciones.

-Te quiero… - vuelve a decirme – que no se te olvide vale? - acaricia mi pelo con cariño, solo un instante - Pero no puedo...

-Quique…

Le miro y, sin poder remediarlo, le beso. No se aparta, pero noto como está tenso. Me separa despacio. Puedo ver sus ojos rojos, llenos de lágrimas.


-Lo siento Malú… - cierra los ojos fuerte, mirando al suelo – tengo que irme…


Deja un beso en mi pelo y comienza a andar hasta la puerta. Cuando casi ha salido del salón, saca un cordón de su bolsillo. Lo deja encima de la mesa, sin mirarme. No puedo moverme, no me responden las piernas. Veo el colgante encima de la mesa y no soy capaz ni de cogerlo. Escucho la puerta y ese es el detonante para que mi cuerpo responda. Y solo sabe responder llorando. Me dejo caer en el suelo, siento que no voy a poder parar de llorar en horas. Le he perdido. Le he perdido por mi culpa. 

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