sábado, 13 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 2: ÁNGEL CAÍDO

Tras despegar, me desabrocho el cinturón y me acomodo en el asiento. No me gustaba demasiado volar, tengo calor después de la fuerza que he hecho contra el reposamanos en el despegue. Me quito la chaqueta y noto como Malú me observa divertida.
-Pasa algo? – pregunto desconcertado –
-Te gusta volar casi tanto como a mí – ríe –
-Me apasiona – contesto irónicamente –
Miro instintivamente por la ventanilla y veo un reguero de nubes que me hace tener un aviso de arcada. Definitivamente odio volar casi tanto como que me peguen una patada en los testículos.
-Creo que es la primera vez que me pasa en mucho tiempo – dice de repente –
La miro interrogante y sigue hablando.
-Encontrarme con un desconocido que me conoce y no me pide ni una foto ni un autógrafo… me siento rara… - se nota en su tono de voz que no se está marcando ninguna sobrada, lo dice de broma –
-Si quieres saco el móvil y nos hacemos un selfie, si vas a estar más cómoda… - digo con sorna –
Malú ríe a carcajadas y niega con la cabeza.
-Igual piensas que no te he escuchado nunca… - sigo hablando dispuesto a dejarla con la boca abierta – pero te sigo en twitter y todo – me siento estúpido diciendo eso – incluso me sé muchas de tus canciones y tal… parezco retrasado diciendo esto verdad?
-Jajajajaja!  - se ríe a carcajadas y me mira sorprendida – Y será verdad… –
-Que si… - me mira con cara como de esperar que le dijese algo – es verdad eh? Si quieres saco el móvil y te lo demuestro… llevo alguna canción tuya por aquí…
Niega con la cabeza y sonríe. La verdad es que es muy guapa. Preciosa diría yo.
-He ido hasta a un concierto tuyo – confieso algo avergonzado – bueno, fuimos toda la familia…
-Claro… la excusa de “voy acompañando a mi hermana” – dice divertida –
-Efectivamente… pero claro, si me sabía todas las canciones ya no colaba que fuese solo acompañando…
-La mayoría de los chicos que van a mis conciertos o son padres de familia, o acompañan a sus novias… o a sus novios.
-No soy gay – contesto rápidamente y veo como sonríe triunfante mirando hacia adelante – ah, que pensabas que lo era?
-Mucha pinta no tienes, pero todo puede ser… - ríe divertida –
Es la conversación más rara que he tenido en mi vida. Por un momento me sentí como si estuviera ligando. Ja! Ligando, yo, con lo bien que se me da.
Tras un rato largo de vuelo, calculo que unas 3 horas, decido ir al baño. Es lo que tiene ponerse nervioso, a mi me da por mear. Parezco un prostático de 70 años cada vez que subo en un avión. El vuelo estaba siendo de lo más ameno. Malú no parecía ser la típica niña pija creída que mira por encima del hombro solo por el hecho de ser famosa. Es más, estábamos teniendo conversaciones de lo más normales, sobre música, sobre deporte, sobre aficiones… Al salir del baño, el avión sufre una turbulencia que casi me tira al suelo.
-Joder! – exclamo al chocarme contra la pared –
Por delante de mí, pasan dos azafatas algo apuradas. Consigo captar una parte de su conversación que no me gusta nada. Decido volver rápidamente a mi sitio. Al enfilar el pasillo, me encuentro con Malú, con el rostro algo desencajado. Supongo que su gusto por volar iba en aumento. Al llegar a mi asiento, una nueva turbulencia casi me tira al suelo de nuevo. Se escuchan tímidos gritos que intento ignorar. Malú me deja pasar a mi asiento casi sin mirarme, está igual de asustada que yo.
-Qué pasa? – pregunta asustada –
-No se – miento  para no asustarla más – tranquila, no va a pasar nada.
Justo al decir esa frase, el avión hace un extraño y cae durante unos segundos en picado. Noto como miles de corrientes eléctricas me atraviesan el estómago y no puedo despegar la cabeza del asiento. Miro a la izquierda y veo las nubes pasar sin descanso a través de las alas del avión. El avión se estabiliza, miro a la derecha y veo a Malú tragar saliva y resoplar.
-Estás bien? – pregunto –
-No vuelvo a coger un avión en mi vida – contesta irónicamente –
En mi cabeza resuenan las palabras de aquellas azafatas y rezo para que todo se haya solucionado, pero el avión sigue tambaleándose, levemente, pero se nota. De repente, noto como una mano agarra la mía. Miro a la derecha y Malú parece que me suplica que no se la suelte. Sonrío levemente.
-Tranquila, se pasará.
No estamos cayendo en picado pero si que parece que perdemos altura. Miro a la izquierda y contemplo horrorizado que un motor está ardiendo. Caigo en la cuenta que, delante de mi, se balancea una mascarilla. Han saltado con la caída anterior, asi que, sin pensarlo, cojo la mascarilla que cuelga justo encima de Malú y se la coloco.
-Qué haces? – me mira horrorizada –
-Tú respira por ahí – suelto su mano un segundo para colocarme la mía, todo el mundo está haciendo lo mismo, parece que una azafata está pasando ordenando que lo hagamos – No va a pasar nada – digo cogiendo de nuevo su mano.
Como si lo hubiese previsto, el avión comienza a caer de nuevo en picado, esta vez parece que no va a detenerse. Cierro los ojos pero los abro un segundo para mirar por la ventanilla. Veo el mar, lo veo muy cerca. Siento un estruendo pero no quiero mirar para atrás. Me niego a hacerlo. En un movimiento instintivo, cojo la cabeza de Malú y la pongo entre sus piernas, de la misma forma que hago yo. Vuelvo a buscar su mano y la encuentro. Me la aprieta muy fuerte. Escucho los gritos provenientes de todos los que viajamos en ese avión. Espero el golpe, lo preveo, sé que nos vamos a estrellar y lo más probable es que sea contra el mar.
El golpe se traslada por todo mi cuerpo. Siento como si cada uno de mis músculos y huesos recibe una descarga de energía enorme. Intento mantenerme tenso en lo que dura. Quizá dura segundos pero a mi me parecen minutos. Y después, el silencio. El silencio más atronador que jamás he escuchado. Me destenso un poco y compruebo que puedo moverme. Me duele la cabeza pero consigo incorporarme. Mi mano derecha está aferrada por la mano de Malú, que sigue apretando con fuerza. Me quito la mascarilla y observo el panorama desolador. Decido no mirar demasiado, la visión del agua tan cerca de mi ventanilla ya me ha dado información suficiente. Estamos sobre el mar.
-Malú… - la incorporo despacio – eh, mírame – abre los ojos, los tenía totalmente cerrados – estas bien?
Noto su respiración acelerada. Le quito la mascarilla y paso mis manos por su cara, buscando alguna herida, alguna contusión. Parece que no se ha dado ningún golpe.
-Vamos, tenemos que salir de aquí – digo desabrochándome el cinturón –
Como si se hubiera activado de repente, comienza a moverse intentando desabrocharse su cinturón. La observo unos segundos y me percato de que no puede. Ni siquiera me mira, solo intenta soltarse. Noto como el avión se está inclinando lentamente.
-Sal de aquí – me dice Malú sin mirarme – Vete.
-Qué? – contesto incrédulo – no digas tonterías – me dispongo a ayudarle a desabrocharse el cinturón –
-Sal de aquí Quique! – me grita con los ojos llenos de lágrimas –
-No te voy a dejar aquí, asi que no me lo digas más – me pongo de pie – déjame que lo intente yo.
Cojo el cinturón y tiro de él, está atascado. Empiezo a desesperarme cuando veo que hay un palmo de agua en el avión y cada vez va a más.
-Vamos! – grito – ábrete hijo de puta! – golpeo con uno de mis pies sobre el asiento
-Quique, vete – me repite Malú mientras veo como comienza a llorar –
-Eh – cojo su cara con las dos manos y hago que me mire – te he dicho que vamos a salir de aquí y lo vamos a hacer los dos. Hazte a un lado – me obedece – Vamos joder!! – golpeo de nuevo el enganche del cinturón mientras escucho algunos gritos – Vamos!! – golpeo cada vez con más fuerza – Ábrete cabrón!!
La última patada me hace polvo el pie pero veo como he partido el enganche del cinturón. Malú lo agarra y lo quita de encima con angustia y alivio a la vez. Cojo su mano y hago que se levante, me abraza un segundo, apenas unas décimas de segundo, suficientes para saber que no saldré de allí solo aunque vuelva a pedírmelo.
-Puedes andar? – asiente con la cabeza – bien, vamos a la puerta de emergencia
La teníamos relativamente cerca. Decido no mirar demasiado o mi conciencia no me dejará salir de allí con vida.
Llegamos a la puerta sorteando maletas tiradas por el suelo y demás pertenencias. La puerta está cerrada, pero sé como abrirla. Giro la manivela, cojo impulso y pego una patada que hace que la puerta se abra. Al mismo tiempo, el avión se inclina hacia atrás un poco más rápido de lo que estaba haciéndolo. Escucho un leve grito de Malú, que se agarra a mí para no caerse.
-Vamos! Hay que saltar! – la agarro de la cintura y la pongo delante de mí – Salta, voy detrás de ti!
Sin pensárselo, salta al agua. Segundos después lo hago yo. El agua está helada en un primer momento. La sensación de frio me hace sentir mi cuerpo paralizado pero solo dura un momento. En seguida comienzo a batir mis manos y mis pies, justo igual que Malú.
-Tenemos que alejarnos del avión, nada! – le grito –
Comienzo a nadar detrás de ella mientras escuchamos crujidos que provienen del avión. Giro mi cabeza unos instantes después y me quedo quieto. Malú hace lo propio unos metros delante de mí. Vemos como el avión se hunde sin poder evitarlo. Nado despacio mientras observo a mi alrededor, hasta llegar a ella. Detecto algo que parece tierra a lo lejos. Su expresión es de pánico absoluto. Al llegar a su altura, la escucho sollozar. Paso una mano por su pelo mojado y se abraza a mi, mientras flotamos en el agua.
-Estás bien?
-Esto no puede estar pasando… - mientras solloza – había gente dentro… - ahoga el llanto intentando respirar –
-Malú – intento tranquilizarla – tenemos que nadar vale? Ves aquello? – señalo a lo lejos, lo que parece una playa – tenemos que llegar allí, podrás hacerlo?
Me mira incrédula, sin hablar, y asiente. Comenzamos a nadar sin mirar atrás. Intento no pensar en toda esa gente, intento no pensar en nada porque si lo hago, el pánico se apoderará de mí y no podré seguir nadando. Cuando llevamos algunos minutos, la costa todavía está relativamente lejos. Veo como Malú para de nadar, agobiada.
-Ei, ven, agárrate a mí, descansa – digo acercándome a ella –
-No puedo… - noto como le cuesta respirar –
-Ven – la sujeto por el cuello haciendo que se agarre a mi brazo – descansa, yo nadaré un poco.
-No puedes llevarme, no llegaremos nunca – dice con un hilo de voz –
-Si que puedo, y tu también puedes – noto como, cada vez, su respiración se entrecorta más - Vale – dejo de nadar y la sujeto por la cintura – mírame Malú – me mira respirando fatigadamente, está hiperventilando – hemos salido del avión como te dije, y ahora vamos a llegar a esa playa de acuerdo? – asiente sin dejar de respirar de aquella forma que me asusta – no vas a entrar en pánico porque no va a pasar nada – hablo pausadamente – puedes controlar la respiración, solo tienes que pensar cómo quieres respirar… - me pongo detrás de ella despacio y la sujeto de nuevo por la cintura – quieres respirar como yo, no quieres sentir que te ahogas. No te estás ahogando de acuerdo? No estás sola, estoy aquí contigo, y vamos a respirar los dos igual… respira conmigo… coge aire… y suéltalo…
-Estoy mareada…
-Lo sé, pero vamos a hacer que se te pase de acuerdo? – hablo despacio, pegado a su oído – no va a pasar nada… vas a respirar tranquila y vamos a llegar a esa playa… y vendrán a por nosotros y nos iremos a casa… te prometo que no va a pasar nada… vamos… - noto como su respiración va normalizándose – no te vas a desmayar, no vas a hacerme eso verdad? – niega con la cabeza – eso es…
Su respiración se normaliza y noto como su cuerpo se destensa… estaba haciendo esfuerzos para no desmayarse.
-Mejor?
Malú asiente y la intento soltar pero sus manos me agarran y me vuelven a pegar a ella.
-No me sueltes todavía… - me suplica –
-De acuerdo… no pasa nada… - noto como una de sus manos vuelve a buscar la mía, como en el avión. La entrelazo con la suya y aprieto fuerte – ya está… ya respiras como una persona normal y eso significa que yo también… - sonrío levemente –
Noto como sonríe levemente también. Parece que ya se le ha pasado. Es ahí cuando me doy cuenta que no se lo que habría hecho si se desmaya… no se si hubiera podido llevarla a esa playa que parece todavía lejana.
-No nades todavía de acuerdo? Ven – dejo de agarrarla pero no suelto su mano – vas a poner las manos en mi espalda y te vas a agarrar a la camisa, yo nadaré y tu te dejas llevar
-No vas a poder llevarme – responde incrédula –
-Piensa que soy un delfín, así te resultará más creíble – veo como sonríe de lado – no te lo he dicho pero en los veranos cuando estudiaba, trabajaba de socorrista. Se me da bien nadar – Malú alza las cejas – ahora ya lo ves más factible eh? – sonrío – Venga, agárrate, solo tienes que mover los pies, lo demás lo hago yo.
Intercalamos tramos nadando así y tramos nadando los dos por separado. Cuando noto que está algo cansada, vuelvo al mismo método. Poco a poco vamos llegando, apenas intercambiamos palabra. Conforme nos vamos acercando, vamos diferenciando algunas figuras en la playa.
-Son personas? – pregunta Malú –
-Eso parece…
-Dime que aquello no es el avión – señala asustada hacia un extremo de la playa –
Acomodo un poco más mis ojos y los entrecierro para afinar la vista. No puedo creerlo. Parece un trozo del avión. Y las personas que se diferencian en la playa no parecen bañistas. Miro instintivamente a Malú que me mira asustada.
-Tenemos que seguir, ya estamos cerca.
Minutos más tarde, llegamos al otro extremo de la playa. La corriente nos ha arrastrado hacia la izquierda. Cuando pongo un pie y dejo de nadar, siento como si hubiera llegado a la tierra prometida. Estoy agotado realmente. Cojo la mano de Malú y recorremos ese ultimo tramo de agua. Al llegar a la arena, caigo de rodillas sobre ella. Poso mis manos sobre la arena y aprieto fuerte. Miro a la derecha y Malú está en la misma posición. Respiramos aceleradamente.
-Estás bien? – me pregunta asustada –
-Algo cansado, pero estoy bien… y tú?
Asiente con la cabeza sin mirarme. Sé que está haciendo esfuerzos por coger aire, como yo. Miro a la derecha y veo ese leve humo que proviene del otro extremo de la playa. Se diferencian figuras humanas con los brazos hacia arriba, como pidiendo ayuda. Decido levantarme y comenzar a caminar.
-Quédate aquí y descansa de acuerdo?
-No, voy contigo – responde Malú poniéndose de pie –
Su voz segura no me da más opción. Comenzamos a caminar, al principio arrastrando los pies por el cansancio. Conforme vamos llegando, voy dándome cuenta de lo que ocurre. Gente vestida normal, sin ropa de playa, con algunas heridas superficiales, algunos gritan, otros intentan encontrar algo en el agua, esperando ver algún barco o algo parecido. Son supervivientes del avión. Miro a Malú que me mira incrédula. Parece una escena salida de Perdidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario