domingo, 28 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 41: SIEMPRE TÚ

Había llegado el día. Estaba nervioso mientras conducía. Malú había insistido en que fuese en tren, pero nos esperaba un viaje largo que había planeado para ella. En verdad estaba haciendo una gilipollez porque iba en dirección contraria, pero daba igual, quería llevar yo las riendas del viaje. Encamino aquella calle que ya me suena y aparco justo en la puerta. Bajo del coche algo nervioso, qué imbécil me siento. Me siento como un quinceañero que va a recoger a la novia en la moto, temeroso de lo que pueda pasar. 

Toco el timbre y a los dos segundos me abren sin preguntarme. Entro a aquel jardín que recuerdo perfectamente y aparece ella. Se abraza a mí fuerte, me envuelve con sus brazos y no puedo parar de sonreir. Cuánto la había echado de menos. Lo primero que pueden percibir mis sentidos es su olor, el mismo de siempre, el que me gusta tanto. No nos decimos nada, solo entramos en su casa. Al entrar, vuelve a abrazarse a mí, sonriente, y me besa, me besa con todas sus ganas. Entre risas subimos aquellos escalones de su dúplex, ya se donde vamos, no lo podemos evitar. Acabamos en la cama, riéndonos y besándonos, y acariciándonos, y volviéndonos a besar. Terminamos desnudos en la cama, exhaustos. Apenas hemos cruzado palabra, no ha hecho falta, es increíble, no hace falta que hablemos, no hacen falta palabras, solo un simple gesto, una sonrisa, una mirada. Solo eso es suficiente. Acurrucada a mi lado, me acaricia el brazo mientras yo acaricio su espalda desnuda. No he dejado de sonreír desde que la he visto aparecer. Ni creo que pueda dejar de hacerlo en todo el tiempo que pasemos juntos estos días.

-Mmm… qué ganas tenía de estar así… - dice con voz de niña pegándose más a mí –

-Y yo… - beso su pelo – tienes hecha la maleta? – pregunto juguetón –

-Si… - me sonríe –

-Nos damos una ducha y nos vamos?

Al montar al coche, Malú no paraba de preguntarme dónde íbamos. Decidí no decirle nada, que fuese descubriendo a qué parte de la geografía española nos dirigíamos. Casi todo el viaje nos lo tiramos hablando, haciéndonos carantoñas. Paramos un par de veces, el viaje era largo. Se empeñaba en llevar el coche, pero entonces tendría que darle pistas, y decidí conducir yo. A eso de las 6 de la tarde, enfilábamos el ultimo tramo de autovía que nos llevaba a nuestro destino.

-Veamos – mirando su móvil – si vamos a la playa, porque me has dicho que me traiga el bikini… - mirando los letreros – joder me vas a decir ya a qué sitio vamos?

-Jajajaja! Llevas más de 6 horas preguntándomelo, y ya te he dicho que aguantes un poquito, que estamos llegando…

-Por lo menos sé que estamos en Andalucía... - dice sin parar de intentar descifrar letreros - falta mucho?

-Que no... - digo sonriente - 

Me salí de la autovía y cogí una carretera secundaria. Malú lo miraba todo por la ventanilla, todo ese paisaje como desierto, de vez en cuando hacía fotos, se hacía selfies conmigo de fondo conduciendo, la notaba eufórica. Después de dejar atrás un paisaje de lo más seco, casi como por arte de magia, apareció aquel pueblecito de playa. No vivía apenas gente, aunque en verano tenía bastante reclamo turístico... la zona en general, ya que las vistas eran preciosas. Era un pueblo con encanto, con todas las casas pintadas de blanco, entre las montañas y el mar, en pleno parque natural. Malú me mira sorprendida y corre a sacar su móvil de nuevo.


-Es esto? – pregunta ilusionada – pero si es precioso! Mira que vistas!

La miro de reojo sin quitar la mirada de la carretera. Sonrío tiernamente al verla tan ilusionada, creo que no me he equivocado de sitio. Entramos en aquel pueblo y aparco en una calle que se estrecha desde donde, al final, se ve el mar. Malú se baja del coche a toda prisa. Me mira de nuevo radiante y viene hacia mí.



-Es aquí? – asentí – Dios, es genial!! – me abrazó –

-Anda ven…

Caminamos por aquella calle hasta llegar al pequeño estanco, el único del pueblo. Dentro se encontraba aquel hombre, el tío de un amigo de Alex. Por él conocí este sitio. Vine hace años con ellos y me encantó el lugar, pero ya no había vuelto.

-Hola Antonio! – digo acercándome por su espalda –

-Hombre Quique! – me abraza – Te estaba esperando. Me alegro de verte! Cómo va todo? Vi lo que pasó en la tele… - comenta comedido -

-Ya… - sonreí de medio lado – todo está bien Antonio… tienes las llaves?

-Si – rebuscando en su cajón – he podido conseguirte el apartamento que me pediste… - veo que dirige la mirada a Malú, que observa el lugar como maravillada –

-Viene conmigo – me apresuro en contestar -

-Comprendo… Cuánto tiempo sin verte… - me abraza de nuevo -

-Ya… he estado algo liado - asiente comprendiendo –

-Venga, os llevo a la casa, dónde habéis aparcado?

-Aquí mismo, no hay mucha gente no?

-No, ya sabes que esto no está demasiado concurrido hasta que no entra el verano del todo – salimos del estanco – encantado señorita – le tiende la mano a Malú que se la devuelve sonriendo – me suenas de algo… - dice pensativo –

Malú se echa a reir. Miro a Antonio como pidiéndole que no pregunte más y parece comprenderme. Llegamos a aquel apartamento del que me enamoré un año que lo conseguimos alquilar. Tenía dos habitaciones, pero, lo que más me gustaba, una terraza enorme, con vistas al mar. Malú tenía expresión de sorpresa constante en la cara.

-Bueno, me dijiste hasta el lunes no? – asiento – ya he hablado yo con el casero… - mete sus manos en los bolsillos - pues nada, que disfrutéis mucho, si necesitáis algo ya sabéis donde estoy..

Le contestamos agradeciéndoselo y se marcha. Me río por dentro. No se si había reconocido a Malú.

-Bueno qué? Te gusta? – me acerco a ella, que está mirando por la terraza hacia el mar –



-Quique, esto es increíble… - contesta sincera –

-Vine aquí hace muchos años con Alex y Marta – me río – Antonio es tío de un amigo de Alex y vive aquí, es el dueño del estanco - la abrazo por detrás – es la primera vez que vengo con alguien…

-Habías venido con tus amigos… - dice juguetona –

-No es lo mismo… - dejo un beso en su mejilla –

-Nadie me había llevado de vacaciones… - se gira para mirarme dejándome sorprendido – siempre las organizaba yo… las pocas veces que me he ido claro…

-Bueno… siempre hay una primera vez no? – sonreímos – te voy a llevar a cenar a un sitio que te va a encantar… - arquea las cejas –

-Madre mía… - sonríe mirando al suelo – esto tiene que haberte costado una pasta…

-Schhh – le pongo el dedo en los labios – no te preocupes por eso… - acerco mis labios a los suyos – te apetece una ducha conmigo?

Sin decir nada, me coge de la mano y entramos al baño. Lo que pasa allí dentro es difícil de explicar, como difícil es entender como no nos hemos partido todos los huesos resbalándonos. Menudo ímpetu tiene, yo estoy agotado pero, sorprendentemente, con ganas de más y más cada vez. Es adictiva, es como una droga que sabes que está acabando con tu salud física, pero que no puedes dejar porque te sientes peor sin ella. Y ella lo sabe, y se aprovecha. Nuestra relación está dando pasos hacia delante, nos llevamos tan bien que parece que llevamos años juntos. O quizá nos llevamos bien porque no llevamos tanto tiempo… no se, el caso es que me parece imposible plantearme nada que no sea seguir con esta relación.

El sitio le ha encantado, normal, si esto es el puto paraíso. Un pueblecito a la orilla del mar, flanqueado por montañas, con sus casitas bajas y sus visitantes incrédulos por ser testigos de aquellas vistas paseando por sus calles. El lugar idóneo para que Malú se sienta cómoda, nada que ver con el bullicio de las grandes capitales. Espero paciente viendo la tele mientras ella termina de “arreglarse”. Que no se para qué lo hace, porque sin maquillar está preciosa, pero bueno, supongo que son cosas de mujeres que yo nunca entenderé.

-Ya estoy… - sale del baño y recoge su bolso –



Me quedo hipnotizado. Un vestido de tirantes, con estampados negros y rojos, cubre su figura. Es un vestido de verano, arreglado pero informal, cortito, veraniego… creo que llevo demasiado tiempo mirándola de arriba abajo porque ha comenzado a reírse avergonzada.

-Te gusta? – dice riendo dándose una vuelta –

-Estás… - sigo mirándola desde el sofá – eres un escándalo… - carraspeo –



Espero ir bien arreglado, aunque creo que si. Me remango la camisa, tengo un poco de calor después de haber visto cómo va vestida.

-Estás muy guapo… - me hace una carantoña – vamos? – su voz suena ilusionada –

Caminamos de la mano por esas calles estrechas en las que, de vez en cuando, nos cruzamos con algún vecino de avanzada edad. Es miércoles, Junio… la gente que está allí es o bien habitante de aquel pueblecito, o bien alguien que, por alguna extraña razón tiene vacaciones en junio, en su mayoría extranjeros. Vamos, que no hay demasiada gente a las 10 de la noche. Llegamos a aquel pequeño restaurante de comida italiana. Al entrar, un ambiente muy íntimo y casero nos recibe. Veo a Jesús, el hijo de Antonio, tras la barra y me hace un gesto de colegueo al mismo tiempo que sale de ella.

-Hombre!!... – me da un abrazo – cuando me has llamado para reservar me he quedao flipao tio… como estas? – me da palmaditas en el brazo –

-Bien, y vosotros qué? Mucho trabajo?

-Nah, ya sabes que esto empieza fuerte en Julio… os acompaño fuera, me habías dicho terraza no? – le hace un gesto a Malú y me mira algo extrañado –  eh… - le hago un gesto rogándole que no diga nada y junto sus dedos a su boca, en señal de que será una tumba –

La terraza está vacía, no hay nadie. Noto como Malú está algo asombrada, aquella terraza en primera línea de playa, deja unas vistas descomunales. Sonrío triunfante, ha sido buena elección. Nos sentamos en una mesa acompañados por Jesús.



-Bueno, decidme qué queréis de beber… - sacando una libreta –

-Yo una cerveza, y tu? – miro a Malú –

-Otra… tráenos una jarra si quieres…

-Jarra de cerveza – dice apuntando – os dejo por aquí la carta… en seguida vuelvo – contesta sonriente y se marcha –

-Qué? He acertado con el sitio?

-Pfff… - mira a su alrededor – es genial… y estamos solos aquí…

-Si… ya te dije que por las fechas no estaría demasiado concurrido… pero en Julio y Agosto da cosa venir… está lleno de gente.

-Es muy acogedor… - dice sonriente –

-Pues si, y la comida está que te mueres según me ha dicho Alex... - abro la carta – la pasta es casera y las pizzas también…

-Con lo que me gusta la comida italiana… - sonríe –

Tras tomarnos nota y servirnos los platos, comenzamos a cenar mientras hablamos. Compartimos muchas opiniones y gustos, eso ya lo sabía. Es extremadamente divertida, ocurrente… se puede hablar con ella de cualquier cosa y eso me hace sentirme todavía más cómodo. Caigo en la cuenta que es nuestra primera cita y sonrío un tanto avergonzado. Parezco un crío.

-Entonces – se limpia con la servilleta – cuéntame eso del trabajo que ibas a decirme…

-Ah… bueno… - bebo un trago de cerveza – creo que no te dije que hace unos meses me apunté a la bolsa de Madrid… cuando me dijeron que no me renovaban el contrato en mi hospital… todavía no me han llamado, pero es posible que lo hagan… – me mira ilusionada - y sacan unas oposiciones… todavía no se sabe la fecha… pero creo que voy a presentarme…

-Vas a venirte a trabajar a Madrid? – su cara de ilusión me contagia -



-Bueno… - sonrío de medio lado – es difícil eh? Y tengo que volver a estudiar...

-Tiene que ser… inquietante saber tanto del ser humano… - bebe de su cerveza –

-A veces me gustaría no saber… - alzo los hombros – sobre todo cuando algún familiar te pregunta…

-Pues vas a tener que estudiar y yo me voy a encargar de eso… - dice convencida –

-Ah si?

-Si, cuando vengas a casa te traerás tus libros y te meterás en la sala de estudio que tengo para componer… - afirma decidida -

-Malú, cuando voy a verte me apetece cualquier cosa antes que estudiar… - digo arqueando las cejas –

-Ya… pero esa oposición, cuando salga, la vas a aprobar – su tono convencido me da hasta miedo –

-Bueno, ya veremos qué pasa… - hago una pausa – cuando era la fecha del concierto?

-23 de junio, noche de San Juan… - dice ilusionada – dentro de 2 semanas… tengo que ponerme en forma, quiero que sea mágico, espectacular…

-Me dejarás ir a verte supongo… - digo irónicamente –

-Te obligaré a que vayas… - dice sonriendo –

-Joder jefa, no haces más que mandarme eh? Eso no está bien… - saco mi paquete de tabaco mientras la escucho reirse – no puedo más… estoy a punto de explotar…

-Bufff… - suelta su tenedor – estaba todo riquísimo… - me quita un cigarrillo – Sabes? Te admiro mucho… - hace un silencio – tiene que ser una profesión muy bonita…

-Bueno… - sonrío algo avergonzado – la tuya también no?... – sonrío algo tímido - no se, me gusta mi trabajo, eso es lo mejor que puede pasarle a una persona…

-Yo es que te imagino ahí con la bata... en una urgencia... se me hace hasta raro - ríe -  habrás tenido momentos malos...

-Momentos malos? Siempre… saber convivir con el sufrimiento de la gente es lo más difícil… pero bueno, tiene muchos momentos gratificantes… como en todos los trabajos…

-Me da miedo volver sabes? – contesta reflexiva – me da miedo no estar a la altura… tengo que ponerme en forma antes de volver a cantar…

-Bueno… creo que estamos haciendo bastante ejercicio no? – abre los ojos de par en par – esa no te la esperabas…

Estallamos en una carcajada justo cuando Jesús irrumpe en la terraza. Veo como se queda algo cortado pero decide acercarse a nuestra mesa.

-Postre vais a tomar? – todavía está algo avergonzado –

-Pues… tarta de queso, que tiene una pinta…

-No no, yo no quiero… - contesta Malú resoplando –

-Tráete dos cucharas, lo probará seguro…

-Marchando – recoge los platos en un segundo y desaparece de la terraza –

-Me ha reconocido verdad? – pregunta Malú sonriendo –

-Si… es joven… lógico… pero no te preocupes, no creo que vaya contándolo por ahí… - empiezo a agobiarme un poco –

-No pasa nada si lo cuenta… - sonríe – somos personas normales que se van de vacaciones…

-Vaya… - digo sorprendido – y esa despreocupación de repente?

-Bueno… - se alza de hombros – he decidido no pensar demasiado…

Nos quedamos mirándonos unos segundos, sonriendo… parece que se ha parado el tiempo… justo cuando vamos a besarnos, vuelve a aparecer Jesús, todavía más avergonzado que antes.

-Perdón… - dice poniendo el trozo de tarta sobre la mesa – que aproveche…

No dice nada más, desaparece. A malú se le escapa una tímida risilla que me enternece. Tras terminar los postres y pagar, dejando a Malú un tanto molesta por no dejarle ni siquiera ver la cuenta, salimos de la terraza para poner rumbo a casa. Veo como Jesús me hace un gesto y voy a la barra.

-Oye… se que no está bien pero… em… bueno, que sé quien es y tal… - dice algo ruborizado –

Miro a Malú que me mira sonriente y viene hacia nosotros. Noto como Jesús se pone algo nervioso.

-Estaba todo riquísimo eh? Muchas gracias – dice sonriente –

-Me alegro… - contesta algo nervioso – bueno… emm… esto... verás, es que nos haría ilusión si te haces una foto con nosotros… - dice mirando hacia otra camarera, Sara, que creo entender que es su novia –

-Claro que sí! – dice ilusionada –

-En serio? – dice algo avergonzado – bueno, no quiero molestar…

-Venga, os la hago yo – Jesús me mira con cara de circunstancias y me da su móvil. Sara se acerca a nosotros tímidamente –

Hago la foto y le entrego el móvil a Jesús que me mira agradecido. Malú da dos besos a cada uno. Qué amable es, supongo que será así siempre con todo el mundo… o quizá le ha pillado en un buen día. Nos despedimos y salimos de aquel restaurante sin rumbo fijo, decidimos caminar por el pequeño paseo marítimo.

-Qué gracia me ha hecho… - dice Malú sonriente – estaban ahí que no sabían si pedirme una foto o qué hacer…

-Pobres…

-Vamos a pasear por la playa porfa… - me mira como una niña y sonrío –



Nos sentamos a la orilla, en la arena. Paso un brazo por sus hombros y pone su cabeza apoyada en mí. Nos quedamos unos minutos ahí, mirando al horizonte. La luna está casi llena, alumbra parcialmente el agua y hace unos efectos preciosos.

-Qué diferente estar así… a cuando estábamos en la otra playa - dice sin moverse – siempre me ha gustado el mar… no quiero cogerle manía…

-Jajajaja! – río – no se la cogeremos, no sufras…

-Estoy tan tranquila… - se acurruca un poco más en mí – este sitio es perfecto…

-Pues claro jefa… cuando te he llevado yo a un mal sitio? – digo con aire chulesco –

-Qué tonto que eres… - ríe tímidamente – creo que no voy a querer irme de aquí…

-Tenemos muchos días… y los vamos a disfrutar… mañana te voy a llevar a un sitio genial…

-Jo… - susurra – creo que es la primera vez que me tratan así…

-Y lo que te queda jefa… - acaricio su pelo – te advierto que soy un ñoño de cuidao…

-A mi me gusta que seas romántico… - alza la cabeza y me besa –


-Ya me lo dirás cuando sea un pesado… - le devuelvo el beso – 

No hay comentarios:

Publicar un comentario