sábado, 25 de octubre de 2014

CAPÍTULO 91: DOY LA VIDA (II)

-Y entonces ponemos un pasillo central, grande, que ocupe bastantes metros, más largo que el normal… - propongo –

-Me parece bien… es una forma de hacerlo diferente…

-Ay, de verdad Jose, apaga la tele que no me concentro – me quejo –

“Nos llegan imágenes de un suceso que está ocurriendo en este momento en pleno centro de Madrid, conectamos con nuestros compañeros”

“Un incendio está asolando varios bloques de edificios y un colegio. Los bomberos han intentado controlar la situación pero el viento en la capital lo está haciendo difícil. Una de las imágenes más impactantes nos llega desde el colegio. En este momento, un hombre, creemos que sanitario, permanece asomado a una ventana, con una niña.”

-Joder… parece grave… - susurra Jose –

Miro con atención la televisión. El vaso de agua se me cae al suelo cuando enfocan a ese hombre. Es Quique. Me quedo paralizada un instante, mirando la televisión.

-No es posible… - susurra Jose –

Torpemente, salgo corriendo del salón, agarro las llaves del coche y abro la puerta a toda prisa.

-Malú, dónde vas? – escucho a Rubén -



-Eh! – grito por la ventana – lanzadme una cuerda! – grito a los bomberos, que me miran contrariados – una cuerda o algo para poder salir de aquí, maldita sea!

Se movilizan, a una distancia prudencial. Siguen sin poder acercarse con la escalera, la fachada del colegio está realmente dañada, no aguantaría. El camión apenas llega a la mitad del patio, imposible que llegue a una distancia prudencial de la ventana. La única salida es que uno de ellos se arriesgue a acercarse y consiga lanzarme algo con lo que descolgarme. Es la única idea que se me ha ocurrido, y sigue sonando peor de lo que sonaba en mi cabeza, pero no podemos estar más tiempo aquí, Lucía apenas puede respirar, tengo que sacarla como sea.

Observo como los bomberos hablan entre ellos mirándome, parecen nerviosos. Hago aspavientos, necesito rapidez, las llamas no tardarán en dominar el colegio entero. Y las llamas del edificio de mi izquierda tampoco.

-Cariño, escúchame vale? El tito va a asomarse a la ventana, pero no va a pasar nada, vamos a salir de aquí – digo poniendo un pie en el marco de la ventana – haz caso en todo lo que te diga de acuerdo? – la niña asiente totalmente aterrorizada –

-No tito – grita cuando me ve subirme a la ventana –

-Vamos joder! – grito sujetándome al marco –

Veo uno de los bomberos adentrarse en el patio, con cautela. Porta lo que creo que es una cuerda.

-Voy a intentar lanzártela de acuerdo? – me grita desde abajo, a unos metros de distancia –

El primer intento resulta ser un fracaso, casi me caigo al intentar alcanzarla. Me apoyo en la ventana, asustado. Joder, casi me mato.

-Date prisa! – apremio al bombero –

El bombero vuelve a lanzarme la cuerda, esta vez con más fuerza. Consigo agarrar el extremo, pero me resbalo. Siento el vértigo por un momento. De nuevo, casi vuelvo a matarme. He escuchado el grito de la gente que se agolpa en las inmediaciones del colegio. Creo que no soy consciente de la gente que debe haber observando la escena. Tras esto, una parte de la fachada de la derecha se desploma.

-Vete! – grito al bombero que me mira dudando un segundo – Vete maldita sea!

Los compañeros del bombero gritan para que se aparte y, finalmente, accede, sin dejar de mirarnos. Vuelvo a entrar al aula, portando la cuerda. Observo bien la estancia, tengo que encontrar un sitio sólido donde atar el extremo, un sitio del que no vaya a desprenderse. Deshecho la idea de atarla a cualquier mesa o silla. Miro las paredes, ningún perchero me servirá. Decido finalmente atarla a la persiana. Arranco la parte metálica para atar la cuerda por dentro y así asegurarme que no se va a soltar.

-Lucía, ven cariño – la niña me mira asustada y algo aturdida – escucha, quiero que te agarres a mí con fuerza de acuerdo?

-Me da miedo tito… - dice inocentemente –

-No tengas miedo de acuerdo? Todo va a ir bien… ven aquí – me quito mi cinturón y se lo ato a ella, atándomelo después al brazo – quiero que te agarres fuerte a mí, como cuando nadamos en la piscina vale? – la niña asiente –

Pongo un pie de nuevo en el marco de la ventana y la niña tira de mí atemorizada.

-No tito, me da miedo… - dice tosiendo –

-Lucía, no tienes que tener miedo vale? Estoy aquí contigo, no vas a caerte cariño – me mira no muy convencida – te voy a llevar con mami eh? – digo todo lo dulce que puedo, mirando alrededor, los ruidos que escucho no me gustan –


-Dios mío… - susurro con hilo de voz al ver la columna de humo – para Jose, para! – grito y casi me lanzo del coche en marcha –

Corro por la calle despavorida hacia el colegio. Siento miedo, más del que he sentido nunca. Cientos de personas se agolpan en la calle. Veo cámaras de televisión pero me dan igual, tengo que verle, tiene que estar bien, tiene que haber salido de allí.

-Vero! – grito al verla –

-Malú, Quique está con Lucía, ha entrado a buscarla – apunta hacia la ventana con el dedo – no puedo… no puede ser… - respira agitadamente, está acompañada por un chico con un chaleco de la ambulancia –

-Ahí está! – gritan a mis espaldas señalando a la ventana –

Veo como se sube al marco, con Lucía en brazos. Observo fugazmente el colegio, parece tambalearse. No puedo creer que esto esté pasando. Estoy paralizada mirando hacia él.

-Quique! – grito con todas mis fuerzas – 

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