martes, 23 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 34: COMO UNA FLOR (II)

-Odio cortar la cebolla… - me quejo amargamente cogiendo el cuchillo –

-Quieres que lo haga yo? – se ofrece mientras corta de forma bastante ágil las patatas –

-No… pero es que me da por llorar, y no se cortarla… pero tengo que aprender… a ver… - coloco el cuchillo sobre la cebolla –

-A ver… - se pone detrás de mí, por el rabillo del ojo veo como Vero nos observa atentamente – pártela primero por la mitad y le echas mucha agua… mira… - coge mi mano, que todavía empuña el cuchillo – apoya la punta en la madera y deja caer la hoja – la cebolla se parte en dos y la pongo a remojo – ahora haz lo mismo, mira… - vuelve a cogerme la mano desde atrás – apoyas la punta… y deslizas el cuchillo hacia abajo… - sale un corte fino de la cebolla – ahora lo mueves un poquito y haces lo mismo… - vuelvo a cortar otro corte fino – sujeta la cebolla arqueando los dedos para que la hoja no te pille los dedos… ves? Si que sabes… - deja un beso en mi pelo y se dispone de nuevo a seguir cortando las patatas –

Siento como me tiemblan las piernas después de lo que acaba de hacer. Tenerle tan cerca me hace ponerme muy nerviosa. Me gusta que no me haga sentirme una inútil, otra persona me hubiera quitado los artilugios y me hubiera dejado por imposible, soy un poco torpe en la cocina. Pero él no, él me enseña y me deja que lo haga yo, lo hacía constantemente en la isla, como cuando me enseñó a abrir los cocos. Sonrío sin poder evitarlo al ver por el rabillo del ojo a Vero, que sigue observándonos con un gesto gracioso.

-Voy a picar el pimiento y esto ya está…

Qué rápido ha cortado las patatas dios mio, le he observado y parece que hasta disfruta haciéndolo. Empiezo a pensar que a mi madre le encantaría ver esto, yo en la cocina, afanándome por hacer una comida decente. Fliparía en colores. Y viendo a Quique ya ni te digo. Alucino con la forma de picar el pimiento, con total destreza. Hasta Lucía se ha quedado mirando boquiabierta. Quique nota como le miramos y sonríe avergonzado.

-Qué pasa?

-Pareces arguiñano… lástima que no tenga un gorrito… - digo divertida –

-O la loca de la serie esta de los vecinos… taca taca taca taca taca – se pone a golpear con el cuchillo sobre la tablilla de madera y me hace descojonarme –

-Eres muy tonto… - dejo un beso en su mejilla – y ahora todo esto al horno no?

-Exacto… - coloca las doradas en la bandeja y esparce las verduras que hemos cortado por alrededor… tiene una pinta exquisita – Vamos a echarle especias, que tienes por aquí cien mil... - esos botes de especias estaban en mi cocina? Nah, no puede ser - a ver si sale bueno…

-Pintaca si que tiene… - dice Vero acercándose al horno – hija, creo que es la primera vez que voy a comer algo distinto a ensalada cuando vengo a tu casa…

-Podemos hacer una si quieres… - Quique mete la bandeja en el horno – con muchas cosas para que no parezca una ensalada…

-Oye! Mis ensaladas son legendarias! – le doy un manotazo en el hombro –

-Pues yo quiero probarlas, así que venga, hacemos una.

Son las 2 y media y la comida está preparada cuando suena el timbre. Aparecen Pastora y Vane, sonrientes, con una botella de vino cada una. Tras los saludos pertinentes, Quique aparece en el salón, Pastora me mira y me guiña un ojo, parece que le ha contado algo a Vane porque no se sorprende demasiado al verle. Miro fugazmente a Vero que sonríe hasta con gesto triunfante.



-Él es Quique – mi voz suena algo avergonzada – a ellas las conoces no?

-Me suenan un poco sus caras… - dice de forma divertida – un placer Vanesa…

Vane es la primera en dar un paso adelante y da dos besos a Quique amablemente. Me mira con gesto interrogante y sonrío como respuesta. Pastora hace lo propio.

-Qué sorpresa… tenía ganas de conocerte… - dice Vane de forma cortés –

-Ah si? – dice avergonzado –

-Cuánto tiempo sin verte eh? – dice Pastora sonriente –

-Mucho – dice sonriendo -  

-Qué bien huele no? – dice Vane dejando la chaqueta sobre el sofá – has cocinado Lula? Estás enferma? – pone una mano sobre mi frente haciendo que me ría –

-Ha cocinado él… se le da bastante mejor que a mí…

-Anda anda… - le resta importancia – hemos cocinado los dos…

-Claro… ella ha hecho la ensalada… - responde Vero – y Quique la comida rica…

-Vero… - le recrimino de broma – sentaos, que ya está todo listo…

La comida está siendo todo un éxito. No sabía que se podía hacer una cosa tan rica en mi horno, es alucinante. Menuda presentación acaba de tener Quique. Por la puerta grande.

-Me tienes que pasar la receta… dios mío, esto está pa morirse… - dice Vane comiendo –

-Que rule la receta eh? Es la primera vez que veo comer pescado a Lucía sin quejarse…

-Los críos es que son muy especiales para comer… - dice mirando a la niña – si ven algo que no les gusta…

-Madre mía, pero es que está riquísimo… - responde Pastora –

-Si es que es un cielo… - dejo un beso en su mejilla bajo la atenta mirada de todas. Quique carraspea y sonríe -

Tras la comida, salimos al jardín con unos cafés. Me miran raro, quieren información, lo sé. Me río por dentro al pensar la cara que pondrían si les contara todo con lujo de detalles. Repaso en mi mente sin querer lo que ha pasado esta noche. El rubor aparece en mis mejillas. Tengo calor de pensarlo.

-Lula!

-Eh? – sacudo mi cabeza –

-Estás en babia eh? Que digo – continúa Vane – que cuándo hacemos otra fiesta… que Pablo me ha dicho que quiere venir, que cómo te has atrevido a hacer una fiesta cuando él no podía…

-Otra igual… - río – vivo en Pachá…

-Jajajajaja! – Quique estalla en una carcajada y me contagia –

-Hablo en serio nena, que estaría bien… pero más de tranqui… que empezase a esta hora o así… el otro día se nos fue de las manos… - admite Vane –

-Dentro de unos días hacemos otra… pero dentro de unos días… - remarco – como te gusta el café Quique?

-Leche fría y dos de azúcar…

-Pfff… - una carcajada contenida sale de la garganta de las tres –

Quique las mira sin entender nada. Justo como me gusta a mí el café… no puede ser.

-Qué cosas… a mí me gusta igual… - digo con voz tierna preparándolo –

-Vaya… - susurra sorprendido –

-Ya estamos otra vez… Danka… - me dirijo a ella – deja a Quique anda… que estamos hablando…

-Mira como le mira… - dice Vane con tono gracioso – con ojos tiernos…

-Está enamorada… - digo enternecida –

-Los perros es que se parecen a los dueños…



La frase de Vero hace que se haga un silencio fugaz en el jardín. La miro con los ojos totalmente abiertos, con gesto de querer matarla, hasta que escucho las carcajadas de las 3. Miro de manera fugaz a Quique, que sonríe algo avergonzado y se refugia haciéndole caricias a Danka. Voy a matar a Vero, lentamente, muy lentamente.

Tras el café, detecto gestos entre Vero, Vane y Pastora. Me están poniendo muy nerviosa, les voy a tirar la cafetera como sigan así. Se hacen gestos abriendo los ojos, subiendo las cejas, moviendo la cabeza hacia la puerta, mientras nos miran de reojo.

-Bueeeno – Pastora se levanta con cara de resignación de la silla. Otra vez le ha tocado a ella romper el hielo. Está hasta graciosa – nos vamos verdad?

Las otras dos malas pécoras asienten con tenues sonrisillas que aumentan mis ganas de matar. Voy a sacar un bazoka de un momento a otro. Lucía viene con cara de apenada hacia nosotros ante los gestos de su madre.

-Mami, pero yo quiero quedarme un rato más… - suplica –

-Que no Lucía… que la tita tiene que… - carraspea – descansar… - me guiña un ojo y abro mi nariz como diciéndole que va a morir – Dale un beso a Quique y a la tita que nos vamos.

-Jo… - la niña viene enfurruñada hasta mí –

-Venga cariño, otro día jugamos más y nos bañamos en la pisci vale? – la niña asiente no muy convencida y se dirige, todavía con algo de vergüenza, hacia Quique –

-Bueno preciosa… - le da un sonoro beso en la mejilla – encantado de conocerte…

-Eres su novio?



Lleva los genes de Vero. Otra vez unos segundos de silencio para dejar paso a unas carcajadas que podrían oírse a kilómetros. Veo el gesto de Quique, gracioso, con la boca entreabierta, y me da por reirme también.


-Venga Lucía, deja de hacer preguntas… - Vero la coge de la mano no sin antes lanzarme un beso al aire –

-No si no puedes negar que es tu hija… - contesto –

Al escuchar la puerta, me quedo sentada en mi tumbona, mirando a Quique, que se rasca la cabeza como pensativo. Se levanta decidido.

-Creo que tendría que darme una ducha…

-Si… yo también… - me levanto como si me hubiera pinchado algo –

-Tú primero entonces… - se sienta en la tumbona –

Tiro un suspiro frustado mientras sonrío.

-No me has entendido… - me acerco a él de manera insinuante – no me gusta malgastar agua…



-Emmm… - me mira sorprendido – ni a mí…



No se cuántos tropiezos llevamos ya. Casi nos caemos por las escaleras, 2 o 3 veces. Dios, que calor tengo. 

Nos desnudamos mutuamente como si llegáramos tarde a algún sitio. En un movimiento mientras me quitaba, o arrancaba la ropa, mejor dicho, he abierto el grifo. Entramos en la ducha sin dejar de besarnos. 
Madre mía, esto es la gloria. Cómo me toca… parece que me lee la mente, me da hasta miedo. 

La noche anterior había sido increíble pero esto está siendo apoteósico. En un movimiento, me levanta y hace que cruce mis piernas por su espalda. Paso mis manos por su cuello, sin dejar de besarle. Parece que él también se moría de ganas por hacer esto. Me apoya en la pared con rabia. Exclamo al notar lo fríos que están los azulejos pero me da igual, sigo teniendo mucho calor. Sus movimientos rítmicos, rápidos, frenéticos, me están matando. He pasado de los gemidos a los gritos sin darme cuenta. Le escucho gemir levemente, no es muy ruidoso comparado conmigo, tiene que estar flipando. No se el tiempo que llevamos así, no entiendo como puede aguantar tanto… yo no puedo, se me escapa el placer por todas partes. Estoy extasiada, pero no puedo dejar de gritar con sus embestidas. Qué disparate, nunca lo había hecho así en mi vida. Noto como se tensa un segundo, suelta un gemido corto pero profundo y, poco a poco, va dejando relajados sus músculos. Unos músculos que me vuelven loca sinceramente. Sigo apoyada en la pared, encaramada a su cuerpo, con su cabeza en mi hombro izquierdo. Noto como respira todavía con dificultad, igual que yo. Poco a poco, va dejando besos por mi cuello. El agua cae sobre nosotros, cosa que agradezco, porque estoy asada de calor. 

Cuando llega a mi boca, se detiene un segundo y me mira. Sonríe ampliamente y me contagia. Deja un beso en mis labios de lo más dulce. Cómo es posible? Si hasta hace un momento era de todo menos dulce. Me encanta. Por fin toco el suelo de la bañera con mis pies, todavía agarrada a su cuello, me tiemblan las piernas. Sin decir nada, me gira hacia la pared y coge el bote de gel. Me está enjabonando? Esto si que no me lo habían hecho nunca. Esto que es? Una cámara oculta? No es posible que este hombre sea así. Tras enjabonarme y volver a provocarme bastante calor, coge el bote de champú. Ahora si que estoy flipando. Su forma de tocarme el pelo me hace estremecerme. Masajea mi cuero cabelludo con tanto cuidado que creo que estoy dentro del anuncio de Herbal Esence de lo que me está gustando. Cuando termina, me giro, totalmente encantada, dispuesta a repetir lo mismo que ha hecho conmigo. 

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