viernes, 24 de octubre de 2014

CAPÍTULO 89: CAMBIARÁS

-Te dije que hay gente muy envidiosa… - acaricio su cara –

-Es que tenía que haberle partido la cara en ese momento… dios… - noto como aprieta sus puños fuerte –

-Tranquilo fiera… - sonrío – no tenía que haberme puesto así contigo el otro día… no tienes la culpa…

-Joder Malú… me voy a perder ese momento… - no puedo evitar abrazarle –

-Ay mi gordo… - le abrazo fuerte – firmamos la pipa de la paz? – me separo para mirarle, está medio llorando – oye…

-Te juro que voy a mover cielo y tierra… de verdad… - me mira con culpabilidad –

-Quique… - le abrazo de nuevo – aunque no puedas venir, sabes que vas a estar…

Reconozco que me duele. Me duele mucho. He sentido ganas de ir a ver a ese jefe tan gilipollas y pegarle una paliza. Probablemente no le haría ni un rasguño, aunque con la rabia que tengo, igual hasta lo ingresaban. Está muy afectado, sé la ilusión que le hacía ese concierto, casi tanto como a mí. He sido tan injusta con él… llevamos casi una semana con una tensión en casa por mi culpa… cada vez que sale el tema le suelto alguna bordería y acabamos discutiendo. No tiene la culpa… la culpa la tiene ese hijo de puta.

Todavía no me hago a la idea de que no vaya a estar presente. Se me encoge el alma de pensarlo. Pero hay que aceptarlo, es su trabajo y yo tengo el mío, a veces lo podremos compaginar, pero otras veces no. Miro el reloj, son las 10, está a punto de llegar. Tengo que ir pensando en algo para su cumpleaños, está a la vuelta de la esquina. No tengo ni idea de qué voy a regalarle. Con lo del concierto, tengo poco tiempo para pensar, está siendo estresante. Tiene que ser perfecto, espectacular, algo que nunca haya hecho. Pero me va a faltar algo ese día, no va a ser feliz del todo. Maldita sea, si alguien pudiera cambiarle el turno sería tan feliz… el sonido de la llave de la puerta me hace sonreir. Dejo la cafetera sobre la encimera y espero a que, como siempre, venga a buscarme.

-Jefa! Dónde estás? – su voz suena a desesperada, salgo corriendo de la cocina –

-Qué pasa?

-Ven aquí! – me levanta del suelo mientras comienza a reírse –

-Quique! Bájame! – le doy un manotazo – qué pasa? Me habías asustado…

-Adivina… - me mira con una sonrisa que parece no caberle en la cara –

Alzo mi ceja izquierda e intento pensar a lo que puede referirse. La cara me cambia cuando pienso qué puede ser. No… no quiero ilusionarme… me mira interrogante sin dejar de sonreir.

-Adivina quien va a estar en tu concierto… - me suelta y se señala, sonriente –

-Qué? – no me lo puedo creer – ahhhhh – comienzo a gritar y vuelvo a saltar sobre él.

-Me la ha cambiado Juan, sin decirle nada eh? Ha venido esta mañana, antes de acabar el turno…

Casi no puedo ni escuchar su relato.

“-Eh Quique, qué tal?

-Bien… aquí, terminando el turno… - contesto desganado –

-Vengo a proponerte un trato…

-Qué trato? – pregunto intrigado –

-Verás… tengo entendido que la guardia del 22 te viene mal… - la cara me cambia al momento – te cambio tu 22 por mi 25.

-Estás de coña… - sonrío levemente –

-No entiendo como no te la ha cambiado nadie… y tampoco entiendo por qué no me lo habías contado…

-Bueno… te propuse el cambio pero no podías…

-Joder, pero tu novia va a dar un concierto en el Vicente Calderón… ante esas cosas nos echamos una mano los compañeros… independientemente de lo que diga Borja…

-No me estás tomando el pelo verdad?

-Jajajajaja! Claro que no! Además… mis hijas van a ir… dile a tu novia que, o lo hace bien, o iré a buscarla… no veas lo pesadas que están…

-Joder Juan… - resoplo – me acabas de salvar la vida, lo sabes no?”

-A ese Juan voy a tener que regalarle algo… - digo sin dejar de darle besos por toda la cara, agarrada a su cuello –

-Jajajajaja! Qué cariñosa te has puesto de repente jefa… parece que te han dado una buena noticia…

-La mejor de todas… - sonrío mirándole – llévame arriba ahora mismo – le ordeno –

-Ahora? Sin ducharme ni nada? – ríe –

-Cállate… - beso su cuello mientras subimos las escaleras – me pones mucho con la ropa de la ambulancia…

-Uhhh… jajajajaja! – estalla en una carcajada – que burra eres… - se desvía de la habitación – vamos a tener que ducharnos juntos…

-Qué poco me apetece… - pongo los pies en el suelo y comienzo casi a arrancarle la ropa – no me podía imaginar estar en ese concierto sin ti…

-Has visto lo que hace tu doctor por ti? – me dice divertido – siempre a su servicio majestad…

Me hace una reverencia ya desnudo, que interrumpo para empujarle hasta dentro de la ducha. Pego su espalda a la pared y enciendo el grifo. El agua, todavía fría, cae sobre nosotros. Suelta un grito que ahogo con mi boca. Me agarra del trasero y me hace volver a colgarme de su cuello. Creo que estoy sufriendo una transformación en loba.

-Jefa, que me vas a matar… - se queja mientras no paro de tocarle – suave…


-De suave nada… - niego alzando la mirada –

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