Me despierto con una sonrisa en la cara. Cuando abro bien los
ojos, veo que no está y me asusto. Dónde está? Lo he soñado todo? Me sereno un
momento, no, no lo he soñado, ha pasado de verdad. Me levanto, observando la
habitación. Entra una luz perfecta por la ventana, casi tan perfecta como la
noche de ayer. Camino por los rincones de mi alojamiento, intentando buscar
algo que me diga dónde puede haber ido. Miro mi móvil, no hay nada. Empiezo a
asustarme. Y si se ha ido? Y si se lo ha pensado mejor? No… sacudo mi cabeza
intentando ahuyentar esos fantasmas. Salgo del baño, allí tampoco está.
Entonces veo una nota. Está en mi mesilla de noche. Me acerco temerosa…
temerosa por si ese trozo de papel vuelve a sumirme en la más absoluta soledad.
Lo cojo entre mis manos… contiene mucho escrito.
“Hola jefa. No
te asustes, no me he ido. Esta mañana me ha llamado Amanda y no he querido
despertarte. He ido a recogerles al aeropuerto. Vienen a ver tu concierto. No
te he despertado porque estabas tan a gusto durmiendo que me ha dado vergüenza
hacerlo. Me quedaron muchas cosas por decirte ayer… - me tapo la boca con una
mano – muchas cosas que ni siquiera sé si puedo plasmarlas en papel. Ya sabes
que soy un romántico empedernido… y quizá, leyendo esto, te están entrando
ganas de vomitar arcoíris. – reprimo una carcajada emocionada – Desde el primer
momento en que te ví supe que eras especial. Desde que casi me sacas un hombro
chocándote conmigo en aquel aeropuerto. – esbozo una sonrisa – Bendita
casualidad jefa. No sé qué hubiera sido de mi vida si no llegas a chocarte
conmigo. La has cambiado por completo, has cambiado mis mañanas, mis tardes,
mis noches, y mis sueños. Sobre todo mis sueños.
Ahora todos mis
sueños tienen que ver contigo, ahora tienen sentido, ahora me imagino todas las
cosas que quiero hacer y sé que no las haré solo. Sé que, si tu quieres, las
compartiré contigo. Sabes lo que significa eso para mí? Ayer me dijiste que no
ibas a permitir que rechazase un trabajo por tu culpa… querrás decir gracias a
ti. Si no hubieras aparecido en mi vida, probablemente ahora estaría en algún bar
enfrente de aquel hospital, bebiendo cerveza con unos rubios obesos. – me río –
mi vida sería gris, hubiera optado por huir, como tantas otras veces he hecho.
He huído de mi vida cientos de veces, pero siempre ha acabado por alcanzarme y
hundirme de nuevo. Ahora no. Ahora no huyo, ahora solo tengo ganas de
perseguirla. De perseguirte. De seguirte a donde vayas porque… sin ti… sin ti
no tiene sentido nada de lo que haga. Ahora solo tengo ganas de hacerte feliz,
porque te lo mereces. Te lo mereces, no lo dudes ni un instante.
Ayer estaba en
el avión, solo… y no sentía miedo por que pasara algo. Sabes las veces que lo
hemos hablado. Sentía miedo por llegar aquí y que no le dieras sentido a mi
viaje. Y cuando llegué y me abrazaste fue como volver a respirar. Como cuando
me abrazaste en la playa el día que regresé. Cuánto hacía que nos conocíamos en
ese momento? Días? Por eso eres especial. Porque te convertiste en
imprescindible para mí en apenas un instante.
El tiempo que
hemos pasado separados no ha servido nada más que para que creciese todo esto.
Todo lo que siento por ti. Soy incapaz de imaginarme la vida sin ti. No sé como
lo has hecho, y creo que nunca lo sabré. Nunca sabré por qué, aunque no esté
contigo, puedo escuchar tu risa. La he escuchado estos días y me mataba cada
vez que ocurría. Me mataba no tenerte delante. Ayer te escuché reir de nuevo,
delante de mí… y creo que es uno de los sonidos de los que nunca me cansaré.
Todo de lo que sé que nunca me cansaré tiene que ver contigo. Me he enamorado como
un imbécil. Como nunca pensé que lo haría. Y eso si es por tu culpa.
Mientras me
enseñaban el hospital, me imaginaba los días allí, sin ti. No podía aceptarlo
cariño. No hubiera sido feliz. Anoche volví a serlo. Y eso también es por tu
culpa. Siento haber tardado tanto en darme cuenta. Siento haberte pedido
demasiado. No te pido que confíes en mí a ciegas, nadie puede hacer eso, siento
no haberlo entendido. Solo te pido que si, algún día tienes dudas, me escuches.
Nunca voy a mentirte, nunca voy a traicionarte, te lo prometo. Si alguna vez
tienes dudas, acuérdate de esto, porque es de las pocas cosas que puedo
asegurar sin equivocarme. La otra es que siempre te voy a querer, pase lo que
pase.
No se si la
gente lo verá… pero yo lo veo. Yo veo lo que eres. Eres lo que he estado
esperando toda mi vida. Y, ocurra lo que ocurra, nunca dejaré de verlo.
Te quiero.
Rick.
Pd: Deja de
llorar, floja!”
Me río mientras me seco las lágrimas. Algunas han osado caer
sobre la carta, una carta que voy a guardar como si fuera oro. Nunca nadie me
había escrito algo así. Vuelvo a releerla. Es lo más bonito que me han dicho en
mi vida. Cómo puedo tener tanta suerte? Observo la carta una vez más. Qué letra
tan bonita, es raro… es médico y entiendo su letra… me río sin querer.
Escucho la puerta. Doblo la carta y la dejo en la mesita.
Entra despacio, pensando que duermo, con su chaqueta de cuero que tanto me
gusta. Se la quita sigilosamente y la deja sobre una de las sillas. Al darse la
vuelta, me ve, sentada en la cama, con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos
todavía repletos de lágrimas por su culpa.
-Vaya, se ha despertado la bella durmiente… - viene hacia mí
-
No le digo nada, solo me levanto y me abrazo a él fuerte.
Noto como se ríe levemente.
-Qué cariñosa no? Me has echado de menos? – dice con sorna –
-Me habías asustado… - digo separándome un dándole un
manotazo –
-Qué te pensabas? Que me había ido? – pregunta incrédulo –
anda jefa… no me hagas reir… - sonrío avergonzada – te ha gustado mi carta?
-Pff… - resoplo avergonzada –
-Lo siento… hoy me he levantado así de ñoño… - me abraza de
manera cariñosa – hemos quedado para comer con Amanda, Rafa y Guillermo.
-Están aquí? – digo ilusionada –
-Están en su habitación duchándose – responde de manera
tierna – les he dicho que ahora les avisaba… como no sabía si te habías
despertado…
-Mmmm… - me abrazo a él – el concierto de mañana va a ser
genial…
-Lo sé jefa… - acaricia mi pelo – tengo ganas de volver a
verte cantar…
-Y yo tengo ganas de volver a ducharme contigo – respondo sin
pensar –
Me mira sorprendido y, poco a poco, se va dibujando una
sonrisa pícara en su boca… igual que en la mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario