martes, 30 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 45: VIVIENDO DEPRISA (I)

Bien, analicemos la situación. Malú ha preparado una fiesta improvisada. Y van a venir, todos van a venir. Va a presentarme en sociedad, es exactamente eso. Va a presentarme a Alejandro Sanz, a Miguel Bosé o a Pablo Alborán como mínimo. Hay que ensayar la cara de “puedo con esto, no estoy para nada superado”. Vamos Quique. Me miro al espejo. Quién me iba a decir a mí que pararme aquel día a mirar los paneles de los vuelos me iba a traer todo esto. Una mujer maravillosa que me hace sentirme correspondido después de tanto tiempo. Nah, no estoy nervioso, les voy a caer bien. Tendría que tener a mano algún orfidal, me cago en mi vida. El timbre suena y un temblor se apodera de mi mano derecha.

-Quique! Van a empezar a llegar!

Escucho la voz de Vero. Suspiro. Por lo menos es la primera en llegar, ya no me siento tan… fuera de lugar. Vero es de esas personas que te tienen que caer bien por cojones, es imposible que te caiga mal una persona así.

-Doctor! Me muero! – grita Vero desde abajo y me hace reirme –

-Un segundo señorita!

Bajo las escaleras, creo que voy bien arreglado. Malú sonríe ampliamente cuando me ve aparecer, eso significa que voy bien. Vero lanza un silbido al aire que hace reírse a Malú.



-Eh! Si parece formal y todo! – dice Vero con sorna –

-Yo también me alegro de verte!

-Mírale, si está nervioso… - sigue riéndose de mí –

-Eh! Deja a mi chico! – Malú me planta un beso en los labios –

-Qué asco dáis…

Poco a poco van llegando los invitados. Lo que imaginaba. Todo, o casi todo, caras famosas. Respiro un poco al ver aparecer a la banda de Malú, por lo menos los conozco. Jose es igual que su hermana en cuanto a carácter, solo que un poco más tímido si cabe. Aún así, sabe como hacer que alguien se sienta cómodo, trata a la gente con un colegueo que no es normal, o, por lo menos, a mí me trata así. La observo, radiante, sonriendo sin parar con sus amigos. Me siento fuera de lugar, no puedo evitarlo. Allí, plantado, mirándoles, con mi cerveza en la mano. Me observan, soy consciente de ello.

-Va todo bien?

Intento poner la mejor de mis sonrisas para no preocuparla. Esta tarde estaba eufórica llamando a diestro y siniestro a todo el mundo. Sé que quizá debería intentar integrarme, pero de qué voy a hablarles? De qué le voy a hablar a todo un Alejandro Sanz? De cuando tocaba sus canciones con el piano? Nah, no pinto nada aquí, esta gente tiene más vida recorrida de la que yo tendría en 400 años.

-Quique? – observo a Malú, que me mira sonriente pero con gesto preocupado –

-Si cariño, va todo bien… - paso una mano por su cintura –

-No me mientas anda… - tuerce el gesto –

-Bueno… - resoplo resignado – me siento un poco fuera de lugar… pero se me pasa en seguida…

-Cómo vas a sentirte fuera de lugar Quique? – su gesto ahora si que es de total preocupación – no ha sido buena idea verdad?

-Claro que ha sido buena idea cariño… - beso su mejilla – no te preocupes, es la impresión de ver tanta gente… conocida… estoy algo cortado, es solo eso…

-Anda ven… - me mira con ternura – ven al jardín, te estaba buscando… quieren conocerte…

Camino casi sin pensar, de la mano con ella. Nos paramos en un grupo formado por, atención, Alejandro Sanz, su mujer Raquel, Melendi, Pablo Alborán y Rosario. Creo que si hubiera comido algo lo estaría vomitando en este momento.

-La pareja del año! – grita Melendi –

Creo que debo parecer una bombilla de puticlub en este momento. Me imagino millones de flechas apuntándome, sirenas sonando anunciando mi cara de panoli, hasta una orquesta tocando alguna canción denigrante a mi costa. Qué vergüenza.

-Cállate Melen! No le hagas caso – se dirige a mí –

-Yo quiero saber cómo es esta en una isla… - dice Pablo con sorna – cuéntanoslo – me mira -  seguro que una mandona de cuidao…

-Os echo a todos eh? 

-Bueno... no os metáis más con la niña... - Rosario abraza a Malú cariñosamente -

Me río tímidamente. Supongo que están intentando que no me sienta un bicho raro. Poco a poco voy sintiéndome un poco menos incómodo, creo que es porque Melen no para de soltar gilipolleces. Viene bien para destensarse el saber que hay alguien que se esfuerza en integrarte. Alejandro creo que me mira de manera extraña, o quizá es mi sensación. Me da bastante impresión estar tomándome una cerveza a su lado, ha sido como una especie de ídolo para mí. Cuando iba al conservatorio, casi siempre acababa tocando alguna canción de él, sacando los acordes con el piano. Desde pequeñito siempre he sido un romántico de cojones.

-Ay, sabes que Sara me ha dicho que fue con Iker el verano pasado al pueblecito donde fuimos? – Malú me mira ilusionada –

-Sara? Qué Sara? – mi cara es un poema –

-Sara… Iker… te suenan? – me dice con cara de no querer reírse –

-Iker… Casillas… - digo lentamente –

-Si cariño… - dice riéndose y me hace una carantoña –

-Emm… - digo todavía contrariado – los conoces…

-Pues claro que los conozco, si son amigos míos… - dice sonriendo de lo más normal – hoy es que no podían venir…

-Y lo dice tan normal la tía… - escucho leves risas a mi alrededor – antes de que llegáseis le pregunto… y a quién has invitado? Y me suelta: Nada, a Pablo, a Alejandro…

-Jajajajaja – Malú ríe con ganas – tenías que haberte visto la cara cuando te he dicho los apellidos…

-A mí me pasó lo mismo con éste… - dice Raquel – él decía un nombre y yo buscaba un apellido famoso y cuando encajaban… me quedaba con cara de póker… - se escucha una risa general –

-Exactamente es eso…

-Qué habláis por aquí? – aparece Vanesa en escena –

-Nada, Quique se está acostumbrando a los apellidos… - suelta Raquel –

-Uff… - suspira – no te queda na chiquillo…

Parece que todos llamaban lo de acostumbrarse a ver caras famosas con lo de “los apellidos”. Supongo que es una especie de ritual. Malú me mira de manera divertida, es mala, mucho, pero sorprendentemente ahora me siento cómodo, no sé por qué.

-Yo como uso mi apellido, no hay susto, verdad tío? – me da una palmetada en el hombro –

-No si el susto creo que te lo di yo… - digo de manera tímida –

-Hostia ya ves… y la cara que puso Pastora? – comienza a reírse – así hay que hacer las cosas, sorprendiendo antes de que te sorprendan…

-Bueno, dejadle ya anda, que me lo asustáis con todo eso de los apellidos… - me hace una carantoña – no les hagas caso, son todos muy majos.

-Yo el que más, sin duda – interviene Alejandro – venga, vente a por una cerveza que Melen me ha dicho que sabes de fútbol…

Me encuentro con Alejandro, pasando un brazo en plan colegueo por mis hombros y andando con él hasta la cocina. En serio? No puede estar pasando esto. Bueno, deja de hacer el gilipollas Quique, habla normal, compórtate normal, son personas normales, como Malú, y ya está.

-Me ha dicho Malú que eres músico… - dice Alejandro abriendo el frigorífico –

-Qué exagerada es esta mujer… - niego con la cabeza un tanto avergonzado –

-Tocas el piano y la guitarra… eso es ser músico quieras o no – me ofrece una cerveza sonriente – luego cuando se vaya animando la fiesta, tocaremos algo juntos – dice como si nada –

-Yo? – digo incrédulo – si claro, todo esto lleno de artistas y voy a tocar yo algo… - niego con la cabeza –

-El arte no es ser conocido… el arte es otra cosa – se apoya en la encimera – podrías haberte presentado en esta fiesta con otro aire… - le miro extrañado – ya sabes, haciéndote fotos, metiéndote en conversaciones ajenas… - carraspea – y, sin embargo, has esperado a que Malú te incluyese en una conversación… - afirma con la cabeza – Malú es para mí como una hermana pequeña… la he visto crecer… - suspira – pensaba que no iba a volver a verla – hace una pausa – y, de repente, me entero que este músico me la ha cuidado – da dos palmaditas en mi hombro – no te sientas fuera de lugar aquí… precisamente eres el que más pinta en esta fiesta.



Me quedo paralizado. Ha dicho todo eso? Resulta que le caigo bien a una de las personas más importantes para Malú. Ahora si que me siento cómodo. Salgo de la cocina con otra sensación, como si, de repente, me hubiera dado cuenta que formo parte de la vida de Malú, que aquella fiesta la ha hecho para que me conociesen, porque le apetecía hacerlo. Llego al grupo, que ahora es más numeroso. Malú me mira sonriente pero interrogante. Sonrío y dejo un beso en su frente bajo la atenta mirada del resto.

Decido dejar un poco de lado mi timidez e intentar integrarme lo máximo posible entre aquellos amigos a los que conocía de haberles visto mil veces en la tele, o, incluso, haber seguido sus carreras. Son bastante agradables todos, supongo que Malú les habrá amenazado con matarles si me trataban mal. 

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