lunes, 15 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 5: EL APAGÓN

Cae la noche en aquella playa. Estoy exhausto. Anthony, uno de los supervivientes más jóvenes, rubio, de tez blanca, había encontrado comida en un arcón que estaba casi sepultado en la arena. Era del avión, si lo racionábamos bien, había porciones para todos para un par de días. Habíamos hecho fuego con unas cerillas que nos habíamos encontrado en una maleta. Aquello era surrealista, pero estaba pasando. Por lo menos cenamos y bebimos algo de agua con todo lo que había encontrado Anthony.

-Bueno, que sepáis todos que estamos comiendo esto porque Anthony lo ha encontrado – dije en voz alta para que todo el mundo se enterase –

Todos se giraron hacia él y aplaudieron. El chico se puso rojo y avergonzado, pero a la vez, estaba orgulloso de haber hecho algo por el grupo.

-Tú tienes que ser buen jefe – me susurra Malú, que estaba sentada al lado de mí –

-Por? – digo contrariado –

-Has dejado que todo el mundo felicite a Anthony cuando todos pensaban que la comida la habías encontrado tu.

-Eso no es ser buen jefe, eso es decir la verdad – negué con la cabeza –

-Em… - la voz tímida de Anthony sale a escena – casi no nos conocemos ninguno… propongo que cada uno cuente la razón por la que iba en el avión.

La forma de hablar de Anthony me sorprende. Parece un chico inocente, pero ha tenido una gran idea para amenizar estas horas. Uno a uno, comienzan a relatar sus historias, algunos por negocios, otros por placer, otros por obligación.

-Yo… me llamo Richard – le observo, tendrá unos 30 y pocos años, alto, tez morena, pelo corto y barba – soy de Londres… viajaba en el avión por negocios… soy abogado… estaba cerrando un trato de uno de mis clientes… - hace una pausa – y aquí estoy – un risa tímida sale de las bocas del resto de la gente –

-Yo soy Rose – la mujer creo que más mayor de la isla, interviene – y ella es Juliet, mi nieta – no me equivocaba al pensar que lo era – viajábamos de vuelta a Nueva York, pero íbamos a estar unos días en España, verdad cariño? – la niña asiente tímida sin mirar a nadie – fuimos a Sidney para que Juliet conociese a su primo pequeño, Edward. – sonrío enternecido – la verdad es que no tenemos una historia fácil…

Carraspeo suponiendo que hay algo más en sus palabras. La niña parece seria, más que seria, triste. Sin esperarlo, la niña comienza a hablar.

-Mamá y papá ya no están.

Trago saliva y frunzo el ceño. Miro a mi lado y Malú está con gesto de sorpresa.

-Mi hija, Margaret – continúa Rose notándose que su voz se quiebra – y mi yerno, James… sufrieron un accidente de tráfico hace unos meses… Juliet se salvó por un milagro… pero ellos… - hace verdaderos esfuerzos para llorar pero no lo consigue – y ahora esto…

Veo como Malú se levanta y va hacia ella, pone una mano en su espalda, un gesto para reconfortarla. Al momento, algunos de los allí presentes hacen lo mismo.

-Quería que conociese a más familia… al estar tan lejos… - se excusa Rose –

-Lo sentimos mucho Rose… - digo de manera sincera –

Se hace un silencio algo incómodo. Una historia tan dura no es fácil de digerir ni mucho menos. Tras unos momentos de silencio, Anthony se arranca a hablar.

-Yo venía por una beca… llevaba varios meses en Sidney y volvía a Dublín…

-Qué estudias Anthony? – pregunto intentando mantener la conversación –

-Imagen y sonido… me encanta la electrónica… - sonríe triunfante –

Relato mi historia tras la de Anthony y ya solo queda la familia de Guillermo y Malú. Noto como se pone algo nerviosa escuchando que son de Méjico. Quizá la conocen… y parece no gustarle la idea.

-Y tú Malú? – pregunta Rose – cual es tu historia?

-Em… bueno… yo venía por negocios… - intenta escabullirse –

-Es una cantante famosa, yo la conozco – dice inocentemente Guillermo –

Amanda da un ligero golpecito en su hombro, como recriminándole. Al segundo, todos la están mirando con cara de asombro.

-Bueno… famosa… - intenta quitarse importancia – tampoco es eso…

-Si, y es coach en la voz de España – continúa inocentemente Guillermo, poniendo incómoda a Malú –

-The voice? – contesta ilusionada Juliet… por primera vez sonríe – es genial!

Observo las mejillas de Malú, totalmente coloradas. Pobrecita, supongo que no quería que todo el mundo supiera que es famosa… pero me extraña que se ponga tan vergonzosa… debe estar acostumbrada a esto. Dirige una mirada furtiva hasta mí que me hace reirme sin querer. He podido entender un “sácame de aquí” en esa mirada.

-Bueno, dejemos de hablar de mí… - contesta algo incómoda –

-Si, es tarde y hace fresquito… - respondo echándole una mano – vamos a organizar donde dormimos y repartir la ropa que hemos encontrado de acuerdo?

Al terminar de organizar la ropa, cada uno se fue a un rincón donde había hecho su “hogar” en esas horas. Con su familia o con la gente que había conocido. Por un momento pensé que no me había preocupado de donde iba a dormir. Me da envidia ver como todo el mundo tenía alguien con quien pasar la noche para no hacerlo solo. Voy hacia la orilla y me siento… llega el momento de reflexionar. Miro hacia adelante y no se ve nada. Asusta esa visión.

-Qué haces aquí tu solo? – dice Malú sentándose a mi lado –

-Es la tercera o cuarta vez que me das un susto de muerte apareciendo por la espalda eh? – digo sonriendo. Se disculpa – estaba buscando algo.

-El qué?

-Algo que nos saque de aquí… - miro al suelo y entierro mis pies en la arena – alguna luz de algún barco. Algo. Pero no se ve nada.

Malú no dice nada. Solo se sienta más cerca de mí.


-Da miedo mirar hacia adelante y no ver nada verdad? – digo con una mezcla de nostalgia y temor –

-No es la primera vez que me pasa, y, al final, siempre aparece algo – dice mirando al frente –

Decido no preguntar. Supongo que se refiere a que alguna vez se ha sentido perdida en la vida. Como todos.

-No he tenido tiempo de darte las gracias – dice con voz calmada – no estaría aquí si no es por ti.

-No digas eso anda… - niego con la cabeza –

-Solo estoy diciendo la verdad. Nadie había hecho algo así por mí. – dice sin mirarme –

-No he hecho nada, solo ayudarte en lo que podía. Igual que tú has hecho conmigo.

-No es comparable… tú me has salvado la vida – se gira y me mira con los ojos llorosos –

-Oye… - sonrío algo emocionado – no llores eh? Ven… - abro mis brazos para abrazarla –

-No se cómo voy a agradecértelo… - dice llorando mientras la abrazo –

-No tienes nada que agradecer… - digo sin saber muy bien donde meterme – cuando volvamos a casa me invitas a un concierto y estamos en paz – noto como se ríe –

-Me vas a contar qué es lo que te hace pensar que no va a venir nadie a por nosotros? – dice de repente –

-Eh… - me deja sorprendido – por qué piensas que pienso eso?

-Todo el mundo dice que van a venir a por nosotros… pero tu no. – deshace el abrazo – qué crees que ha pasado?

Resoplo y decido contarle lo que les escuché decir a aquellas azafatas.

-Cuando salí del baño, ocurrió la primera turbulencia. Vi a dos azafatas hablando apresuradamente. Dijeron que el capitán había dicho que nos habíamos desviado del rumbo y que no tenían señal de radio desde hacía más de dos horas. – veo como su gesto cambia de nuevo a preocupación – nos están buscando en el sitio equivocado.

-Entonces…? – preguntó asustada –

-Vendrán a por nosotros, pero tardarán algo más en encontrarnos. – afirmé –

-Y la caja negra? No es eso lo que les sirve para encontrar los aviones?

-Ya… - resoplé – supongo que estarán buscando la señal que manda…

-Por qué no se lo has contado a nadie?

-Pues… - resoplo de nuevo – no quiero que la gente se venga abajo… lo peor que hay es perder la esperanza… y no todo el mundo entendería que lo que creo es que tardarán unos días como mucho en encontrarnos. Mucha gente entendería que no van a venir.

-Y… por qué me lo cuentas a mí? – pone cara de no entender nada –

-Porque eres lo más parecido a una amiga aquí… y las preocupaciones se cuentan a los amigos. – sonrío – además, creo que sabes manejar bastante bien la incertidumbre… eres fuerte.

-Ah… - me mira extrañada – por qué sabes eso? Lo has notado en mi ataque de pánico en medio del mar? – dice irónica –

-No – río sin poder evitarlo – lo he notado en que, a pesar de tener un ataque de pánico, lo has resuelto… y a pesar de tener miedo a la sangre, me has ayudado… y cuando hoy he necesitado un abrazo, me lo has dado. En eso lo he notado. – contesto convencido -

Nos miramos unos segundos y ella baja la cabeza sonriendo.

-Pero van a venir verdad? – dice con voz como de niña pequeña, asustada –

-Claro que van a venir – digo mientras la abrazaba de nuevo – todo va a salir bien.

-Mmm – se acomoda entre mis brazos – sonará egoísta… pero me alegro de que estés aquí… - río levemente – un médico me hace sentirme más segura. – se separa rápidamente al ver que estábamos abrazados y noto cierto rubor en sus mejillas -   

-Qué exagerada eres jefa… - me da un manotazo – No te gusta el nombre? – río –

-Cállate Rick! Qué lo he pasado muy mal con lo de antes… no quería que supieran que soy conocida…

-Tú eres un poco tímida me parece a mí… - digo con voz comprensiva –

-Si… mucho… - afirma – no quiero que me miren como un bicho raro…

-Bicho raro? Estás tonta eh? – contesto de manera sincera –

-Bueno… ahora ya está hecho… Guillermo ha sido muy sutil - se ríe – te puedo hacer una pregunta?

-Claro… - contesto expectante –

-Qué edad tienes?

-Jajajajaja! – estallo en una carcajada – por qué me preguntas eso?

-No se… eres médico pero no aparentas ser muy mayor… - se excusa –

-Cuántos me echas? – pregunto divertido –

-Y yo que sé! Se me da muy mal echarle años a la gente… - responde algo avergonzada –

-Tengo 29… - me mira con cara de sorpresa – en unos meses cumplo 30… - sigue mirándome con esa cara y una leve sonrisa sale de sus labios – por qué me miras así? – pregunto extrañado –

-Eres muy joven para ser médico ya… - sonríe bajando la cabeza –

-Lo mío me ha costado… - digo en tono chulesco – yo estoy intrigado con tu edad… pero no debería preguntártela… - arquea una ceja – es de ser poco caballero…

-Cuántos me echas? – pregunta divertida –

-Mmm… - me quedo pensativo – es que… pasa una cosa… - hago memoria – cuando te escuché por primera vez yo iba al instituto… y de eso hace… puffff – hago un gesto con las manos como que hace mucho tiempo –

-Si… hace 17 años que empecé… - sonríe – va, cuántos tengo?

-Pues 30 y… - alargo la espera para ver si contesta – joder, es que tienen que ser 30 y pocos… pero no me cuadra…

-Tenía 15 años cuando empecé – contesta sonriente –

-15? – pregunto asombrado, desconocía ese dato – tienes 32? – afirma –

-Qué pasa? Aparento más? – pregunta haciéndose la indignada –

-No! Claro que no! – me afano en contestar – si te miro aparentas unos 30… pero si pienso cuánto tiempo llevas… no me cuadra…

-Empecé muy joven… - dice negando con la cabeza – mucha gente se piensa que tengo más edad por eso… - se ríe – cuándo los cumples?

-Noviembre… el 15 de noviembre… - me mira sorprendida –

-El 15? También? – estalla en una carcajada – yo también los cumplo el 15… pero de Marzo…

-Casualidades… - río – o sea que eres… - me hago el pensativo – piscis.

-Y tú escorpio…

-Exacto…

-Crees en el horóscopo? – me pregunta incrédula –

-Si, claro… yo me veo todos los especiales de Esperanza Gracia… - digo con tono irónico -

Reimos los dos unos segundos… parecía como si se nos olvidase donde estábamos y por qué… realmente no había motivos para la risa. Aún así, me vino bien aquella conversación.

-Dónde vas a dormir? – preguntó Malú –

-Pues… estoy entre la suite de lujo con el jacuzzi y la que tiene hidromasaje… no se… - digo pensativo mientras la escucho reírse – pues no se… debajo de un árbol supongo con algo de ropa que hemos encontrado en las maletas…

-Ya… - Malú se mordió el labio como si quisiera decirme algo. Aparte la mirada rápidamente – Es que… - la miré interrogante – me da miedo dormir sola por aquí – bajó la cabeza avergonzada.

Reí con ganas mientras ella se quejaba.

-No me río de ti… que lo sepas… - Malú hizo un gesto de reprobación – en serio! Es que me ha hecho gracia como lo has dicho… - puse una mano en su hombro –

-No sabía como decirlo para que no sonara mal y para no quedar como una cagada…

-No eres una cagada… - le hice una caricia en el brazo, me daba ternura esa situación – eres muy valiente – me miró arqueando una ceja – en serio! Joder, piensas que estoy de broma todo el rato… - negué con la cabeza – a mi tampoco me hace gracia la idea de dormir solo en esta puta playa… - Malú me miró sonriendo tiernamente – vamos a buscar un sitio…


Malú duerme a mi izquierda. Desde hace rato tengo la cabeza girada hacia ella. No la miro como aquella famosa que sale en la tele o escucho sus canciones… es una chica normal, que se ha cruzado en mi vida en el peor momento… y entonces pienso en que no se lo que habría hecho si no llega a pasar. Aquel día hubiera sido todavía peor si no hubiera estado ella. Se revuelve un poco y se destapa, pero soy rápido y vuelvo a subir aquellas chaquetas, que estábamos usando como mantas, hasta arroparla de nuevo. Las mantas que habíamos encontrado se las habíamos dado a los niños. De hecho, Malú se las había dado a los 2 niños de la isla, sin dejar que nadie se las quedase. Había estado pendiente de ellos todo el día, como si fuese su madre. Las personas especiales se detectan y, sin duda, Malú era una de esas personas. 

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