No sé qué hago aquí. Tengo una sensación tan extraña. Camino
por el aeropuerto, observando letreros en alemán e inglés. Hace frío… joder, es
verano todavía y hace frío. Cojo un taxi, el taxista no sabe inglés. Maldita
sea, como si yo supiera chapurrear el alemán. Consigo darle la dirección del
hotel buscándola en el móvil. Abro el whatsapp… no tengo ningún mensaje. Miro
su última hora de conexión, casi por inercia. Hace horas que no se conecta.
Creo que estará en el vuelo a México.
Mi gesto de resignación que llevo desde que he aterrizado en
esta ciudad donde no ha parado de llover, cambia al ver el tremendo edificio.
Menudo hospital… no se ni cuántas plantas debe tener. Una ligera sensación de
ilusión se instaura en mí. Bajo del taxi y entro al hospital. Reformado,
reluciente por dentro. Es alucinante. Estoy maravillado. Voy de traje, elegante, preparado para una entrevista de trabajo que ni siquiera sé como he aceptado. Me dirijo gracias a
las indicaciones de una enfermera al despacho del director. La secretaria me
invita a pasar amablemente, estoy muy nervioso.
-Doctor Valverde, pase, qué puntual! – habla un perfecto
inglés -
El doctor Kohl me recibe casi con los brazos abiertos. Es un
hombre de unos 50 y pico años, pelo canoso, gesto serio y amable a la vez.
Porta una bata impoluta.
-Buenos días Doctor Kohl, un placer conocerle – saco a relucir
toda mi cortesía –
-Vamos, siéntese – dice amablemente – ha llegado en un día
lluvioso, el tiempo por aquí no es igual que en España.
-Eso he notado – digo sonriendo –
-Bueno… - se pone a rebuscar en unos papeles – he estado
revisando a fondo su curriculum… brillante… - noto como me ruborizo levemente –
ha formado parte de muchos trabajos de investigación importantes… y su ponencia
en el congreso internacional es francamente interesante…
-Muchas gracias… - digo algo avergonzado –
-Por eso nos hemos puesto en contacto con usted. Necesitamos
médicos jóvenes, comprometidos… que les guste la investigación y el trabajo
duro.
El doctor Kohl me enseña la totalidad de las instalaciones.
Son alucinantes. Menudos quirófanos, aunque no creo que los pise demasiado. Las urgencias se organizan de una manera tan diferente que creo que
no sabría trabajar allí hasta que no estuviera semanas día a día acomodándome.
-Bueno… qué le parece?
-Es impresionante… - digo sincero –
-No hemos hablado de las condiciones del contrato – se sienta
en su sillón – sería de dos años prorrogables.
-Dos años? – pregunto sorprendido –
-Si… ocurre algo? – pregunta descolocado –
-No… eh… no, claro que no.
Tras seguir hablando de las condiciones y marearme al escuchar
lo que me iban a pagar, salgo del hospital contrariado. Aquí tendría un buen
trabajo, con un buen horario, un buenísimo sueldo y un currículum brillante.
Todo lo que nunca me ha importado demasiado. Qué hay de lo demás? Mis padres…
mi hermana… mi familia… mis amigos… y ella, sin querer, viene a mi mente de
nuevo. Maldita sea. Me han dado hasta mañana para contestar, el doctor Kohl
pretendía que le contestase ya. Por lo visto hay más candidatos y yo he sido el
primero.
La televisión del hotel es una basura. Todos los canales en
alemán, no entiendo nada. Decido apagarla, está anocheciendo y estoy cansado.
La conversación con mi madre no me ha aclarado nada… ella, como todas las
madres, quiere lo mejor para mí… pero sé, por su voz, que no le hace ninguna ilusión
que su hijo se vaya a Alemania, como mínimo, 2 años. Miro por la ventana, odio este tiempo. Lleva todo el día lloviendo sin parar.
De pronto, mi móvil suena. Cuando veo el nombre es algo que
no puedo explicar. Lo que siento no lo puedo explicar. Mi primer impulso es
cogerlo con una sonrisa en la cara. Me sorprendo.
-Si? – contesto temeroso –
-Emmm… hola…
Su voz, tímida, al otro lado del teléfono, me hace
estremecerme. Hace días que no la escucho. Muchos días.
-Te pillo en mal momento? – pregunta temerosa –
-No… claro que no… - noto como tartamudeo sutilmente – qué
tal?
-Bien… - su voz no suena muy convencida – es que… me apetecía
escucharte… perdona que te haya llamado.
Dios… tengo tantas ganas de verla. Por qué parece que dudo
ahora? Quizá no hice bien, quizá esto es poner las cosas más difíciles de lo
que ya son, algo que siempre he odiado.
-Estás en Berlín?
-Si… emm… como lo sabes?
-Me lo ha dicho Vero… - su voz suena avergonzada – me ha
dicho que tenías una entrevista…
-Ah… si… - noto que mi voz suena desganada –
-Y qué tal ha ido? – su voz suena dulce –
-Bien… es… es un hospital impresionante… y el trabajo es
genial… - noto un cierto tono de ilusión en sus palabra -
-Me… me alegro… - suena triste –
-Tú estás en México no? – intento cambiar de tema –
-Si… he llegado hace unas horas… me iba ahora a la tele, a
una entrevista… - dice desganada –
-Bueno… no te canses mucho anda… - digo dulcemente – es una
cadena importante?
-La principal del país… por lo visto hay mucha expectación
con mi concierto aquí… - sigue sonando desganada –
-Me alegro Malú…
Hay un silencio incómodo. Lo que me está provocando la
llamada por dentro me está matando. La echo tanto de menos, a quién quería
engañar? Esto no iba a ser fácil, no iba a poder olvidarme de ella así, sin
más.
-Bueno… - decimos los dos a la vez y reímos tímidamente –
tengo que colgar vale? Tienen que maquillarme y esas cosas que tan poco me
gustan… - dice de mala gana –
-Tómatelo con calma… - digo sonriendo – y suerte, lo harás
genial…
-Si…
-Bueno… no te entretengo más vale? – mi voz suena dulce –
-Un beso Rick
Me recorre un escalofrío al escuchar esa frase.
-Un beso
Contesto seco. Creo que tengo la necesidad de huir, de colgar, de no seguir con esa llamada. Me tiro en la cama, qué ha significado eso? Decido llamar a Alex, no sé por qué, pienso que él va a poder aclararme las cosas.
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