RICK
Cuando consigo calmarme, miro al cielo, tapado parcialmente
por los árboles, buscando una señal, una respuesta que pusiera fin a todo
aquello. Y entonces la encuentro.
Mi oído percibe el sonido del agua cayendo…
me levanto como una exhalación siguiendo ese ruido. Tiene que ser ese
manantial, tiene que serlo… no paro de repetirlo en mi mente. El ruido se hace
cada vez más cercano hasta que llego a donde proviene. Entro en aquella cueva y
me arrodillo debajo del agua. Me da igual que esté fría, me da igual empaparme.
Es el manantial. Los he encontrado, están apenas a unos kilómetros de aquí.
Comienzo a llorar de nuevo sin poder parar e intento no pensar en que se hayan
ido. Intento no pensar en que no van a estar. Tienen que estar, me repito una y
otra vez.
Bebo toda el agua que puedo hasta sentir que voy a vomitar y me pongo
de pie, dispuesto a recorrer ese camino que hacíamos todos los días juntos, cuando
veníamos a por agua para todo el campamento.
Como si me sintiera en casa, veo cada roca, cada árbol que
empieza a resultarme familiar. Y escucho voces, por fin escucho voces… mis pies
tocan la arena de la playa y siento como si una fuerza sobrenatural me
poseyera. He vuelto a casa. Y todas esas caras conocidas me miran con
incredulidad. Se van girando poco a poco. Todas me importan, hasta que
encuentro la suya y veo que no es comparable con las del resto.
MALÚ
-Rick!
Al escuchar su nombre, me giro y veo como Richard mira hacia
la selva boquiabierto, paralizado. El corazón se me acelera, tanto que pienso
que va a salir disparado por mi boca. Veo como aparece entre la maleza y siento
que me voy a caer redonda al suelo. Siento como si millones de descargas me
recorriesen el cuerpo y aquel dolor en el pecho que pensaba que jamás se iría,
se desvanece cuando nuestras miradas se cruzan.
Mis piernas cobran vida y salen corriendo hacia él. No puede
ser. Está vivo… Mis ojos están ya llenos de lágrimas, se me hace eterno el
tiempo hasta que llego hasta él. Los demás le miran incrédulos, emocionados.
Paso como una exhalación esquivándoles a todos y me lanzo a sus brazos. Me
abraza. Me abraza de nuevo, no puede ser, no puedo creérmelo.
RICK
Me quedo paralizado al ver de nuevo su mirada. Solo acierto
a abrir los brazos cuando veo que se acerca a mí corriendo mientras llora. Me
abraza con tanta fuerza que casi me tira a la arena. Creía que no me quedaban
fuerzas para nada, pero de repente brotan las suficientes para abrazarla contra
mí. No quiero soltarla y ella parece no querer soltarse de mí. Escucho como
llora. Acaricio su pelo y cierro los ojos, intentando retener ese momento en mi
memoria.
-Estás bien? – su voz suena atropellada mientras con sus
manos recorren mi pelo, mi cara, y vuelve a abrazarse a mí – estás vivo… estás
vivo… - dice mientras llora –
Unas lágrimas comienzan a recorrer mi rostro. Sigo sin
soltarla mientras todos nos miran, esperando el momento para venir hacia mí.
Respiro varias veces hondo, pensaba que jamás podría volver a hacerlo. Mis
pulmones parecen expandirse de nuevo, después de varios días. Me encuentro
mareado, pero no me importa, no quiero deshacer ese abrazo que me está dando
toda la vida que necesitaba. Noto como me besa en las mejillas, en el cuello,
como llora desconsolada sobre mi hombro.
-Venga jefa… - digo intentando que mi voz suene todo lo
dulce que puedo – no llores más…
MALÚ
Escuchar de nuevo su voz hace que en mi interior broten
todavía más ganas de llorar y reir a la vez. Me abrazo a él como si fuera una
niña. No sé si me tengo en pie o está sujetándome él en el aire. Me separo un
segundo y cojo con ambas manos su cara, palpando su rostro como intentando
convencerme que está ahí. Siento unas ganas terribles de besarle, pero, sin
saber por qué, me las aguanto y vuelvo a abrazarme a él.
RICK
Creo que lo de “jefa” le ha llegado hondo porque rompe a
llorar de nuevo a la vez que se ríe. Vuelvo a cerrar los ojos, el mareo se está
apoderando de mí por momentos. Se separa un momento de mí, palpa mi cara como
si todavía no se creyera que estoy vivo. Noto como mira mis labios un segundo,
solo un instante, el suficiente para que me dé un latigazo en el pecho. Cierra
los ojos y me abraza de nuevo. Me aferro a su cuerpo todo lo fuerte que puedo
para no caerme sobre la arena.
-Rick tio… - escucho la voz de Richard entrecortada –
pensábamos que habías…
No termina la frase. Pone sus manos en la cabeza en señal de
sorpresa.
Todos me miran incrédulos, con cara de estar viendo un
fantasma o algo así, algunos lloran mientras Malú no se suelta de mí. Me
tambaleo presa del mareo y siento como Malú me agarra fuerte.
-Estás bien cariño?
Creo que se me ha paralizado la cara. Me ha llamado cariño? Nah, debo estar alucinando, debe
haberme dado una insolación por el camino. Veo como carraspea y se pone un poco
colorada. Asiento y cojo su cara con mis manos para depositar un beso en su
frente. La he echado tanto de menos… por un momento he pensado en besarla, era
lo único que me apetecía, pero no quería estropear ese momento. Todos comienzan
a abrazarme, a llorar emocionados mientras yo sigo notando ese mareo, pero no
me importa. Es como si fueran mi familia, también les he echado de menos a
ellos. La escena me conmueve, estamos todo el grupo abrazados, haciendo piña.
Cuando pienso que todos me han abrazado, escucho los sollozos de alguien. La
gente se aparta y descubro a Juliet llorando, abrazada a su osito… me enternece
la imagen, no puedo evitarlo. Doy dos pasos hacia ella y me arrodillo. La niña
suelta el osito y viene hacia mí. Se me agarra al cuello llorando amargamente.
-Eh… - intento no llorar – preciosa, no llores…
-Lo siento mucho Rick – dice la niña en un perfecto inglés –
es mi culpa…
-No, no es tu culpa… - digo negando con la cabeza mientras
acaricio su pelo – ya pasó, no llores más vale? – me separo un poco pero vuelve
a hundir su cara en mi cuello –
Sonrío enternecido y me giro para mirar a los demás. Malú
sigue llorando con las manos cruzadas sobre su boca. Me levanto con la niña en
brazos y la dejo en los brazos de su abuela, que también llora. Cuando pienso
que ya me he abrazado con todo el mundo, por mi izquierda aparece Anthony que
me abraza y me recoloca todas las vértebras. Me quejo sonriendo.
-Joder… si que me habéis echado de menos no? – digo en tono
de broma – siento romper el momento… pero necesito algo de comida…
Anthony me suelta y sale corriendo hacia la sombra, supongo
que a buscar algo que darme para comer. Me tambaleo por el mareo y aparece
Richard que pasa mi brazo por su cuello para que me apoye en él. Por el otro
lado aparece Malú, que pone su mano en mi espalda y hace lo mismo que Richard.
Estoy sentado a la sombra, rodeado de todos que ven como
engullo uno a uno los alimentos que me van ofreciendo. No se cuántos trozos de
pescado llevo, pero me saben a poco. Me saben a gloria.
-Dónde has estado? – pregunta Anthony intrigado –
Le miro un segundo y, después, a todos los demás. Todos me
miran expectantes. Sonrío. No se lo creería nadie. No me lo creo ni yo. Miro hacia la montaña que ahora vuelve a estar lejana.
-Vengo de allí – señalo –
Todos me miran asombrados a mí y a la montaña
alternativamente.
-Qué cojones has hecho para volver? – pregunta Richard todavía
ojiplático –
Le miro mientras como y niego con la cabeza. Comienzo a
narrarles todos y cada uno de los segundos que recuerdo, obviando los momentos
en los que lloraba o en los que tarareaba las canciones de Malú y me imaginaba
su voz. Es demasiado vergonzoso. Me miran estupefactos, sin articular palabra.
-Has visto animales? – pregunta Guillermo inocentemente –
-Si los he visto, creo que me los he comido… - digo en tono
de sorna y todos se ríen – joder… pensaba que no iba a llegar nunca… - digo
mirando hacia la orilla –
-Joder tío… esto es para contárselo a todo el mundo – dice
Anthony emocionado – eres un puto crack joder! – se lanza a abrazarme –
-Venga, hay que dejarle descansar – la voz de Malú me hace
mirarla… está preciosa –
-A sus órdenes jefa! – Anthony se levanta y se cuadra para
encaminarse hacia la playa –
Todos hacen lo propio y yo me quedo allí, con el estómago
repleto de comida y la sensación de haber vuelto a casa. Malú no se va, se
sienta a mi lado y me mira sin apartar los ojos cuando la miro.
-No soy un fantasma eh? Mira – de broma, toco su brazo –
Sonríe para, acto seguido, hacer una mueca que se transforma
en llanto. Se abraza a mí de nuevo mientras llora en silencio.
-Eh tonta… no llores más anda… - digo acariciando su pelo –
-Te he echado tanto de menos… - dice sollozando –
Me encoge el alma aquella frase, nos miramos y, por un
momento pienso que va a besarme. Eso hubiera estado genial, de no ser porque ha
apartado la mirada algo avergonzada. Estoy a nada de lanzarme a besarla pero me
contengo de nuevo. Me siento imbécil, tendría que comérmela a besos allí mismo,
sin importarme nada más…
-Yo también te he echado de menos jefa – Vuelvo a abrazarla
y a oler su pelo, sigue oliendo a ella, ahora si que estoy en casa –
No hay comentarios:
Publicar un comentario