martes, 23 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 33: COMO UNA FLOR (I)

Abro los ojos escuchando un sonido que no reconozco. Noto como mi cuerpo se va despertando poco a poco, como saliendo de un sueño. Está a mi lado, dormidito. Todavía estoy sin poder creérmelo. Lo que sentí ayer al verle no lo había sentido nunca… y lo que sentí con lo que ha pasó después tampoco. La noche perfecta, no hay más. Me he dormido pensando que tenía que ser un sueño, que no podía ser real algo tan fuerte. 

Ahora si identifico de donde viene el sonido. Es el timbre de casa. Abro los ojos de par en par, con sorpresa, y me levanto a toda prisa. Mi ropa está desperdigada por la habitación, no puedo evitar que una sonrisa avergonzada salga a relucir en mi cara al recordar por qué está así mi ropa. Le observo revolverse en la cama, como ronroneando.

-Hola jefa… qué haces? – vuelve a sonar el timbre – hostia – se incorpora asustado – es el timbre?

-Si, y no sé quién es – digo poniéndome los pantalones sin poder evitar reirme –

-Madre mía… - se levanta desnudo y no puedo evitar observarle. Un rubor en mis mejillas aparece y me hace morderme el labio – me quedo aquí verdad? No, mejor me meto en el baño y me doy una ducha… mierda, mierda - habla atropelladamente, está nervioso. No puedo evitar reirme –

-No hace falta que te escondas… será mi madre… o mi hermano… - digo quitándole hierro al asunto –

-Tu madre? – dice totalmente asustado – la madre que me parió… - se pone los pantalones a toda prisa –

-Si quieres ducharte tienes gel y toallas en el baño… - digo riéndome –



-Deja de reírte joder! – está tan gracioso nervioso – dime qué hago

-Darme un beso – digo acercándome a él – y tranquilizarte, que no pasa nada.

-Joder jefa… - sonríe mirando al suelo y me da un beso en los labios –

-Voy a ver quién es, puedes bajar cuando quieras… - acaricio su cara – guapo – digo dándole otro beso en los labios –

Bajo las escaleras revolviendo mi pelo. No puedo borrar esa sonrisa de mi cara. Miro fugazmente por la venta y veo lo que me parece el pelo de Vero. Ahora si que la hemos hecho buena, interrogatorio a la vista.

-Joder Lula, me vas a hacer llamarte y todo… - la escucho farfullar y no puedo evitar reirme –

Abro la puerta sonriente y la veo alzar los brazos. Viene con Lucía, que entra a toda prisa en el jardín.

-Pero Lula!  Que llevo 10 minutos llamando, qué hacías?

-Pues dormir… - le doy un beso en la mejilla – y mi princesa no me da un beso? – digo agachándome abriendo los brazos para recibir a mi ahijada –

-Dormir? – pregunta extrañada – Lula, que es la 1 del mediodía… - la miro sonriente y veo como alza las cejas – Qué bien has dormido hoy no?

-No lo sabes tú bien… - me muerdo el labio – anda, vamos para dentro.

Voy al salón y veo la camiseta de Quique sobre el sofá. Abro los ojos de par en par y no puedo evitar reirme. Seguro que esta rebuscando por la habitación y yo me voy a reir mucho al ver la cara de Vero cuando baje las escaleras.

-Y esto? – coge la camiseta – nena, eres un desastre, te dejas las cosas por en medio… -de repente, cambia el gesto - espera… - me mira ojiplática – esto no es tuyo…


Abre la boca mirándome, sin poder cerrarla. Para entonces, Lucía ya está en el jardín jugando con Danka y las demás. Me siento en el sofá bajo su atenta mirada, negando con la cabeza, intentando no reirme.

-Hay alguien aquí contigo? – me pregunta en voz baja –

-Pfff… - estallo en una carcajada y asiento bajo su mirada de sorpresa –

-Qué me estás contando? – alza la voz y le hago un gesto para que se calle – pero como que me calle Lula…

-Jajajajajaja! Me meo… - doy palmadas con las manos en señal de que aquello me está haciendo mucha gracia –

-Quién es? – observa la camiseta y hace un sonido de sorpresa – no! – asiento – no! – vuelvo a asentir – es Quique! – dice en voz baja, vocalizando bien –

-Jajajajajajaja! Qué malo es conocerse… ay por favor… - me seco las lágrimas de risa que están brotando de mis ojos – qué buena tu cara joder…

-Pero como va a ser Quique? – sigue hablando en voz baja con tono sorprendido – qué hace aquí?

-Tú qué crees? – alzo mi ceja izquierda – se ha presentado aquí sin avisar…

-Qué me estás container? – pregunta de forma graciosa – me estás tomando el pelo…

-Quique! – grito dirigiendo mi voz a la escalera –

-Dime! – se escucha desde arriba y hago un gesto triunfante hacia Vero, que me mira boquiabierta –



-Pero nena… habéis… - hace un gesto sugerente y no puedo evitar reirme –

-Nada nada! Baja cuando quieras! – grito – se ha presentado aquí y en fin… - digo en voz baja un tanto avergonzada –

-Ahhhhh!! – Vero grita descontrolada –

-Cállate joder! – le doy un manotazo – le vas a asustar!

-Y habéis… - vuelve a preguntar intentando sonsacarme. Asiento de nuevo avergonzada, sin poder evitar reirme – no me lo puedo creer… ves?? – me da un golpecito en el hombro – ves como sí? – refiriéndose a nuestra conversación del otro día – tía… - se tapa la boca con la mano – Os hemos interrumpido?

-Jajajajajaja! – me tumbo en el sofá boca arriba, muerta de risa – no… estábamos durmiendo solamente…



-Pero nena… - sigue sorprendida – no me lo puedo creer… y qué tal?

-Pff… - resoplo mientras hago gestos con las manos como que no puedo explicarlo – Increíble…

-Malú! – escucho su voz desde arriba –

-Dime! – contesto mirando a Vero con cara pícara –

-Puedes venir un momento?

Me río sin poder evitarlo. Seguro que no ha bajado porque no sabe todavía si es mi madre o no.

-No gordo, ven tú que estoy ocupada!

Tras unos segundos, le escucho bajar las escaleras lentamente. Seguro que se está cagando en mi estampa, pero me encanta esa situación. Observo a Vero, que casi está tocando el suelo desde el sofá, asomándose al pasillo. Le veo aparecer en el pasillo y, desde la distancia, noto su vergüenza. No voy a torturarle más. Me levanto del sofá riéndome, con su camiseta en la mano. Al llegar a su altura, le sonrío dándole la camiseta y me mira con una expresión demasiado graciosa como para poder contenerme.



-Ya te vale jefa… - susurra mientras coge su camiseta – Estaba buscándola y he tenido que ir a buscar mi macuto…

Me doy la vuelta y veo a Vero en la misma posición, ojiplática, mirándome a mí y a Quique alternativamente.

-Era Vero, ya la conoces no? – digo entrando en el salón con total tranquilidad –

-Si… en el aeropuerto… hola Vero – veo como se agacha a darle dos besos –



-Ho… hola… - Vero no suele ponerse nerviosa con nada… pero se ha puesto nerviosa… no puedo evitar descojonarme de nuevo –

-Estáis muy graciosos… - digo observando como miran al suelo, sin saber qué decir – Lucía cariño, ven!

La niña viene corriendo desde el jardín hasta que ve a Quique y se queda paralizada. Noto perfectamente como la vergüenza se va apoderando de ella poco a poco al ver a un desconocido.



-Mira, él es Quique, te acuerdas? – digo acariciando su larga melena rubia –

-Hola preciosa – dice agachándose, se le ha quitado de repente el gesto tenso – me das un beso? – la niña mira alternativamente a su madre y a mí. No puedo evitar sonreir con ternura –

Comedida, la niña se acerca despacio a Quique y deja un beso en su mejilla. Se aleja rápidamente y se pone casi detrás de mi pierna.

-Pero Lucía! – Vero se levanta del sofá –

-No importa, es normal que se esconda… - dice Quique acercándose en cuclillas – le doy miedo, con lo feo que soy, verdad cariño? – escucho a la niña reírse tímidamente todavía detrás de mis piernas – pero soy simpático… me dejas darte un besito?

Me lo quiero comer en ese momento, pero no es apropiado delante de la niña. Lucía sale de detrás de mis piernas y se acerca a Quique con gesto avergonzado. Está tan mona así. Es una niña de lo más dulce y de lo más tímida. Un amor en resumen. Quique deja un beso sonoro en su mejilla y la niña ríe tímida y vuelve a esconderse.

-Qué mona… - sonriendo, se levanta – me recuerda a mi hermana de pequeña, era igual…

-Mira que le tengo dicho que cuando salude a la gente no se esconda… pero no lo puede evitar…  - dice Vero cruzándose de brazos –

-Es amigo mío cariño… - me agacho para cogerla en brazos – y no es feo, a que no? – la niña se ríe y niega con la cabeza – lista si que te ha salido la niña – me dirijo a Vero que pone los ojos en blanco – Comemos algo cariño? – la niña asiente y me dirijo a la cocina, seguida a Quique y Vero – una cervecita no Vero? – asiente todavía mirándome con gesto de necesitar más explicaciones – tú también? – Quique asiente apoyándose en la encimera –

-Quero zumo… - mi ahijada es un amor, me mata esa forma de hablar que tiene –

Sonrío tiernamente y sirvo las bebidas mezcladas con algo de patatas que encuentro por los armarios. Me parto con las miradas que me lanzan tanto Quique como Vero, están algo tensos, así que casi les ordeno que salgamos al jardín, en un ambiente algo más distendido.

-Lucía, a la piscina no te acerques eh? – Vero, como siempre, pendiente de su hija –

-Llegáis todos sin avisar, de verdad… - me siento en una de las tumbonas –

-Tendrás queja… - Vero bebe de su cerveza. Se avecina una ronda de hachazos, tenía que haber avisado a Quique de su peculiar humor. –

-No, la verdad es que no tengo queja… - digo mirando a Quique sonriendo y veo como baja la cabeza avergonzado –

Lucía sigue jugando con los perros, cerca de nosotros, hasta que se cae al suelo. Vero está de espaldas y no la ve, solo se da la vuelta cuando Quique sale disparado hacia ella.

-Venga, no ha pasado nada cariño – le coge de los hombros y la levanta, pero mi ahijada se pone a llorar – eh… venga, no pasa nada preciosa… - la coge en brazos – si yo me caigo millones de veces… te has hecho daño? – la niña asiente y se abraza a su cuello… qué barbaridad… se le dan bien los críos y todo – No pasa nada, en un momento ya no te duele, ya verás… - se dirige hacia nosotros y se sienta en la tumbona con ella en brazos – donde te has hecho daño? – la niña señala su rodilla izquierda – mira, no es nada… - acaricia su rodilla con suma delicadeza – a que ya no te duele? – Lucía niega con la cabeza y sonríe – Ala, pues a jugar otra vez.

Observo que el gesto de la niña es de total felicidad mientras sale corriendo otra vez y es recibida de nuevo por Danka. Vero no ha parado de mirar a Quique con una ceja levantada durante toda la conversación que ha tenido con su hija. Me mira y me hace un gesto de total aprobación.



-Se te dan bien los niños eh? – pregunta Vero –

-Qué va… - hace gestos de avergonzarse un poco –

-Se le dan bien – sentencio –

-Si eh? – afirma Vero – no ha venido a llorarme ni un segundo… eso es un milagro…

Quique se ríe y niega con la cabeza. Cómo puedo tener tanta suerte de que este hombre se haya fijado en mí? Parece que a Vero le gusta, y eso siempre es de agradecer… y buena señal, eso sobre todo.

-Pues he hablado con Pastora y me ha dicho que iba a venir a verte… - dice Vero de repente –

-Pero por qué nadie me avisa? – me indigno un poco –

-Y Vane también, te informo.

-Pero si son casi las 2… - niego con la cabeza – tendremos que pedir algo para comer si vienen…

-Podemos cocinar algo – miro a Quique sorprendida – quiero decir… em… si tu quieres yo te ayudo…

-Sabes cocinar? – pregunta Vero interesada. Dirijo hacia ella una mirada asesina –

-Bueno… no como una madre… pero me defiendo… - parece destensarse un poco – he tenido que aprender a cocinar si no quería morir por un infarto comiendo fritos…


Vero se ríe. Le cae bien. Genial. Imagino la cara que va a poner Pastora al verle aquí todavía… y Vane… quizá no alcanzo a saber si se van a alegrar o no, pero se van a sorprender. De repente, tengo unas ganas tremendas de presentarle a todo el mundo, esa ilusión no la he tenido nunca, no sé por qué. Quizá me hace ilusión porque sé que no va a ser descortés con nadie, ni un chulo, sino que va a ser un cielo, como con Vero y Lucía. 

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