jueves, 18 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 21: VUELVO A VERTE

RICK

Cuando consigo calmarme, miro al cielo, tapado parcialmente por los árboles, buscando una señal, una respuesta que pusiera fin a todo aquello. Y entonces la encuentro. 


Mi oído percibe el sonido del agua cayendo… me levanto como una exhalación siguiendo ese ruido. Tiene que ser ese manantial, tiene que serlo… no paro de repetirlo en mi mente. El ruido se hace cada vez más cercano hasta que llego a donde proviene. Entro en aquella cueva y me arrodillo debajo del agua. Me da igual que esté fría, me da igual empaparme. Es el manantial. Los he encontrado, están apenas a unos kilómetros de aquí. Comienzo a llorar de nuevo sin poder parar e intento no pensar en que se hayan ido. Intento no pensar en que no van a estar. Tienen que estar, me repito una y otra vez. 

Bebo toda el agua que puedo hasta sentir que voy a vomitar y me pongo de pie, dispuesto a recorrer ese camino que hacíamos todos los días juntos, cuando veníamos a por agua para todo el campamento.

Como si me sintiera en casa, veo cada roca, cada árbol que empieza a resultarme familiar. Y escucho voces, por fin escucho voces… mis pies tocan la arena de la playa y siento como si una fuerza sobrenatural me poseyera. He vuelto a casa. Y todas esas caras conocidas me miran con incredulidad. Se van girando poco a poco. Todas me importan, hasta que encuentro la suya y veo que no es comparable con las del resto.




MALÚ

-Rick!

Al escuchar su nombre, me giro y veo como Richard mira hacia la selva boquiabierto, paralizado. El corazón se me acelera, tanto que pienso que va a salir disparado por mi boca. Veo como aparece entre la maleza y siento que me voy a caer redonda al suelo. Siento como si millones de descargas me recorriesen el cuerpo y aquel dolor en el pecho que pensaba que jamás se iría, se desvanece cuando nuestras miradas se cruzan.


Mis piernas cobran vida y salen corriendo hacia él. No puede ser. Está vivo… Mis ojos están ya llenos de lágrimas, se me hace eterno el tiempo hasta que llego hasta él. Los demás le miran incrédulos, emocionados. Paso como una exhalación esquivándoles a todos y me lanzo a sus brazos. Me abraza. Me abraza de nuevo, no puede ser, no puedo creérmelo.



RICK

Me quedo paralizado al ver de nuevo su mirada. Solo acierto a abrir los brazos cuando veo que se acerca a mí corriendo mientras llora. Me abraza con tanta fuerza que casi me tira a la arena. Creía que no me quedaban fuerzas para nada, pero de repente brotan las suficientes para abrazarla contra mí. No quiero soltarla y ella parece no querer soltarse de mí. Escucho como llora. Acaricio su pelo y cierro los ojos, intentando retener ese momento en mi memoria.

-Estás bien? – su voz suena atropellada mientras con sus manos recorren mi pelo, mi cara, y vuelve a abrazarse a mí – estás vivo… estás vivo… - dice mientras llora –

Unas lágrimas comienzan a recorrer mi rostro. Sigo sin soltarla mientras todos nos miran, esperando el momento para venir hacia mí. Respiro varias veces hondo, pensaba que jamás podría volver a hacerlo. Mis pulmones parecen expandirse de nuevo, después de varios días. Me encuentro mareado, pero no me importa, no quiero deshacer ese abrazo que me está dando toda la vida que necesitaba. Noto como me besa en las mejillas, en el cuello, como llora desconsolada sobre mi hombro.

-Venga jefa… - digo intentando que mi voz suene todo lo dulce que puedo – no llores más…

MALÚ

Escuchar de nuevo su voz hace que en mi interior broten todavía más ganas de llorar y reir a la vez. Me abrazo a él como si fuera una niña. No sé si me tengo en pie o está sujetándome él en el aire. Me separo un segundo y cojo con ambas manos su cara, palpando su rostro como intentando convencerme que está ahí. Siento unas ganas terribles de besarle, pero, sin saber por qué, me las aguanto y vuelvo a abrazarme a él.

RICK

Creo que lo de “jefa” le ha llegado hondo porque rompe a llorar de nuevo a la vez que se ríe. Vuelvo a cerrar los ojos, el mareo se está apoderando de mí por momentos. Se separa un momento de mí, palpa mi cara como si todavía no se creyera que estoy vivo. Noto como mira mis labios un segundo, solo un instante, el suficiente para que me dé un latigazo en el pecho. Cierra los ojos y me abraza de nuevo. Me aferro a su cuerpo todo lo fuerte que puedo para no caerme sobre la arena.

-Rick tio… - escucho la voz de Richard entrecortada – pensábamos que habías…

No termina la frase. Pone sus manos en la cabeza en señal de sorpresa.

Todos me miran incrédulos, con cara de estar viendo un fantasma o algo así, algunos lloran mientras Malú no se suelta de mí. Me tambaleo presa del mareo y siento como Malú me agarra fuerte.

-Estás bien cariño?


Creo que se me ha paralizado la cara. Me ha llamado cariño? Nah, debo estar alucinando, debe haberme dado una insolación por el camino. Veo como carraspea y se pone un poco colorada. Asiento y cojo su cara con mis manos para depositar un beso en su frente. La he echado tanto de menos… por un momento he pensado en besarla, era lo único que me apetecía, pero no quería estropear ese momento. Todos comienzan a abrazarme, a llorar emocionados mientras yo sigo notando ese mareo, pero no me importa. Es como si fueran mi familia, también les he echado de menos a ellos. La escena me conmueve, estamos todo el grupo abrazados, haciendo piña. Cuando pienso que todos me han abrazado, escucho los sollozos de alguien. La gente se aparta y descubro a Juliet llorando, abrazada a su osito… me enternece la imagen, no puedo evitarlo. Doy dos pasos hacia ella y me arrodillo. La niña suelta el osito y viene hacia mí. Se me agarra al cuello llorando amargamente.

-Eh… - intento no llorar – preciosa, no llores…



-Lo siento mucho Rick – dice la niña en un perfecto inglés – es mi culpa…

-No, no es tu culpa… - digo negando con la cabeza mientras acaricio su pelo – ya pasó, no llores más vale? – me separo un poco pero vuelve a hundir su cara en mi cuello –

Sonrío enternecido y me giro para mirar a los demás. Malú sigue llorando con las manos cruzadas sobre su boca. Me levanto con la niña en brazos y la dejo en los brazos de su abuela, que también llora. Cuando pienso que ya me he abrazado con todo el mundo, por mi izquierda aparece Anthony que me abraza y me recoloca todas las vértebras. Me quejo sonriendo.

-Joder… si que me habéis echado de menos no? – digo en tono de broma – siento romper el momento… pero necesito algo de comida…

Anthony me suelta y sale corriendo hacia la sombra, supongo que a buscar algo que darme para comer. Me tambaleo por el mareo y aparece Richard que pasa mi brazo por su cuello para que me apoye en él. Por el otro lado aparece Malú, que pone su mano en mi espalda y hace lo mismo que Richard.

Estoy sentado a la sombra, rodeado de todos que ven como engullo uno a uno los alimentos que me van ofreciendo. No se cuántos trozos de pescado llevo, pero me saben a poco. Me saben a gloria.

-Dónde has estado? – pregunta Anthony intrigado –



Le miro un segundo y, después, a todos los demás. Todos me miran expectantes. Sonrío. No se lo creería nadie. No me lo creo ni yo. Miro hacia la montaña que ahora vuelve a estar lejana.

-Vengo de allí – señalo –


Todos me miran asombrados a mí y a la montaña alternativamente.

-Qué cojones has hecho para volver? – pregunta Richard todavía ojiplático –

Le miro mientras como y niego con la cabeza. Comienzo a narrarles todos y cada uno de los segundos que recuerdo, obviando los momentos en los que lloraba o en los que tarareaba las canciones de Malú y me imaginaba su voz. Es demasiado vergonzoso. Me miran estupefactos, sin articular palabra.

-Has visto animales? – pregunta Guillermo inocentemente –

-Si los he visto, creo que me los he comido… - digo en tono de sorna y todos se ríen – joder… pensaba que no iba a llegar nunca… - digo mirando hacia la orilla –

-Joder tío… esto es para contárselo a todo el mundo – dice Anthony emocionado – eres un puto crack joder! – se lanza a abrazarme –

-Venga, hay que dejarle descansar – la voz de Malú me hace mirarla… está preciosa –



-A sus órdenes jefa! – Anthony se levanta y se cuadra para encaminarse hacia la playa –

Todos hacen lo propio y yo me quedo allí, con el estómago repleto de comida y la sensación de haber vuelto a casa. Malú no se va, se sienta a mi lado y me mira sin apartar los ojos cuando la miro.

-No soy un fantasma eh? Mira – de broma, toco su brazo –

Sonríe para, acto seguido, hacer una mueca que se transforma en llanto. Se abraza a mí de nuevo mientras llora en silencio.

-Eh tonta… no llores más anda… - digo acariciando su pelo –

-Te he echado tanto de menos… - dice sollozando –

Me encoge el alma aquella frase, nos miramos y, por un momento pienso que va a besarme. Eso hubiera estado genial, de no ser porque ha apartado la mirada algo avergonzada. Estoy a nada de lanzarme a besarla pero me contengo de nuevo. Me siento imbécil, tendría que comérmela a besos allí mismo, sin importarme nada más…


-Yo también te he echado de menos jefa – Vuelvo a abrazarla y a oler su pelo, sigue oliendo a ella, ahora si que estoy en casa – 

No hay comentarios:

Publicar un comentario