miércoles, 17 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 13: LO MISMO QUE YO (I)

Llevo horas revolviéndome bajo la cabaña. Decido levantarme pero un latigazo me hace soltar un gemido que la despierta. Me retuerzo de dolor ahogando gritos que estoy deseando pegar. Golpeo la arena con rabia, por qué me tiene que pasar a mí esto? Llevaba años sin sufrir un cólico así. El ibuprofeno que tomé prestado del botiquín del avión no ha hecho su efecto. Mi mano derecha se posa temblorosa sobre mi costado, esperando que así se alivie el dolor, pero no surte efecto.

-Qué te pasa Quique? – la voz de Malú suena alarmada –

-Nada, vuelve a dormirte – digo retorciéndome intentando evitar que se de cuenta –

-Pero… - pone una mano en mi frente – estás sudando… - no puedo evitar gemir de dolor – no me asustes, dime qué te pasa – dice asustada –

-Pfff… - resoplo – es un cólico, no te preocupes, se me pasará enseguida…

-Estás tonto? – dice alzando la voz – se perfectamente lo que duele eso – abro los ojos y la veo mirándome preocupada – en el botiquín tiene que haber algo que te puedas tomar – dice levantándose –

-No! – grito – ya me he tomado un ibuprofeno, hará su efecto enseguida – miento –

-Quique, no puedes estar así, te vas a desmayar del dolor…

Río amargamente. Tengo tanto dolor que no veo lejana la posibilidad de desmayarme. Intento incorporarme pero de nuevo un latigazo me lo impide. Me retuerzo de nuevo sobre la arena, ahogando gemidos doloridos ante la preocupada mirada de Malú. Escucho como se levanta y, al momento, aparece con el botiquín.

-Sé que hay algo aquí que te puede servir… - dice leyendo atentamente los nombres de los frascos que habían dentro de él –

-Déjalo Malú… ahhh – grito sin poder evitarlo, un latigazo mayor que los anteriores me sorprende y me ha dolido hasta en el alma –

-Quique, por favor… - su voz suena temblorosa – dime qué hago… no voy a dejar que sigas así.

Resoplo de nuevo, no quería usar la morfina, me dejaría dormido durante horas… pero no veo otra solución. Siento que me voy a desmayar de un momento a otro. Qué oportuno que Richard la haya encontrado… De pronto, me viene una arcada que asusta todavía más a la pobre Malú, que me mira a punto de llorar.

-Busca la morfina – digo con un hilo de voz –

Escucho como Malú se afana en buscar entre aquellos botes llenos de líquido, uno que pusiera morfina.

-Abre los ojos Quique… dime que este es el que buscas – dice enseñándome un bote –

Noto como veo doble, afino la vista y leo el frasco. Asiento con la cabeza.

-Qué hago ahora? – dice nerviosa –

-Joder…  morfina para un puto cólico… me matarían en el hospital… - miro a Malú que me mira con cara preocupada - Abre una jeringuilla de las pequeñas… - digo quejándome – y engánchala con la aguja… - veo como sigue mis indicaciones – ahora mete la aguja dentro del frasco y aspira hasta que el líquido se llene al uno.

-Solo esto? – dice mirándome incrédula –

-Si me pinchas más, puedo tener una depresión respiratoria – veo como me mira sin entender nada – si me pinchas más, puedo dejar de respirar.

Soy tan gráfico que veo como Malú comienza a respirar aceleradamente. Siento que estoy perdiendo la consciencia…

-No puedo más… - digo casi sin voz –

-Dime donde lo pincho – hago un esfuerzo y me pongo de lado, bajando un poco mi pantalón – Vale, allá voy

-Espera! – cojo su mano – comprueba que sale líquido… pero despacio


-Así? – hago un gesto de dolor mientras la miro y afirmo – vale… 


Oigo como suelta un soplido y clava la aguja con decisión. Me quejo al notar como ese líquido empieza a repartirse por mis tejidos. Intento aguantar un poco más el dolor, sé que cuando la morfina haga su efecto, caeré dormido y podré descansar. Malú retira la jeringa y pasa su mano por mi frente y acaricia mi pelo suavemente.

-Creo que ya está… - dice temerosa -

-Gracias… - alcanzo a decir – lo has hecho muy bien…

Abro los ojos y la veo sonreir todavía preocupada mientras se afana en recoger todo el instrumental que ha usado. Aprende rápido, es una chica lista. Sonrío al pensar en eso. Es increíble, igual es psicológico pero ya no me duele tanto. Voy notando como el dolor va desapareciendo y el sueño hace acto de presencia.

-Estás mejor?

Afirmo sin abrir los ojos. Vuelve a pasar una mano sobre mi frente y la cojo con la mía.

-No te vayas… - ya no se ni lo que digo – dormiré mejor si duermes conmigo… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario