jueves, 25 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 36: Y QUÉ PEQUEÑA QUE SOY

Unos lametones en la cara me despiertan. Abro lentamente los ojos y me encuentro a Danka subida con dos patas a la cama. Sonrío enternecida aunque algo cansada. Me giro pensando que voy a encontrar a Quique a mi lado pero no está. Me asusto por un momento hasta que escucho movimiento abajo.

-Quique? – pregunto en voz alta –

-Voy jefa! – sonrío al escucharle gritar desde abajo –

Me tumbo de nuevo en la cama y Danka se sube y se tumba a mi lado sin parar de darme lametones. Sonrío sin poder evitarlo. A mi mente vienen recuerdos de esta noche. Me entra la risa tonta, como si fuera una quinceañera. No recordaba sentirme así, me siento feliz. Agarro la carita de Danka y comienzo a besarla.



-Lo hemos encontrado cariño! – digo con voz dulce – verdad que si? Verdad que a ti también te gusta? – no para de darme lametones – lo sé…

Resoplo mirando al techo y repaso lo que ha pasado en los últimos días. Es perfecto. La conversación de ayer terminó por convencerme… aunque todavía sigue en mi cabeza la idea de que no me gusta nada que se vea en un mundo como en el que yo vivo por mi culpa. Pero bueno, ya pensaremos qué hacemos, eso dice él. No había sentido tanto placer con alguien en mi vida. Me sorprendo a mí misma pensando eso. Me tapo la cara al recordar todo lo que hemos hecho… o lo que me ha hecho mejor dicho. Su forma de tocarme me ha hecho perder la cabeza. Una pequeña carcajada sale de mi garganta. Escucho unos pasos y le veo aparecer, con unos pantalones cortos de fútbol puestos y una camiseta. Sonrío sin poder evitarlo.



-Buenos días jefa! – se agacha a darme un beso y lo enredo entre mis manos –

-Qué hacías por ahí?

-Nada… - me da un beso en los labios – estabas tan dormidita que me daba pena despertarte… tienes hambre? – me pregunta mientras acaricia a Danka, que ha decidido que prefiere los cariños de él, no me extraña –

-Huele a café? – digo extrañada – has hecho el desayuno? – digo sorprendida mientras sonríe mirando al suelo – es que te como

Me incorporo y le abrazo cayendo sobre él. Danka se aparta como puede mientras le beso.

-Esto si que son buenos días oye… - se ríe – no te he rebuscado ni nada eh? Ayer vi donde tenías la cafetera y…

-Calla – digo besándole – Danka, baja con tus hermanas corre – me subo a horcajadas sobre Quique – vamos! Fuera Danka!

Danka me mira extrañada, todavía sobre la cama, y se acerca a mí para darme otra vez lametones.

-No! – me río y escucho a Quique hacerlo también –

-Creo que quiere que su madre se levante de una vez eh?

-No… - le beso de nuevo – yo me quedo aquí…

De pronto, aparecen en la cama mis otras dos niñas y se lanzan sobre mí. No puedo parar de reir. Qué celosas se han puesto de repente… o quizá se alegran de verme así de contenta. Quique se levanta de la cama con Lola entre los brazos, que no para de darle lametones.

-Tienes unas perras muy cariñosas – dice riendo – me han acompañado mientras estaba en la cocina… me miraban raro…

-No están acostumbradas a ver a un hombre cocinando – digo riendo –

Cuando bajo al salón, me encuentro con todo recogido. Ayer nos dejamos todo por en medio… nos dio un arrebato importante después de la cena. Vuelvo a tener una risa mental en mi cabeza al acordarme. No es posible, no me lo merezco. Miro hacia el jardín y está todo recogido también.

-Pero qué has hecho? – digo mirándole a punto de regañarle –



-Ya te he dicho que me daba pena despertarte… no me costaba nada… - dice sin importancia –

-Y esto? – miro la mesa de la cocina y veo la cafetera preparada, zumo de naranja y unas tostadas recién hechas –

-El desayuno es la comida más importante del día – coloca dos tazas en la mesa – te lo dice tu médico, hazle caso…

Sonrío y noto como la emoción me embarga lentamente. No voy a llorar, no, no voy a llorar, pero me siento tan pequeña en ese momento. No me merezco todo eso. No me merezco que me trate así de bien. Me mira extrañado, sentándose a la mesa.

-Esto es demasiado Quique… - digo abrumada –

-Va, no digas tonterías… - ladea la cabeza –

-Si es que eres un amor… - le beso y me siento a su lado –

-Ah si? – me mira insinuante –

-Si… - le miro embelesada –

Nos quedamos mirándonos unos segundos. Le miro detenidamente y aparta la mirada algo avergonzado. No es posible que esto me pase a mí. Cada vez que le miro siento más y más cosas, es como un efecto dominó. Una vez que ha caído una ficha, van cayendo todas. Eso me está pasando a mí. Está tirando todas las fichas sin descanso y derribando ese muro que yo misma me había hecho en cuanto a las relaciones. Todo fluye demasiado normal como para no sentirme rara y feliz al mismo tiempo. Es como si llevásemos años juntos.

-Te gustan las tostadas con tomate? – dice untando una de las tostadas –

-Es mi desayuno favorito… - digo sonriendo –

-Vaya… parece que no vamos a tener que pensar mucho para desayunar juntos – dice riendo –

-Mmm… - exclamo mientras pego un bocado de la tostada – qué rico…

-No se donde lo metes… con lo que te gusta comer…

-A ti también te gusta mucho comer… - digo con sorna –

Su cara es un poema. Me encanta dejarle así de cortado. Estallo en una carcajada con la boca llena. Tras unos momentos de risa, seguimos desayunando.

-Tienes planes la semana que viene? – pregunta de repente –

-Planes? – pregunto extrañada – mmm pues no tengo ni idea.

-No hagas planes de miércoles a lunes. – sentencia –

-Eh, espera! – alzo las cejas – qué quiere decir eso?


-Tú hazme caso pequeña – sonríe triunfante - 


No hay comentarios:

Publicar un comentario