miércoles, 17 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 17: EL PELIGRO

Se cumplía el undécimo día de nuestra estancia obligada en aquella isla. Se podría decir que nos habíamos adaptado a aquello, pero no nos habíamos resignado a quedarnos allí ni mucho menos. Anthony cumplía todas las mañanas su ritual. Intentaba encender alguno de los móviles que había recuperado, pero todos estaban apagados o estropeados… no había manera de hacerlos funcionar, por mucho que el joven se empeñara.

Como cada mañana, Malú se adentraba un poco en el agua para pescar, junto a 2 o 3 personas más a las que había aleccionado, entre ellos a mí. Se podría decir que nos habíamos hecho inseparables, todas las noches hacíamos juntos el primer turno para cuidar del fuego, pero sin alcohol… mejor sin alcohol… no habíamos vuelto a tocar el tema de mis estupideces cuando estoy bajo el efecto de alguna droga. Muchas veces se arrancaba a cantar algo y los demás la escuchaban desde sus “camas” por llamarlo de alguna manera. Sin duda, creo que era el mejor momento del día cuando eso pasaba.

Aquel día era diferente… apenas lucía el sol y se intuían unas nubes que se acercaban peligrosamente hacia nosotros. Unos relámpagos comenzaron a hacer acto de presencia a lo lejos, en el horizonte. Nos mirábamos contrariados, no sabíamos cuanto de grande sería aquella tormenta que se avecinaba, ni si pasaría rozándonos o nos alcanzaría de lleno.



-Tiene mala pinta – escuché a Richard acercándose a mí –

-Lo sé… - mi gesto era serio –

-La gente ha recogido sus cosas, por si la marea sube – Malú se acerca también a nosotros –

-Creo que no es buena idea quedarse en la playa – digo de forma reflexiva –

-Rick… - dice Richard mirándome – lo que sea que decidamos tiene que ser ya…

Miro a Malú, tiene una expresión de preocupación que hace que me preocupe todavía más. Decido reunir a todo el grupo y entre todos decidimos esperar, aunque no me parece la mejor idea. La tormenta nos da de lleno, comienza a llover a mares. Decidimos desplazarnos entonces hacia el otro extremo de la playa, la marea está empezando a acercarse a nosotros pero no nos atrevemos a adentrarnos en aquella selva. Yo llevo el botiquín y un par de cosas más. El resto lleva a cuestas todas sus pertenencias, o las pocas que tienen.

-Rick! – grita Richard – mira las rocas!



Richard señala a las rocas que ya no quedan nada lejos y empiezo a pensar que a cualquier sitio que vayamos, vamos a estar en peligro. Las olas rompen furiosas contra aquel acantilado que parece que va a resquebrajarse por la agresividad del mar.

-Atrás! No os acerquéis a las rocas! – Grito empapado por la lluvia –

-Rick! – grita Richard – Dónde cojones vamos?

-No lo sé! – miro hacia arriba. Estamos debajo de los árboles pero hace demasiado viento. Temo que se nos caiga algo encima – Vamos un poco hacia la orilla, nos quedaremos entre los árboles y el agua aunque nos mojemos! – grito con todas mis fuerzas –

Al movernos, una rama cae justo donde estábamos. Miro instintivamente hacia Malú, que me mira asustada. Cuando pensaba que eso era lo peor que podía pasarnos, veo como Juliet corre hacia la orilla, persiguiendo a su osito que está siendo engullido por el mar.

-Juliet! – grito con fuerza -


Sin pensarlo, salgo en su busca, junto con su abuela, Malú, y varias personas más que no alcanzo a contar, corren despavoridos a por la niña. Les adelanto. Consigo alcanzarla ya con mis piernas cubiertas por el agua y se la entrego a Malú, que sale corriendo en dirección contraria con la niña en brazos, pero me resbalo y no me da tiempo a correr. Una ola me alcanza de lleno y me arrastra sin dejar que me levante. De repente, todo negro. Intento salir a la superficie pero cuando lo consigo, otra ola me cubre por completo. Escucho mi nombre entre gritos. Vuelvo a salir a la superficie y veo a Malú, a lo lejos, correr hacia mí, pero otra ola, esta vez con más fuerza, me arrastra del todo. Intento agarrarme a algo pero no encuentro nada. Lucho contra la fuerza del mar todo lo que puedo, pero cada vez que salgo a la superficie es para ver como me alejo de aquella playa irremediablemente. 


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