jueves, 25 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 37: CONTIGO APRENDÍ

Llevaba 3 días en casa y ya parecía que llevaba toda la vida conmigo. Mis dudas empezaban a disiparse poco a poco, le miraba y me convencía. Era distinto y valía la pena jugársela. Se comportaba de manera tan normal que parecía que no era real. Esa noche, Rosa, mi mánager, me llamó. Quería verme y darme una noticia. Cada vez que me llamaba y me decía que tenía una noticia, se me hacía un nudo en la garganta. Estaba loca, pero acertaba en todo lo que me planeaba y suponía que tenía algo planeado para mi vuelta. Por lo visto, alguien le ha comentado algo sobre Quique. Sé que viene para eso también. Aparte de Vero, Pastora y Vane, ella quizá es la consejera más fiable que tengo, aunque, por los desengaños que he tenido, un día decidí contarle lo justo, no me gusta que me echen broncas. Es como una segunda madre para mí. Les he invitado a cenar, viene con César, su marido.

-Me quedo entonces? Puedo irme a cenar a algún...

-Pero como no te vas a quedar? – pregunto sorprendida – además, si Rosa es un amor…

-Ya, pero igual habláis de trabajo y queréis estar a solas… no se…

Es tan perfecto, tan atento, tan… joder, ya le estoy besando otra vez. Me he vuelto una pegajosa de tres pares de narices. Si me viera a mí misma, vomitaría, pero es que no me sale hacer otra cosa.

-Algo habrá que cocinar entonces… - se encamina hacia la cocina –

-Había pensado llamar a un catering… - me siento estúpida diciendo esa frase… más aún cuando veo como Quique me mira – Qué?

-Anda ven, vas a ser mi pinche.

Es increíble. Ha preparado una cena para chuparse los dedos. Por dios, qué fallo tiene? Tiene que tenerlo… tengo que descubrirlo. El timbre suena, le veo algo nervioso. Está tan guapo, con sus vaqueros y su camisa blanca… creo que voy a echar pronto a Rosa, me lo voy a comer. A él y a la cena que ha preparado.

-Hola mánager! – la recibo con la mejor de mis sonrisas –

-Hola pequeña… - me abraza igual de tierna que siempre – anda que… si no te llamo, estás perdida eh? Hace días que no se nada de ti…

-Anda pasa… - digo riendo – hola César.

-Tú debes ser Quique… ya tenía ganas de conocerte… - le da dos besos – más aún sabiendo que eres el culpable de volver a tener a mi pequeña aquí… - dice mirándome –


Veo como Quique baja la mirada algo avergonzado. Pobrecito, está tan cortado… tan mono… tan… aisss… que pronto se va a ir Rosa, la voy a despachar en un segundo.

-Y eso que huele tan bien? Has cocinado? – dice sorprendida mirándome –

-Bueno… he ayudado…

Todas las miradas se dirigen a Quique y veo como Rosa sonríe. Si sonríe, va bien la cosa. Me mira furtivamente por encima de las gafas, señal de que también va bien la cosa.

La mesa es de restaurante. Qué barbaridad. En un momento ha hecho hasta entrantes. Una ensaladilla de marisco que he probado sin que se dé cuenta que está para chuparse los dedos, unos aros de cebolla que parecen sacados de una peli americana y una ensalada con una salsa que no sé lo que es, pero que está buenísima. Rosa me mira arqueando una ceja. Veo como Quique y César hablan tranquilamente, es tímido pero sociable, en cualquiera de las situaciones.

-Bueno… qué pinta tiene todo no? Lo has hecho tú? – Rosa mira a Quique –

-Em… bueno… Malú dice que no sabe cocinar, pero sí que sabe…

-Pero es una vaga… lo sé… - pongo los ojos en blanco –

-Lo ha hecho todo él, yo solo he aprendido – digo riendo -

La cena trascurre de lo más amena. Quique sabe perfectamente como comportarse en cualquier momento, es educado, ocurrente, amable. Más de una vez he pillado a Rosa riéndose ante algún comentario. Le gusta. Y a mí más.  

-Bueno… es hora de hablar de trabajo, antes de que suba más el vino – Rosa se pone seria – cuando piensas retomar la gira?

-Em… bueno… había pensado dentro de unas semanas…

-Y qué te parece… un palacio de deportes? – abro los ojos sorprendida – no pongas esa cara… solo dime qué te parece…

Me quedo muda. He dado 3 conciertos en la mitad de la gira allí y es mágico, me encanta ese lugar… y es el lugar idóneo para volver.

-Rosa… - niego con la cabeza –

-Y qué te parece… un palacio de deportes… y un estadio de fútbol así, grande?

-Qué??? – grito emocionada – como un estadio?

-Malú… tú estás de vacaciones pero tu mánager trabaja… el verano es largo y me ha llamado tanta gente interesada que he tenido que apuntar todos los sitios en los que, con tu sí, se cierra el trato – saca una lista – por toda España, nada de ritmos frenéticos, solo los fines de semana o festivos, quizá alguna fecha entre semana en agosto pero…

-Para para… - alzo mi mano – repite lo del estadio por favor… cuál es?

Miro a Quique que me mira sonriente alzando las cejas. No puedo llenar un campo de fútbol, nunca lo he hecho…

-Lulita… cuando vuelvas te vas a dar cuenta que todo lo que abras lo vas a llenar… y sí, un Mestalla por ejemplo, en Agosto.


-Dios… - me levanto de la silla – ahhhh – me pongo a gritar como una niña pequeña – no puede ser eso Rosa!

-Sabía que te gustaría – sonríe – Cómo lo ves?

-Pero espera… - me vuelvo a sentar bajo la atenta mirada de Quique – madre mía…

-Te gustaría cerrar la gira en Madrid? – me mira alternativamente con su papel en la mano –

-En el palacio? – sonrío emocionada –

-No… algo mucho más grande… - la miro asustada – otro estadio de fútbol por ejemplo…

Me quedo muda. Escucho a Quique por lo bajini gritar un “Hostia”. Justo lo que estoy pensando yo.

-Es algo provisional, solo se ha comentado… no tengo fecha, ni confirmación ni nada, solo para que sepas de qué va la cosa… - dice como si nada – no vas a decir nada?

-Te quiero – me levanto de la mesa y corro a besarla – te quiero, te quiero, te quiero… pero estás loca! – grito mientras río a la vez – espera, un estadio de aquí de Madrid?…

-De un equipo de primera, pero hasta que no se confirme, no te digo cual.

-Yo no puedo llenar eso Rosa…

-Claro que puedes – contesta rápidamente Quique, Rosa le observa y sonríe –



-Ya lo has oído… claro que puedes… no sé si se cerrará al final, pero para que lo sepas…

-Hostia… - me siento de nuevo – madre mía, me estoy poniendo nerviosa…

-Tenías que haberla visto cuando me lo contó – interviene César – aquí la ves tranquilita, pero ayer pegaba saltos…

-César, eso no se cuenta… - dice sin alterar su tono de voz – vamos a hacerlo Malú, tú déjame a mí que ya sabes que sé de esto…

-Me puedo sacar un bono? – interviene Quique – de estos de 50 entradas…



La risa fue general. Quique me miraba con un brillo en la mirada especial. Estaría orgulloso? Era eso? Aiss… no me lo puedo creer, no puede ser… yo no puedo llenar todo eso… pero me hace tanta ilusión…

-Necesito una tila… - me siento al lado de Rosa mientras César y Quique hablan en el jardín mientras fuman –

-A ver Malú… - se quita las gafas – me vas a contar esto? – dice señalando a Quique disimuladamente –

Sonrío como una quinceañera y miro hacia abajo. No lo puedo evitar.


-Pfff… - resoplo –

-Porque vale, me habías contado todo lo que pasó en aquella isla… - bebe de su copa – que todavía me siento culpable por haber llegado tarde ese día…

-Rosa – la corto – ya hemos hablado de eso… hubiera pasado igualmente…

-Ya… - tuerce la boca – bueno, y qué? No me vas a contar nada?

-Pfff… - resoplo de nuevo – estoy muy feliz… es raro… - digo mirando hacia el jardín –

-Es guapo… - dice con tono de sorna dándome un codazo – es igual que antes de llegar aquí?

-Exactamente igual… - digo sonriendo tímidamente –

-Buena señal… - afirma – y sabe cocinar… eso sería bueno para tu salud, y, en consecuencia, bueno para mí…

-Jajajaja! – río con ganas – sabes que me cuido…

-Ya… con ensaladitas… - dice en tono de burla – está viviendo aquí?

-No… - me pongo triste de repente – se va a casa en un par de días…

-Ya… - tuerce el gesto – y eso te preocupa…

-Mucho… - bebo de mi copa – el otro día tuvimos una conversación sobre esto… pero no hace más que decirme que no me preocupe, que todo está bien, que no pensemos demasiado… pero no lo puedo evitar…

-Es normal… pero va en serio todo esto?

La pregunta de Rosa cae sobre mí, como una losa de 100 kilos. No hemos hablado nada de ir en serio o no, no se lo que somos… es pronto, me repito una y otra vez, pero me asusta no saberlo. Rosa nota como no tengo respuesta y alza los brazos.

-Bueno, tú disfruta nena… - vuelve a beber –

-Eso hago… - me mira alzando las cejas – no me mires así…

-Me gusta para ti – sentencia – médico, guapo, educado, inteligente… algo más?

-Bastante más… - digo sonriendo –

-Jum… - susurra Rosa, ese susurro significa aprobación –

Rosa y César se despiden y volvemos a quedarnos a solas. Le observo recoger los platos y decido no ayudarle. Me mira de vez en cuando sonriendo de medio lado y negando con la cabeza. Me gusta observarle.

-No hagas nada eh? – dice en tono divertido –

-Te miro, ya es hacer algo… - sonrío pícaramente -

-Qué nervioso me pones cuando haces eso…  

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