La situación se normaliza parcialmente en la isla, pero el
principal problema es que apenas quedan un par de botellas de agua. Comento con
Richard la posibilidad de volver al manantial que encontré el otro día. No se
por qué no lo hemos hecho antes… demasiado qué hacer en aquella isla, no
conseguíamos organizarnos del todo.
Malú decide venir con nosotros, sin darme oportunidad de
replicar. No estoy de acuerdo, está demasiado reciente su torcedura de tobillo,
pero parece que no era tan importante como en un primer momento me pareció.
Acepto a regañadientes. Con nosotros viene Anthony, con la mochila cargada de
botellas vacías que hemos ido acumulando.
-Enajenación mental transitoria… le serviría para cualquier
juicio – dice Anthony mientras caminamos, refiriéndose a Rafa –
-Es normal, es su familia la que está aquí… quiere sacarles
de aquí sea como sea… -replica Malú de forma comprensiva –
-Si, y a qué precio? – Anthony me señala el labio – y eso
que estás fuerte, eh doctor?
Sonrío levemente y noto la mirada furtiva de Malú. Otra vez
esa extraña sensación. Recobro la perspectiva e intento no perderme en mis
pensamientos para llegar a salvo al manantial lo antes posible.
-Oye Rick, con todo esto no te lo he dicho – Richard rebusca
en su mochila – he encontrado esto en una de las maletas que se supone que ya
estaban registradas… estaba en un bolsillo – saca una bolsa de plástico con
algo dentro – creo que es morfina.
-Morfina? – exclamo extrañado – es de alguien de la isla?
-No creo…
Cojo el frasco en mis manos y me quedo pensativo. Quién
puede llevar morfina en una maleta? Sin duda, alguien con unos dolores muy
fuertes. Si fuese de alguien de la isla, supongo que lo habríamos notado. La
bolsa contiene dos jeringuillas pequeñas aparte del frasco.
-Puede ser útil no? – pregunta Malú –
-Espero que no nos haga falta… - meto la bolsa en mi mochila
y, al dar dos pasos, noto de nuevo la sensación extraña en mi espalda que me
hace pararme en seco -
-Te ubicas Rick? – pregunta Richard al ver que paro de andar
–
-Un segundo… - me encuentro mareado –
-Qué te pasa? – dice Malú preocupada –
-Quieres que paremos? – pregunta Anthony –
Me pongo en cuclillas, noto como el corazón me late más
rápido de lo normal y un dolor en la zona lumbar se apodera de mi. Es un dolor
conocido y rezo para no sea lo que pienso. El cansancio está haciendo mella en
mí, sobre todo las noches, en las que apenas duermo. Paso algunos minutos en
esa posición, con náuseas, de hecho hago varios intentos de vómito,
infructuosos porque no he comido apenas nada. Tras esos minutos, recobro un
poco las fuerzas, necesito encontrar ese manantial y beber toda el agua que
pueda. Me pongo de pie todavía algo mareado y comienzo a andar bajo la atenta
mirada de los 3.
-Rick, si no te encuentras bien podemos seguir nosotros –
dice Richard –
-Créeme que lo que más me apetece en el mundo es quedarme en
este bosque solo – digo irónico – pero hay que encontrar ese manantial.
Tras algunos minutos que se me hacen eternos, logro
ubicarme, estamos cerca. Al llegar a aquel lugar que encontré el otro día, noto
como puedo respirar mejor. La humedad de aquel lugar hace que me sienta mejor,
lo prefiero antes que ese calor asfixiante de la playa.
-Joder! – grita Anthony ilusionado – esto es la hostia!
Veo como corre hacia el agua y sumerge la cabeza en aquella
agua tan fría.
-Wow! Esto resucita a un muerto! – grita excitado –
No puedo evitar reirme, tiene toda la espontaneidad de un
crío de 18 años.
-Habremos tardado una hora… no está demasiado lejos de la
playa – dice Richard mientras bebe con ganas -
-Te encuentras bien? – Malú se acerca a mí con cara de
preocupación – estás pálido –
-No es nada – miento, el dolor en la zona de los riñones
sigue ahí – es el calor este… ahora me refresco y se me pasa
Finjo una sonrisa para dejarla tranquila. Llenamos todas las botellas que tenemos de agua y volvemos al campamento. Intento no pensar demasiado pero, por dentro se que voy a pasar una de las peores noches de mi vida.
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