lunes, 29 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 44: SI ESTOY LOCA

Faltaban 3 días para mi reaparición en los escenarios. Andaba algo nerviosa. Cuando me agobiaba, pensaba en aquellos días en la playa con Quique y sonreía sin poder evitarlo. Tras el viaje, pasamos un par de días en su pueblo. Su familia es maravillosa conmigo, tan normales, tan atentos… me quedé flipada, incluso me enteré que su madre y la mía hablaban de vez en cuando por teléfono. Por lo que me contaron, durante nuestra desaparición, todos los gastos, todos los trámites, absolutamente todo lo pagó mi familia e incluyó a su familia. Éramos los dos únicos españoles de aquel avión. Mi familia siempre ha sido generosa, siempre. Pero no sabía que hasta ese punto. Me imagino la alegría inmensa que debieron llevarse ambas familias cuando vieron que los dos estábamos vivos. Parece increíble que haya pasado más de un mes de todo aquello. A veces me da la sensación de estar viviéndolo todo demasiado deprisa, pero luego me paro a pensarlo y no podría ir más despacio, no me da la gana. Soy consciente de la expectación que provoca mi vuelta a los escenarios, pero no puedo evitar que me abrume. A diario leo mensajes de fans que me desean lo mejor, que desean verme… tengo la sensación que cuando empiece a cantar de nuevo dentro de 3 días, no voy a poder parar de llorar.

Quique se está implicando parcialmente en mi vuelta. La banda, en especial Rubén y mi hermano, se llevan genial con él. Ven partidos de fútbol juntos, porque Quique cada dos por tres está en casa. Todo se está normalizando tan deprisa que da miedo. Me da miedo que, cuando todo comience, se desvanezca lo que tengo ahora mismo. Hoy mi madre ha decidido venir a comer. Creo que Quique está más nervioso que en toda su vida, pobrecito, no ha parado de dar vueltas por la casa. Por la mañana, mientras hemos salido a correr, ha salido el tema y se ha quedado blanco. Pobrecito, me hace hasta gracia.

-Hola mamá – sonrío ante su abrazo –

-Hola hija… Jesús… que calor hace dios mio… - sonrío enternecida, adoro el acento andaluz de mi madre –

-Anda pasa… - digo riendo – estábamos poniendo la mesa…

-Uy, pero qué pasa aquí? Tu madre llegando a mesa puesta? Tienes fiebre hija? – me pone la mano en la frente –

-Hola Pepi… - Quique aparece por el pasillo sonriente, con sus pantalones vaqueros y su camiseta blanca que me vuelven loca – Qué tal? – se acerca a darle  dos besos –

Mi madre es una mujer efusiva. Es andaluza, sin más. Le planta un abrazo que le recoloca todas las vértebras. Quique me mira estupefacto pero corresponde al abrazo.

-Qué ganas tenía de verte hijo… - le planta dos besos – que guapo eres madre mía…

Mira que es perfecto, pero sonrojado todavía más. Estallo en una carcajada sin poder evitarlo y me manda una mirada asesina. Mi madre pasa al salón hablando de quién sabe qué, es única. Comenzamos aquella comida informal pero crucial y está resultando ser un éxito. La paella que ha preparado Quique está de vicio, impresionante, como buen Valenciano.

-Ojú hijo… - dice mi madre bebiendo vino – esto está riquísimo…

-Ya será menos Pepi… - dice riendo –

-De verdad hija mía, qué tranquila me quedo sabiendo que este muchacho está en casa… con lo poco que sabes tú cocinar…

-Mamá!! – replico – me está enseñando… yo voy aprendiendo, no soy una inútil eh?

-Dios me libre de decir eso de mi niña… - veo su gesto, se va a poner solemne – bueno, el concierto qué?

-Bufff… estoy muy nerviosa mamá… - niego con la cabeza –

-Pero nerviosa por qué? Si mi niña no se pone nerviosa con ná! – le da un golpecito en el brazo a Quique – has visto algún concierto suyo?

-Fui a uno… y no, no parece que se ponga nerviosa… - le saco la lengua – pero ahora si que lo está…

-Es que joder… - me quejo – es como… es mucha responsabilidad…

-Pero niña, si tú siempre has sido mu responsable! Y vamos a estar ahí contigo, y tú te vas a venir a la zona nuestra – dice dándole otro golpecito en el brazo que me hace reir – y tu familia también eh?

-Bueno mamá, deja de agobiarle anda… y deja de ponerme nerviosa! – me quejo de nuevo – que os imagino a todos ahí y me da una cosilla…

Tras la comida, Quique se empeñó en que no nos moviésemos y se puso a recogerlo todo él. Mi madre se revolvía en la silla como una niña pequeña, cómo le gusta manejarlo todo… Cuando Quique estaba en la cocina y se le oía recoger los platos, mi madre se sentó a mi lado, dispuesto a hacerme el interrogatorio que esperaba.

-Que niño tan guapo hija… - me coge la mano – recogiendo la mesa y todo… qué barbaridad…

-Mamá… - digo sonriendo tímidamente –

-Está viviendo aquí? – arquea las cejas –

-No – niego con la cabeza – no exactamente…

-Es bueno contigo? – poniendo el gesto típico de madre –

-Demasiado… - ladeo la cabeza – está pendiente de mí…

-De todos los que he conocido… este es el que más me gusta, que lo sepas… y tu madre tiene ojo…

-Ya… ya se que lo tienes… - digo riendo – entonces te gusta?

-Pero chiquilla! – alza un poco la voz – he visto como te mira… ahora solo falta que soporte todo el jaleo que llevas tú en tu vida…

-Ya… - tuerzo el gesto – todo el mundo me dice lo mismo…

-Tampoco es que pueda caerme mal… a lo mejor no soy objetiva… - dice reflexiva – cuando me contaste todo lo que había pasao…

-Dejemos el tema, sabes que no me gusta hablar mucho de eso… - me pongo seria –

-Bueno… como quieras…

Quique apareció por la puerta, perseguido de cerca por Danka, que movía su cola mirándole, quizá esperando algo de comida o alguna carantoña. Descubrí a mi madre haciéndole una radiografía express.

-Malú, hago café? – dice acariciando a Danka –

Me quedo embobada y parece que mi madre igual. Me mira y se sonríe y me da un codazo. Qué tipo de madre tengo? Si parece Vero…

-Emm… - nos ha pillado mirándole – Malú?

-Eh? – sacudo la cabeza – café? Vale… , pero deja que lo haga yo – digo levantándome –

-Quieta – me apunta con el dedo – Pepi, tú quieres café? – mi madre asiente sin decir nada –

Veo que tiene un gesto indescifrable en la cara. Mi madre es muy expresiva, pero a veces no entiendo lo que me quiere decir.

-Suéltalo… - le digo a mi madre con media sonrisa –

-Ay hija… - niega con la cabeza – me encanta para ti…



-Bueno… - se sienta en el sofá – ha ido bien la comida no?

-Muy bien… - sonrío y me acurruco a su lado – le gustas…

-Jajajaja! – ríe – con gustarte a ti…

-Nah, mejor cáele bien a mi madre… o no tendrás nada que hacer conmigo… - pongo gesto de chulería –

-Te pareces mucho a ella… - me acaricia el pelo – muy espontánea… con carácter…

-Eso es un poco más de mi padre… mi madre tiene mucha sensibilidad y mucha intuición…

-Bueno, eso también lo tienes tú… - ríe -  qué quieres hacer esta tarde?


-Mmm… - me incorporo como un resorte dejando un poco sorprendido a Quique – se me acaba de ocurrir una idea… - me mira arqueando las cejas – 

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